por FRANCISCO FERNANDES LADEIRA*
Dos canciones que marcaron decisivamente sus respectivas épocas
Una de las principales características de la música brasileña es retratar fielmente los diferentes contextos históricos atravesados por el país. Es casi imposible escuchar “O Bêbado e a Equilibrista”, de João Bosco y Aldir Blanc, y no recordar la Amnistía de 1979. Nueva República y la muerte del expresidente Tancredo Neves; o hablar de la Dictadura Militar sin mencionar algunas canciones de Chico Buarque, Gonzaguinha y Geraldo Vandré, entre otros.
En ese sentido, destaco en este texto dos composiciones (casi homónimas) que marcaron decisivamente sus respectivas épocas: “Aquarela do Brasil”, de Ary Barroso, compuesta a fines de la década de 1930; y “Brasil” – de Cazuza, Nilo Romero y George Israel – estrenada durante la década de 1980.
1.
“Aquarela do Brasil”, interpretada originalmente por Francisco Alves (y regrabada varias veces), es considerada por muchos como la “música brasileña del siglo XX”. La canción clásica fue lanzada durante la dictadura de Getúlio Vargas (período conocido como Estado Novo).
En ese momento, el gobierno federal pretendía fomentar una cultura nacional que pudiera oponerse a cualquier forma de regionalismo cultural (es importante señalar que, durante la Antigua República, un período anterior a la Era Vargas, las identidades locales eran, en general, más fuertes que la propia identidad nacional). Así, con esta intención nacionalista, surgió un nuevo género musical: la llamada samba-exaltación, un estilo de samba menos rústico y más sofisticado, que exaltaba las cualidades y la grandeza de Brasil.
En esta línea, “Aquarela do Brasil” presenta una visión sumamente optimista del país. Refuerza la creencia de que “Dios es brasileño”: “El Brasil de mi amor, tierra de Nuestro Señor”. Destaca la samba como una de las identidades nacionales: “Brasil es una samba que da, que se balancea, que te hace balancear […] Es mi Brasil brasileño, tierra de samba y pandereta”.
Naturalmente, también destaca las bellezas naturales. “Ay, este cocotero donde ato mi hamaca en las noches claras de luna. Ah, escucha estas fuentes murmurantes, donde sacio mi sed, y donde la luna viene a jugar.”
2.
Cinco décadas después del estreno del clásico de Ary Barroso, Brasil vivía un clima conflictivo: eran los años 1980, una época en que el país, recién salido del régimen militar (1964-1985), atravesaba una grave crisis política (con corrupción instalados en todas las esferas públicas) y económico (marcado por los cambios de moneda y las altas tasas de inflación).
En este contexto único, se compuso el samba-rock “Brasil”. A diferencia de la composición casi homónima de Ary Barroso, que enfatiza nuestras bellezas naturales, la música interpretada por Cazuza apunta, esencialmente, a los aspectos humanos de Brasil. Según Cazuza, “Brasil es música crítica […]. Acabo de pasar el año [1986] adentro, y cuando abrí la ventana vi un país totalmente ridículo. Sarney, que era el 'no directo', se convirtió en el 'Rey de la Democracia'. […]. Brasil es un trópico muy triste”.
La composición, en una versión grabada por Gal Like, fue el tema de apertura de la telenovela. Vale todo, una trama que tenía como tema principal la cuestión de si valía la pena o no ser honesto en Brasil. “No fui sobornado. ¿Es mi final?”, dice un extracto de la letra.
La canción compuesta por Cazuza, Nilo Romero y George Israel también menciona a los grandes medios de comunicación como un mecanismo alienador y manipulador: “ver la televisión a color en una tableta india, programada para decir simplemente: sí, sí”. También llama la atención sobre la indiferencia del pueblo en casos de corrupción y llama a los brasileños a tomar posición sobre lo que estaba pasando en el país: “¡Brasil! Muestra tu rostro. Quiero ver quién paga para que nos veamos así. ¡Brasil! ¿Cuál es tu negocio? ¿El nombre de tu pareja? Confía en mí".
En general, podemos decir que en “Brasil” los autores lograron presentar de manera singular la gran corrupción y el clima de impunidad que imperaba en el país en la década de 1980.
3.
Una conclusión apresurada sobre las dos composiciones destacadas aquí podría señalar que en Brasil las características naturales son extremadamente positivas, como lo elogia “Aquarela do Brasil”; mientras que los aspectos humanos son absolutamente negativos, como canta Cazuza en la canción “Brasil”.
No por casualidad, una antigua leyenda dice que Dios creó una tierra donde casi todo su lado derecho estaría formado por hermosas playas de aguas cristalinas, no habría ciclones ni terremotos, hermosas cascadas marcarían el paisaje de varios lugares, el suelo germinaría la que si se quiere sembrar y habría animales de todo tipo. Esta tierra recibiría el nombre de Brasil. "¡Oh Dios! Pero eso es mucho bueno y nada malo para una sola pieza”, cuestionó un asistente divino. E inmediatamente Dios respondió: “Sí, pero verás las personitas que pondré allí”.
Sin embargo, la realidad no se muestra así. En primer lugar, es fundamental evitar declaraciones apresuradas y maniqueas. No tenemos una naturaleza tan exuberante, ni los brasileños somos seres humanos degradados.
Climas físicos, como el ciclón Catarina, en 2004, corroboran la tesis de que no tenemos una naturaleza tan privilegiada. No somos tan “bendecidos por Dios” como dice Jorge Ben Jor en la canción “País Tropical”. Por otro lado, las demostraciones de generosidad y fraternidad de los brasileños confirman que no somos un pueblo despreciable, como muchos pretenden.
Como cualquier otra nación, Brasil tiene puntos positivos y negativos. Por lo tanto, la pregunta es cómo analizarlos con honestidad y sin prejuicios.
*Francisco Fernández Ladeira es estudiante de doctorado en geografía en la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp). Autor, entre otros libros, de La ideología de las noticias internacionales (edición CRV).
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