por Flavio Aguiar*
La confusión mundial que amenaza la supervivencia de la especie humana
Escribo este comentario después de haber visto el documental. El monedero o la vida, de Silvio Tendler. Producida en un lenguaje “vanguardista”, intercalado con varias animaciones atrevidas, la película plantea una serie de preguntas excelentes y ofrece algunas respuestas muy provocativas. Puede considerarse una glosa al dilema planteado por Jacques Lacan: a la hora de elegir entre un monedero o la vida, si elijo el primero, pierdo los dos, porque el ladrón acaba llevándose los dos; si elijo la segunda, la conservo, pero al precio de renunciar a parte de mi vida.
En un artículo escrito al inicio de la actual pandemia, el psicoanalista Contardo Calligaris proyectó sobre ella el dilema de Lacan, añadiendo un “grano de especia”: ¿y si la vida en cuestión es la de otro? Es decir: estás en una habitación cerrada y protegida, pero el hipotético ladrón amenaza con matar a otra persona si no le das la bolsa.
El planteamiento expone el negacionismo de quienes quisieran preservar la economía en detrimento de la salud de los demás, opción presentada con insistencia al público por el actual usurpador del Palacio del Planalto y sus compinches de la Liga Cloroquina y otros productos con efectos nocivos. sobre los pacientes
Parece que, a pesar de la campaña insidiosa, la gran mayoría del pueblo brasileño ha estado optando por la vida, a través de la inmunización. Paradójicamente, al menos para quienes siempre exaltan las ventajas superiores del “primer mundo” sobre las desventajas de lo que muchas veces califican prejuiciadamente como nuestro mundo “tupiniquim”, la situación europea y norteamericana ha ido exponiendo su fragilidad frente a la “elección de Lacan/Calligaris”.
A mediados de este otoño, vemos en las estadísticas una situación inmunológica mucho mejor en países como España y Portugal, y otra mucho peor en países como Alemania y Austria, por no hablar de las catastróficas, como en países tan dispares como Rumanía y Holanda. .
En los Países Bajos, se ha desarrollado un tratamiento descuidado de la pandemia debido a la creencia, por parte de la mayoría de la población, de que usar o no máscaras y adoptar otras medidas preventivas depende estrictamente de cada individuo. En Rumanía, la actual situación catastrófica de la pandemia se debe, en gran parte, a la prédica antivacunas de amplios sectores clericales de la Iglesia ortodoxa.
Holanda ha venido adoptando medidas restrictivas en cuanto a la frecuencia de los lugares públicos para frenar la propagación de la pandemia, lo que ha provocado airadas reacciones por parte de los defensores de ese liberalismo extremo. Austria adoptó una medida hasta ahora sin precedentes en la Unión Europea: simplemente prohibió salir a la calle a las personas no vacunadas, excepto para ir al supermercado u otra forma de abastecimiento de alimentos y buscar atención médica en oficinas, hospitales o farmacias. La sanción, en caso de desobediencia, es una multa que puede oscilar entre los 500 y los 1.500 euros.
En Alemania la situación es una de las más confusas. El país está momentáneamente sin cabeza. El Gobierno "santo” (Angela Merkel) aún no ha salido, y aún no ha entrado el “ingreso” (Olaf Scholz). Los gobiernos provinciales no se entienden; en varias ciudades la situación hospitalaria ya es catastrófica. Las regiones más afectadas son Baviera y las provincias del este y noreste del país, pero se considera grave en casi todo el territorio, incluida la capital, Berlín.
Varios comentarios en los medios y en el parlamento han insistido en que ahora se trata de la “epidemia de los no vacunados”. Una cortina de desinformación ha estado cubriendo el tema de las vacunas, con supuestos que van desde una desconfianza general hacia las vacunas hasta una supuesta amenaza a la fertilidad de las mujeres por parte de las vacunas anti-Covid.
La revista Der Spiegel produjo un extenso artículo sobre el tema. Al final, transmitió un dato preocupante: se estima que hay 15 millones de opositores a la vacuna en el país, es decir, casi el 20 % de la población -aunque esta proporción debería ser mayor si tenemos en cuenta que se hace compuesto principalmente por adultos. De estos, el 50% vota con el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) y otro 15% de votos para otro partido de expresión regional, también de extrema derecha.
En otras palabras: los datos numéricos confirman la “industrialización” de las propuestas antivacunas por parte de la extrema derecha. La semana pasada, una reunión del partido AfD tuvo que cancelarse porque la mitad de los delegados participantes no están vacunados y, por lo tanto, no pudieron asistir a hoteles ni restaurantes. Más o menos como nuestro usurpador, que se ve obligado a comer salami y pizza en la calle. En todas estas manifestaciones de estúpida arrogancia se lee el desprecio por la vida de los demás, combinado con un sentimiento de omnipotencia: “Yo defino el sentido de mis acciones, que obedecen a mis necesidades, ya las de nadie más”. En otras palabras: joder a los demás. Como dijo el usurpador en relación a Petrobras: “Necesito deshacerme de ella”, como si fuera suya.
En la película de Tendler, la “Bolsa” opuesta a la “Vida” se extiende a la financiarización económica del mundo en oposición a los múltiples aspectos en que ésta se manifiesta: la biodiversidad, los derechos humanos, la protección del medio ambiente, entre otros. Una ampliación del título nos lleva al camino de que es necesario construir una oposición al camino neofascista que representa el usurpador del Palacio del Planalto. Con la conciencia de que no es sólo una “anomalía brasileña” en el “concierto de las naciones”. Por el contrario, es el síntoma local y grotesco de un “desconcierto” mundial que amenaza la supervivencia de la especie humana.
* Flavio Aguiar, periodista y escritor, es profesor jubilado de literatura brasileña en la USP. Autor, entre otros libros, de Crónicas del mundo al revés (Boitempo).