por ANDRÉ KAYSEL*
Para el pueblo paraguayo, vendrán otros cinco años de políticas neoliberales, precariedad laboral, servicios públicos desmantelados y, en caso de olas de protesta, represión.
Quien me conoce sabe que tengo importantes lazos afectivos, culturales y políticos con Paraguay. En este sentido, la contundente victoria de la Asociación Nacional Republicana (ANR), o “Partido Colorado”, una asociación tradicional de la derecha paraguaya, es personalmente dolorosa.
Con casi todos los votos contados, Santiago Peña (ANR) obtuvo cerca del 43% de los votos, contra poco más del 27% de los votos de Efraín Alegre (PLRA/concentracion nacional) y 21% para Paraguayo Cubas (Cruzada Nacional). La participación fue de alrededor del 63%, relativamente alta para los estándares de países vecinos.
Además de ganar la presidencia, los colorados todavía tomaron 15 de los 17 gobiernos departamentales y lograron la mayoría en la legislatura. En el Senado, por ejemplo, tenían 24 escaños, seguidos de los liberales con 12, de los Cruzada Nacional de Paraguayo Cubas, con 5 y solo una silla para el viejo Frente Guazú, con la reelección de la senadora Esperanza Martínez, quedando los demás para fuerzas de centro/centro-derecha, como Encuentro Nacional, de la candidata a vicepresidenta de Alegre, Soledad Núñez.
Para hacer un análisis fino de los resultados, necesitaría alguna información que no tengo, como la geografía de la votación. En cualquier caso, parece posible adelantar algunas conclusiones preliminares:
(i) Aún con el cerco estadounidense al expresidente Horacio Cartez, padrino político de Santiago Peña y principal financista de los colorados, la maquinaria electoral de los Asociación Nacional Republicana demostró una vez más su enorme eficacia, capilaridad y penetración en todo el país y en los más diversos sectores y clases de la sociedad paraguaya. Recuérdese que, desde 1947, sólo dejaron de estar en el poder entre 2008-2012, precisamente durante el mandato de Fernando Lugo.
(ii) Aunque el Partido Liberal tradicional sigue siendo una segunda fuerza, sufrió una gran derrota. Aquí cabe destacar el desgaste de Efraín Alegre, candidato por tercera vez, quien probablemente será eclipsado como líder de su partido y de la oposición.
(iii) Paraguayo Cubas, que adoptó el perfil de “alt-rightmezclándolo con un rescate del viejo nacionalismo conservador de los colorados, se erige por el momento como una tercera fuerza. En este sentido, su electorado popular, que representa el voto antisistema, tendrá que ser disputado en el futuro por quien quiera derrotar a la Asociación Nacional Republicana.
(iv) La izquierda paraguaya, con bases organizativas tradicionalmente frágiles y fragmentadas, pagó un alto precio por su división el año pasado, cuando un sector de la ex Frente Guazú no quiso seguir la candidatura de concertacion, prefiriendo apoyar al excanciller Euclides Azevedo, quien quedó en un muy lejano cuarto lugar. Además, revela cuánto dependía la izquierda del liderazgo personal de Fernando Lugo, apartado de la vida pública desde el año pasado, cuando cayó gravemente enfermo.
Finalmente, el tecnócrata Santiago Peña, sin base de poder propia en Asociación Nacional RepublicanaAhora tendrá que demostrar su valía al frente de una máquina, tan grande como hambrienta de puestos y dinero, dividida entre diferentes corrientes y líderes sectoriales. Su padrino Horacio Cartez respira aliviado, ya que ahora imagina poder apoyarse en su heredero para protegerse de la DEA y el FBI.
EEUU, por su parte, a pesar de la frustración momentánea de su injerencia contra Horacio Cartez, seguramente se llevará bien con el neoliberal y yupi Santiago Peña, quien también generó júbilo en la derecha regional, como lo demuestran las efusivas felicitaciones de representantes de Cambiemos en la Argentina. Finalmente, la embajada de Taiwán en Asunción también debe estar de celebración, ya que imagina poder garantizar uno de los pocos bastiones diplomáticos que quedan en el mundo por otros cinco años.
Para el pueblo paraguayo, vendrán cinco años más de políticas neoliberales, precariedad laboral, servicios públicos desguazados y, en caso de nuevas oleadas de protesta (como las de marzo de 2021), represión. Nada que no hayan sabido durante décadas. En cualquier caso, la derrota de Concierto Nacional lamentablemente sigue siendo una dura derrota para la generación que luchó por la redemocratización del país, que continúa bajo la égida del partido que apoyó a Alfredo Stroessner.
André Kaysel Profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp).
Publicado originalmente en la página de Facebook del autor.
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