El caso Mourão

Imagen: Tim Mossholder
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por JOÃO HÉLIO FERREIRA PES*

El senador Hamilton Mourão se comportó de manera criminal, instigando crímenes contra el Estado democrático de derecho.

El sistema de justicia brasileño, en el ejercicio de su papel de guardián de la Constitución y protector del Estado democrático de derecho, en raros espasmos de acción, es atacado y amenazado por voces de quienes supuestamente representan a personas armadas con armas suministradas por el propio Estado para protégelos.

O senador Hamilton Mourão (Republicanos-RS) ao reagir à operação que investiga crimes contra a democracia perpetrados por civis e militares que participaram de organização criminosa visando um golpe de Estado se portou, também, de forma criminosa, instigando à prática de crime contra o Estado Democratico de derecho. El senador dijo que “en el caso de las Fuerzas Armadas, sus comandantes no pueden quedarse callados ante la conducción arbitraria de procesos ilegales que afectan a sus miembros, al margen de la justicia” en clara alusión a la necesidad de reacción de quienes están armados para proteger el territorio brasileño también se protegen contra normas y procedimientos judiciales democráticamente definidos.

Hamilton Mourão, ex agente militar con rango de general, llegó incluso a amenazar gravemente, diciendo, en un juego de palabras destinado a esconderse tras la inmunidad parlamentaria, que “la mera observación de la precipitación de los acontecimientos, cada vez más traumática, indica la lamentable posibilidad de un enfrentamiento con gravísimas consecuencias”. El lugar de expresión de este parlamentario no es sólo el de un simple senador, por lo que no puede estar amparado por la garantía institucional de la inmunidad parlamentaria.

En este sentido, es necesario recordar una antigua enseñanza del derecho constitucional de que la inmunidad parlamentaria es la garantía de la actividad del parlamentario para garantizar la institución del parlamento. Por tanto, para preservar las instituciones y el Estado democrático de derecho, no es necesario hablar de inmunidad parlamentaria cuando los actos realizados, discursos, discursos y acciones tengan como objetivo instigar actos criminales de abolición violenta del Estado democrático de derecho.

Este caso de Hamilton Mourão y otros similares no pueden ser secundarios por las instituciones políticas y del sistema de justicia. Es un riesgo inmenso para la democracia no dar la debida importancia a actos que pueden enmarcarse como una condonación de crímenes contra las instituciones democráticas. Es función de la institución política Senado de la República abrir un proceso ante la Comisión de Ética para analizar desvíos de esta magnitud perpetrados por uno de sus miembros. Asimismo, es función del Ministerio Público y de las instituciones del Poder Judicial analizar, denunciar y perseguir los delitos cometidos.

La negligencia institucional puede dar lugar a tragedias. Es necesario no abandonar la posibilidad de aprender del pasado y también de los hechos recientes. En este momento, la negligencia institucional norteamericana abre la posibilidad de que resulte elegido un candidato que ya ha demostrado que es una amenaza para la propia democracia. En un pasado no muy lejano, precisamente los días 08 y 09 de noviembre de 1923, se produjo un intento de golpe de Estado en Alemania, en Munich. Con el abandono de las instituciones de la República de Weimar, el líder de este crimen pasó sólo nueve meses en prisión. Aproximadamente 10 años después de este hecho, el líder de la organización criminal contra la democracia, Hitler, asume el poder en el Estado alemán. Las consecuencias de este letargo institucional fueron trágicas no sólo para la democracia, sino también para la dignidad de la persona humana.

Por lo tanto, la negligencia de las instituciones, combinada con el desdén de los líderes de los partidos y la apatía política de los movimientos populares y de los propios ciudadanos, pusieron en riesgo el mantenimiento de la democracia, resultando en tragedias inimaginables. Cuando tenemos estos espasmos de efectividad institucional, no queda otra alternativa que aplaudir y hacer todo lo posible para que la “ley”, dentro del Estado democrático de Derecho, sea un activo para la ciudadanía frente a las arbitrariedades de cualquier eventual mayoría.

*João Hélio Ferreira Pes Profesor de Derecho en la Universidad Franciscana – UFN (Santa Maria, RS).


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