por BRUNO FABRICIO ALCEBINO DA SILVA*
El futuro de los conservadores parece sombrío. Las inminentes elecciones podrían marcar no sólo una derrota sino una posible desintegración del partido tal como lo conocemos.
Al borde de una derrota histórica en las próximas elecciones, el Partido Conservador, liderado por el Primer Ministro Rishi Sunak, se encuentra envuelto por las turbulentas nubes de la tormenta política que se avecina sobre Gran Bretaña. Esto no es sólo un fracaso de la estrategia electoral; es el clímax de una crisis profunda y prolongada que Brexit disfrazado temporalmente, pero ahora regresa con fuerza devastadora.
El declive conservador
El 22 de mayo, bajo una cortina de lluvia despiadada que castigó Downing StreetEl primer ministro británico, Rishi Sunak, anunció las elecciones generales del 4 de julio. Este momento marca un comienzo sombrío para una campaña ya tambaleante, mientras Rishi Sunak enfrenta no sólo los furiosos elementos naturales sino también la tormenta política que amenaza con devorar a su partido.
El descontento dentro del Partido Conservador, que comenzó como un goteo constante, rápidamente se convirtió en un diluvio de desilusión. El éxodo de 85 parlamentarios conservadores, incluidas figuras prominentes como la ex primera ministra Theresa May, el veterano Michael Gove y la ex candidata al liderazgo conservador Andrea Leadsom, sonó como un trueno que anunciaba un declive inminente.
El primer anuncio político de la campaña conservadora, realizado por Rishi Sunak el 28 de mayo, relativo a la reintroducción del servicio nacional obligatorio para los jóvenes de dieciocho años, no fue bien recibido. La falta de coordinación dentro del partido quedó evidente cuando uno de los ministros de Rishi Sunak descartó la misma política tres días antes del anuncio. El plan, que sugería sanciones severas para quienes no cumplieran, que iban desde multas hasta prisión, fue ampliamente visto como un intento desesperado de atraer a los votantes mayores y más conservadores, al tiempo que alejaba aún más a los jóvenes.
El errático lanzamiento de campaña y la introducción de políticas impopulares marcan el comienzo caótico de la caída del Partido Conservador. Desde el desastroso gobierno de cuarenta y nueve días de Liz Truss, el Partido Laborista de Keir Starmer, el principal partido de la oposición, ha mantenido una ventaja sustancial en las encuestas.
Las proyecciones sobre la distribución de escaños en las próximas elecciones pintan un destino sombrío para los conservadores. Con el récord establecido por el ex ministro John Major en 1997, cuando el partido obtuvo 165 escaños, perdiendo ante el Partido Laborista liderado por Tony Blair, los analistas predicen que el resultado de este año será aún peor, y algunos sugieren una caída a menos de 140 escaños. . Una derrota de esta magnitud sería catastrófica y generaría dudas sobre la capacidad del partido para recuperarse.
El actual declive de los conservadores es el resultado de una crisis prolongada, exacerbada por Brexit, el liderazgo de Boris Johnson, la debacle de Liz Truss y el tiempo de Rishi Sunak en el cargo. Durante la última década, el partido se ha vuelto cada vez más dependiente de una coalición de intereses, con una base central de votantes de edad avanzada.
Esta base de votantes estaba protegida de las consecuencias de las políticas conservadoras mediante la protección de los ingresos de los pensionados y la capacidad política de encontrar chivos expiatorios para los recortes a los servicios públicos. Sin embargo, la lealtad del electorado de edad avanzada también se ve influenciada por factores sociales como la propiedad y la estabilidad financiera.
La falta de viviendas asequibles para los jóvenes ha cortado la conexión entre la vejez y el apoyo a la derecha política, debilitando aún más la base de votantes conservadores. Mientras que los propietarios de viviendas de edad avanzada tienden a favorecer políticas autoritarias y de derecha, los propietarios más jóvenes se están viendo alejados por cuestiones como la vivienda inasequible y la falta de oportunidades económicas.
El éxodo masivo de los pasillos del poder no es sólo una cuestión de números o estadísticas políticas; es un síntoma revelador de una desilusión más profunda y generalizada que impregna las filas conservadoras. Es una señal clara e inequívoca de que la fe en el partido se está erosionando hasta sus cimientos. La falta de confianza en la capacidad del partido para regenerarse y recuperar su posición de liderazgo es palpable y se cierne como una nube oscura sobre Westminster.
Brexit: el sueño roto
El referéndum sobre Brexit, que inicialmente ofreció un respiro a los conservadores al canalizar la frustración popular, resultó ser un recurso provisional. Las promesas de un Reino Unido rejuvenecido, libre de las limitaciones de la Unión Europea (UE), dieron paso a una realidad caótica y desestructurada. oh Brexit exacerbó las divisiones internas y reveló la incapacidad de los conservadores para ofrecer una visión coherente y unificada para el futuro del país.
En junio de 2016, el referéndum Brexit sorprendió al mundo cuando el 52% de los votantes británicos optaron por abandonar la Unión Europea. La campaña estuvo marcada por promesas de recuperar el control de las fronteras, las leyes y las finanzas del Reino Unido. El eslogan "Recuperar el control“[Recuperar el control] resonó fuertemente entre los votantes, especialmente en áreas que se sentían desatendidas por la globalización y las políticas de austeridad.
Sin embargo, la victoria de Brexit Fue sólo el comienzo de una saga compleja y turbulenta. El proceso de salida de la Unión Europea reveló profundas divisiones dentro del Partido Conservador y de la sociedad británica en general. Las negociaciones con Bruselas han demostrado ser más difíciles y más lentas que las de muchos defensores de la Brexit predicho.
Uno de los fracasos más críticos fue la falta de un plan de salida claro y coherente. El liderazgo conservador, bajo Theresa May (2016-2019), luchó por articular una visión unificada del Brexit. El Acuerdo de Retirada negociado por Theresa May fue rechazado repetidamente por el Parlamento, lo que refleja una falta de consenso sobre cómo Brexit deben tomar.
El ascenso de Boris Johnson (2019-2022) al liderazgo del Partido Conservador y su promesa de “Termina el Brexit“[El Brexit] trajo un impulso temporal. Boris Johnson logró aprobar un acuerdo que finalmente permitió al Reino Unido abandonar formalmente la Unión Europea en enero de 2020. Sin embargo, este acuerdo dejó muchas cuestiones cruciales sin resolver, especialmente en relación con el comercio y la frontera con Irlanda del Norte.
Las consecuencias económicas de Brexit fueron significativos e inmediatos. La incertidumbre sobre futuros acuerdos comerciales ha afectado negativamente a la inversión y la confianza empresarial. El crecimiento económico se ha estancado y sectores como la manufactura y la agricultura han enfrentado desafíos debido al aumento de los costos y la complejidad de las nuevas barreras comerciales.
La frontera con Irlanda del Norte se ha convertido en un punto álgido. El Protocolo de Irlanda del Norte, parte del acuerdo de retirada, creó una frontera aduanera en el Mar de Irlanda, lo que causó frustración tanto entre los sindicalistas de Irlanda del Norte como entre los comerciantes británicos. La tensión política y social en la región ha aumentado, exacerbando uno de los conflictos más delicados y de mayor duración del Reino Unido.
De mal en peor: el final del camino para los conservadores
La implementación desordenada del Brexit y sus consecuencias adversas han erosionado la base de apoyo del Partido Conservador. La promesa de un Brexit sin complicaciones resultó ser ilusorio y muchos votantes se sintieron traicionados. Además, la pandemia de Covid-19 ha revelado y amplificado fallas en la gobernanza conservadora, desde la gestión inicial de la crisis hasta los escándalos de corrupción relacionados con contratos públicos.
La confianza pública en el gobierno conservador se ha desplomado. En las elecciones locales y regionales posteriores, el partido sufrió pérdidas devastadoras. El surgimiento de nuevos partidos y movimientos, tanto pro Unión Europea como de extrema derecha, ha fragmentado aún más el panorama político.
Desde el tumultuoso mandato de Boris Johnson hasta el breve y desastroso mandato de Liz Truss, los conservadores han fracasado sistemáticamente en ofrecer un liderazgo estable y eficaz. Liz Truss, en particular, precipitó una crisis económica con sus políticas de reducción de impuestos que provocaron una corrida de la libra y un aumento de las tasas de interés, exacerbando la crisis del costo de vida.
Mientras tanto, Rishi Sunak ha optado por un enfoque de inacción deliberada, reduciendo proyectos de infraestructura y provocando huelgas al negar aumentos salariales justos a los trabajadores esenciales. Su estrategia de reducir el papel del Estado en la prestación de servicios esenciales ha alienado aún más a los votantes en edad de trabajar, que se sienten cada vez más abandonados por un gobierno que privilegia a los ricos y poderosos.
Ante la inminente caída del Partido Conservador, es necesaria una reflexión profunda y una reorientación estratégica. La política británica enfrenta un período de incertidumbre, con preguntas fundamentales sobre la identidad nacional, la relación con Europa y el papel del Reino Unido en el escenario global.
El regreso de Nigel Farage
En medio del caos, un viejo conocido ganó terreno en la escena electoral del Reino Unido, generando una nueva e inesperada preocupación para el primer ministro Rishi Sunak: Nigel Farage, el destacado activista progubernamental.Brexit y antiinmigración, anunció que liderará el partido Reforma del Reino Unido y postularse para el Parlamento. Este anuncio, realizado tras un cambio de sentido en su decisión inicial de no participar, añade una complicación significativa a la campaña de Rishi Sunak.
Nigel Farage, con su retórica populista y su enfoque en criticar a las élites y la inmigración masiva, promete ser una voz desafiante que puede atraer a votantes descontentos. No sólo busca un escaño en la Cámara de los Comunes, sino también liderar una “revuelta política” contra el sistema actual, lo que representa una amenaza directa al ya debilitado Partido Conservador.
El colapso final: buscando chivos expiatorios
Sin logros sustanciales que mostrar, Rishi Sunak y su partido han recurrido a la conocida táctica de buscar chivos expiatorios, muy similar a las acciones de la extrema derecha mundial. Incapaces de presentar resultados concretos o soluciones efectivas a los desafíos que enfrenta el país, los conservadores recurren a estrategias divisivas y polarizadoras en un intento por mantener su apoyo. La retórica antiinmigrante, ejemplificada por el cruel y poco práctico plan de deportación para Ruanda, es una de esas tácticas.
Este plan, muy criticado por organizaciones de derechos humanos y expertos en política migratoria, tiene como objetivo enviar solicitantes de asilo al país africano en un intento de disuadir la inmigración ilegal. Sin embargo, además de ser moralmente cuestionable, el plan es logísticamente inviable y jurídicamente controvertido, y enfrenta numerosos desafíos en los tribunales.
Al mismo tiempo, el discurso incendiario contra los manifestantes propalestinos sirve como otro intento de desviar la atención de los fracasos internos. Al presentar a estos manifestantes como una amenaza al orden público y la seguridad nacional, el gobierno busca crear un enemigo interno conveniente, capaz de movilizar a sectores de la población que se sienten amenazados o incómodos por las manifestaciones. Esta retórica suele ir acompañada de medidas represivas que buscan limitar el derecho a protestar, profundizando la percepción de que el gobierno está más interesado en silenciar la disidencia que en resolver los problemas subyacentes que impulsan estas protestas.
Sin embargo, esta estrategia de buscar chivos expiatorios parece cada vez más ineficaz. A medida que los votantes se dan cuenta de la profundidad de la incompetencia y falta de visión del gobierno conservador, a Rishi Sunak y su partido les resulta más difícil ocultar sus fracasos detrás de una retórica incendiaria.
Los problemas estructurales que afectan al país, como la crisis económica, el aumento del coste de la vida y el deterioro de los servicios públicos, son cuestiones que exigen soluciones reales y efectivas, y la falta de acciones concretas en estos ámbitos está provocando Creciente descontento popular. Así, el intento de desviar la atención mediante discursos divisivos está demostrando ser una estrategia débil y cada vez más ineficaz, incapaz de enmascarar la realidad de un gobierno que lucha por presentar resultados positivos.
El futuro del Partido Conservador
El futuro de los conservadores parece sombrío. Las inminentes elecciones podrían marcar no sólo una derrota, sino una posible desintegración del partido tal como lo conocemos. La incapacidad de atraer nuevos votantes y la dependencia de una base que envejece coloca a los conservadores en el camino de la irrelevancia política. La tarea de revertir esta situación es monumental y, con el liderazgo actual, parece casi imposible.
Los conservadores enfrentan un dilema existencial: reformarse fundamentalmente o enfrentar la extinción política. La historia juzgará a Rishi Sunak y a su gobierno no por mantener una statu quo en quiebra, sino por su incapacidad para responder a los desafíos de una Gran Bretaña cambiante. A menos que se produzcan cambios significativos, el partido está destinado a ser recordado como una reliquia del pasado, incapaz de adaptarse y sobrevivir en un nuevo panorama político y social.
*Bruno Fabricio Alcebino da Silva Es Licenciado en Relaciones Internacionales y Ciencias Económicas en la Universidad Federal del ABC (UFABC)..
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