Milicia neofascismo y neoliberalismo

Imagen: Javier González
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por LUIZ MARQUÉS*

La lucha contra el neofascismo de las milicias es inseparable de la lucha contra el neoliberalismo

A mediados de la década de 1990, la discusión sobre si el gobierno de Fernando Henrique Cardoso tenía una inclinación “neoliberal” encontró resistencia por parte de sectores de izquierda. El “respeto a las instituciones de la República” y al “sistema de reglas del juego”, en el sentido del filósofo y jurista Norberto Bobbio, hizo que parte de la oposición rechazara la mancha desprestigiadora.

El debate fue importante para la definición del patrón de confrontación con el gobierno del presidente que se presentó como de centroizquierda. “Tercera vía”, en la expresión acuñada por el sociólogo Anthony Giddens. El ilusionismo convenció a los que querían ser convencidos, aunque las afinidades del tucán indicaban el evidente alineamiento con el atavismo del atraso, que se presentaba con el fino ropaje de la neomodernidad para reencantar a los desencantados.

Se explicó la confusión conceptual. La Constitución Federal (1988), considerada como “ciudadana” por Ulysses Guimarães, contemplaba derechos sociales frente a las proféticas administraciones de Ronald Reagan (Estados Unidos) y Margaret Thatcher (Inglaterra). Además, el Consenso de Washington (1989), que enumeraba los diez puntos virulentos aplaudidos por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, seguía siendo una enfermedad asintomática.

No había cifras comparativas entre los países que empezaban a adoptar el modelo basado en los ideales de Manchester. Sonaba prematuro evaluar el salto, desde las teorías esbozadas en el Coloquio de Walter Lippmann (1938) y en la Sociedad de Mont-Pèlerin (1947), al núcleo de las políticas económicas de naciones dispuestas a implementar las recetas de Friedrich von Hayek , Ludwig von Mises y Milton Friedman: el núcleo duro de laissez-faire.

ideas de mercado libre

El trabajo de Hayek (El camino de la servidumbre, Ed. LVM), traducido al portugués, fue relegado a la “crítica de roedores rata” durante dos décadas. Floreció con la creación del Instituto de Investigaciones y Estudios Sociales (IPES, 1961), con el apoyo de Eugênio Gudin, que tenía en su currículo la redacción del Proyecto de Ley que instituyó la carrera de Economía en Brasil, y el empresario farmacéutico, activo y bien relacionado, Paulo Ayres F°. Ambos, partícipes de la articulación del golpe cívico-militar, de triste recuerdo. El antiguo Instituto Brasileño de Filosofía (IBF, 1949) y la joven Sociedade Convívio (1962) apoyaron las actividades promovidas por el IPES, que obtuvo del dictador no intervencionista, Mariscal Humberto Castello Branco, el premio de “órgano de utilidad pública”. Acción real entre amigos.

Se inició la circulación de ideas a favor del libre mercado, que de manera incipiente penetraron en las Fuerzas Armadas. Sin embargo, los militares que sucedieron a Castello aplicaron un folleto económico nacionalista y desarrollista, opuesto a lo pregonado por los partidarios del absolutismo de mercado e, igualmente, contrario a los trabajadores. En los años siguientes se incrementaron en la educación básica temas relacionados con la moral y el civismo, los valores religiosos y la exaltación de la patria. En la Enseñanza Media y Superior, a través de la asignatura Estudio de los Problemas Brasileños (EPB), el eje doctrinario recayó en el anticomunismo. Los que, con la cara seria, postulan la vuelta a los años de plomo con la bandera de la Escuela Sin Partido, han olvidado lo ocurrido el pasado verano. No es de extrañar que el derechismo parezca ser una grave desviación de carácter. Por el cinismo y la desvergüenza. Los profesores contratados de la EPB procedían de un convenio establecido con las Universidades.

El contenido de los antiguos cursos fue elaborado por el Padre Domingos Crippa (Ideas filosóficas en Brasil, 1978; Hacia Ideas políticas en Brasil, 1979). Escritos que desplegaban títulos del historiador Paulo Mercadante (Conciencia Conservadora en Brasil, 1965) y el ex militante del PCB Antônio Paim (Historia de las Ideas Filosóficas en Brasil, 1967). Inmerso en el caldero hirviente de la alfabetización, el ex ideólogo de la Acción Integralista Brasileña, Miguel Reale, asumió como presidente de la Universidad de São Paulo (USP) después del infame AI-5, permaneciendo en el cargo hasta 1973. A mediados de la década de 1970 , a su vez, marcó la rápida transición del liberalismo filosófico de Voltaire al neoliberalismo de la pléyade de Mont-Pèlerin.

Henry Maksoud fue el encargado de difundir los mentores pro mercado fuera del circuito elitista a través de la revista Visión que, de 1983 a 1986, tuvo una estupenda tirada de 150 ejemplares. Una hazaña. Presentaba artículos sobre Mises y entrevistas con Friedman y Hayek. El propietario de los Hoteles Maksoud fue responsable de financiar la publicación de Los cimientos de la libertad, del pensador austriaco que vino tres veces al país entre 1977 y 1981. Aunque “el neoliberalismo puede imponerse como gobernabilidad, sin ser la ideología dominante”, coincidiendo con Wendy Brown en Los nuevos hábitos de la política mundial (Ed. Les Praires), – los neoliberales, incluso en las adversidades, siempre han sabido la importancia de intelligentsia por la configuración de una hegemonía duradera y sólida. Transmitieron la lección a adversarios y enemigos. Dueño de BTG Pactual, el banquero André Esteves sigue la pista para apoyar al insostenible clan corrupto en Vea. Ahora, qué farsa.

Los portavoces de la burguesía nacional

En las famosas huelgas de la región ABC de São Paulo, en las que emergió la dirección de un conocido metalúrgico, ocho líderes empresariales se unieron en un manifiesto político que inauguró la campaña neoliberal contra la nacionalización. Exigieron la aceleración del retorno a la democracia, la apertura de los mercados y la reducción del papel del Estado en la economía. El incisivo documento fue firmado por Jorge Gerdau Johannpeter (Grupo Gerdau), Paulo Villares (Grupo Villares) y Antônio Ermírio de Morais (Votorantim). Los firmantes se encontraban entre los diez selectos empresarios elegidos, por voto de pares, como representantes de la clase alta encuestados por el Gaceta Mercantil. Eran portavoces autorizados de la burguesía nacional. Ahí está ella.

A ellos se sumaron los intelectuales orgánicos que regresaban de un posgrado en la Universidad de Chicago, como Paulo Rabello de Castro, autor del estatuto de una entidad promotora de reformas neoliberales, la Cámara de Estudios y Debates Económicos y Sociales (CEDES, 1979), alojado en el “templo del conservadurismo nacional”, la Sociedade Rural Brasileira. Mientras la izquierda luchaba por la Amnistía Amplia, General e Irrestricta, la derecha tejía el Mercado Amplio, General e Irrestricto. Unos lucharon por la tardía libertad política de los exiliados, otros allanaron el camino a la libertad económica, el alegórico nombre en clave de la dominación moderna del capital. El objetivo de CEDES era mostrar las increíbles virtudes del neoliberalismo, que sería el puente hacia el “desarrollo social”. La panacea para los males.

El Instituto Liberal (IL/RJ) data de 1983. En 1984, los hermanos Ling, que integraban su Directorio, decidieron fundar el Instituto de Estudos Empresariais (IEE/RS), en el terreno donde vivían, para influir en la mentalidad de los herederos de las grandes empresas gauchescas. En 1987 surgió IL/SP, que atrajo a egresados ​​de asociaciones similares a favor del capitalismo de libre mercado. En 1988, con novenas anuales, se creó el Foro de la Libertad en Porto Alegre. En rigor, uno más red de directores ejecutivos que un centro de formación de líderes. En la secuencia salió a la luz con Denis Rosenfield, Gustavo Franco, Paulo Guedes y todo – Instituto Millenium (Imil, 2005), respaldado por Organizações Globo, Grupo Abril, Grupo Ultra y otros signos de dólar. El Instituto Mises Brasil (IMB, 2007), presidido por Hélio Beltrão, fue clasificado por el Forbes como piensa gracias más influyente, con 280 seguidores en Facebook, 110 en Instagram y 44 en Twitter. Son datos expresivos. señal amarilla.

No faltaron recursos para la distribución de libros, revistas, textos breves sobre temas (papeles de posición) de temas con visibilidad mediática para formar “formadores de opinión”. Colección que para los reporteros económicos constituye la fuente de consulta sobre los estados de ánimo del dios-dinero. La “prensa financiera” garantiza un barniz al secuestro del Estado, que abdica de sus obligaciones con la ciudadanía y la sociabilidad. El formidable poder de la narrativa empresarial, construida, está en liar los cabos sueltos de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y condicionar la existencia social en unas pocas píldoras tecnocráticas.

El neoliberalismo como imán para la derecha

El desgastado tono anticomunista dio paso al antipatrimonialismo, más propio del programa de privatizaciones a precios de liquidación. (Pobres Sérgio Buarque de Holanda y Raimundo Faoro). La década de 1980 también marcó el declive del conservadurismo católico basado en la Sociedad Brasileña para la Defensa de la Tradición, la Familia y la Propiedad (TFP). El discurso contra el “peligro rojo” había caducado. La persecución de la Teología de la Liberación por parte del Vaticano, por otro lado, ayudó a cimentar iglesias evangélicas en las periferias. En política y religión, los vacíos no duran. El conservadurismo que dejó el fuerte viento produjo rarezas medievales, morales y buenas costumbres, de las que está lleno el Palácio do Planalto. Eso sí, hay que tenerlos en cuenta, desafían a multitudes de personas robotizadas.

El pensamiento neoliberal se ha convertido en un imán imbatible para atraer séquitos de derecha y pulir los entramados de capa y espada de explotación, en fase de superexplotación. El economicismo gremial de las asociaciones, federaciones y respectivas confederaciones del empresariado se complementó con la pensar gracias. Los partidos (PFL/DEM, PSDB) no son suficientes para las tareas de formación debido a la excesiva regionalización de las siglas. Las bases partidarias intentan superar la fragmentación, pero chocan con notables en las localidades. Vida severa.

El neoliberalismo estableció un paradigma ideológico para las relaciones entre el mercado (iniciativa privada) y el Estado. Priorizó la libertad incrustada en la primera y los límites que restringen el alcance de la segunda para que no interfiera en la dinámica de acumulación capitalista. En este marco, se produjo un giro civilizatorio que trascendió los aspectos económicos y sociales, por alterar radicalmente las relaciones de trabajo en la sociedad posindustrial y la subjetivación de la modus operandi de los neosujetos. No quedó ni un alfiler en pie.

Por cierto, véase Pierre Dardot y Christian Laval en La Nueva Razón del Mundo – Ensayo sobre la Sociedad Neoliberal (Ed. Boitempo). Fue una revolución sin barricadas. Una revolución económico-cultural. La izquierda tardó en darse cuenta en todas sus dimensiones: “La satanización de lo social y lo político por parte de la gobernanza neoliberal, y la valoración de la moral tradicional y los mercados como sus sustitutos. No reconoció (de inmediato) la desintegración de la sociedad y el desprestigio del bien público por la razón neoliberal”, subraya Wendy Brown en En las ruinas del neoliberalismo: el auge de las políticas antidemocráticas en Occidente (Ed. Politeia). No era sólo la economía, estúpido.

Para vencer la distopía neoliberal

El neoliberalismo redefinió la función del Estado, dejando atrás las debilitadas atribuciones de regular las relaciones sociales, nacidas de las Revoluciones liberales clásicas (inglesa/1649, americana/1776, francesa/1789). Eclipsó el espacio social, reduciendo la sociedad a un parque infantil. Para recordar la fórmula lapidaria de la “dama de hierro”, aquí va: “No existe tal cosa como la sociedad. Hay hombres, hay mujeres y hay familias / La sociedad no existe. Hay hombres, hay mujeres y hay familias.”. Aquí está todo. La desobediencia civil thoreauniana a los lineamientos de las autoridades sanitarias resultó, simultáneamente, del negacionismo de los gobernantes neofascistas y de la erosión de los espacios de sociabilidad, no necesariamente del orden. Las nociones de colectividad y bien público se han erosionado.

El fracaso civilizatorio se debió a la ocupación del Estado y sus instrumentos convencionales de regulación por poderosos intereses vinculados a las finanzas. El alma de la democracia, que se traduce en el “derecho a tener derechos”, se fue por el desagüe. El gobierno se convirtió en un puntal estético de normas procesales formales, sin materialidad. La política, criminalizada y silenciada, perdió contacto con las demandas del pueblo. Se convirtió en un mostrador de negocios turbio. La Carta Magna, violada y sustraída, fue puesta a la venta. Los guardianes de la toga resultaron impotentes. Cobardemente, vieron de lejos cómo la manada pisoteaba a las etnias indígenas, la minería aurífera deforestaba, se incendiaba la selva y se destruía la biodiversidad.

El absurdo coyuntural se normaliza dentro de la anormalidad histórica. Los muertos del Covid-19, el paro, el hambre andan por las calles. Un mentiroso compulsivo hace vidas. Se esgrime la “corrección política” para trasladar la responsabilidad por el odio, el racismo y el feminicidio que aparecen en las estadísticas apalancado, precisamente, por la contención del lenguaje que humilla. Los sinvergüenzas juran que el PT dio a luz a un monstruo, escondiendo el voto otorgado al iliberal admirador de cobardes torturadores. La esperanza se aferra a los hilos. Los sueños amanecen como pesadillas. La altanería da paso al complejo mestizo, al paroxismo, al otro lado de la civilidad. Los tambores de Olodum están atascados de asombro. Brasil gana el trofeo internacional de repelente de parias. La distopía de Ignácio de Loyola Brandão, en No verás ningún país. (Ed. Global), finalmente, se confunde con la realidad.

La lucha contra el neofascismo de las milicias es inseparable de la lucha contra el neoliberalismo. El vector capaz de unificar la lucha es el rescate del valor supremo de la sociedad: la común. Desde la perspectiva de cualquier individuo, porque todos tienen derechos. La utopía es la ventana de los sin marca, de las zonas liberadas del encierro en las ciudades, de los resultados que compensan la desigualdad de oportunidades, de los frijoles a cambio de fusiles. Como en la canción de Lennon, Imagine. Es comprensible el guiño a la salida de 2022. “Sin duda, la opción política le da un aire de tragedia a la trayectoria de la nueva derecha brasileña. Sin embargo, se pueden tomar nuevas decisiones y el futuro sigue abierto”, enfatiza Camila Rocha, en Menos Marx, más Mises (Ed. Sin embargo), de cuya información se benefició esta reflexión.

* Luis Marqués es profesor de ciencia política en la UFRGS. Fue secretario de Estado de Cultura de Rio Grande do Sul durante el gobierno de Olívio Dutra.

 

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