por LEONARDO KOURY MARTINS*
Los países no hacen nada para evitar que el pueblo palestino sea asesinado por Israel, Estados Unidos y otros actores globales con intereses económicos en el genocidio.
No hay lugar más triste y olvidado a nivel mundial que Palestina hoy. Este texto pretende traer malestar a un tipo de olvido común entre nosotros. Algo que va más allá de los acuerdos firmados e incumplidos por países firmantes de Naciones Unidas y de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Los países no hacen nada para evitar que el pueblo palestino sea asesinado por Israel, Estados Unidos y otros actores globales con intereses económicos en el genocidio. No hay ingenuidad en las posiciones.
El silenciamiento de esta ineficacia política global se produce a través de los medios comerciales y empresariales, dispositivos ideológicos que presentan el genocidio como una guerra; las muertes diarias de niños como efecto secundario de los misiles guiados con precisión; el reposicionamiento imperialista como justificación moral de algo que es inhumano.
La causa palestina es la causa de “los de abajo”, de este “sur” que es nuestro “norte”. Necesitas sentirlo en tu piel, en tu sudor y en tu sangre. La causa palestina pertenece a quienes tienen la lucidez y el propósito político organizativo de denunciar la explotación que sustenta a los grandes conglomerados.
¿Qué representan las más de 45 mil personas asesinadas y las más de 110 mil heridas en Palestina desde octubre de 2023? Son más de 18 mil niños asesinados; Cada día mueren 104 personas en los 380 kilómetros cuadrados que separan la Franja de Gaza de Cisjordania. La destrucción acumula escombros de lo que fueron casas, hospitales y escuelas, que hoy se encuentran completamente devastados. Hay una limpieza étnica en marcha.
Estamos surgiendo en un contexto de violencia que también es causada por masacres en las favelas, masacres en el campo, persecución a líderes en tierras indígenas y en comunidades quilombolas.
Cada número tiene un poquito de nosotros y cada metro cuadrado es una remoción del espacio en el que también vivimos. El efecto concreto de esta realidad es la realización de un proyecto que nos excluye y nos mata. Este proyecto creó un “Estado” para que fuera una base militar estadounidense en disputas geopolíticas. Un “Estado” constituido por el falso discurso del reconocimiento y que ni siquiera tiene base histórica para sustentar su propia justificación.
Hoy, nuestro pequeño levantamiento como clase, bajo la causa palestina, necesita ser reflejado y provocado. ¿Realmente luchamos por esta causa?
Necesitamos que nuestros discursos no sean también producto del silenciamiento global. El entendimiento internacionalista debe involucrarnos en acciones que denuncien el genocidio. El imperialismo tiene el apoyo de este silencio, que puede ser derribado no sólo por luchas terrestres en el Medio Oriente, sino también por la solidaridad de clase internacional.
¿Qué pasa con los movimientos sociales, sindicales y populares en Brasil? ¿Qué contenidos estamos construyendo al denunciar el genocidio? ¿Cómo presentamos la resistencia que vive el pueblo palestino?
Destacar nuestra contribución a la causa palestina es también alejarnos, a veces inmersos en agendas corporativas, y llevar la unidad en torno a nuestro proyecto de sociedad al diálogo público. La construcción de otro orden posible surge de la situación actual de personas que luchan, resisten y sufren la violencia del imperialismo en expansión.
Necesitamos articular mediaciones reflexivas entre lo que experimenta el pueblo palestino y la violencia que sufrimos en los grandes centros urbanos; la persecución de las elites terratenientes contra la resistencia de los movimientos campesinos; la masacre realizada en territorios de pueblos originarios que luchan contra la expropiación de recursos naturales; y los que dicen no al secuestro de fondos públicos de cara a financiar proyectos de élite.
Todo este contexto puede articularse para llevar al nivel colectivo la grave situación que vive el pueblo palestino en Gaza y Cisjordania.
¿Cómo abordaremos, como colectivo, el papel del imperialismo? ¿Cómo ha cruzado nuestras vidas la expansión global de esta fase del capital? ¿Cómo afectan los efectos del capitalismo al cambio climático y amplifican el racismo ambiental?
Las preguntas más allá de este texto deben presentarse basándose en la causa palestina, que hoy sufre como un gran laboratorio de pruebas militares, químicas, inmobiliarias, industriales y expansionistas.
Depende de nosotros, la clase trabajadora, construir las condiciones cambiantes de los tiempos en que vivimos. Estamos constituidos por esta violencia y desigualdades, así como también somos responsables de otra historia que no será de quienes explotan. Esta otra historia ya no encajará dentro de fronteras que limitan nuestro tiempo de ser y estar. Un proyecto revolucionario necesita inspirar nuevamente nuestros análisis, corazones y posiciones.
*Leonardo Koury Martins Es doctoranda en Servicio Social por la Universidad Federal de Juiz de Fora (UFJF).
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