por GÉNERO TARSO*
La extrema derecha está en una red en todo el mundo, dentro de la cual fluyen discursos breves e idiotas.
Las manifestaciones del bolsonarismo en Inglaterra, que acompañaron la visita del innombrable a ese país, demuestran que hay un nuevo tipo de organización política de extrema derecha en formación definitiva en el mundo. Está en una red, por la que fluyen breves e idiotas discursos, que facilitan la captación de simpatizantes, prescinden de la presentación de “programas” y excluyen toda racionalidad para el debate, o incluso para la comprobación de concepciones en conflicto. Unifican, sin embargo -a través del sentimiento de orfandad social- un contingente de desempleados, inmigrantes, “lumpens” y ultraderechistas supuestamente intelectualizados en todo el mundo.
Castells, Jordi Borja, Richard Sennett, Chomski, Boaventura, Baumann y muchos otros intelectuales y profesores de todo el mundo y de nuestro país, han abordado este nuevo y desafiante mundo desde la especificidad de sus experiencias de investigación y acción política. En él, el “internacionalismo proletario” fue reemplazado por las conexiones materiales “objetivas” del capital financiero global y la democracia política ha sido subsumida en controles mediáticos sobre los parlamentos, que se dedican –dentro de los límites de sus crisis intermitentes– a dar más satisfacción a los políticos. columnistas de los grandes órganos de prensa que al pueblo soberano.
Estas organizaciones están surgiendo en el espacio dejado por los partidos tradicionalmente organizados, que ya no son capaces de “hablar” con todos los excluidos, de todos los tipos, de todos los géneros, de todas las culturas, de todas las innovaciones digitales e informacionales, que impregnan el día a día. vidas de la humanidad hoy. Es un nuevo tipo de organización política, con mil cabezas y cientos de centros financiados por los flujos de dinero que se filtran del espacio clandestino de las redes secretas, las relaciones políticas con el crimen y la explotación, por parte de los gobiernos sobre los pueblos más adaptables a la encantos de la esclavitud posmoderna.
El nazismo y el fascismo tenían una ideología nacional clara de inhumanidad, opresión racial y de clase, intereses nacionales concretos que diseñaron una barbarie bien formada: aquellos que no querían verla podían tomar una decisión consciente sobre su futuro, porque si simpatizaban con el propósitos sucios podrían entonces sustentar sus efectos. Esta actitud política, moralmente, no supuso ninguna diferencia en términos de apoyo al fascismo de entonces, pero este nuevo y actual tipo de fascismo -aparentemente sin un centro dirigente- se esparce como un virus invisible en un aire contaminado por ilusiones miopes: es la evasión de la mediocre y triste realidad de sus adherentes lo que los inmuniza de cualquier pensamiento lúcido sobre su propia condición infeliz.
Un emigrante brasileño que envía a un inglés, en su propio país, a Venezuela, cuando pide luto y respeto por la muerte de su Reina, que sentía en lo más profundo de su alma como la idea de su nación, puede ser un símbolo de dónde estamos y Hasta donde podemos llegar: la mayoría de la política tradicional, llena de frases arabescas y programas barrocos, puede tener un corto tiempo de supervivencia y sucumbir, después de cierto momento, vaciada por las sentencias de muerte del diálogo racional y acosado por la violencia directa de milicianos armados bien pagados.
El negacionismo frente a la pandemia del coronavirus fue el primer gran ejercicio práctico del tipo de genocidio que prometía el neofascismo en ascenso, ya que fue -al mismo tiempo- una implosión del humanismo como ideología y la presencia de una nueva “ciencia” instrumental para un campo de concentración cortado por la infección propagada por el Estado.
Sus mantras son los mismos en todas partes, adaptándose -es evidente- a los respectivos espacios nacionales: “globolixo”, “comunistas”, “vamos a Venezuela”, “globalistas”, “vamos a Cuba”, “Dios sobre todo, Patria por encima de todo”, son fórmulas repetidas hasta la extenuación, tanto en las redes como en sus breves apariciones físicas en las calles, a través de una vanguardia ciertamente remunerada. Las frases, sin embargo, adquieren sentido por la agresividad de sus muecas inconexas –por el irrespeto sin mediación hacia los interlocutores– y por la forma violenta en que son pronunciadas.
Van mucho más allá de su contenido verbal para excluir y desmantelar la razón y no significan nada, sólo profetizan el odio como unidad en la infelicidad colectiva y como proyecto de destrucción de la democracia, de retorno a las tinieblas medievales. En el Brasil concreto que vivimos, una victoria de Lula en primera vuelta, con esa gran unidad promovida por la izquierda, podremos inaugurar el primer gran bloqueo continental -por razones democráticas- a la bestia fascista que aquí prolifera. .
* Tarso en ley fue gobernador del estado de Rio Grande do Sul, alcalde de Porto Alegre, ministro de Justicia, ministro de Educación y ministro de Relaciones Institucionales de Brasil. Autor, entre otros libros, de utopía posible (Arte y Artesanía).
O el sitio la tierra es redonda existe gracias a nuestros lectores y seguidores. Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
Haga clic aquí para ver cómo