Por Nelson Cardoso Amaral*
La afirmación de que Brasil gasta mucho en educación es difundida por todos aquellos que quieren reducir los recursos públicos destinados a la educación en Brasil. El propio uso del término “gasto” explica el pensamiento subyacente: la idea de que el gasto en educación constituye una inversión innecesaria, quizás un despilfarro de recursos públicos.
Esta apreciación se expresa en la afirmación –reiterada y muy repetida– del actual ministro de Educación, Abraham Weintraub, quien dice: “gastamos como los ricos y tenemos resultados como los pobres” (El Globo, 04/08/2019)) y en el documento del Banco Mundial (BM) cuando proclama, en el mismo sentido, que “en 2014, tras una década de rápido crecimiento, el gasto en educación alcanzó el 6% del PIB. En 2010, el gasto en educación en Brasil fue superior al promedio de los países de la OCDE (5,5%), BRICS (5,1%) y América Latina (4,6%)”.
En este documento, el Banco Mundial comete un error conceptual (¿deliberado?) al confundir el número que expresa un porcentaje del PIB del país con “gasto en educación en Brasil”. Esto lo llevó a una inferencia no comprobada ya una conclusión absurda, es decir, que “el gasto en educación en Brasil fue superior al promedio de los países de la OCDE”.
La Tabla 01, construida con datos obtenidos de la Agencia Americana de Inteligencia (CIA), muestra los valores aplicados por persona de 0 a 24 años (edad educativa), en los países miembros de la OCDE.
El gráfico 1 ilustra los valores aplicados en los países miembros de la OCDE y en Brasil, por persona de 0 a 24 años, colocados en orden descendente.
Noruega es el país que desembolsa el mayor monto, US$/PPA 17.762,88, por persona de 0 a 24 años (edad educativa); Brasil y México son los países del gráfico que gastan los montos más bajos, US$/PPA 2.525,48 y US$/PPA 2.313,02, respectivamente.
El malentendido parte de un error matemático primario: a pesar de tener un PIB de US$/PPA 3.240 billones y destinar a educación el equivalente al 6,2% del PIB, la cantidad de niños y jóvenes de 0 a 24 años es muy grande, 79.737.743 personas , lo que resulta en US$/PPA 2.525.48 invertidos por persona en este grupo de edad. Corea del Sur, por ejemplo, tiene un PIB menor de US$/PPA 2.035 billones, invierte el equivalente al 5,3% del PIB en educación, un poco menos que el porcentaje que invierte Brasil, pero como tiene solo 12.967.644 personas con edades entre 0 y 24 años, el resultado final es el desembolso de US$/PPA 8.317,24 por persona.
Al gastar montos tan pequeños, en comparación con los desembolsados por los países “ricos”, el Plan Nacional de Educación (PNE) para el período 2014-2024 –ley aprobada por el Congreso Nacional en 2014 e ignorada por el Ministerio de Educación– estableció en su Meta 20 de aumentar los montos financieros invertidos en educación hasta alcanzar, en 2024, el equivalente al 10% del PIB. De lograrse esta meta, Brasil estaría invirtiendo US$/PPA 4.073,35 por persona de 0 a 24 años, que sigue siendo un valor bajo que solo supera los montos invertidos en educación, entre los miembros de la OCDE, por Grecia, Chile, Turquía y México .
¿Qué sustenta afirmaciones como que “el gasto en educación en Brasil es superior al promedio de los países de la OCDE” y que “gasta como los ricos”? En la medida en que carecen de sustento en datos objetivos, evidencias científicas, que no resultan de razonamientos lógicos, son solo mantras que se difunden intensamente para debilitar la lucha por la educación pública.
*Nelson Cardoso Amaral Profesor del Departamento de Física de la Universidad Federal de Goiás (UFG)