por RICARDO MUSSÉ*
Las manifestaciones de multimillonarios brasileños sobre “Bolsonaro Fuera”
Existe un intenso debate público dentro de la centroizquierda e incluso de la derecha tradicional – expresado en lo que queda de la opinión pública brasileña – sobre qué hacer con Jair M. Bolsonaro. En él, casi no se escucha una palabra del sector más poderoso de la sociedad, la clase capitalista. Entidades representativas del capital agrario, industrial y financiero (CNA, CNI, Fiesp, Fierj, Febraban, etc.) guardan un silencio ensordecedor, en medio de los rapapés con el ministro Paulo Guedes. Un dicho popular en la época de la dictadura militar, “quien calla, consiente”, cobra así gran actualidad.
Mientras tanto, a partir de comentarios del periodismo político, se difunden ideologías destinadas a encubrir la (ir)responsabilidad de la clase dominante brasileña. Contrariamente a la lógica, sostienen que el gobierno genocida, antinacional y disruptivo se mantiene porque: (a) su caída no interesaría al PT, a Lula ya la izquierda en general; (b) la división de la izquierda impediría la acción conjunta; (c) Bolsonaristas, con su industria noticias falsas, aseguraría la popularidad del individuo por el momento presidente. El producto más reciente de esta “fábrica de ideologías” es la imputación de culpas a los sectores más pobres de la población, imaginariamente convertidos al bolsonarismo por el pago de ayudas de emergencia, desatando así el discurso moral que desborda en tonos supuestamente refinados los prejuicios de clase.
Los miembros del selecto club de los multimillonarios brasileños comienzan, sin embargo, a manifestarse. Como siempre ocurre en los tribunales, el primero en hablar es el bufón. Fernando Henrique Cardoso, en entrevistas y en una serie de publicaciones en las redes sociales, se posicionó explícitamente en contra del juicio político, recomendando paciencia histórica, tolerancia e incluso “respeto al voto popular” (sic) [1]. En su publicación más reciente en Twitter se coloca como asesor del presidente siguiendo los movimientos de Roberto Jefferson y Michel Temer.
La clase capitalista brasileña está y estará eternamente agradecida con la FHC. En el ejercicio de la presidencia, adoptó la paridad del Real, transformando instantáneamente con este golpe mágico a los millonarios y multimillonarios locales, tenedores de nuevos cruzeiros, en poseedores de fortunas en dólares. Hasta el día de hoy, la nación paga el billonario costo de esto en forma de intereses sobre la deuda pública. Natural, por tanto, que FHC, con su vanidad estratosférica, se posicione como dirección política y formuladora programática de la clase capitalista. Es, sin embargo, una inversión ideológica. Su decadencia moral puede describirse mediante un eslogan: “de príncipe de la sociología a lacayo del capital”.
Abílio Diniz – un multimillonario que debe su fortuna a la competencia de los directores generales del grupo Pão de Açucar, pero plantea hombre hecho a sí mismo –, ahora rentista/inversor, publicó un artículo en el periódico Folha de S. Pablo, el 06 de junio de 2020, reafirmando su apoyo a la agenda “puente al futuro”, renovada por el programa de reformas de Paulo Guedes (sic). Ali repite el mantra del equipo económico de que “no faltan recursos en el mundo de tipos de interés negativos ni inversores interesados”. Hace un llamado al Congreso por estabilidad jurídica y normas jurídicas (en lo que se escuchó puntualmente, véase la votación de la Ley Marco de Saneamiento) y exige celeridad, en el camino abierto por el ministro Ricardo Salles.
João Moreira Salles, socio del conglomerado financiero Itaú-Unibanco-BBA, uno de los diez brasileños más ricos según datos recogidos por la revista Forbes [3], publicó un artículo en el número de julio de la revista Piauí [4]. Mecenas, cineasta, escritor y periodista, João es reconocido como el miembro más brillante de esta generación de herederos intelectuales multimillonarios.
El artículo –como siempre muy bien redactado y que no se deja empañar por la pseudoerudición– esboza un impecable retrato de la figura de Jair M. Bolsonaro y los actos de su (mal)gobierno. Se disecciona la personalidad del presidente desde su actitud pública ante el duelo, desde la constatación de que su “reacción ante el sufrimiento de los demás adopta sólo dos formas: júbilo o indiferencia”. El desprecio de Bolsonaro por los muertos por la pandemia, cristalizado en su discurso “¿Y qué?”, se contrasta con el éxtasis y la voluptuosidad ante la violencia contra los constituidos como “enemigos”. A través del culto a las armas, la amoralidad se presenta como “liberadora”, y la pulsión más primitiva se manifiesta con tal intensidad que – concluye Moreira Salles – “la muerte lo excita”.
El análisis de Salles considera el discurso pronunciado por Jair M. Bolsonaro en la cena en la residencia del embajador de Brasil en Washington, el 18 de marzo de 2019, como carta de programa de gobierno, frente a la “crema” de la extrema derecha norteamericana [5 ] En la frase resumen de este breve discurso dice: “Brasil no es un terreno abierto donde pretendemos construir cosas para nuestra gente (…) tenemos que deconstruir mucho”. Moreira Salles enumera la serie de acciones que convirtieron al país en una “tierra baldía”.
Después de definir el fenómeno, la lógica exige la determinación de sus causas. Salles no está exento de las exigencias que plantea la ciencia moderna. Depois de destacar, com muita pertinência as diferenças entre Bolsonaro e os demais autocratas de plantão – Viktor Orbán, Recep Erdogan, Narendra Modi, Vladimir Putin etc., legitimados em certa medida pela eficiência de suas gestões – fornece uma explicação sintetizada em um parágrafo: "Es eso. En 1964 se tomó el poder por la fuerza. En 2018, 57,7 millones de brasileños apoyaron la peor versión de un régimen odioso. Otros 11 millones se anularon o votaron en blanco. Al final, quizás era inevitable que llegáramos a esto. Bolsonaro no es diferente del país que lo eligió. No todo Brasil, ni siquiera la mayor parte de Brasil (una esperanza), pero una parte significativa de Brasil es como Bolsonaro. Violento, racista, misógino, homófobo, inculto, indiferente. Malvado".
La disparidad entre el espacio dedicado a la explicación y el dedicado al relato del fenómeno (48 párrafos) es asombrosa. A esto se suma el desajuste entre la potencia de la descripción y la aparente sencillez de la interpretación. Digo aparente porque allí se condensan algunos temas recurrentes en la interpretación pseudocientífica del país, como la tesis implícita –recurrente justificación del golpe de Estado udenista– de que los brasileños siempre se equivocan al elegir a sus gobernantes.
Em Historia y conciencia de clase, Georg Lukács elaboró la famosa distinción entre la conciencia de clase del proletariado y la de la burguesía. Según él, la conciencia de clase de los dueños del capital (y sus representantes), o como él prefiere llamarla, su “inconsciencia” – delimitada por la función histórica práctica de esta clase – les impide comprender el origen de las configuraciones sociales. . La clase en su conjunto, así como los individuos que la componen, están sujetos a esta barrera [6]. Las principales características de esta carencia reflexiva son el desconocimiento de la historia con la naturalización del presente y el apego a los datos inmediatos que contribuyen al ocultamiento de las relaciones sociales.
El artículo de João Moreira Salles no tiene en cuenta: (a) ni la historia reciente (desde el no reconocimiento por parte del PSDB de la legitimidad de la elección de Dilma Roussef en 2014, pasando por el golpe de Estado de 2016, que culminó con la detención y el silencio a la que fue condenado el principal líder de la izquierda durante el proceso electoral de 2018); ni la historia social de Brasil (el legado de la esclavitud, la inquisición, el patriarcado y el patrimonialismo), por no hablar de las configuraciones autoritarias recurrentes durante los siglos de predominio de la sociabilidad capitalista.
En las imágenes de esta operación de transmutación de la historia en naturaleza, la frase de João Salles encaja como anillo al dedo: “quizás era inevitable que llegáramos a esto”. Esta no es solo una postura resignada, como parece a primera vista. En esta actitud meramente contemplativa, aún prevalece para la clase capitalista brasileña el diagnóstico formulado por Lukács en 1920: “La burguesía, acorralada en una posición defensiva, lucha sólo por su subsistencia (por muy agresivos que sean sus medios de lucha), ha perdido irremediablemente la fuerza impulsora”[7].
*ricardo muse Es profesor del Departamento de Sociología de la USP.
Notas
[1] Cfr. https://twitter.com/FHC; https://radiojornal.ne10.uol.com.br/noticia/2020/06/26/acho-que-tem-que-ter-um-pouco-mais-de-tolerancia-diz-fhc-sobre-impeachment-de-jair-bolsonaro-190740.
[ 2 ] https://www1.folha.uol.com.br/opiniao/2020/06/o-obvio-tornou-se-incontornavel.shtml.
[ 3 ] https://economia.uol.com.br/noticias/redacao/2019/03/05/bilionarios-forbes-brasil-brasileiros.htm.
[ 4 ] https://piaui.folha.uol.com.br/materia/a-morte-no-governo-bolsonaro/.
[ 5 ] https://www.youtube.com/watch?v=dm9j0eS5iWY.
[6] Cfr. Georg Lukács. Historia y conciencia de clase, PAG. 383-384. São Paulo, WMF Martins Fontes, 2003. Para un comentario sobre este tema ver Ricardo Musse. “Racionalismo y Cosificación en Historia y conciencia de clase”. en: revista tiempo social, v. 30, núm. 3, pág. 5-24. São Paulo, FFLCH-USP, 2018.
[7] Jorge Lukács. Historia y conciencia de clase, P. 170.