Cuba demuestra su compromiso inquebrantable no solo con el bienestar de sus ciudadanos, sino también con la lucha contra esta enfermedad en cualquier parte del mundo que necesite de sus esfuerzos.
por Luis Bernardo Pericás*
En tiempos de la pandemia del nuevo coronavirus, Cuba ha dado ejemplo de competencia y solidaridad internacional. En la primera semana de marzo, La Habana instituyó un plan de prevención de control de enfermedades con diversas normas y medidas para salvaguardar la isla en caso de contaminación. Los primeros casos de la enfermedad fueron diagnosticados el 11 del mismo mes, tres italianos que acababan de llegar al país y que presentaban problemas respiratorios. Los europeos estaban de paseo en Trinidad (Sancti Spíritus) y rápidamente fueron trasladados al Instituto Médico Tropical Pedro Kourí, donde dieron positivo a Covid-19. El gobierno a la vez advirtió a la población que habría 3.100 camas disponibles para tratamiento inicial y otras 100 reservadas para cuidados intensivos.
Ya el día 16 se confirmó una solicitud del Reino Unido para que el crucero Sr. Braemar, operado por Fred Olsen Cruise Lines, que transportaba a 682 pasajeros (en su mayoría británicos) y 381 tripulantes, con cinco infectados y casi una treintena sospechosos de haber contraído la enfermedad, podría atracar en la isla para la pronta repatriación de sus ciudadanos. Ningún país, hasta entonces, había permitido que la nave espacial ingresara a sus territorios (como Bahamas y Barbados). La actitud cubana sería diferente. Una nota oficial en el diario. Granma afirmaría que estos “son tiempos de solidaridad, de entender la salud como un derecho humano, de fortalecer la cooperación internacional para enfrentar nuestros desafíos comunes”. El permiso se concedió rápidamente y el transatlántico atracó en Mariel el día 18. Todos fueron evacuados de manera segura.
A partir de entonces, se empezaron a adoptar medidas más duras. Con las fronteras ahora cerradas al turismo (comercial y carta naves suspendidas y extranjeras solicitadas de salir de sus puertos), los pocos viajeros que han viajado al país (en general, residentes que regresan a casa), al desembarcar son enviados inmediatamente a un centro de recepción, donde son retirados preventivamente. En todas las provincias hay sitios de acogida de recién llegados asintomáticos, que permanecen durante dos semanas bajo vigilancia (más de 3 personas se encuentran en aislamiento en estos puntos y otras 18.314, encerradas en sus casas). Por el momento, es posible verificar dos zonas “cerradas” en cuarentena, una en Consolación del Sur (Pinar del Río) y otra en “Consejo Popular Carmelo”, en el Vedado (La Habana). La mayoría de los casos de coronavirus se concentran en la capital. En todo caso, los hospitales militares han actuado de forma destacada en varias ciudades. Por lo tanto, se ha redoblado la atención a este tema. Hasta el 8 de abril, el país había registrado 457 casos, con 12 muertos y algunos pacientes en estado grave, además de 27 curados (ya se han realizado más de 5 mil pruebas en el país).
Las autoridades han impulsado la campaña Quédate en casa, insistiendo en que la población no salga a la calle. Al mismo tiempo, la policía dispersa cualquier tipo de aglomeración y los ciudadanos, en su mayoría, han seguido al pie de la letra los protocolos sanitarios, respetando el distanciamiento y usando mascarillas para protegerse el rostro. Los anuncios de televisión y las alertas de prensa son una constante. Ni hablar de la certera actuación del presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel, quien ha venido exponiendo objetivamente todas las consecuencias de la enfermedad. Como una forma de homenaje y retribución a los profesionales de la salud, todos los días a las 21 horas, los vecinos abren las ventanas de sus casas y aplauden a los médicos y enfermeras.
No solo eso. Los restaurantes, en alianza con los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), han ofrecido comidas gratuitas a los ancianos (después de todo, Cuba tiene, proporcionalmente, una de las mayores poblaciones de ancianos de América Latina, que no puede quedarse sola) . Toda esta movilización, por tanto, ha sido fundamental. Es importante señalar que los trabajadores tienen derecho a recibir el salario completo durante un mes y el 60% de su salario durante todo el período en que su trabajo esté suspendido debido a desastres naturales o una crisis de salud.
También avanzan las investigaciones científicas para contener la Covid-19, especialmente a partir de un fármaco desarrollado en el país, el Interferón Alfa-2b, utilizado para tratar enfermedades como la hepatitis B y C, el herpes zoster y el dengue. En este sentido, el “Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología” (CIGB) está trabajando incansablemente en alianza con un respetado laboratorio en Yongzhou, en la provincia de Jilin (alrededor de 15 países ya han solicitado el medicamento). El doctor Santiago Dueñas Carrera, subdirector general de la empresa chino-cubana Changheber, asegura que hasta el momento se han administrado en China más de 200 XNUMX dosis del fármaco, principalmente a terapeutas y auxiliares, con el objetivo de fortalecer su sistema inmunológico. Aunque no es la cura, se trata de un paliativo relevante en la situación actual.
Cabe recordar que Pekín acaba de donar una cantidad considerable de accesorios para uso clínico: son 10 mascarillas quirúrgicas, 500 termómetros infrarrojos, 2.000 trajes de protección desechables, así como igual número de gafas especiales, pares de guantes hospitalarios y aislamiento. Estos materiales sin duda ayudarán a proteger vidas en la lucha contra el nuevo coronavirus.
Además de atender casos endógenos, las autoridades locales han enviado brigadas del Contingente Internacional de Médicos Especializados en el Enfrentamiento de Desastres y Grandes Epidemias “Henry Reeve” a varios países (como Italia, Jamaica, Venezuela, Nicaragua, Surinam, Belice y Granada, por ejemplo), para apoyar con su mano de obra especializada a las naciones que han pasado por enormes dificultades para contener la pandemia en sus territorios. Con esto, Cuba demuestra su compromiso inquebrantable no solo con el bienestar de sus ciudadanos, sino también con la lucha contra esta enfermedad en cualquier parte del mundo que necesite de sus esfuerzos.
*Luis Bernardo Pericas Profesor de Historia en la USP