por JOSÉ MACHADO MOITA NETO*
Aún no está claro el desenlace de los hechos que involucran al jefe del grupo Wagner
Comentar noticias de gran relevancia internacional es un riesgo diario para los periodistas que saben que formular una opinión sobre un escenario incierto corre el riesgo de ser contradicho en menos de 12 horas. Así que mi reseña puede sufrir un envejecimiento prematuro antes de que tengas tiempo de leerla. Para alejarme de las fuentes de información tradicionales, recurrí a BELTA, que es la agencia de noticias y portavoz del gobierno bielorruso. Toda la construcción narrativa del compromiso de Alexander Lukashenko con las negociaciones es exagerada, mostrando un papel único durante la crisis. De hecho, fue elegido por Vladimir Putin para ofrecer una salida honrosa al jefe del grupo Wagner, quien la aceptó; porque no tenía otra alternativa.
La lectura de la agencia de noticias de Bielorrusia (https://www.belta.by/) proporciona más pistas sobre la negociación política que condujo a la suspensión del movimiento. Uno de los breves dice: “El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, ayudó a superar con éxito la fase más aguda de la situación en Rusia, asociada con el intento de rebelión militar del jefe de la PMC Wagner, Yevgeny Prigozhin”. La apertura inmediata de un proceso penal por parte del Servicio Federal de Seguridad de Rusia contra el jefe del grupo Wagner lo convirtió en un blanco fácil para los militares, incluidos sus seguidores, llamados a dejar de seguir sus órdenes. Además, según BELTA, “El Ministerio de Defensa de la Federación Rusa calificó la situación con Yevgeny Prigozhin como una rebelión armada”. Esto acabó con las opciones de Yevgeny Prigozhin, obligándolo a aceptar cualquier salida que se le ofreciera en la negociación.
El objetivo de los rebeldes era presionar a Vladimir Putin para que los volviera a colocar en un escenario de protagonismo relevante en Ucrania, pero para eso necesitaban descalificar a los actuales mandos militares. Los incidentes no marcaron la ruptura de Putin con el jefe del grupo Wagner, pero sí dejaron claro que su riña con los jefes militares no encontró ningún apoyo en Putin. La decisión del alto mando de debilitar el papel del grupo Wagner en Ucrania fue respaldada por Vladimir Putin. La necesidad de transmitir una imagen de guerra limpia en Ucrania implicaba la purga pacífica o no pacífica del grupo Wagner. La obligación de los integrantes de firmar un contrato con el gobierno ruso, la reducción del apoyo logístico al grupo y, finalmente, los accidentes de “fuego amigo” provocaron la estrategia desesperada del grupo.
Lo que hicieron nunca llegó a amenazar la seguridad o el gobierno del estado ruso, como leyeron por primera vez los medios occidentales. Fue un movimiento político audaz que no funcionó. La declaración de Vladimir Putin de calificar el acto como traición a la patria fue la contraseña para que entendieran que el jefe del grupo Wagner había traspasado todos los límites. Era el fin de la bravuconería. La única solución posible era abandonar completa y rápidamente el lugar antes de que el Ministerio de Defensa y el Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas pusieran fin a esa “broma” política. En medio de una guerra, no se puede regodearse de los entes encargados de conducirla, ni siquiera de aquellos que gozan de la amistad del jefe de las fuerzas armadas.
El resultado de los eventos que involucran al jefe del grupo Wagner aún no está claro y la lectura que hago es que lo colocaron en un congelador en Bielorrusia para mantenerlo alejado de la Guerra de Ucrania. De hecho, su situación se parece a la de un arresto domiciliario, una especie de prisionero con la máscara de hierro; ya que tiene un potencial explosivo a favor o en contra de Vladimir Putin. La idea de Vladimir Putin es dejarlo latente en un ambiente monitoreado para reactivarlo cuando sea necesario. Tiene muchas alternativas de escape, ninguna para los países de la OTAN, pero en todos los escenarios podría terminar corriendo la misma suerte que otras deslealtades del gobierno ruso.
*José Machado Moita Neto es profesor jubilado de la Universidad Federal de Piauí (UFPI) e investigador de la UFDPar.
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