por PEDRO HENRIQUE M.ANICETO*
La superficialización de los objetos culturales se ha convertido en un fenómeno cada vez más presente
En el mundo contemporáneo, la superficialización de los objetos culturales se ha convertido en un fenómeno cada vez más presente. Esta tendencia puede entenderse bajo una lógica económica y antropológica, relacionada con la industria cultural y la evolución de las redes sociales asociadas a la sociedad del espectáculo. En este artículo exploraremos este fenómeno, sin embargo, vale la pena mencionar que este análisis no pretende crear un juicio de valor en relación a la supuesta cultura “alta” y “baja”, sino resaltar un fenómeno global que ocurre en el mundo contemporáneo.
La industria cultural, según la teorización de los filósofos Theodor Adorno y Max Horkheimer, describe la producción en masa de bienes culturales como películas, música, programas de televisión y otros productos mediáticos. Desde esta perspectiva, la cultura es tratada como una mercancía y su principal objetivo es generar ganancias. Bajo esta lógica económica, los objetos culturales se producen de forma estandarizada, con el objetivo de llegar a un público amplio y maximizar las ganancias financieras.
Esta estandarización de la cultura contribuye a su superficialización, que, para llegar a un público más amplio, muchas veces es necesario simplificar y diluir los contenidos, lo que se traduce en una pérdida de complejidad y profundidad. En este sentido, los elementos reflexivos y desafiantes suelen ser reemplazados por narraciones predecibles y estereotipadas. Así que la creatividad y la originalidad se sacrifican en favor de fórmulas probadas y probadas para el éxito. En última instancia, la cultura se vuelve superficial, desprovista de significado y análisis más profundo.
La evolución de las redes sociales juega un papel clave en la superficialización de los objetos de cultura, ya que con el surgimiento y popularización de las redes sociales, la atención del público se ha convertido en un bien valioso. Las plataformas digitales compiten entre sí por la atención de los usuarios y el contenido que logra captar esta atención de forma rápida y sencilla termina siendo privilegiado.
En este contexto, la sociedad del espectáculo, concepto desarrollado por el filósofo Guy Debord, ejerce una influencia significativa, ya que valora la imagen y la apariencia en detrimento de la esencia y el contenido. En las redes sociales es habitual observar la búsqueda de la imagen perfecta, el culto a la superficialidad y el consumo instantáneo. La atención de la audiencia a menudo se dirige al espectáculo momentáneo, mientras que la reflexión crítica y el análisis en profundidad quedan fuera.
Para ilustrar este proceso de superficialización, podemos analizar algunas letras de canciones contemporáneas. Si bien es importante resaltar que estos ejemplos no reflejan toda la diversidad de la producción musical actual, permiten observar algunos elementos característicos de este fenómeno. Por ejemplo, muchas canciones populares presentan letras que se enfocan en temas superficiales como fiestas, relaciones superficiales, consumo excesivo de alcohol e imagen corporal. Las letras tienden a ser simplificadas, con estructuras repetitivas y rimas fáciles. La creatividad lírica y la profundidad temática a menudo se sacrifican por la capacidad de captar la atención inmediata del oyente.
Por otro lado, cuando examinamos obras musicales de épocas anteriores, como canciones de los movimientos contraculturales de la década de 1960, encontramos un enfoque más comprometido y crítico. letras como Soplando en el viento, de Bob Dylan, o Imagine, de John Lennon, estuvieron marcados por la profundidad conceptual y un llamado a la reflexión sobre cuestiones sociales, políticas y existenciales. Estas canciones buscaban estimular la conciencia del oyente, cuestionar el status quo y proponer transformaciones sociales.
El mismo fenómeno se puede observar en el cine contemporáneo. Muchas películas se centran en narrativas superficiales, llenas de clichés y efectos especiales deslumbrantes, pero carecen de un enfoque más profundo de los temas. Las tramas predecibles, los personajes estereotipados y el diálogo simplificado son características comunes. Por el contrario, clásicos del cine como Ciudadano Kane, de Orson Welles, o 2001: Una Odisea en el Espacio, de Stanley Kubrick, presentan una complejidad narrativa y simbólica que desafía al espectador a reflexionar sobre los aspectos más profundos de la existencia humana.
Es importante recalcar que no se trata de menospreciar o descalificar estas producciones, sino de identificar un patrón presente en una parte importante de la música popular contemporánea. El análisis de estas letras no pretende juzgar la calidad artística, sino resaltar el proceso de superficialización cultural que se da en nuestro contexto sociocultural.
Por tanto, se trata de un fenómeno complejo, relacionado con la lógica económica de la industria cultural y la influencia de las redes sociales asociadas a la sociedad del espectáculo, que se traduce en la pérdida de complejidad y profundidad de los objetos culturales, que se producen de una forma diferente. estandarizado y simplificado para satisfacer una demanda de consumo inmediato. El análisis de las letras de canciones contemporáneas nos permite observar este proceso, con énfasis en temas superficiales y estructuras líricas simplificadas.
Para hacer frente a esta tendencia a la superficialidad, es necesario promover una cultura que valore la diversidad, la creatividad y la reflexión crítica. Es importante buscar una apreciación más amplia e inclusiva de las diversas expresiones culturales, reconociendo que la cultura es un fenómeno multifacético y dinámico. Solo así podremos desarrollar una sociedad que valore la profundidad y la complejidad cultural, yendo más allá de las apariencias y el consumo superficial.
*Pedro Henrique M.Aniceto estudia economía en la Universidad Federal de Juiz de Fora (UFJF).
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