El desafío de la impunidad y la banalización de lo inaceptable

Imagen: Cottombro
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por CHICO WHITAKER*

Los delitos electorales tienen que ser juzgados mucho más rápido que otros

Son muchos los que, en Brasil, no pueden aceptar la lentitud del Poder Judicial, en juzgar los conflictos entre los derechos y deberes de todos y castigar a los que no respetan la Constitución y las Leyes. Y tal lentitud en realidad lo desacredita, aun cuando lo exija el cuidado en escuchar a las partes, a fin de asegurar sentencias justas. Pero se vuelve peligroso si conduce a la impunidad ya la persistencia de la acción delictiva, por el sentimiento de que el delito paga.

Y si los que deben ser sancionados son agentes del Ejecutivo o miembros del Legislativo y del mismo Poder Judicial, la impunidad corroerá desde dentro de la misma democracia que instituye estos Poderes. Y más profundamente si se asocia a la banalización, por parte de la sociedad, de los delitos que exigen castigo, hasta el olvido de la memoria colectiva. Es decir, si la sociedad no se indigna ante la impunidad. Esto explica la persistencia y expansión de la corrupción en Brasil. Y, más tristemente, sucedió, a diferencia de lo que sucedió en países hermanos, con los asesinatos y torturas que marcaron indeleblemente la toma del poder por los militares en 1964.

Actualmente vivimos un período electoral, en el que el pueblo, de quien emana todo el poder en una democracia, ya eligió quién asumirá el Poder Legislativo y elegirá quién deberá asumir el Poder Ejecutivo por otros cuatro años. En estos períodos, la lentitud del Poder Judicial se vuelve especialmente peligrosa. Cobra especial relevancia la legislación que garantiza la igualdad de condiciones en las campañas electorales.

Los delitos electorales tienen que ser juzgados mucho más rápido que otros: la no condena de los delincuentes implica que personas desprevenidas y corruptas, o con mala intención, asuman la representación del pueblo en el proceso legislativo o en la administración del aparato de gobierno. En estos momentos, la impunidad se convierte en una enfermedad fatal para la democracia, más aún cuando se combina con la banalización de lo inaceptable. Podría llevar a la postergación, sin plazo, de la construcción del Brasil de nuestras aspiraciones: democrático, de justicia, solidaridad, igualdad y paz.

Estas reflexiones llevaron a dos colectivos –que reunió a cofundadores del Foro Social Mundial y participantes de las movilizaciones por la participación popular en la Asamblea Constituyente– a redactar un Manifiesto por el fin de la impunidad del actual Presidente de la República (ocandeeiro.org/manifiesto).

La impunidad marcó todo el mandato de este Presidente. Y ahora caracteriza su campaña electoral, en una interminable serie de delitos electorales, con el objetivo de influir en el voto de los menos informados. Y las instituciones de la República que deberían protegerlo no hacen nada, además de correr el riesgo de una insuficiente indignación de la sociedad. Por su parte, el Presidente y sus secuaces llevan a cabo con creciente intensidad sus enfermizos planes, con una aparente certeza de esa doble inacción frente a cada vez más impunes delitos electorales. ¿Estaríamos en una situación límite para la continuidad de nuestra democracia?

Quedan pocos días para que podamos demostrar que queremos poner fin a la pesadilla que vivimos desde la elección, para la presidencia de la República, de una persona sin preparación, conocimientos ni mentalidad normal. condiciones para ejercer el cargo público más decisivo en un país.

El Manifiesto, dirigido a los conciudadanos de quienes lo firman ya los Poderes de la República que pueden poner fin a la impunidad, pretende ser un fuerte llamado de atención. Que seamos escuchados, especialmente en el STF y el TSE, por el bien de Brasil.

La Asociación ocandeeiro.org está organizando vidas semanales sobre el tema al que se refiere el título de este artículo, que merece la reflexión de todos nosotros, para que seamos capaces de construir un futuro para nuestro país que no olvide su pasado y los errores que hemos venido cometiendo en él. La acción contra la impunidad y contra la naturalización y banalización de lo inaceptable e innegociable es fundamental.

*Chico Whitaker es arquitecto y activista social. Fue concejal en São Paulo. Actualmente es consultor de la Comisión Brasileña de Justicia y Paz.

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