El capitalismo del desastre

Imagen: Elyeser Szturm
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por Leonardo Boff*

Esta pandemia no se puede combatir solo por medios económicos y sanitarios que siempre son imprescindibles. Exige otra relación con la naturaleza y la Tierra.

La actual pandemia de coranavirus representa una oportunidad única para repensar nuestra forma de habitar la Casa Común, la forma en que producimos, consumimos y nos relacionamos con la naturaleza. Ha llegado el momento de cuestionar las virtudes del orden del capital: la acumulación ilimitada, la competencia, el individualismo, la indiferencia ante la miseria de millones, la reducción del Estado y la exaltación del lema de Wallstreet: "La codicia es buena” (la codicia es buena). Todo eso está ahora en peligro. Ya no puede continuar.

Lo que ahora nos puede salvar no son las empresas privadas, sino el Estado con sus políticas generales de salud, siempre agredidas por el sistema de “libre” mercado y serán las virtudes del nuevo paradigma, defendido por muchos y por mí, de cuidado, solidaridad social responsabilidad, corresponsabilidad y compasión.

El primero en ver la urgencia de este cambio fue el presidente francés, neoliberal y proveniente del mundo de las finanzas, Emmanuel Macron. Habló claro: “Queridos compatriotas, mañana tenemos que sacar lecciones del momento que atravesamos, cuestionar el modelo de desarrollo que nuestro mundo eligió hace décadas y que a la luz del día muestra sus fallas, cuestionar las debilidades de nuestras democracias. Lo que esta pandemia revela es que la salud gratuita sin condiciones de ingresos, historia personal o profesión, y nuestro Estado de Bienestar Social no son costos ni cargas, sino bienes preciosos, ventajas indispensables cuando el destino toca a la puerta. Lo que revela esta pandemia es que hay bienes y servicios que deben permanecer fuera de las leyes del mercado”.

Esto demuestra la plena conciencia de que una economía de mercado, que lo mercantiliza todo, y su expresión política, el neoliberalismo, son perjudiciales para la sociedad y para el futuro de la vida. Aún más contundente fue la periodista Naomi Klein, una de las críticas más perspicaces del sistema-mundo, quien dijo: “El coronavirus es el desastre perfecto para el capitalismo del desastre”.

Esta pandemia produjo el colapso de la bolsa de valores (bolsas), el corazón de este sistema especulativo, individualista y anti-vida como lo llama el Papa Francisco. Este sistema viola la ley más universal del cosmos, la naturaleza y los seres humanos: la interdependencia de todos con todos los demás; que no hay ningún ser, y menos los humanos, como una isla desconectada de todo lo demás. Más aún: no reconoce que somos parte de la naturaleza y que la Tierra no nos pertenece para explotarla como nos plazca, sino que somos de la Tierra.

A la vista de los mejores cosmólogos y astronautas que ven la unidad de la Tierra y la Humanidad, somos esa porción de la Tierra que siente, piensa, ama, cuida y adora. Al sobreexplotar la naturaleza y la Tierra, como se está haciendo en todo el mundo, nos estamos dañando a nosotros mismos y exponiéndonos a las reacciones e incluso a los castigos que nos impone. Es una madre generosa, pero puede ser rebelde y enviarnos un virus devastador.

Apoyo la tesis de que esta pandemia no se puede combatir solo por medios económicos y sanitarios que siempre son indispensables. Exige otra relación con la naturaleza y la Tierra. Si después de pasar la crisis no hacemos los cambios necesarios, la próxima vez puede ser la última, porque nos hemos convertido en los enemigos acérrimos de la Tierra. Puede que ya no nos quiera aquí.

informe del profe. de Neil Ferguson Colegio Imperial de Londres declaró: “este es el virus más peligroso desde la gripe H1N1 de 1918. Si no hay respuesta habrá 2,2 millones de muertos en EE.UU. y 510 mil en el Reino Unido”. Esta declaración fue suficiente para que Donald Trump y Boris Johnson cambiaran de posición de inmediato. Tardíamente, prometieron fortunas para proteger a la gente. Mientras que en Brasil al presidente no le importa, lo trata como una “histeria” y en palabras de un periodista alemán de la Deutsche Welle: “Actúa criminalmente. Brasil está dirigido por un psicópata, y el país haría bien en eliminarlo lo antes posible. Las razones para esto serían muchas”. Es lo que el Parlamento y el STF, en defensa del pueblo, deben hacer sin demora.

La hiperinformación y los llamamientos de todos los medios no son suficientes. No nos mueve a cambiar el comportamiento requerido. Hay que despertar la razón sensible y cordial. Superar la indiferencia y sentir, con el corazón, el dolor ajeno. Nadie es inmune al virus. Ricos y pobres tenemos que ser solidarios unos con otros, cuidarnos personalmente y cuidar a los demás y asumir la responsabilidad colectiva. No hay puerto de salvación. O nos sentimos humanos, co-iguales en una misma Casa Común o nos hundimos todos.

Las mujeres, como nunca antes en la historia, tienen una misión especial: saben de la vida y de los cuidados necesarios. Pueden ayudarnos a despertar nuestra sensibilidad hacia los demás y hacia nosotros mismos. Ellos, junto con los operadores de salud (personal médico y de enfermería) merecen nuestro apoyo irrestricto. Cuidar a quienes nos cuidan para minimizar los males de este terrible asalto a la vida humana.

*Leonardo Boff es teólogo. Autor, entre otros libros, de el cuidado necesario (Voces).

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