por MARCELO GUIMARÃES LIMA
Consideraciones sobre el artista indígena Jaider Esbell
Un rasgo importante del arte indígena es su arraigo vital como expresión de lo que quizás podríamos llamar un holismo fundamental propio de las culturas originarias. Las ideas ordenadoras de la cosmovisión indígena configuran modos de pensar y sentir, que a la vez ordenan y expresan modos de vida y formas de relación que hacen del mundo vivido un mundo inteligible, significativo, en el que las conexiones entre lo humano , mundos infrahumanos y suprahumanos, donde tienen lugar las acciones humanas de intercambio entre la sociedad y la naturaleza.
Relaciones marcadas por la isonomía, por la reciprocidad entre los seres humanos (actuales, pasados y futuros) y los demás habitantes del mismo “universo”, de la realidad, a la vez única y multidimensional, en la que existimos y que nos une a todos para todas las formas no humanas de existencia, como asociados, partícipes, beneficiarios, cuidadores y corresponsables de la preservación del orden vital en el diálogo complementario y esencial entre la humanidad y la extrahumanidad.
La gráfica indígena se nutre de narrativas fundamentales de la cosmovisión de los pueblos originarios en sus significados que impregnan la cotidianidad. Como, por ejemplo, en la obra Pata'yewan - corazón del mundo por Jaider Esbel.[ 1 ] La forma plástica es significativa en todos sus variados elementos (ritmos visuales, elementos gráficos, figuras, colores) y reafirma la relación del hacer estético con los demás aspectos de la vida comunitaria y sus significados.
Las artes de las colectividades indígenas son formas de acción que se relacionan con los procedimientos materiales de la vida cotidiana, técnicas que van desde los quehaceres domésticos hasta formas de producción comunal, así como los rituales como procedimientos para la reproducción espiritual de la colectividad, con juegos, representaciones narrativas en contextos diversos y afines, lúdicos, pedagógicos, espirituales, etc.; Expresado en lienzos, en utensilios o en el cuerpo indígena, el lenguaje de las formas gráficas reitera sus significados y el contexto general de las relaciones que subyacen a estos significados.
En la presente obra, las formas arabescas lineales representan animales, plantas, seres vivos y elementos del paisaje, unidos en un ritmo universal en movimientos concéntricos y excéntricos complementarios que se resuelven en la superficie plana como representación de un pulso unificado de vida universal en sus relaciones. Las formas geométricas básicas, círculos, triángulos, rombos, participan en el ritmo general de la composición y, por lo tanto, están representadas por líneas pulsantes como formas vitales que representan pájaros, peces, serpientes, plantas, así como agua, aire, tierra, todos ellos. unidos en orden y movimiento general. Los puntos de colores contribuyen al ritmo general, configurando una relación dinámica entre fondo y figura, entre tierra-suelo-espacio pictórico y significativo y seres vivos, plantas, pájaros, peces, figuras amalgamadas, que habitan una tierra vivida, imaginada y recordada, es decir, conocida en su realidad esencial a través del arte.
La forma central, que establece una suerte de simetría tácita en el plan general de la composición, foco de una equilibrada distribución de elementos, ritmos visuales y formas pictóricas, es como un ser dual, pájaro-serpiente, que contiene en sí mismo, en silueta de un órgano generativo, matriz-corazón perteneciente al cuerpo de la naturaleza, líquido vital y seres vivos, peces, plantas, aves. Su pico expulsa un pájaro y el viento, el aire que sustenta el vuelo del pájaro, símbolo de vida y espiritualidad o conciencia. Cabe señalar que el simbolismo de la serpiente alada o serpiente emplumada, serpiente-pájaro, símbolo central en las culturas indígenas mesoamericanas, es una representación de la unidad entre el mundo terrestre y el celestial. La serpiente es también un personaje constante en las cosmologías y mitologías amazónicas.
Sobre el lienzo, la composición gráfica y sus elementos (líneas, formas, colores) representan un universo ordenado de relaciones y transformaciones mutuas, de proyección, expansión y retorno al centro, que es el movimiento incesante del ciclo de la realidad que continúa como tal al renovarse y renovarse para mantener su identidad primaria, relacional y cognoscible.
el corazón del mundo es el bosque mismo como origen y espacio vivo en el presente. Y no sólo para sus habitantes, los pueblos originarios de Brasil, sino para toda la humanidad en el período llamado Antropoceno, marcado por cambios climáticos, desequilibrios en la relación entre el hombre y la naturaleza y amenazas al medio ambiente global.
Jaider Esbell fue activista por los derechos humanos y la protección del medio ambiente, por los derechos de los pueblos indígenas a sus identidades y formas de vida, cultura y territorio vital. En este contexto de vida y militancia, desarrolló su práctica arte que engloba literatura, pintura, performance, intervenciones e iniciativas en educación y cultura. En 2019 escribió el manifiesto Carta de los Pueblos Indígenas para el Capitalismo, texto entregado al banco UBS en Ginebra, Suiza durante una actuación frente al banco. Texto lúcido y sucinto en el que el artista indígena aclara la urgencia y el alcance universal de las luchas por la afirmación y supervivencia de los pueblos de la selva en Brasil: “He aquí que estamos viviendo ahora, todos nosotros, la cúspide del tiempo antropoceno. Si no hay futuro para nosotros, no habrá futuro para nadie. Este tiempo presente es la última oportunidad que tenemos para celebrar la vida, la vida digna para todos; hombres, animales, minerales, espíritus”.
*Marcelo Guimaraes Lima es artista, investigadora, escritora y docente.
referencia
Jaider Esbel, Carta de los Pueblos Indígenas para el Capitalismo, 2019.
Nota
[1] Jaider Esbell (1979-2021) – artista indígena de la etnia Macuxi. Nació en Normandía, en el estado de Roraima, donde hoy se encuentra la Tierra Indígena Raposa – Serra do Sol. Fue escritor, pintor, educador de arte, geógrafo, productor cultural, curador y activista por los derechos indígenas. Murió en São Paulo.
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