La confiscación del salario mínimo

Imagen: Grupo de Acción
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por GIL VICENTE REIS DE FIGUEIREDO*

En apenas 3 años y medio, el actual gobierno ha deshecho casi por completo un movimiento de una década hacia un país más justo y menos desigual

Estamos en vísperas de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. La última encuesta de DataFolha, publicada el 27 de octubre, muestra a Lula por delante de la candidatura, con un 49%, frente al 44% del actual presidente. Un análisis de la estratificación de los resultados revela que esta ventaja se construye a partir del voto de las mujeres (52% contra 41%), quienes ciertamente recuerdan ciertos conceptos de la actual representante –desde 'debilitada' hasta 'pintada de clima'; de negros (58% a 38%), que seguramente aún recuerdan que el gobernante de turno los considera estúpidos y con excesivas arrobas; y, sobre todo, aquellos con renta familiar de hasta 2 salarios mínimos (61% a 33%), que representan una parte importante del electorado brasileño.

Respecto a este último tema, presentamos a continuación datos fácticos sobre el poder adquisitivo del salario mínimo en las últimas dos décadas. El gráfico que sigue muestra cuántas canastas básicas podría comprar el trabajador, en ese período, con un salario mínimo. Las fuentes de estos datos se encuentran en los Anexos I y II.

La conclusión es muy clara, y explica por qué la mitad más pobre de nuestra población sabe en su gran mayoría por quién debe votar: como pueden ver, el salario mínimo, cuando el expresidente Lula ingresó a la presidencia, compraba alrededor de 1,5 alimentos. cestas; al finalizar su segundo gobierno, este valor llegó a casi 2,6 canastas básicas, ya mediados de este año 2022 retrocedió a aproximadamente 1,7 canastas básicas. Así, a los 40 millones de trabajadores que perciben un salario mínimo (en relación con la renta vigente al final del gobierno de Lula) se le restan montos que llegan a cerca de 30 mil millones de reales mensuales.

En apenas 3 años y medio, el actual gobierno deshizo casi por completo un movimiento de una década hacia un país más justo y menos desigual.

Al mismo tiempo, este año vimos una nueva cara del engaño electoral que ya estuvo vigente en 2018, ahora con una apariencia diferente a la de la farsa legal-mediática. Esta vez, la alternativa que se puso en práctica fue un inmenso intento de compra ilegal de votos con fondos públicos, justo antes de las urnas, aunque esta transferencia es mucho menor que la confiscación de los salarios de los más pobres, como se indicó anteriormente. Esta maniobra sólo salió indemne ante intimidaciones previas por parte del poder judicial y amenazas de violación del Estado Democrático de Derecho -que quizás tenían como motivación menos una intención real (por falta de apoyo efectivo) y más el objetivo último de deformar el resultado de las elecciones urnas, al poner al Estado brasileño como garante de algunas de las candidaturas.

¡Es esencial, para el futuro de Brasil, que los estafadores fracasen!

*Gil Vicente Reyes de Figueiredo es profesor jubilado del Departamento de Matemáticas de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar).

Referencias


Anexo I
Salario Mínimo, 2000 – 2022

fuente: https://audtecgestao.com.br/capa.asp?infoid=1336

Anexo II
Canasta Básica, 2000 - 2022

fuente: http://www.dieese.org.br/cesta/produto

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