por THIAGO BLOSS DE ARAÚJO*
La conducta suicida y el destino del sufrimiento ético-político
La actual temporada de Gran Hermano Brasil es la que más capilarizó, entre la población en general, las polémicas y controversias que suelen caracterizar al programa, llegando incluso a llamar la atención de personas que saben poco sobre su existencia. Lamentablemente, la espectacularización de la violencia y la tortura que promueve este reality no es nueva. Sin embargo, por primera vez un participante (Lucas), luego de sufrir formas recurrentes de vejaciones, decidió abandonar el programa.
Lucas, un joven negro, pobre y bisexual, trágicamente forma parte de los segmentos que más sufren la violencia y también más se suicidan en Brasil, a saber: la población pobre, no blanca y LGBTQIA+. Estos segmentos, estructuralmente deteriorados, revelan la evidente correlación entre la violencia (física o simbólica) y la conducta suicida.
A pesar de que Gran Hermano es uno de los muchos programas constituidos a través de la mentira planificada y gestionada de la industria cultural, es innegable que reproduce (en partes) las dinámicas sociales. Un entorno compuesto por un grupo de individuos en aislamiento, en competencia directa, constantemente vigilados, despojados de espontaneidad y forzados al individualismo extremo para sobrevivir en la competencia, se parece (¡y mucho!) a la etapa actual del capitalismo de vigilancia pandémica, cuyo esencial base está formada por trabajadores de aplicación precaria.
En este sentido, el programa también reproduce inevitablemente la violencia social del racismo, la homotransfobia y la aporofobia, que impregna en mayor o menor medida la formación subjetiva de todos. Lucas, frágil desde el principio, se convirtió en el blanco de la jerarquía que allí se formó, sufriendo una intensa persecución y vejaciones televisadas. El vértice de esta violencia irracional, que culminó en su desistimiento, se produjo poco después de expresar la espontaneidad de su deseo, en la que protagonizó, junto a Gilberto, el primer beso entre hombres en la historia del programa. Esta rara libre expresión del deseo fue inmediatamente castigada, invalidada, silenciada.
Efectivamente, en un programa de televisión, que es artificial en su base, todavía existe la opción de renunciar. ¿Y en la realidad concreta? Lucas, en su retirada, escenificó espectacularmente “la salida” que encuentra la población no blanca, pobre, periférica, LGBTQIA+ vulnerada dentro de una sociedad heterocisnormativa blanca burguesa: el suicidio.
Su sufrimiento es el resultado de las relaciones de poder, por lo tanto, es un sufrimiento esencialmente político. A pesar de expresarse en el individuo, es un sufrimiento particular y, al mismo tiempo, universal. Revela el sufrimiento psíquico del individuo, de sus semejantes y de todas las generaciones que le precedieron, oprimidos por motivos de raza, clase y orientación sexual durante siglos. Este sufrimiento ético-político, al mismo tiempo que está presente, expresa una larga historia de violencia y dominación, lo que hace que el suicidio de esa población sea algo ambiguo, mucho más cercano al homicidio. En este sentido, el programa repite la realidad social: impide que Lucas sea y exista como él quiere ser y existir.
Que su inesperada partida, tras sucesivos episodios de tortura espectacularmente explorados por el reality show, revele cuánto sufrimiento psíquico no puede reducirse a un mero fenómeno individual, es decir, no es una mera expresión de la incapacidad interna del individuo para adaptarse a las relaciones con unos con otros y con el mundo; mucho menos fruto de una “falta de resiliencia”, palabra muy de moda en la actual etapa pandémica del capitalismo.
Al contrario, este sufrimiento no es el resultado de una inadaptación, sino de un exceso de adaptación del individuo a las relaciones de poder, material e históricamente constituidas, que lo atraviesan desde su nacimiento y lo mutilan en sus figuras de libertad, en tu espontaneidad, en tu deseo. La negación de la subjetividad y el abandono de la vida, la violencia y el suicidio son fenómenos inseparables de la realidad brasileña. Este es uno de los destinos del sufrimiento ético-político.
Finalmente, a los que defienden con uñas y dientes el poder de superación del individuo, les pregunto: después de toda la tortura transmitida en vivo, ¿se atreverían a decir que Lucas se fue del Gran Hermano Brasil por su falta de resiliencia?
* Thiago Bloss de Araújo Máster en Psicología Social por la Universidad de São Paulo (USP).