nuevo contrato social

Imagen: Alexander Zvir
Whatsapp
Facebook
Twitter
Instagram
Telegram

por VINÍCIO CARRILHO MARTÍNEZ & JOSANA CARLA GOMES DA SILVA*

Derechos humanos, sociabilidad, condición humana

Es preferible advertir al lector que este texto no pretende ser una tesis, en el sentido habitual (combatido por antítesis) ni académica, como si se tratara de un extracto de una tesis doctoral. Tampoco es una tesis sobre la historia, como las de Walter Benjamin. Es solo un ensayo, como el de Francis Bacon, y debe leerse de esa manera; tal vez, en el mejor de los casos, pueda inspirar una tesis.

La humanidad tiene un solo contrato social: las condiciones y determinantes de la interacción social. Entonces, de hecho, no hay un “nuevo contrato social”, ya que es el mismo contrato social que la humanidad rehace, reafirma continuamente. Bajo condiciones, retrocesos drásticos, atenuantes peligros de desintegración social o, en cambio, apostando a la reafirmación de la interacción social, sigue siendo el mismo contrato social, motivador del proceso civilizatorio.

Este es el proceso rehecho desde Lucía, el “grito primigenio” o Prometeo, o desde que la humanidad llegó a la super-acción del Homo sapiens. O puesto que nos reconocemos como humanidad, la Homo sapiens sapiens: el humano que reconoce su potencial, capacidad de sabiduría (pensamiento y acción), como super-acción con miras a la intencionalidad política, como sociabilidad política: super-acción orientada a la política (decisión) y que es la fuente primaria de la superación – en el sentido de que el ser social (homo sociológico) se convierte (superándose a sí misma) en la insurgencia del “animal político” (hijo político).

Es obvio que la superación es transformación y nadie se transforma sin contribuir a la modificación del entorno. Veremos que lo contrario también es correspondiente. Obviamente, las condiciones determinadas, impuestas e independientes de las elecciones individuales (como regla por el poder económico) son o pueden ser decisivas, al menos durante algún tiempo. Sin embargo, no son deterministas, irrevocables, porque si lo fueran no habría cambios significativos o sólo habría transformaciones controladas, nunca ajenas al sistema y su lógica.

En la práctica, no existirían Lucy, Prometeo o el proletariado insurgente: esta es una regla básica de la teoría social moderna. Por tanto, también es obvio que la fuerza social –especialmente la que apalanca las transformaciones sociales– debe verse dentro y fuera del sistema, “de un supuesto proceso determinado a suceder”, dentro y más allá de las condiciones externas, incluso globales. : la concepción funcionalista no se lleva bien con la historia política.

No es el caso de este texto, sin embargo, podemos pensar que existen individuos desviados o que incluso las dificultades pueden catalogarse como motivaciones irresistibles para la movilidad y el impulso decisivo de fuerzas incontenidas, previstas, “programadas”. Así, la desviación que antes se consideraba una abominación se convierte en diferencia (SILVA, 2021). Esta diferencia nos humaniza, nos humaniza y transforma nuestra experiencia.

Según Goffman (1988), la sociedad ve la desviación de la norma como algo que pone en riesgo a la especie humana, sin embargo es un hecho que desde el Paleolítico las comunidades han incluido a sus mayores y personas con alguna dificultad en la locomoción o discapacidad (SILVA, 1984). ¿Serían estas comunidades “prehistóricas” más humanas, más desarrolladas intelectualmente que el hombre/nosotros moderno?

En un elevado discurso de Séneca (a la manera de los estoicos), Bacon nos decía que: “Se desean las cosas buenas que acompañan a la prosperidad, pero se admiran las cosas buenas que vienen con la adversidad […] Pero en general la virtud de la prosperidad es templanza; la virtud de la adversidad es la fuerza; la cual, la moralidad es la virtud más heroica […] Incluso en el Antiguo Testamento, si escuchas el arpa de David, escucharás mucho de una marcha fúnebre, así como un canto alegre; y la pluma del Espíritu Santo trabajó más en describir las aflicciones de Job que la felicidad de Salomón. La prosperidad no viene sin mucho miedo y angustia; y la adversidad no está exenta de consuelos y esperanzas […]. Seguramente la virtud es como un olor precioso, más fragante cuando se quema o se tritura, porque la prosperidad descubre mejor el vicio, pero la adversidad descubre mejor la virtud.” (BACON, 2007, p. 22-23).

Las necesidades nos llevaron a cruzar el río Styx, en la búsqueda desesperada de la fiesta de los dioses – como nos decía Bacon (2002), en su peculiar narrativa, bajo la forma de un mundo de la política, la polis, y que aunque no existe el espacio público en un gran salón para acomodar a todo el pueblo fraguaría también el nacimiento de la política, bajo la era neolítica inventiva de otra fase, una de las más fecundas, del interminable proceso de hominización.[i]

Un proceso que se da cara a cara, el hombre se hace hombre frente a su igual, la cultura y el entorno se modifican y adaptan según el hombre, la humanidad normaliza todo lo que le rodea para que el entorno le beneficie. La cultura y el ambiente son influencias e influenciadores de la naturaleza humana, esta humanidad que conocemos se construye a través y a partir de las relaciones que se establecen entre hombre y hombre, hombre y cultura, hombre y ambiente y se modifican según el lugar y época en que se encuentran (VYGOTSKY , 2008).

Así, cuando Marx (2003) dice, en el famoso prefacio, que “la humanidad no se plantee problemas que no pueda resolver” está reafirmando nuestra capacidad de superación en las intenciones y acciones decisivas de humanización. Es observar la fabricación social de Homo sapiens (nosotros), en un continuo ininterrumpido de superación de las determinaciones iniciales -precisamente a través de la inteligencia social- de la humanidad, que fue y es hecha como especie y nunca aisladamente.

Se trata de inteligencia colectiva (social), de superación de necesidades persistentes a través de un excelente poder humano. El mismo que dio inicio a lo que conocemos como códigos: lingüísticos, sociales. A partir de los códigos instituimos los símbolos y sus significados (VYGOTSKY, 2008) que guían y rigen lo que llamamos sociedad y codifican el modus operandi con el que debemos encajar y orientar nuestra conducta en un sistema que fomenta la producción continua.

Este poder de superación puede entenderse de dos maneras: síntesis y superacción. Esta super-acción es una acción decisiva, la decisión política, la praxis revolucionaria que supera siempre las dificultades, las necesidades, y las transforma en posibilidades, activando las potencialidades que (en movimiento) nos hacen continuamente humanos – o más humanos, para bien y para malo.

Esta super-acción actúa colectivamente, con la consecuencia de (continuamente) hacernos (forzarnos a ser) seres sociales capaces de actuar en la praxis de superación de la humanidad misma – de manera genérica, y en la hominización que existe en nosotros. Por tanto, no se trata de una acción aislada, sino de una fuerza social activa en la fabricación social de seres sociales sobresalientes impulsada por la capacidad de superar los actuales niveles limitantes de inteligencia social.[ii] La superacción es una dialéctica, un motor continuo que construye individuos sociales y capacidad socializadora (intencionalmente) y transforma necesidades resistentes en potencialidades vigorizantes.

Lo cual no se desprende de la suposición de que existen vínculos sustantivos en un contrato social fuerte; con la diferencia de que se asume un contrato social que considera dificultades negativas, incluso de socialización y humanización. Así como la capacidad de enfrentar tales restricciones, negaciones, con la misma infinita capacidad humana para afirmarnos dentro de la sociedad -aunque, en muchas circunstancias, ya se ha ido desintegrando como vínculos, relaciones sociales. Al fin y al cabo, este potencial de superación no es de uno ni de unos pocos, pues es la condición esencial de la humanidad y de su incontenible proceso civilizatorio.

En esto está la dialéctica -esa disposición genética, ontológica, teleológica-, tan móvil como la síntesis: la superacción siempre decisiva en la formación del ser humano. Este contrato social nos obliga, en conciencia y acción, a (re)hacer un pacto con nosotros mismos: ser mañana mejores humanos de lo que pudimos ser hoy.

Es un pacto severo, indócil, que nos exige conexión, interacción, en los niveles y valores humanos más difíciles de alcanzar y mantener en la corteza decisiva de los individuos sociales decididos a la hominización. Es un pacto que nos obliga a superarnos cada día (mejores humanos mañana que hoy): la superación de uno mismo implica una interacción social que corrobora la superación de la especie.

Es fácil ver que no hay manera de ser diferente, después de que toda la humanidad (y cada uno de nosotros) no se supera a sí misma por inercia, por fuerzas metafísicas o por generación espontánea. Por el contrario, el proceso civilizatorio parte del pacto consciente, activo (no sólo reactivo), continuo de hacerse siempre humano. Este es el costo individual del pacto social: la humanidad siempre está cambiando, cambiándonos a toda costa. Es de nuestra cantidad, de la superacción, de donde proviene la cualidad humana superior.

¿Es posible aprender de los errores o de la adversidad? Por supuesto que sí, y la trayectoria humana con sus creaciones técnicas o sociales así lo demuestra. La pregunta más relevante nos diría que más importante que responder a la pregunta anterior (bastante obvia) nos dice que “capturar la diversidad”, tomar experiencias humanas que son efectivamente socializadoras para uno mismo, juzgarse a sí mismo en beneficio de la inteligencia social, es mucho más productivo desde el punto de vista de la hominización: aprender con la heterogeneidad, con las diferencias, con las diversidades, nos permite ver que la humanidad es mucho más amplia de lo que nos revela el espejo.

Esa sigue siendo la lógica de los Derechos Humanos: avanzar frente a la adversidad, superar las dificultades, las desigualdades, consolidar la “unidad en la diversidad”. es así como el derecho se revela humanizador, profundamente ético, antropológico, sociológico. Eso es lo que somos, un contrato de apuestas de futuros.

En el espectro de los derechos humanos, podemos inferir que la interacción social aumenta cuando la inclusión social es modificada por la heterogeneidad, en tanto actúa como fuente de socialización: creciente sociabilidad en la diversidad. Este es el poder de los derechos humanos, de ensanchar los límites del proceso civilizatorio, reconciliando siempre con la humanidad los valores humanos más inclusivos, socializadores y progresistas.

De todos modos, esta sigue siendo una forma válida y justificable de observar los derechos humanos como una fuerza social, pacificadora, en el sentido de que promulga y revigoriza las fuerzas sociales inherentes a la socialización como un proceso continuo e inhibe las fuerzas sociales degenerativas de la sociabilidad. Este es el poder social efectivo de los derechos humanos, un contrato social en el que los valores humanos son el origen y la razón de la pacificación social.

Finalmente, se puede ver claramente que es en este conjunto donde se constituye la matriz de la heterogeneidad: la capilaridad social que mueve las diversidades hacia el reencuentro en el eje humanizador del derecho. ¿Qué tan lejos estamos de eso? No hay una respuesta única y determinista, sobre todo porque esta es la fuerza de nuestro origen y condición esencial como especie: la superacción (actuar para adaptarse y superar) y la síntesis progresiva. En cualquier caso, mejoremos nuestra filosofía y práctica ahora mismo. Esto nos hará aún más humanos.

*Vinicio Carrilho Martínez Es profesor del Departamento de Educación de la UFSCar.

*Josana Carla Gomes da Silva es estudiante de doctorado en Educación Especial en la UFSCar.

Referencias


BACON, FRANCISCO. La sabiduría de los antiguos. São Paulo: Editorial UNESP, 2002.

BACON, FRANCISCO. Ensayos. Río de Janeiro: Voces, 2007.

BENJAMÍN, WALTER. Obras Escogidas – Magia y Técnica, Arte y Política. São Paulo: Brasiliense, 1987.

GOFFMAN, ERWIN. Estigma: notas sobre la manipulación de la identidad estropeada. Traducción: Márcia Bandeira de Mello Leite Nunes. Río de Janeiro: Libros Técnicos y Científicos -LTC, 1988. 158 p.

MARTÍNEZ, VINÍCIO CARRILHO. Necrofascismo: nacionalfascismo, necropolítica, licantropía política, genocidio político. Curitiba: Editorial Brasil, 2022.

MARX, CARL. Prefacio a la Contribución a la Crítica de la Economía Política. São Paulo: Martins Fontes: 2003, p. 03-08.

SILVA, JOSANA CARLA GOMES DA SILVA. Doble excepcionalidad: identificación de altas capacidades o superdotación en adultos con discapacidad visual. Disertación (Maestría en Educación Especial). Universidad Federal de São Carlos. São Carlos: UFSCar, 231 ss. Disponible en: chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://repositorio.ufscar.br/bitstream/handle/ufscar/14750/Disserta%c3%a7%c3%a3o_Silva_JCG_2021.pdf?sequence=1&isAllowed=y.

SILVA, OTTO MARQUÉS. La epopeya ignorada: el discapacitado en la historia del mundo de ayer y de hoy. São Paulo: CEDAS, 1987. 470 p.

VYGOTSKY, LEV SEMENÓVICH. pensamiento y lenguaje. 2008.

Notas


[i] Igualmente, no es el propósito de este ensayo navegar por las formas más contundentes de negación de la Política, las formas más viscerales de ataque en conflicto con la sociabilidad y confrontación con niveles esenciales de Interacción Social, ya sean sistémicas, como limitaciones intrínsecas a cualquier social. sistema de respuestas igualmente sociales, ya sean los tipos de dolencias que se desarrollan a través de las crisis sistemáticas del capital financiero, como el fascismo clásico o el fascismo resistente, altamente reproductivo y ajustable a los tiempos de las redes antisociales y el Estado Rentista. Como ensayo tal vez ni siquiera necesitó el anuncio formal de sus objetivos; sin embargo, citaremos al menos uno: esbozar un “contrato social” en el que la sociabilidad sea la guía de la Interacción Social (como objeto de la Sociología) y en el contexto afirmativo de los Derechos Humanos Fundamentales – en el sentido de que son derechos fundamentales por gente pobre, excluida, negra, expropiada hasta del Principio de la Dignidad Humana.

[ii] Puede verse, puntualmente en el actual delineamiento histórico, la fuerza determinante que media docena de empresas globales de comunicación, tecnología y entretenimiento ejercen sobre el camino trazado hacia la propia inteligencia humana, condicionando los valores humanos a los hábitos de ostentación, consumismo, de “alienación de la política”, como quien huye de la lucha social en las calles al nido del sofá, con los dedos en alto para sellar o cancelar tesis, relaciones humanas, negocios u otras personas.


El sitio web de A Terra é Redonda existe gracias a nuestros lectores y simpatizantes.
Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
Haga clic aquí para ver cómo

Ver todos los artículos de

10 LO MÁS LEÍDO EN LOS ÚLTIMOS 7 DÍAS

Crónica de Machado de Assis sobre Tiradentes
Por FILIPE DE FREITAS GONÇALVES: Un análisis al estilo Machado de la elevación de los nombres y la significación republicana
Umberto Eco – la biblioteca del mundo
Por CARLOS EDUARDO ARAÚJO: Consideraciones sobre la película dirigida por Davide Ferrario.
Dialéctica y valor en Marx y los clásicos del marxismo
Por JADIR ANTUNES: Presentación del libro recientemente publicado por Zaira Vieira
El complejo Arcadia de la literatura brasileña
Por LUIS EUSTÁQUIO SOARES: Introducción del autor al libro recientemente publicado
Cultura y filosofía de la praxis
Por EDUARDO GRANJA COUTINHO: Prólogo del organizador de la colección recientemente lanzada
Ecología marxista en China
Por CHEN YIWEN: De la ecología de Karl Marx a la teoría de la ecocivilización socialista
Papa Francisco – contra la idolatría del capital
Por MICHAEL LÖWY: Las próximas semanas decidirán si Jorge Bergoglio fue sólo un paréntesis o si abrió un nuevo capítulo en la larga historia del catolicismo.
La debilidad de Dios
Por MARILIA PACHECO FIORILLO: Se retiró del mundo, angustiado por la degradación de su Creación. Sólo la acción humana puede recuperarlo.
Jorge Mario Bergoglio (1936-2025)
Por TALES AB´SÁBER: Breves consideraciones sobre el recientemente fallecido Papa Francisco
El consenso neoliberal
Por GILBERTO MARINGONI: Hay mínimas posibilidades de que el gobierno de Lula asuma banderas claramente de izquierda en lo que resta de su mandato, después de casi 30 meses de opciones económicas neoliberales.

BUSQUEDA

Buscar

Temas

NUEVAS PUBLICACIONES