El reto de las próximas elecciones

Imagen: Sandro Sandroni Lazzarini
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por LUIZ MARQUÉS*

Es necesario consensuar la estructuración de una federación partidaria, sin caer en la tentación del hegemonismo, y sin perder la camaradería y el compañerismo

No faltan argumentos y números para sustentar la ventaja de unir izquierda y centroizquierda para afrontar con éxito el reto de las próximas elecciones. En la lista de argumentos se destacan: (a) la fuerza centrípeta (hacia adentro) desencadenada por el programa de unidad de acción de quienes representan los vectores de una sociedad más igualitaria, con justicia social y cuidado del medio ambiente y; (b) la fuerza centrífuga (hacia afuera) sobre los votantes por la atracción ejercida con una junta unitaria. En la lista de números, para fortalecer la tesis de la unidad en la diversidad, figuran elecciones estatales y municipales en las que el infantilismo e intransigencia de las legiones transformadoras contribuyeron a echar por la borda a los izquierda de la disputa en la segunda vuelta, en varios episodios.

 

De la resistencia a la camaradería

La resistencia a la idea de un “frente amplio”, para la regimentación de corrientes políticas comprometidas con la satisfacción de las necesidades de la población, se explica por factores como la búsqueda de la afirmación de una identidad pública, el temor a que el electorado desaprobará las alianzas y las discrepancias regionales con los lineamientos nacionales de la sigla. En la suma de los errores, aún habría que considerar el “alarde del partido”, para evocar la expresión de Gramsci. Es decir, la presunción exacerbada que lleva las negociaciones con posibles aliados, que orbitan el mismo campo socioeconómico, a pique del sectarismo. Un pecado extendido a los partidos en general en el rango del progresismo, sin que ninguno pueda tirar la primera piedra. Tenían sandalias, pero no humildad.

Hasta que una auspiciosa reforma, cuando ya se esperaba lo peor, hizo posibles las “federaciones de partidos” y trajo la discusión sobre la falta de discernimiento táctico y estratégico que impedía unir a los progresistas –pese al ascenso de la extrema derecha, con la crisis de la democracia liberal. Para Jodi Dean, en Camarada: un ensayo sobre la pertenencia política (Boitempo), “el compañerismo es la forma necesaria de relación política en la izquierda hoy”. Afirmados en una fraternidad con pertenencia política y en el mensaje de expectativas. Requisitos previos para configurar la mesa redonda de rebelión.

Etimológicamente la palabra camarada, en francés, se refiere a un cuartel o una habitación para albergar a los combatientes. En ruso, tovar deriva de tovaru, campo militar. De ahí que los soldados sean llamados camaradas (de armas). Los valientes con los que se puede contar en las batallas, porque “comparten una ideología común, el compromiso con principios y objetivos comunes para realizar más que acciones aisladas… para librar la larga lucha… a favor de causas comunes”. Dean, por cierto, cita el cuento de Gorki de principios del siglo XX titulado camarada: “lo que vino a unir al mundo entero, elevar a los hombres a las alturas de la libertad y unir con nuevos lazos, los fuertes lazos del respeto mutuo”. El escritor ilustra la utopía con la mención de la prostituta que mira hacia atrás cuando le tocan el hombro y llora de alegría cuando escucha: “Camarada”. Signo de que no se confundió con mercancía.

Para Aleksandra Kollontai (mujer nueva, 1918), artífice del Primer Congreso de Mujeres Trabajadoras de la antigua URSS, la camaradería orienta la “reeducación radical de nuestra psiquis” de tal manera que los individuos dejen de sentirse desiguales y sumisos. “Al igual que Kollontai, Gorky asocia 'camarada' con igualdad. Ambos abordan la noción de compañerismo frente a la explotación egoísta, la jerarquía (clase, género y raza), la competencia y la miseria típica del capitalismo”, dice el profesor de Nueva York. En Homenaje a Cataluña (1936), George Orwell también describe la camaradería en tonos utópicos en la escena anarquista revolucionaria de Barcelona: “Las formas serviles e incluso ceremoniosas de dirigirse habían desaparecido temporalmente. nadie mas dijo señoro dono usted; pero camarada e ”. La negatividad disruptiva señalada por la inflexión horizontal en la comunicación revela la radicalización del igualitarismo.

 

Elemento de orientación teórica

El llamado moral precede a los esfuerzos prácticos para satisfacer los intereses de los trabajadores y sectores empresariales vinculados a la producción, la creación de empleo y la distribución del ingreso. Este vasto segmento de la población está en contra del casino financiero, hegemónico en la actual indigestión privatizadora en la fatídica mala gestión. Inspirado en el Consenso de Washington, supervisado por el Banco Central y apoyado por los medios corporativos. Adaptando lo que escribió Marx en el Manifiesto de 1848 a la realidad indígena hoy, la cosecha interpartidaria que se vislumbra en el horizonte empodera a todas las clases guiadas por la inclusión social y el espíritu democrático basado en el aprendizaje del derecho a tener derechos. Aquí está el elemento teórico de la orientación política a un proyecto liberador ya una praxis civilizatoria pluralista, que de hecho está en la línea de las demandas del pueblo brasileño, reprimidas desde épocas anteriores. Misión para mentes abiertas, corazones indignados, brazos acogedores.

En la tipología clásica bipartito de partidos políticos, elaborado por Maurice Duverger, los “partidos de cuadros” comandados por notables reproducen en su estructura organizativa las jerarquías vigentes en la sociedad. En ellas prevalece la política de conveniencia. Mientras que los “partidos de masas” (aquí importa enfatizar la calidad de las relaciones entre líderes y dirigidos, no el número de adherentes) son más democráticos en los procesos de toma de decisiones y se enfocan en la movilización de calle para superar las graves contradicciones de la sistema capitalista. Sólo en asociaciones con un sesgo cooperativo y colaborativo se desarrolla realmente la política de camaradería en la vida cotidiana y en la historia.

La personalización de la política, a la vez, causa y consecuencia del debilitamiento de los partidos engullidos por la dinámica parlamentaria en la institucionalidad, reemplaza los lazos de igualdad y solidaridad entre compañeros por grilletes cimentados en privilegios y prebendas hiperindividualistas. El antídoto contra la corrosión de la imagen de la democracia y los partidos es el “voto de lista”, al que se oponen asociaciones controladas por patronos como Roberto Jefferson o Valdemar Costa Neto y caterva, que ocupan el mayor porcentaje de escaños en el Senado y la Cámara Federal de Brasil. La criminalización de la actividad política dirige la revuelta con la precariedad del trabajo, el desempleo, el hambre y la corrupción producida en la marcha desigual del mercado – contra la política. Precisamente la política, único instrumento capaz de denunciar las razones de lo que está pasando. El neoliberalismo, al hacer autónomas la ética y la economía, ídem, borra la dimensión clasista de los problemas y los individualiza. Encarna la apatía y la indiferencia en la sociedad. Hace de los pobres un nudo gordiano imposible, un desecho planetario, una especie destructiva a descartar.

La existencia de camaradería, característica de la relación entre los integrantes del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST) y el Movimiento de los Trabajadores Sin Hogar (MTST), al igual que ocurre en los partidos de masas, apunta a una nueva escala de valores. Valores que subvierten el orden y llevan en embrión el modelo de un mundo solidario. La combinación de libertad y solidaridad en el trato interpersonal socava los cimientos de la cosificación de la subjetividad humana. Es comprensible que las palabras camarada y compañero/compañera incomoden al poder, empeñado en ridiculizarlas en términos semánticos para vaciar el contenido simbólico de que son mensajeros. Al fin y al cabo, encarnan la pertenencia política que confronta el organigrama de la dominación del capital sobre el trabajo, el patriarcado y el colonialismo. El compañerismo expresa la conciencia política de una colectividad comprometida en la lucha contra la opresión y la sobreexplotación, agudizada en las últimas décadas. Se diferencia de la amistad, conceptualizada como una singularidad individual basada en la simpatía, la bondad y el intercambio de confidencias.

 

Aprendiendo las reglas del juego

Es necesario consensuar la estructuración de una federación partidaria, sin caer en la tentación del hegemonismo. En cuanto a la organización, es necesario tener responsabilidad, disciplina y mecanismos de deliberación consensuados. En cuanto al programa, “que es fuertemente antineoliberal, que refuerza la democracia participativa y el papel del Estado en la garantía de los derechos fundamentales, que construye el ecosocialismo y la transición ecológica, que retoma nuestro proyecto de soberanía nacional y de unión de pueblos latinos". estadounidenses y que garantice la igualdad de derechos de las mujeres, los negros y las negras, los pueblos indígenas y la comunidad LGBTQIA+", pondera acertadamente el politólogo Wagner Romão, en el instigador artículo "Federación de partidos – el debate del PT" (publicado en la sitio web la tierra es redonda).

Las federaciones actuarán como si fueran un partido en las Cortes Generales, con deberes ligados a la lealtad partidaria, un programa, estatuto y reglas de funcionamiento. Sin embargo, la Ley 14.208/21 preserva la identidad y autonomía de los partidos federados, manteniendo sus colores, número, conformación, estatuto y reglamento interno. El ámbito, no obstante, de las federaciones es nacional y tiene una duración mínima de cuatro años, con sanciones en caso de ruptura del contrato a mitad de camino: prohibición de participar en otro consorcio, prohibición de coaliciones en las dos elecciones siguientes y de utilizar los recursos del fondo del partido hasta el final del período de vigencia de la agrupación original. Además, corresponde a las asambleas de los partidos acordar la elección e inscripción de candidatos en las disputas mayoritarias y proporcionales, incluyendo el cobro y aplicación en futuras campañas y anuncios electorales. Ahí es donde van los cambios.

De acuerdo con los criterios de representación ahora establecidos, los partidos están obligados a obtener el 2% de los votos válidos distribuidos en al menos un tercio de los estados, con un mínimo del 1% en cada uno. O 11 diputados elegidos en nueve unidades federativas. Tales cláusulas impulsan la configuración casi obligatoria de federaciones en el espectro político. “Partidos como Rede, PV, Patriota, Cidadania, PCdoB, Avante, Novo, PSOL y PROS deberían formar federaciones, ya que si se mantienen aislados, corren el riesgo de no tener acceso al fondo del partido”, proyecta Romão. “Cómo se dará la convivencia entre el PT y los partidos de nuestra federación es una tarea que se debe construir con rapidez y con imaginación política”, concluye. Si las federaciones aportan una bienvenida racionalidad a la sopa de letras política, la hermandad y la camaradería otorgan el aura socialista. Entonces ponte a trabajar.

La actividad política de superación de la statu quo va más allá de las individualidades, exige una coordinación colectiva y una sociabilidad permeable a la interconexión entre camaradas, camaradas, compañeros. Finalmente, entre los “constructores de sueños”, en la hermosa metáfora utilizada por Lula da Silva en el Sindicato de Metalúrgicos, en São Bernardo, poco antes de ser injustamente detenido. El montañismo del abominable presidente fascista, en la subida al Palacio del Planalto, fue el resultado de una estratagema elitista –“con todo”. Así se defraudó la frágil soberanía popular de entonces. Que, en el 2022, los militantes de izquierda y centroizquierda no sólo se sientan, sino que actúen como hermanas/hermanos/camaradas en la federación para la emancipación. El año de la cosecha ha llegado. Fuera Bolsonaro.

PD: Algunos acusarán al texto de idealismo. A politica real, sobre el péndulo cultural que va del oportunismo de bajo nivel al individualismo pequeñoburgués obedecería a una lógica mezquina y coyuntural. Otros dirán que las líneas de conducta señaladas, como máximo, llegarían al discurso de corrientes más a la izquierda, y no necesariamente a la práctica. Ambas consideraciones son correctas. Pero lo de la reflexión anterior no quiso detenerse en el realismo maquiavélico. Era desplegar los sueños de una vida mejor en la política, con “el espíritu de la utopía” de Ernst Bloch. No es una regla, es una guía.

* Luis Marqués es profesor de ciencia política en la UFRGS. Fue secretario de Estado de Cultura de Rio Grande do Sul durante el gobierno de Olívio Dutra.

 

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