por LUIS FELIPE MIGUEL*
El bolsonarismo, del que Tarcísio es la versión 2.0, es eso. Una forma de extremismo que siempre acaba poniendo un Rolex en la muñeca de sus líderes
El gobierno de São Paulo decidió que el estado no participará en el programa nacional de distribución de libros de texto. Elaborará un material propio que se pondrá a disposición de los alumnos en formato digital.
Es cuestionable cuál será el contenido especial que llegará a las escuelas de São Paulo. ¿La dictadura militar como período de paz y prosperidad? ¿Nazismo de izquierda? ¿Creacionismo? tierra plana?
No es sólo el riesgo de contaminación del material didáctico por el negacionismo científico lo que caracteriza a la extrema derecha. También está el hecho de que todas las investigaciones muestran que los estudiantes absorben mejor el contenido cuando leen libros físicos.
¿Qué pasa con el acceso de los estudiantes al equipo necesario?
Serán distribuidos por la Secretaría de Educación. Ahí está el salto del gato. El secretario Renato Feder es accionista de la empresa que tiene contratos millonarios con su propia Secretaría, para el suministro de equipos informáticos.
El Ministerio Público investiga “conflicto de intereses”, un bonito nombre para un robo descarado.
Bajo presión, el gobierno admitió que puede imprimir los folletos para estudiantes con dificultades de acceso digital.
La impresión es más cara y produce material de menor calidad que el libro, sin mantener ninguna de las ventajas tecnológicas de las que se jacta la migración a lo digital. Si el libro digital puede ser simplemente reemplazado por su versión impresa, ¿qué justifica el cambio?
¿Y dónde están las imprentas, en las escuelas, para hacer el trabajo? Quizás una modificación del contrato con Multilaser -la empresa de Feder- resuelva el problema…
A su vez, la Secretaría de Educación anunció que, en el concurso para la contratación de nuevos docentes, los candidatos serán evaluados mediante un video de 5 a 7 minutos, que cada uno deberá grabar.
El rendimiento de influencer valen el doble de lo que valen los títulos de posgrado o la experiencia previa en el aula.
El proyecto de cerrar escuelas a favor de la educación a distancia es claro. Una política que no solo reduce la calidad de la educación, sino que también penaliza fuertemente a los más pobres, que carecen de equipos y no tienen con qué dejar a sus hijos. Y empuja a aquellos en el camino hacia el mercado de la educación privada.
La política de la Secretaría de Educación de São Paulo es destruir la escuela pública. Allí también hay espacio para buenos negocios.
El bolsonarismo, del que Tarcísio es la versión 2.0, es eso. Una forma de extremismo que siempre acaba poniendo un Rolex en la muñeca de sus líderes.
*Luis Felipe Miguel Es profesor del Instituto de Ciencias Políticas de la UnB. Autor, entre otros libros, de Democracia en la periferia capitalista: impasses en Brasil (auténtico).
Publicado originalmente en las redes sociales del autor.
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