El conflicto permanente contra Lula

Imagen: Jessica Lewis
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por CARLOS TAUTZ*

La historia y el domingo en Brasilia muestran que Lula necesitará preparación institucional y movilización permanente de su base social.

Todavía en la búsqueda de los culpables finales del atentado terrorista en Brasilia, el gobierno de Lula debe prepararse lo antes posible para situaciones de similar o peor gravedad, que ocurrirán si el presidente lleva a cabo el “programa” anunciado durante la campaña de 2022.

En cuanto al saqueo y destrozos del domingo (8/1), la culpa ya es clara: (i) la omisión intencional del comandante del Ejército, quien hizo desaparecer dos batallones con la responsabilidad constitucional de proteger los palacios presidenciales; (ii) connivencia del sistema de inteligencia civil, que sigue influenciado por el anterior titular, un general sumiso al expresidente genocida; (iii) la inexplicable confianza depositada por el Ministro de Justicia en el esquema de seguridad prometido por el gobierno bolsonarista del Distrito Federal; y (iv) la inaceptable aceptación por parte del Ministro de Defensa del Comando Militar Planalto, con orientación golpista.

De inmediato, hay una lección que sacar de los ataques del domingo: urge redefinir las facultades constitucionales sobre la seguridad del Estado y las representaciones internacionales en el Distrito Federal. No es posible que el Estado nacional deje su seguridad en manos de un gobierno provincial dependiente de las querellas vecinales como siempre ha sido y suele ser el gobierno del Distrito Federal.

 

La memoria de la desestabilización

Ahora, dicho esto, y teniendo en cuenta que Lula efectivamente intentará poner en práctica su “programa”, miremos hacia adelante. Como ya tenemos en mente la receta de desestabilización aplicada contra los gobiernos anteriores del PT (2003-16), es más o menos lógico prever qué pasará y cómo se producirá la reacción, si Lula realmente cumple lo que prometió en la campaña. .

Los enemigos no serán visibles como en la batalla campal de Esplanade; ya no actuarán con uniformes verde oliva que huelen a humedad o camisetas amarillas de la CBF falsificadas. Las acciones del bajo mundo golpista serán en su mayoría invisibles para los distraídos, pero permanentes y movilizadores de nuevos golpes.

La prensa corporativa llamará al inframundo golpista con el nombre en clave genérico de "mercado", y sólo empezaremos a darnos cuenta de que la acción clandestina de estos poderosos enemigos ya está en marcha cuando los dondocas blancos de Leblon vuelvan a quejarse durante media hora en el Jornal. Nacional sobre los precios inaceptables del tomate y la papa.

En ese momento, los enemigos ya habrán organizado boicots ostensivos (como se viene haciendo desde Chile, 1973) por parte de la economía brasileña que resistió la ferocidad de las privatizaciones en el continuum Michel Temer-Jair Bolsonaro. En particular, sobre lo que quedó de Petrobras y las enormes reservas del presal.

 

Los cinco puntos del "programa" de Lula

El boicot probablemente llegará a las pantallas y a las calles cuando Lula ya ha anunciado su intención de poner en práctica el “programa” informal de cinco puntos que adelantó a lo largo de la campaña de 2022. -Democracia tímida”, así enumera el economista Eduardo Costa Pinto , profesor de la UFRJ: (1) En Petrobras, cambiar la política de internacionalización de los precios de los combustibles y distribuir dividendos mínimos para retomar las inversiones de la empresa y destinar al menos R$ 150 mil millones anuales que circulan en la economía real. Bajo la presidencia del genocida, Petrobras se vio obligada a entregar sus activos al mercado a bajo precio, vender combustibles y derivados a precios cotizados en dólares y dejar de invertir en la urgente expansión de su infraestructura para entregar ilegítimamente ganancias a grandes privados nacionales. accionistas e internacionales.

(2) Revisar la reforma laboral, uno de los ejes de la absurda y actual tasa de ganancia de las grandes empresas. La reforma aumentó la explotación de la mano de obra y redujo los costos directos e indirectos de producción, generando ganancias récord para la “megaburguesía”; (3) aumentar la inversión pública. Para ello, según Costa Pinto, habría que acabar con el techo de gasto y todos los regímenes fiscales; (4) volver a poner a los pobres en el presupuesto; y (5) poner a los ricos en el IRS.

Como observa Eduardo Costa Pinto, la “megaburguesía”, tanto interna como externa, no mirará pacíficamente la implementación de tal “programa”. De llevarse a la práctica, haría que Lula igualara, o incluso superara, a Getúlio Vargas, el presidente que más influyó en la construcción de las bases del capitalismo nacional.

Getúlio Vargas modernizó y formalizó el sistema de explotación laboral a través de la adopción de una infraestructura legal (Seguridad Social y Consolidación de las Leyes del Trabajo) y, al crear Petrobras y Eletrobrás y proporcionar al país la energía necesaria para transformar la mercancía, proporcionó la bases objetivas para la transformación y reproducción en gran escala del capital en Brasil.

En sus 580 días de prisión, Lula -es cierto- revisó dos puntos que hasta entonces resultaban pétreos en su formación como metalúrgico posdictadura: (a) el ex Asamblea Constituyente de 1986-88, Lula, que en ese momento apoyó la definición de Brasil como territorio libre de bombas nucleares, admitió que, hoy, votaría por el derecho del país a desarrollar capacidad nuclear; y (b) al leer la trilogía de la periodista cearense Lyra Neto sobre Getúlio Vargas, superó el prejuicio (y la envidia, comento) que la izquierda siempre había dedicado al ex presidente de Rio Grande do Sul.

Pues bien, ahora, con su “programa”, Lula manifiesta su intención de ir más allá de Getúlio Vargas. Pero la historia y el domingo en Brasilia muestran que, mucho más que coraje y disposición personal, Lula necesitará también preparación institucional y la movilización permanente de su base social.

*Carlos Tauz es periodista y doctorando en historia por la Universidad Federal Fluminense (UFF).

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