Nota sobre el desarrollo del sur global

Imagen: Aksonsat Uanthoeng
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por BRUNO MACHADO*

El socialismo es la única esperanza para el desarrollo económico pacífico de los países periféricos del mundo.

El sistema capitalista se ha entendido durante mucho tiempo como un sistema económico global que funciona sobre una base de centro-periferia. Para que los países centrales tengan desarrollo tecnológico y alta productividad laboral sin reducir los márgenes de ganancia, es necesario que estos países exploten la mano de obra y los recursos naturales de los países periféricos. Con el avance tecnológico que ha ocurrido en los países centrales, la participación del capital fijo (máquinas) se eleva en relación al capital variable (trabajo humano), reduciendo el margen de ganancia de la plusvalía. Esta reducción se ve compensada por las superganancias y la expansión de los mercados de consumo y la explotación de los recursos naturales en los países periféricos.

La consecuencia directa de esta relación económica en el campo de la política es el imperialismo de los países centrales sobre los periféricos, que no depende de ningún factor moral, siendo de hecho una necesidad material para el mantenimiento del sistema capitalista global. El imperialismo sostiene al capitalismo, sin la acción política que organiza los cuerpos y la naturaleza, no hay mantenimiento de ningún sistema económico.

Una consecuencia de este sistema es el carácter de competencia total entre cada país y cada región del planeta. Los países centrales libran guerras en formas militares, económicas y políticas para dominar una mayor parte de los recursos humanos y naturales disponibles en los países periféricos. Y los países periféricos compiten entre sí por el excedente de capital de los países centrales que buscan nuevas regiones del mundo con mayor margen de ganancia realizable, porque estos países tienen menor desarrollo tecnológico y, por tanto, mayor participación de capital variable en la formación de capital. capital local, que permite mayores tasas de plusvalía, es decir, mayores tasas de ganancia.

Impedidos de desarrollar sus medios de producción por la subordinación política y económica que sufren en el sistema centro-periferia, estos países periféricos se quedan con el retraso en el desarrollo producto de la inversión extranjera proveniente de los países centrales. Esta relación genera una doble dependencia desigual: los países centrales necesitan de los países periféricos con sus mercados de consumo, su mano de obra barata y sus recursos naturales; y los países periféricos necesitan de los países centrales con sus inversiones en dólares para brindarles un desarrollo económico lento, sin avances tecnológicos expresivos y altamente inestables financieramente por la dependencia del capital extranjero.

Por tales razones de dependencia, política y, en última instancia, militar, no se permite el desarrollo económico de los países periféricos en el sistema capitalista global. Las excepciones a esta regla fueron la Unión Soviética y China, que confrontaron el sistema económico imperante en términos de política, militarismo, economía e incluso cultura, con el fin de buscar mantener su existencia.

La Unión Soviética no ha tenido tanto éxito como China, hasta el momento presente. Por otro lado, estaba el desarrollo económico de Corea, Taiwán y otros países y regiones anteriormente periféricos que tuvieron su desarrollo facilitado por los países centrales como estrategia geopolítica en la Guerra Fría. Si no hubiera existido la Unión Soviética como amenaza a la hegemonía estadounidense, Corea del Sur no se habría desarrollado económicamente como lo hizo, con el apoyo económico y militar de Estados Unidos y Japón.

El desarrollo reciente de China a principios del siglo XXI impulsó el crecimiento del PIB en varios países del mundo, incluidos EE. UU. y Brasil, lo que demuestra que el desarrollo económico de un país periférico también puede ser beneficioso para los países centrales. El progreso tecnológico de la humanidad interesa a todo el planeta. Sin embargo, el carácter competitivo, imperialista y explotador de los países centrales del sistema capitalista siempre boicoteará el desarrollo económico de los países periféricos, como sucedió con el Brasil de Getúlio Vargas y más recientemente con Dilma Rousseff.

El modelo económico socialista, o al menos lo que más se acerca a este modelo teórico en el mundo actual (el modelo económico chino), ha demostrado ser mucho más tolerante y cooperativo con los países periféricos del mundo que el modelo económico estadounidense. Por lo tanto, ya sea con China al frente de este proceso o con otro país, el socialismo es la única esperanza para el desarrollo económico pacífico de los países periféricos del mundo.

Al basarse en el aumento de la productividad del trabajo, que depende del progreso tecnológico y del dominio de la naturaleza, el modelo económico socialista permite un desarrollo no explotador y no dependiente en el centro y la periferia del capitalismo tal como se establece hoy en el mundo. Mientras el modelo económico actual en el mundo sea capitalista, lo que estará en el centro del desarrollo económico siempre será la ganancia, la cual depende de la explotación de la plusvalía del capital variable en la formación de capital en cada país, y para ello Por eso, el imperialismo siempre será una barrera casi infranqueable para países periféricos como Brasil.

*Bruno Machado es ingeniero

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