El Alufa Rufino

Imagen_Adir Sodré
Whatsapp
Facebook
Twitter
Instagram
Telegram

por MARÍA DEL PRIORE*

Comentario a la biografía de Malê Rufino José Maria

Hay libros definitivos. Este es uno de ellos. Definitivo por la excelencia de la investigación en archivos nacionales e internacionales, la perfección de la narrativa a tres bandas y una tesis central: en el pasado, los hombres negros no fueron solo víctimas. Hechos de carne y hueso, se movieron hábilmente en el universo de la esclavitud, construyendo, de manera independiente, trayectorias moldeadas por las condiciones de vida entonces existentes.

Su hilo conductor es la espesa, casi total biografía del varón Rufino José Maria, esclavizado en uno de los estados más poderosos de la región del golfo de Benín: Oyó. Era la década de 1820. Apresado por una etnia diferente a la suya, Rufino terminó en Bahía. Comenzaba una aventura que los autores urdieron con la precisión y paciencia de la que sólo son capaces las personas apasionadas y los grandes especialistas.

Rufino tenía 17 años y era musulmán. Empezó a trabajar en la botica de un pardo, donde aprendió a hacer medicinas. Fue a Porto Alegre, cocinero de un hombre poderoso, donde asistía, junto a libertos y esclavos, a un “club de mina”, donde aprendían a leer, contar y orar. Lo más importante es que allí se difundió el Corán. Paralelamente a los levantamientos malienses en el Recôncavo, compró su libertad y se fue a la babel africana más grande de América: el puerto de Río de Janeiro. Allí frecuentaba la minoría Mina entre la mayoría bantú. Allí también se enroló como obrero en la trata transatlántica de esclavos: se inició como cocinero. Tenía dinero, una buena vida y seguridad.

Rufino no era un santo, ni lo sería avisos raros a bordo de los barcos negreros en los que se embarcó. Allí, los africanos fueron empleados en gran número. Además de trabajar como marineros, conocían las regiones que abastecían de esclavos, servían como intérpretes y podían convencer, calmar, organizar y controlar mejor a los cautivos cuyos idiomas sabían hablar. Eran años en que la importación de esclavos creció un 150%. En la goleta Paula, Rufino exploró la costa angoleña: Luanda, Novo Redondo, Ambriz, Cabinda...

En São José, fue encarcelado en Pernambuco, en cuyas playas el tráfico arrojaba lo que él llamó “colonos” o “diamantes negros”. En Ermelinda ya había ascendido en los escalafones del tráfico: cocinaba para más de 400 personas y era “carrier”, es decir, embarcaba cargas para vender en África: brandy, cajas de dulces y puros. Un pequeño comerciante transatlántico, fue capturado por uno de los barcos de la De la Royal Navy quienes cazaban los llamados “féretros flotantes” o “lazaretos marinos”. En veinte años, Rufino pasó de ser un esclavo doméstico a un comerciante políglota y cosmopolita.

El libro se destaca no solo por el relato de la vida de Rufino, sino por el escenario que invita a mirar: África física, sus pueblos, reinos y territorios coloniales. Descripción detallada de ciudades como São Paulo de Luanda o Freetown. El interior de las naves, con una fina muestra de su funcionamiento: la despensa, la tripulación de diversa procedencia, las enfermedades que campaban a sus anchas, los rigurosos salarios pagados sin discriminación de color, las mercancías que transportaban, como si fueran consideradas verdaderas calles mercados que ofrecen rollos de tabaco, cajas de azúcar, barriles de cachaça, bolsas de arroz o harina de mandioca. Quiénes eran los jefes. La organización de empresas y la lucha entre traficantes. El papel de filántropos como el inglés Granville Sharp, que abrazó la causa de la abolición o Ley de equipos de 1839, en la lucha contra el tráfico.

La aventura continúa de mar a tierra, ya que, de regreso en Brasil, Rufino se dedicará a enseñar el Corán a los “africanos sectarios de Mahoma”. El célebre alufá, curandero, adivino, sacerdote y maestro de escuela, enseñó usos y costumbres mahometanas en casa, revelando la presencia de grupos religiosos de diferente orientación islámica en un Recife cosmopolita, en 1835.

En una narración apasionante, el libro recorre los años de formación del joven esclavo, las circunstancias de su ascenso como comerciante y, finalmente, su compromiso con la religión de sus antepasados. Pero para conectar a Rufino con su mundo, el libro invita a considerar la esclavitud de una manera más aguda: hasta el siglo XVIII en Europa y hasta el siglo XIX en el resto del mundo, la esclavitud, con sus mil variantes, fue la forma más común de organización del trabajo, base de toda la economía. Ella era la norma, no la excepción. Y de ese engranaje, como todo hombre de su tiempo, Rufino formó parte. Diferentes matrices de información y documentos se entrecruzan, superponen, aclaran y completan la obra que es un mosaico. A su sombra revive toda una época, con sus tensiones, violencias e inestabilidad crónica.

El rostro que, sin embargo, emerge de esta composición es el de un hombre que intuyó las situaciones que lo rodeaban y que hizo historia. Y surge la pregunta sin respuesta: con tantos viajes a África y negros libres, ¿por qué no regresaste a tu patria? Porque acechaba el peligro permanente de volver a ser esclavos. Ya en Brasil, tenía libertad, bienes, familia, discípulos y clientes. El deambular llevó a Rufino a arraigarse.

Entre Brasil y África, el cortejo fúnebre de los barcos negreros casi no dejó huellas. Su recorrido es amortiguado por el silencio como si tan grandes navíos vinieran de aguas distintas a las de nuestra historia. El horror que emana de su cubierta es mudo. Qué mudos fueron los desdichados enviados al fondo del mar, con cadenas en los pies. ¿Señales? Algunas arrugas en la superficie del agua, el hedor barrido por el viento. Esta epopeya de dolor se cierne sobre un paisaje descolorido. La trata de esclavos es el gran silencio de la historia.

Si abordar la complejidad de tantos temas relacionados con África intimida, aquí, por el contrario, los autores celebran un matrimonio feliz entre la reflexión histórica y la biografía que se lee como una novela. El texto tiene la genialidad de los narradores, Apkalo africanos. Nada nuevo, por cierto, para los tres historiadores con obras consagradas y reconocidas internacionalmente.

Occidente se indigna hoy por haber cometido este pecado supremo contra la humanidad. Pero esta culpabilidad evidente no nos permite cerrar los ojos ante otra verdad igualmente cruel: la trata no era su prerrogativa. Varias culturas o “civilizaciones” lo practicaron, incluidos los negros y los árabes. Mauritania, por ejemplo, solo abolió la esclavitud en 1980. La contribución de Occidente fue, sin embargo, doble: a través de medios técnicos, promovió y perfeccionó el tráfico. Pero, también, vino de Occidente la condena, abyección y denuncia del vil oficio, debido principalmente a espíritus valerosos, notablemente protestantes e ingleses.

La trayectoria de Rufino nos hace pensar que no debemos buscar el Monstruo en el otro, antes de descubrirlo en nosotros mismos. Porque se esconde allí, donde la historia guarda silencio. Provocarla y escucharla hablar es fundamental para que dejemos atrás las nociones de “victimización” que más silencian la vida de los afrodescendientes en Brasil y alimentan el tan detestable “racismo”. Raras son las obras capaces de animar y percibir matices en categorías tradicionalmente fijadas como “el esclavo”.

Porque en esto, el lector encontrará mucha información necesaria para comprender a tales personajes, no como individuos homogéneos, traídos de algo abstracto y lejano: África. Pero personas de carne y hueso, pertenecientes a grupos culturales específicos -y había miles en el continente- con sus herramientas de diferenciación capaces de darles una identidad, insertas en un sistema económico, y capaces, como cualquiera de nosotros , de lo mejor y lo peor. “O alufá Rufino” es un hito en una historiografía sin fronteras.

*María Del Priore es historiador y autor de Al sur del cuerpo: condición femenina, maternidad y mentalidades en el Brasil colonial(Unesp).

Publicado originalmente en Revista de reseñas, No. 11 de marzo de 2011.

referencia


João José Reis, Flávio dos Santos Gomes y Marcus JM de Carvalho. Alufa Rufino. Tráfico, esclavitud y libertad en el Atlántico Negro (c.1822 – c.1853). São Paulo, Companhia das Letras, 482 páginas,

 

Ver todos los artículos de

10 LO MÁS LEÍDO EN LOS ÚLTIMOS 7 DÍAS

Ver todos los artículos de

BUSQUEDA

Buscar

Temas

NUEVAS PUBLICACIONES

Suscríbete a nuestro boletín de noticias!
Recibe un resumen de artículos

directo a tu correo electrónico!