¡En medio del camino había un virus!

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Ahora todos los letreros deben estar cerrados. Es grave. Sí. ¿Es el fin del mundo? Claro que no. La humanidad, si pone la ciencia al servicio de la vida y no del lucro, superará este

por Chico Aléncar*

Las ciudades no pueden parar. La economía no puede parar. No podemos parar. Solo que no.

No se inicia un desfile mundial virtuoso y necesario por el clima, contra el hambre, por una sociedad menos consumista, más justa y democrática. Infelizmente no. Quien está paralizando los engranajes del sistema, como ningún revolucionario podría hacerlo, es un virus microscópico, en una nueva y aún desconocida "edición".

“Perdónenme por la prisa, es el alma de nuestro negocio”, cantó Paulinho da Viola. Ahora todos los letreros deben estar cerrados. Es grave. Sí. ¿Es el fin del mundo? Claro que no. La humanidad, si pone la ciencia al servicio de la vida y no del lucro, superará más a ésta.

China, donde se notaron los primeros casos de la enfermedad, ya está, a través de un esfuerzo colectivo y riguroso, reduciendo los episodios. Curva descendente de la epidemia, ahí. Al alza en Europa, el nuevo epicentro, y en América, y en Brasil. ¡Esto no es exageración ni fantasía, señores del poder!

Escuchar a la ciencia, que ya avanza en descubrir la génesis y combatir la pandemia, es fundamental. Tenga cuidado práctico, literalmente al alcance de su mano, también. Sin pánico, sin falta de atención.

No agruparse, en ese momento, es ser socialmente responsable. Sólo los fanáticos de la “negación”, contagiados de ira, no comprenden. O replican las pequeñas reuniones autoritarias de la política malsana.

¡De la angustia a la reinvención!

¡Esta corona nos provoca! Quién sabe, tal vez incluso nos ayude a ser más atentos, solidarios, generosos. Aprender a poner en orden nuestros valores: primero, cuidar. Con la vida, con los demás, con la naturaleza.

Aprende, la empresa privada, que es necesario reducir la codicia y la jornada laboral, cambiar turnos, reducir las prisas del transporte abarrotado, garantizando empleos y salarios. Aprender a trabajar desde casa, los que tienen trabajo, casi un privilegio en este nuevo (?) (des)orden mundial.

Aprender a tener disciplina individual, sin la presión social de la oficina, la tienda, la fábrica, la escuela, que fuimos guiados a entender como los únicos “lugares” productivos.

Aprender a no ir al centro comercial: estos templos modernos del "Dios del mercado". Aprenda a no dejarse impresionar por la especulación bursátil, la nefasta y oportunista ciranda del capital financiero, que afecta incluso a los pequeños ahorradores.

Aprender a –sin cine, teatro, fútbol, ​​conciertos– leer un buen libro y retomar conversaciones largamente interrumpidas. Aprende a meditar, reza, déjate invadir por el arte, ¿por qué no? En Italia, los rincones cantados de las ventanas de aislamiento forman un hermoso coro de esperanza.

Volver a aprender a vivir: a encontrar el universo en un grano de arena, a recorrer el mundo sin salir de casa. Disfrutad del buen contagio de vuestros más allegados, sabiendo que representan nuestra Humanidad plural, de la que momentáneamente estamos separados.

Pronto nos volveremos a encontrar, agregó: sin tantas muertes que llorar, con tantos “virus” que propagar: el de la fraternidad, el de la generosidad, el del respeto a la igualdad de todos los seres humanos y su rica y sana diversidad.

*chico alencar es profesor, escritor y exdiputado federal por PT y PSOL

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