por ANDRÉS KORYBKO*
Algunas observaciones sobre la última provocación de Kiev, teniendo en cuenta el panorama más amplio
la rusia acusó Ucrania intente un ataque con drones contra una de las estaciones compresoras de gas de TurkStream, que el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, describió como “ terrorismo energético”, mientras que el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, afirmó que EE.UU. dio luz verde obtener un monopolio energético sobre la UE. Esto se produce menos de dos semanas después de que Ucrania cortara las exportaciones de gas ruso a Europa en su territorio.

Este no es el primer intento de ataque ucraniano contra TurkStream
Ucrania ha intentado destruir este oleoducto al menos tres veces solo hasta finales de 2022 (analizamos dos de sus intentos fallidos de sabotaje aquí e aquí), pero esta es la primera vez que se intentan utilizar drones. En realidad, esto demuestra que TurkStream sigue siendo un objetivo prioritario para Kiev. Pero, curiosamente, esto no ha llevado a una ruptura de los vínculos con Ankara, como lo demuestra su continua cooperación militar que incluye incluso una fábrica de drones. Por lo tanto, no se espera que el último intento de ataque perjudique sus relaciones.
Ni a Turquía ni a la OTAN les importa esta provocación.
La posición de Turquía es difícil de entender: o Turquía no cree en las afirmaciones de Rusia de que Ucrania está intentando atacar a TurkStream, o inexplicablemente cree que tiene más que ganar si continúa apoyando a Ucrania –a pesar de estas provocaciones– que suspendiendo la ayuda como respuesta. En cuanto a la OTAN, aunque Hungría, estado miembro, condenó el ataque como una violación de su soberanía debido a la dependencia parcial del país de las exportaciones de ese oleoducto, al bloque en su conjunto, como era de esperar, no le importa, ya que en esencia es anti-Rusia. su política.
Ucrania quería completar el desacoplamiento del gasoducto entre Rusia y la Unión Europea
La motivación de Ucrania era destruir el último gasoducto en funcionamiento entre Rusia y la Unión Europea, lo que - creía - haría más difícil para ambos entablar un acercamiento significativo tras el fin del conflicto, privando al mismo tiempo al Kremlin de ingresos para financiar su actual programa de Operación Especial. Este ataque fue diseñado esencialmente para complementar el ataque terrorista Nord Stream de septiembre de 2022, con el objetivo de servir en el juego de poder geopolítico que busca influir en el futuro de Europa en la posguerra.
Esta fue una operación deshonesta por parte del Estado profundo ¿O fue aprobado por Joe Biden?
El primer escenario se alinearía con la hipótesis –sobre los ataques de Ucrania a los sistemas de alerta temprana de Rusia– de que se pensaba que eran un intento desesperado de escalada, luego controlado; mientras que el segundo se alinearía con el precedente Nord Stream II. Lavrov ya ha culpado a Estados Unidos, por lo que la pregunta es hasta qué punto su gobierno era consciente de ello. La respuesta ayudará a predecir si el regreso de Donald Trump al cargo la próxima semana marcará una diferencia en estas correlaciones.
¿Cómo ¿Reaccionará Donald Trump ante este evento?
Con base en lo anterior, sería más difícil para Donald Trump controlar el comportamiento deshonesto del Estado profundo si él –Trump– estuviera en contra del ataque, pero el precedente de que Joe Biden (o más bien quienes lo controlan) pudo detener los ataques de Ucrania a los sistemas de alerta temprana de Rusia sugiere que no es imposible. Por otro lado, no se puede descartar que Donald Trump pueda apoyar el sabotaje de TurkStream para obtener un monopolio energético sobre la Unión Europea y/o influencia sobre Turquía, en cuyo caso podrían ocurrir más intentos de este tipo.
El mejor de los casos es que Donald Trump pronto deje claro a Ucrania que es inaceptable atacar a TurkStream y luego encargue a sus seguidores que Estado profundo para erradicar los elementos subversivos asociados. TurkStream podría desempeñar un papel en la diplomacia energética creativa como parte de un importante acuerdo ruso-estadounidense sobre Ucrania, cuyo resultado se alinea con su objetivo de poner fin rápidamente al conflicto. Desviarse de este rumbo podría conducir fácilmente a una escalada que corre el riesgo de descontrolarse peligrosamente.
*Andrés Korybko tiene una maestría en Relaciones Internacionales del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú. autor del libro Guerras híbridas: de revoluciones de color a golpes de estado (expresión popular). Elhttps://amzn.to/46lAD1d]
Traducción: Arturo Scavone.
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