por FERNANDO NOGUEIRA DE COSTA*
Superar la crisis global requeriría la construcción de alianzas interraciales y la transformación radical del sistema capitalista, erradicando la expropiación y explotación laboral
En el libro Capitalismo caníbal, publicado en 2024 por Nancy Fraser, la definición tradicional del capitalismo como sistema meramente económico es criticada por ser “limitada e insuficiente para explicar la crisis multifacética que se vive actualmente”. Para Fraser, el capitalismo se entiende mejor como un orden social institucionalizado. "Se sostiene canibalizando recursos de otras esferas de la vida social, como la reproducción social, la ecología, el poder político y la riqueza de las poblaciones racializadas".
El “capitalismo caníbal” se presenta como la raíz de prácticamente todos los problemas contemporáneos, como las crisis de deuda, el trabajo precario, el colapso de los servicios públicos, la violencia racista, las pandemias y los fenómenos climáticos extremos. La expresión “chivo expiatorio” se utiliza para designar algo o alguien elegido para ser culpado de un hecho negativo, aunque no fuera el responsable. Parece ser que todo lo malo se le atribuye al “sistema”…
El origen de la expresión radica en la costumbre de los israelitas de celebrar una ceremonia en Yom Kipur, el día de la expiación. Durante esta ceremonia, se elegía una cabra para cargar con los pecados del pueblo y luego era abandonada en el desierto.
Nancy Fraser sostiene que la teoría marxista sobre el capitalismo es insuficiente para explicar la crisis actual, ya que no considera sistemáticamente cuestiones de género, raza, ecología y poder político. El autor reconoce el valor de la obra de Marx, pero señala la necesidad de ampliar el concepto de capitalismo más allá de la explotación del trabajo asalariado.
Para ella, el capitalismo debe entenderse como un orden social institucionalizado. Se estructura en base a divisiones entre producción y reproducción, Economía y Política, naturaleza humana y no humana, explotación y expropiación. Estas divisiones se renegocian constantemente, en “luchas fronterizas”, para redefinir los límites entre estas diferentes esferas.
Desarrolla un concepto de “capitalismo caníbal”. Se alimenta de riquezas naturales, recursos humanos y trabajo no remunerado, exacerbando las desigualdades sociales y provocando crisis ecológicas, sociales y políticas.
Nancy Fraser critica la visión tradicional del capitalismo como un sistema estrictamente económico y propone un análisis más integral, que incluye la reproducción social, la expropiación y la opresión racial, revelando cómo estas dimensiones se interconectan con la acumulación de capital. Superar la crisis global requeriría la construcción de alianzas interraciales y la transformación radical del sistema capitalista, erradicando la expropiación y explotación laboral.
Al igual que Nancy Fraser, en Capitalismo caníbal, Grégoire Chamayou en La sociedad ingobernable: una genealogía del liberalismo autoritario (2020) también habían argumentado que el capitalismo contemporáneo se alimenta de recursos externos para sostener la acumulación de capital. Sin embargo, mientras Nancy Fraser se centra en la canibalización de la reproducción social, la ecología y la riqueza de las poblaciones racializadas, Grégoire Chamayou se centra en la canibalización de la esfera política y la erosión de la democracia. Ambos autores señalan la necesidad de repensar el capitalismo de una manera más integral, considerando sus interconexiones con diferentes esferas de la vida social.
Destaca la idea de que la historia de las luchas sociales y ambientales se interprete como una “rebelión de las externalidades”. Representa la negativa de la sociedad a soportar, a través de los impuestos y la intervención estatal, los costos sociales y ambientales del capitalismo, con la consiguiente precariedad del trabajo y la destrucción ambiental.
El texto de Bifo Beraldi, Hipercapitalismo y semiocapital (2024), también dialoga con la obra de Grégoire Chamayou, La sociedad ingobernable. Ambos autores analizan las formas en que el liberalismo contemporáneo se articula con el autoritarismo para controlar y reprimir la disidencia.
Mientras Grégoire Chamayou se centra en la despolitización de la sociedad y la erosión de la democracia, Bifo Berardi explora la dimensión hipercolonial de esta lógica, mostrando cómo se manifiesta en la explotación del Sur global y la violencia contra los migrantes. Su análisis reflexiona críticamente sobre las interconexiones entre capitalismo, colonialismo y tecnología, en busca de alternativas para construir un futuro más justo e igualitario.
El artículo de Daniel Pereira Andrade, “Qué es el neoliberalismo” (2019), revisa diferentes perspectivas teóricas. En la definición de Foucault [por Michel Foucault], el neoliberalismo es visto como un arte de gobernar en busca de moldear la conducta de individuos e instituciones con base en la lógica del mercado. En la definición marxista, el neoliberalismo se analiza como una estrategia política para reforzar la hegemonía de clase y expandir el capitalismo globalmente a través de la financiarización, la desregulación de los mercados y el trabajo precario.
En la definición bourdieusiana [de Pierre Bourdieu], el neoliberalismo se presenta como una utopía de la teoría económica neoclásica, convertida en un proyecto político. En la definición weberiana [de Max Weber], el neoliberalismo es visto como un intento de sustituir los juicios políticos por la racionalidad económica, basada en indicadores cuantitativos y la lógica de la competitividad.
Además de estas definiciones autorales, existe una multiplicidad de neoliberalismos. En la definición poscolonialista, es la generalización de procesos propios de los países desarrollados como paradigma universal. En la definición de hibridismo gubernamental, el neoliberalismo se presenta como un conjunto de prácticas flexibles capaces de adaptarse a diferentes contextos, interactuar con otras racionalidades políticas y generar configuraciones híbridas de poder. Finalmente, en la definición neoregulacionista, el neoliberalismo se analiza como un proceso contradictorio de gobierno promercado, marcado por intervenciones estatales y una constante reestructuración regulatoria.
A partir del análisis de diferentes perspectivas teóricas, Andrade identifica cuatro objetivos principales para criticar y combatir el neoliberalismo. En la dimensión económica globalizada, se trata de enfrentar la financiarización, la acumulación a través del expolio y el poder de las corporaciones transnacionales a través de la lucha de clases y la resistencia a la explotación. En la dimensión de la lucha antidisciplinaria, el objetivo es combatir las formas de regulación y control social en un intento de imponer la lógica del mercado y la competitividad, buscando alternativas para la organización del trabajo, las instituciones y las políticas públicas.
En la dimensión teórica y simbólica, el propósito es deconstruir la ideología del mercado autorregulado, cuestionar la vigencia de la racionalidad económica como criterio para la toma de decisiones políticas y defender valores como la solidaridad, la igualdad y la democracia. En la dimensión de las disposiciones subjetivas, el objetivo es resistir la subjetividad individualista y competitiva, promovida por el neoliberalismo, buscando alternativas para la construcción de identidades y prácticas sociales basadas en la cooperación y la emancipación.
Aquí Vladimir Safatle, en una entrevista con el sitio web UOL (13/20/2024) afirma que “la izquierda no ha llegado a la periferia porque no tiene nada que decirle. ¿Qué tienes que decirle a la población periférica? ¿Se crearán macroestructuras de protección social, grandes estructuras de educación pública, haremos que la educación secundaria sea completamente gratuita para que la gente no se vea obligada a pagar, o una inversión sólida en el sistema educativo? No está sucediendo nada parecido. Nada de esto está en la agenda del día”.
Para él, “la extrema derecha dice: 'Ahora es el sálvese quien pueda'. Y esto tiene un nombre, es emprendimiento. El problema es que la izquierda ha integrado este discurso, y esa es una lógica suicida. Porque si ese es el juego, la izquierda no tiene nada que decir”.
Concluye: “hoy, nuestro papel [de la izquierda] es la defensa del Poder Judicial, la defensa de los derechos morales, la defensa de las instituciones, la defensa de la normalidad democrática, la defensa de los contratos. ¿Cómo podemos ser antisistema? Esto no tiene ningún sentido. Por eso murió la izquierda”.
Se ve el malestar del filósofo de la USP (y sustituto del PSOL) con la defensa de un gobierno del Frente Amplio contra el neofascismo que amenaza con ascender al Poder Ejecutivo, ya sea mediante elecciones democráticas o mediante golpes militares. Parece considerar que la defensa de las instituciones democráticas es un retraso en la vida.
Ya me encontré con un destacado profesor de sociología del IFCH-Unicamp en un debate académico. Cuando defendí la necesidad de ofrecer educación financiera a los estudiantes universitarios, así como, de manera adecuada, a los estudiantes de todos los niveles escolares, como preparación para la movilidad social, él gritó: – ¡Estoy en contra! Sí, hay que hacer que los estudiantes lean. La capital!
Lamentablemente… Ofrezco cursos llenos de estudiantes, titulados “Finanzas conductuales: planificación de la vida financiera”. Enseñanza: – ¡Puedes hacerte rico sin volverte tonto y convertirte en una persona de derecha sin educación!
*Fernando Nogueira da Costa Es profesor titular del Instituto de Economía de la Unicamp. Autor, entre otros libros, de Brasil de los bancos (EDUSP). Elhttps://amzn.to/4dvKtBb].
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