por RONALD LEÓN NÚÑEZ*
El surgimiento de una corriente política con peso de masas, multiforme, igualmente de derecha e izquierda
El 17 de octubre de 1945, celebrado por el peronismo como el Día de la Lealtad, es una fecha tan contradictoria como inevitable para entender la historia argentina en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial y la dinámica política del movimiento obrero.
Es la fecha, por un lado, de una poderosa movilización encabezada por una renovada clase obrera, que invadió Buenos Aires para ocupar Plaza de Mayo y exigir la libertad del entonces coronel Juan Domingo Perón, detenido por el gobierno de turno, de de quien hizo parte. Y, por otro lado, el surgimiento del peronismo, uno de los movimientos nacionalistas burgueses más influyentes del siglo XX, impulsado por esta manifestación obrera, limitada por la ausencia de una alternativa genuinamente revolucionaria.
Ha surgido una corriente política con peso de masas, multiforme, tanto de derecha como de izquierda, que en estos casi 80 años se ha alimentado tanto del nacionalismo conservador como de la retórica “revolucionaria”, sin que ello impida que forme conciencias y controle las curso de política clase obrera argentina.
El contexto
El tema requiere considerar el impacto de la crisis capitalista mundial que se desató en 1929 y las características de lo que en Argentina se recuerda como la “década infame” (1930-1943), período marcado por el deterioro socioeconómico, la corrupción y el uso explícito de “fraude patriótico” en las elecciones, que comenzó con el golpe militar que derrocó al presidente Hipólito Yrigoyen.[i]
Ante la drástica reducción, producto de la crisis económica, del mercado europeo, principal destino de las exportaciones argentinas, el Reino Unido decidió privilegiar la compra de carne a la Comunidad de Naciones, formada por sus colonias y ex colonias.
La opulenta oligarquía argentina, que había acumulado fortunas impulsando un modelo económico agroexportador dependiente umbilicalmente del capital y el comercio británicos, trató desesperadamente de mantener su participación en ese mercado. El presidente Agustín P. Justo envió una misión a Londres.
El 1 de mayo de 1933, el vicepresidente argentino Julio A. Roca (hijo)[ii] y el encargado de negocios británico, Walter Runciman, firman un acuerdo de comercio de leones: el Reino Unido se ha comprometido a seguir comprando carne refrigerada de Argentina siempre que el precio sea el más bajo del mercado, y Argentina ha acordado que el 85% de estas exportaciones serían hecho a través de plantas empacadoras de carne de propiedad británica, mientras que las importaciones del Imperio están exentas de impuestos. Las libras esterlinas de las ventas de carne al Reino Unido se utilizarían para satisfacer las demandas de cambio de las empresas británicas que desean remitir dividendos a sus casas matrices. Además, se creó el Banco Central de la República Argentina, con un directorio de fuerte filiación británica. Por si fuera poco, el Pacto Roca-Runciman estableció el monopolio británico del transporte público en Buenos Aires.
La oligarquía argentina mostró una vez más su sumisión al capital imperialista. Esto podría resumirse en la declaración de Julio A. Roca (hijo) en 1940: “La Argentina, por su interdependencia recíproca, es, desde el punto de vista económico, parte integrante del Imperio Británico”.[iii]
Sin embargo, el recrudecimiento de la crisis económica, a lo largo de la década de 1930, llevó a sectores de la burguesía nativa a impulsar un limitado proceso de industrialización en sustitución de importaciones para abastecer el mercado interno ante las dificultades del comercio internacional. Este proceso de fomento de la industria ligera nacional se acentuaría con el inicio de la Segunda Guerra Mundial en Europa.
La industrialización, aunque limitada, estimuló una migración interna de miles de desocupados del campo hacia los grandes centros urbanos, principalmente Buenos Aires, Rosario y Córdoba. Esto dio lugar a un nuevo proletariado en las provincias, diferente al influido por la gran ola de inmigración europea entre 1880 y 1914,[iv] a quien la oligarquía calificó como “la escoria de los otros mares”. Las nuevas capas de la clase obrera no tenían experiencia sindical ni contacto con ideas anarquistas, socialdemócratas o comunistas.
Estos cambios internos estuvieron condicionados por el escenario internacional, marcado por la turbulencia de una profunda alteración en la correlación de fuerzas entre los imperialismos. Aunque el proceso comenzó mucho antes, es bien sabido que el fin de la Segunda Guerra Mundial impuso la hegemonía del imperialismo estadounidense sobre las demás potencias. Durante la década de 1930, la ofensiva comercial y política estadounidense en América Latina, disputando posiciones con el Reino Unido y Alemania, había sido intensa. Tras su entrada en la guerra europea en diciembre de 1941, la presión de Washington sobre los países sudamericanos para que rompieran relaciones con los países del Eje no escatimó en incentivos ni amenazas.
La relación con el nuevo orden imperialista que estaba surgiendo reveló una escisión en la burguesía argentina. Los sectores tradicionales, atados al modelo agroexportador, prefirieron permanecer bajo la tutela de familias británicas; otras fracciones de propiedad, como los sectores financiero, industrial y de cereales, vieron la necesidad de alinearse con los EE.UU., la potencia en ascenso. A pesar de estas contradicciones internas, las clases propietarias en su conjunto nunca cuestionaron la posición subordinada que seguirían ocupando en la nueva división internacional del trabajo.
En términos generales, este es el contexto histórico, nacional e internacional, en el que emergería el peronismo.
El golpe militar de 1943
El 4 de junio de 1943, un sector del alto mando del ejército, organizado en una especie de logia denominada GOU (Grupo de Oficiales Unidos), dio un golpe de Estado que derrocó al presidente Ramón Castillo. El evento marcó el final de la “década infame”.
El GOU, del que formaba parte el coronel Perón, defendía un programa nacionalista y anticomunista que, en cierta medida, tomaba la forma de una relativa resistencia a la entrada de Argentina en la órbita estadounidense.
La influencia fascista en el GOU (Grupo de Oficiales Unidos) fue notable. Perón, que estudió en Italia entre 1939 y 1941, no ocultó su entusiasmo por Mussolini: “Este gran Mussolini sabe lo que quiere y sabe el camino para lograr ese objetivo (…)”. En sus cartas expresaba admiración por la forma en que el fascismo “gobierna y administra, es decir, dirige el capital, el trabajo y las fuerzas espirituales de las que no se descuida”.[V]
El golpe de 1943 sirvió a los intereses inmediatos de las fracciones patronales ligadas al imperialismo británico. Al mismo tiempo, buscó resolver la crisis burguesa a partir de un gobierno fuerte, capaz de enfrentar el “peligro comunista”, es decir, poner fin a una eventual radicalización de la clase obrera y las masas populares en un escenario de crisis económica. crisis.
El temor de los patrones no era infundado. La clase obrera argentina se vio envuelta en durísimos enfrentamientos entre 1935 y 1937, con un punto álgido en 1936, con la huelga de la construcción civil en Buenos Aires. El conflicto estalló en octubre de 1935 y duró casi 100 días. Asambleas y movilizaciones masivas, comités de trabajo, piquetes de huelga, en fin, la dura resistencia de los trabajadores ensanchó el movimiento, generando una enorme solidaridad en los barrios obreros. Esto derivó en una huelga general el 8 y 9 de enero de 1936, con fuerte participación y enfrentamientos físicos con las fuerzas represivas del Estado. La patronal y el gobierno fueron derrotados: tuvieron que pagar los salarios exigidos; aceptar la jornada laboral de ocho horas; la existencia de comisiones paritarias para negociar salarios y condiciones de trabajo; y reconocer a la Federación de Trabajadores de la Construcción Civil.
El 2 de octubre de 1943 estalló una huelga entre los trabajadores de las empacadoras de carne. El régimen había detenido en Neuquén a José Peter, dirigente del sindicato de la carne y miembro del Partido Comunista (PC). Perón ordenó su traslado a Buenos Aires y le propuso poner fin a la huelga a cambio de su libertad y no despidos. Peter cedió y defendió el fin de la huelga ante seis mil trabajadores en el estadio Dock Sud, argumentando que no se podía detener el suministro de carne a las tropas aliadas que luchaban contra Hitler.
Los trabajadores volvieron al trabajo el 3 de octubre. Sin embargo, ni los patrones ni el gobierno cumplieron con su parte del trato y pasaron a la ofensiva. El 21 de octubre, la policía allanó las instalaciones de la Federación de Trabajadores de la Industria de la Carne (FOIC), arrestó a varios de sus miembros, incautó y remató sus bienes. El sindicato fue ilegalizado. José Peter volvió a prisión. Esta traición provocó un proceso de desconfianza y ruptura de la clase obrera con el PC, hecho que sería hábilmente aprovechado por Perón.
Entre los militares que tomaron el poder, quien mejor entendió el contexto sociopolítico e identificó el potencial de esta nueva clase trabajadora para convertirse tanto en un peligro para las clases dominantes como en una base social sólida para un proyecto político propio, fue el coronel Perón. .
El 10 de diciembre de 1943 asumió el modesto cargo de titular de la Secretaría del Trabajo y Seguridad Social. En este cargo impulsó una política sistemática de acercamiento a la clase obrera bajo el lema de promover la “justicia social”.
Durante su mandato se firmaron convenios colectivos y se establecieron indemnizaciones, vacaciones pagadas, aguinaldos y el Estatuto del Trabajador Rural, entre otros derechos básicos. La propaganda estatal presentaba estas conquistas como concesiones, regalos de un caudillo bienhechor. De esta manera, el coronel se ganó la confianza de la mayoría de la clase obrera, desplazando, mediante la cooptación y la violencia, a los ex dirigentes sindicales socialdemócratas o comunistas. Las traiciones de estos últimos, a su vez, facilitaron el proceso de peronización del sindicalismo argentino.
La política de “justicia social” y control estatal de los sindicatos buscaba socavar las bases de un posible estallido social, en un contexto convulso de guerra mundial. También fue la mejor manera de contener el potencial del comunismo. Perón lo dejó en evidencia en su célebre discurso a la Bolsa de Valores en 1944, cuando se dirigió a un auditorio conformado por la flor y nata de la oligarquía argentina: “Las masas trabajadoras desorganizadas presentan un panorama peligroso, porque la masa más peligrosa, sin duda, es el inorgánico. La experiencia moderna muestra que las masas obreras más organizadas son sin duda las que mejor pueden ser dirigidas y conducidas en todos los campos. La falta de una política social bien definida llevó a la formación en nuestro país de esta masa amorfa (...) Estas masas inorgánicas y abandonadas, sin cultura general, sin cultura política, fueron un terreno fértil para estos agitadores profesionales extranjeros. (...) una forma de resolver el problema de la agitación masiva, que es la verdadera justicia social en la medida de lo posible para la riqueza de su país y para su propia economía”.[VI]
En otras palabras, el Estado debe disciplinar a las “masas inorgánicas” para evitar que su descontento conduzca a la revolución social. Perón advirtió a los patrones sobre el peligro de ignorar la “desconexión natural de las masas”: “Pueden venir días de descontento (…) Está en nuestras manos acabar con la situación antes de que llegue a ese extremo, en el que todos los argentinos tendremos algo que hacer”. perderá, pérdida que será directamente proporcional a lo que cada uno tenga: el que tiene mucho lo perderá todo, y el que nada tiene no perderá nada. Y como los que nada tienen son mucho más que los que tienen mucho, el problema presenta ahora un punto de crisis tan grave como pocos pueden concebir”.[Vii]
La falacia de conciliar capital y trabajo, siempre repetida por Perón y los peronistas, debilitó la concepción de independencia y autoorganización de la clase obrera, desarmándola ante la patronal. En su discurso del 1 de mayo de 1944, Perón declaró: "Buscamos suprimir la lucha de clases, sustituyéndola por un justo acuerdo entre trabajadores y patrones, bajo el amparo de la justicia que emana del Estado". Luego acusó a “agitadores a sueldo, verdaderos vampiros sociales (…) Estos verdaderos gusanos son los enemigos de las conquistas sociales. Nos tomamos en serio estos problemas, seguros de que en su solución está la muerte de estos agentes de disociación”.[Viii] Esto sentó las bases para la persecución por parte de mafiosos, tanto dentro como fuera del mundo sindical, a los opositores al peronismo.
Según Perón, “el movimiento obrero es la columna vertebral del peronismo”. Ni tu cerebro, ni tu liderazgo.
17 octubre 1945
En plena crisis económica, la política de concesiones “desde arriba” a sectores de la clase trabajadora llegó a un límite. La oposición, entre los jefes y el ejército, a Perón creció en proporción a la popularidad del coronel.
El 9 de octubre de 1945, el general Eduardo Ávalos convocó al general Edelmiro Farrell, presidente de facto, para destituir a Perón de todos sus cargos (vicepresidente, ministro de la Guerra y secretario del Trabajo y Previsión Social). Al día siguiente, Perón cedió a las presiones y renunció a sus funciones, pero exigió salir en cadena nacional de radio.
En su discurso, identificó su posición en el poder como garantía de la continuidad de las conquistas sociales, invitando a los trabajadores a defenderlas: “La obra social que se realiza es de una consistencia tan firme que no cederá ante nada (…) Esta obra social , que sólo los trabajadores aprecian en su verdadero valor, también debe ser defendida por ellos en todos los ámbitos”[Ex]. Este discurso enfureció a sus oponentes. El 13 de octubre Perón fue detenido en la isla Martín García.
La noticia conmocionó a las masas desposeídas. El malestar pronto se extendió a las fábricas y los barrios obreros. La Confederación General del Trabajo (CGT) convocó un paro general para el día 18. Pero el pueblo trabajador no se hizo esperar. El 17 de octubre, interminables columnas de miles de trabajadores entraron en la educada Buenos Aires, marchando hacia la Casa de Gobierno. La bandera principal: ¡Libertad para Perón!
La acción espontánea de la clase obrera estalló abruptamente en el curso de los acontecimientos. La perplejidad de la burguesía y las clases medias del “París de América del Sur” -una mezcla de disgusto y horror ante lo que llamaron la “ola zoológica” del “cabezas negras” – estaba completo.
Farrell no tiene más remedio que negociar con Perón y le pide que contenga a las masas. Perón exige compromiso de convocar elecciones, en las que participaría.
Se llegó al acuerdo y el caudillo se presentó en la galería de la Casa de Gobierno ante las masas reunidas en la Plaza de Mayo. A Perón no le quedó otra tarea que desmovilizar la acción política independiente de la clase obrera. Era consciente de que había llegado el momento de la coronación, para capitalizar el descontento y el movimiento en su propio beneficio.
Haciendo un llamado a la desmovilización, no desaprovechó la oportunidad para predicar paciencia y confianza en las instituciones del Estado: “Mantengan la calma con la que siempre esperaron, hasta las mejoras que nunca llegaron. Tengamos fe en el futuro y en que las nuevas autoridades guiarán la nave del Estado hacia el destino al que todos aspiramos, como simples ciudadanos a su servicio. Sé que se han anunciado movilizaciones obreras. Por el momento, ya no hay ninguna razón para hacerlo. Por eso te pido, como hermano mayor, que regreses con calma a tu trabajo”.[X]
Y concluyó: “Que desde esta hora histórica para la República, el Coronel Perón sea el lazo de unión que haga indestructible la fraternidad entre el pueblo, el ejército y la policía. Que esta unión sea eterna e infinita, para que este pueblo crezca en esa unidad espiritual de las verdaderas y auténticas fuerzas de la nacionalidad y el orden”.[Xi]
Nace el peronismo. Un movimiento burgués con fuerte presencia en la clase obrera y en los sectores más pobres. Una corriente nacionalista, de base social policlasista, con el papel histórico de contener la movilización obrera y eliminar cualquier asomo de independencia política de la clase obrera.
El desprestigiado gobierno militar convocó elecciones presidenciales para el 24 de febrero de 1946. Gran parte del movimiento sindical impulsó la creación del Partido Laborista con el objetivo de viabilizar la candidatura de Perón.[Xii]
El caudillo ganó las elecciones con el 52% de los votos, derrotando a la Unión Democrática (UD), plataforma electoral que agrupaba a las fuerzas conservadoras -la mayoría de la Unión Cívica Radical (UCR), las principales cámaras y medios empresariales, y el presidente El ex embajador de EE. UU. Spruille Braden[Xiii] – a la que también se sumaron con entusiasmo el Partido Socialista y el PC.
Este último partido no sólo no comprendía a los nuevos contingentes del proletariado y su simpatía por Perón, sino que expresaba cierto desprecio por esta base social. El fragmento “El coronel mostró su elenco de delincuentes y bandoleros que el país ya tuvo la oportunidad de conocer los días 17 y 18 [de octubre de 1945] (…) Lo más lamentable es que, con ese elenco, logró arrastrar , por error, algunos elementos honestos de la clase obrera sin experiencia ni perspicacia política”[Xiv] se puede leer en orientacion, la prensa comunista, el 24 de octubre de 1945.
El PC caracterizó el nuevo fenómeno como “nazi-peronismo”. Ciertamente, había elementos que apoyaban esta definición.[Xv] Sin embargo, el problema fue que el apoyo obrero a Perón no suscitó entre los estalinistas argentinos una línea política que propusiera una salida independiente de la clase, sino la integración a un frente policlasista, encabezado por la UCR y con la aprobación de la embajada de EE.UU. EE.UU.
Nunca intentaron presentar una alternativa obrera, opuesta a Perón y la Unión Democrática. Tampoco podrían haberlo hecho. La concepción de la revolución argentina como “democrática burguesa” impuso una elección entre campos burgueses “progresistas” y “reaccionarios”. La orden de Moscú de impulsar los “frentes populares”, en el marco de una política de unidad con los imperialismos aliados, hizo que el PC se alineara sin reservas con el supuesto frente burgués “democrático”, la UD.
Con esta lógica, el partido que dirige Victorio Codovilla buscó unificar “a todos los partidos políticos tradicionales; la parte más consciente y militante del movimiento obrero y campesino, gran parte de la juventud obrera y campesina, la inmensa mayoría de la juventud universitaria, intelectuales y artistas, profesionales, profesores, funcionarios y clases medias; los sectores progresistas de la industria, el comercio, la agricultura, la ganadería y las finanzas, la mayoría del ejército y la marina, y parte de la policía, los sectores democráticos del catolicismo y toda la prensa del país, con excepción de los periódicos peronistas”.[Xvi]
El abandono total del Partido Comunista de una perspectiva clasista, internacionalista y revolucionaria fue un factor que contribuyó al surgimiento del peronismo en el movimiento obrero.
Con la astuta consigna “Braden o Perón”, el coronel fue elegido presidente en 1946. En los años siguientes se produjo una amplia reorganización del movimiento obrero; Se crearon sindicatos y comités internos por centro de trabajo. La contradicción fue la estricta supervisión estatal de este proceso.
El doble mecanismo de cooptación-represión operó con renovada fuerza para controlar los sindicatos. Los líderes sindicales no alineados con el peronismo, aquellos que Perón llamó “agitadores profesionales” o “agentes de la disociación”, fueron perseguidos sin tregua. La recuperación económica permitió un nuevo ciclo de concesiones y ayudas a la clase trabajadora. El culto a la personalidad de Perón y su esposa, Eva Duarte de Perón, ungida como “Cabeza Espiritual de la Patria”, hizo el resto.
Perón fue reelegido en 1951 y derrocado en un golpe militar reaccionario el 16 de septiembre de 1955, episodio que va más allá del alcance de estas líneas. Ante la quiebra de la socialdemocracia argentina y el estalinismo, la memoria de las masas trabajadoras quedaría impregnada de la idea de que “los días más felices siempre fueron los peronistas”.
El recuerdo del 17 de octubre de 1945 debe servir para reforzar una lección histórica. Ni patrones, ni caudillos, ni generales podrán liberar a la clase obrera: “la emancipación de la clase obrera debe ser obra de los propios trabajadores; porque la lucha por la emancipación de la clase obrera no es una lucha por los privilegios y monopolios de clase, sino por el establecimiento de la igualdad de derechos y deberes y por la abolición de todos los privilegios de clase.”[Xvii]
*Ronaldo León Núñez es doctor en historia por la USP. Autor, entre otros libros, de La guerra contra el Paraguay a debate (sunderman).
Notas
[i] El golpe de estado del 6 de septiembre de 1930 fue encabezado por el general José Félix Uriburu, admirador del fascismo italiano.
[ii] Hijo del General Julio Argentino Roca (1843-1914), expresidente y jefe de la llamada “Conquista del Desierto”.
[iii] rapport, m. Historia económica, política y social de Argentina (1880-2000). Buenos Aires: Macchi, 2000, pág. 235.
[iv] En 1914, un tercio de la población argentina estaba compuesta por extranjeros.
[V] https://www.infobae.com/sociedad/2019/09/29/peron-un-militar-admirador-de-mussolini-y-de-hitler-que-llego-a-la-politica-a-traves-de-un-golpe-de-estado/
[VI] http://archivoperonista.com/discursos/juan-domingo-peron/1944/discurso-en-bolsa-comercio/
[Vii] http://archivoperonista.com/discursos/juan-domingo-peron/1944/discurso-en-bolsa-comercio/
[Viii] http://constitucionweb.blogspot.com/2010/07/discurso-de-peron-en-el-dia-del.html
[Ex] http://archivoperonista.com/discursos/juan-domingo-peron/1945/speech-speech-secretaria-trabajo-prevision/
[X] http://archivoperonista.com/discursos/juan-domingo-peron/1945/discurso-ante-trabajadores-en-plaza-mayo/
[Xi] Ditto.
[Xii] El 23 de mayo de 1946, luego de su triunfo electoral, Perón comenzó a presionar para que el Partido Laborista y todos los sectores que lo apoyaban formaran un solo partido peronista. El Partido Laborista, tras un período de resistencia, se disolvió en julio de 1947.
[Xiii] El 23 de octubre de 1945, Braden asumiría el cargo de Subsecretario de Estado de los Estados Unidos para Asuntos Republicanos Estadounidenses.
[Xiv] Mittelman, G. El Partido Comunista de Argentina y los orígenes del peronismo. Un análisis desde su estrategia del Frente Popular. Disponible: https://journals.openedition.org/nuevomundo/85504.
[Xv] Durante el primer gobierno de Perón, cientos de criminales nazis como Adolf Eichmann y Josef Mengele encontraron refugio en Argentina. Según Perón, los juicios de Nuremberg fueron una “infamia”.
[Xvi] Codovilla, v. Derrotar al nazi-peronismo para abrir una era de libertad y progreso. Buenos Aires: Anteo, 1946, pág. 18
[Xvii] Estatutos Generales de la Asociación Internacional de Trabajadores, Primera Internacional. Disponible: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1860s/1864-est.htm.
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