¿Narciso cancelado?

Imagen: Marcio Costa
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por RAFAEL MARINO*

Los estudios efectivos de posiciones, ideas, movimientos e iconografías, a pesar de ser y ser parte de disputas, no se prestan a acusaciones judiciales y cancelaciones sumarias.

Hecha una “novedad” en medio de una diversa y dispar colección de bienes a nuestra disposición, en los intersticios de la industria cultural tomó forma otra “polémica”: Caetano Veloso habría dejado de lado el liberalismo y se habría convertido en un estalinista empedernido.

La oración, aunque simplificada, traería dos ideas. En primer lugar, que, a pesar de la multitud de lenguajes y posiciones políticas disponibles (socialismos, humanismo cívico, republicanismo, teoría neorromana, etc.), -algunas de las cuales son más antiguas y que, en mi opinión, aportan más ideas complejas y realistas sobre el respeto a la libertad, las relaciones políticas, entre otras cosas, abandonar el liberalismo sería una práctica análoga a morder la fruta prohibida y abandonar el Edén. Segundo, que cualquier salida o crítica al liberalismo debe terminar en una especie de elogio al autoritarismo, la arbitrariedad e incluso el totalitarismo. Además de anacrónica (¿serían Maquiavelo y Rousseau prototipos de mafiosos y líderes totalitarios?; ¿Quentin Skinner sería un adorador de PolPot?), la posición es falsa en el dilema en cuestión.[ 1 ].

Antes de entrar en el tema en sí, quizás sea importante aclarar que el uso de la figura de Narciso en el libro de verdad tropical, del que “Narciso de vacaciones” es un capítulo, es más complejo de lo que parece -considerando que la obra debería llamarse Boleros y Civilización, llamado así por Herbert Marcuse y su libro Eros y la Civilización, en que, aproximadamente, Narciso y Orfeo serían dos figuraciones contrarias al ímpetu dominante de la civilización técnica y capitalista. Sin embargo, como bien recuerda Roberto Schwarz, el capítulo en cuestión se estructurará sobre ejercicios proustianos de rememoración y sobre la (re)elaboración de la violencia física, mnemotécnica y libidinal provocada por la detención arbitraria perpetrada por el régimen militar a Veloso en su momento. . Así, allí Narciso representaría la muerte temporal de la libido y la capacidad de Veloso de traer la belleza artística al mundo. De esta manera, el contenido del capítulo es un poco diferente a un simple rapto narcisista y es más duro que una simple holgura, como se destaca en su título.

Yendo al tema, podemos ver que muy poco se ha dicho sobre el nuevo libro (Narciso de vacaciones) difundido por la Companhia das Letras, que contiene una interesante riqueza de documentos “excavados” por el historiador Lucas Pedretti, y sobre el documental homónimo. Nada más allá, por supuesto, de algunas palabras de moda de uso personal: “precioso”, “emotivo”, “no me ha gustado” y “no me esperaba este formato”. Así que lo que agitó, como el viento en las vides, a los contendientes de la coyuntura fue precisamente la entrevista que el cantante le había concedido a Pedro Bial, más precisamente un fragmento en el que valora su relación con el liberalismo y las experiencias socialistas.

Pues bien, si los agitadores son parcos en sus referencias y lecturas, como en el milagro cristiano de la multiplicación, son pródigos en la proliferación de comentarios compuestos por un puñado de personajes. En fin, Veloso, entre los minutos 19 y 25 de la entrevista, en la que básicamente dice: que nunca elogió a ningún Estado socialista y que hubiera habido un relativo cambio de postura. Hoy, dos años después de grabar el documental, tiene una posición de “respeto, al menos”, por lo realizado en los experimentos en cuestión. ¿Pero este respeto proviene de lo que se hizo en la represión estalinista que puso en la cuneta a buena parte de los propios bolcheviques? De hecho, dirá que este cambio fue galvanizado por una posición menos “liberaloide”, enraizada en los libros de Domenico Losurdo sobre una contrahistoria del liberalismo; Losurdo, quien, a su vez, fue presentado por el profesor y activista comunista pernambucano Jones Manoel. Veloso también argumentó que esto no es una reacción al actual momento autoritario de Brasil, sino más bien un desarrollo intelectual y formativo, a partir del cual dejó, en sus términos, de equiparar comunismo y nazismo, extrema izquierda y extrema derecha. Finalmente, el cantante confiesa al presentador Pedro Bial: incluso puede ser que, más adelante, después de ese momento, vuelva a admirar aún más elementos que le gustaban del liberalismo, pero, para eso, tendría que pasar por esta experiencia de cambio. . Vale recordar, en este contexto, que, poco antes, Veloso había dicho que había leído y le había gustado el último libro de Tabata Amaral. Fernando Barros e Silva, en un libro sobre Chico Buarque, ya había señalado el carácter camaleónico de Veloso y éste no es un mero detalle en medio del “sincretismo antropofágico” inventado (en parte) por el tropicalismo –pues las diferencias con el No son pocos los estamentos osvaldianos, en los que la novedad, a diestra y siniestra, en la sociedad y en la política se toma como valor absoluto.

En una entrevista con el diario EL País[ 2 ], realizada por Joana Oliveira, Veloso es aún más preciso y sinuoso en su respuesta a la pregunta sobre su relación con la izquierda y cómo vería una salida para el país:

“La película se hizo hace dos años. Mientras tanto, vi a Jones Manoel hablar en Youtube, leí una introducción suya al libro African Revolution y allí encontré argumentos que removieron mis casi certezas sobre el tema. De hecho, Jones estaba respondiendo preguntas que yo había estado haciendo durante décadas sobre por qué los marxistas en el mundo académico no dijeron nada sobre las experiencias reconocidamente opresivas en los países que lograron el socialismo. Leemos que Marighella lloró al enterarse de las famosas maldades de Stalin, pero nada se sabe de cómo se reconstruyó en él la decisión por el comunismo. Bueno, me gustaba Ruy Fausto [filósofo] porque criticaba las experiencias del socialismo real. No es que fuera el único. Muchos trotskistas ya lo habían hecho hasta cierto punto. Al menos en la repugnancia de Stalin. Pero ni Ruy ni ellos lograron justificar su adhesión a algo que siempre les había ido tan mal. En la contracultura, tuvimos el coraje de rechazar todo eso sin volvernos conservadores o reaccionarios. Pero la cuenta no se cerró. En el libro cuento cómo oscilamos entre la ultraizquierda y el liberalismo. Esta ultraizquierda tenía algo de anarquismo. Pero eso no fue suficiente. El credo liberal me parecía más digno. No estábamos entrando en una religión salvadora que no se atreve a pronunciar su nombre: la democracia liberal está en práctica en el Occidente desarrollado. Pero yo soy mulato y de un país subdesarrollado. Mi inspiración no se contenta con el esquema que tiene como líder al gran país excepcional que hizo la revolución antes que Francia y permanece fiel a ella, si calla frente a Arabia Saudita y execra a Irán y Venezuela. De modo que la unidad de propósitos profundos que representa la osadía socialista, tal como aparece en los discursos y textos de Jones Manoel y explicada con detalle en los libros de Losurdo [Domenico Losurdo, filósofo italiano], se compone de una visión radical sobre la historia colonial y la la esclavitud de los negros africanos, una historia que coincide con el desarrollo del liberalismo. Ver eso me hizo cambiar de opinión”.

Es decir: la posición de Veloso sería una revisión -quizás temporal- de su posición en relación con el liberalismo, dado que su desarrollo estaría fuertemente ligado a la esclavitud y el colonialismo. Este es el punto más destacado por la cantante. La otra cuestión, ligada sólo en parte a la primera, es que habría desarrollado un respeto (“al menos”) en relación a los países socialistas y su historia, que estaba, según el propio Veloso, permeada por la opresión. Respecto al primer punto, casi nada se dijo y casi nada se afrontó de manera sustantiva –pensemos, en este contexto, en los textos de Schwarz sobre las figuras y prácticas inciviles y bárbaras que sustenta el liberalismo, como ideología de segundo grado, en la periferia capitalista, gravemente mal debatido y ni siquiera cerca de ser bien respondido por autores de carácter liberal.

En cuanto al segundo punto, una consideración y exposición de un truco. Uno puede cuestionar, si es del interés del interlocutor, cómo Caetano tendría respeto por los desarrollos socialistas, y este sería un debate posible y hecho (entre socialistas y no socialistas). Sin embargo, las críticas a Veloso trajeron consigo algo más: cualquier visión del liberalismo y del socialismo que no pase por un marco de fuga categórico, lingüístico y político específicamente liberal no es válida. De este modo, incluso textos y posiciones fuertemente críticos con el socialismo, pero que no pasan por un cierto arendtianismo, algo vulgarizado, y no tienen un apego de elogio a una idealización del liberalismo y al statu quo de las relaciones capitalistas deben descartarse como ilusiones autoritarias. En este sentido, cualquiera que señale simples diferencias entre fascismo y comunismo, sin elogiar a este último, sobre todo porque los procedimientos básicos de intelección e investigación son, más allá (¡míralo!) la comparación, la especificación de diferencias entre objetos, ideas y experiencias. – y la violencia engendrada y justificada por las actuales relaciones de producción no sería más que un apologista soviético.

En este sentido cabría aquí un simple ejercicio de lógica -pero que en la actualidad requiere un esfuerzo mental hercúleo-:

Losurdo es un crítico del liberalismo, no el mejor, ni mucho menos. Hay variadas críticas al liberalismo, de diferentes matices (republicano(s), anarquista(s), socialista(s), etc.). La crítica de Losurdo es una de varios autores, con diferentes lenguajes y puntos de vista, que critican el liberalismo. Losurdo y su crítica no son la única forma de crítica al liberalismo. Por lo tanto, si Losurdo tiene una visión algo elogiosa del estalinismo, no se sigue que todos los críticos del liberalismo sean elogiosos del estalinismo.

Teniendo en cuenta parte de esto, comentaristas como Pablo Ortellado[ 3 ], habría señalado la adhesión narcisista de Veloso al estalinismo. El problema más epidérmico que existe es que los analistas están imputando sus creencias, visiones y construyendo posiciones que, en realidad, no fueron expresadas. La más profunda es una prohibición no explícita del debate no sobre si las experiencias socialistas son buenas o no, sino sobre un tema aún más simple y aún más grave: que hay variadas tradiciones de pensamiento y constelaciones de ideas más allá del liberalismo y que no hay nada de malo con eso. Prometedora libertad en la tierra, dicen analistas y comentaristas que el “sésamo abierto” para acceder a los tesoros de la civilidad se encuentra, de hecho, en una sola doctrina impuesta o, de hecho, en una visión doctrinal sobre un conjunto volublemente variable de autores y supuestamente experiencias liberales. La muestra gratuita de la mitología liberal forjada por sus corriente principal se puede ver, por ejemplo, en la transformación de la historia de las ideas en una contienda para elegir, invariablemente, a los malos ya los buenos: estos últimos serían amigos de la libertad, de las sociedades abiertas y de Bentham; los primeros serían partidarios del progreso e incubadoras del totalitarismo. O, en ejemplos más caricaturescos, en un intento de desentrañar la decisiva participación (y simpatía) de cuadros del liberalismo (económico, en la división de algunos) renovado en dictaduras como la de Pinochet.

Sea como fuere, también es interesante notar que los socialistas también reaccionaron triunfalmente o algo desconcertados a lo dicho por Veloso. Vemos circular ediciones recortadas del video de la entrevista, que tienen una visualidad conmemorativa con la supuesta escisión socialista de Caetano contra el liberalismo. Si hubo un alejamiento del liberalismo, no puede dejar de tenerse en cuenta el carácter camaleónico (socialmente referenciado) del cantante, ni siquiera lo que el mismo dijo sobre la díada socialismo y liberalismo y no lo que querían que dijera.

Además de recepciones sesgadas e intentos de cancelar sumariamente al cantante por lo que no dijo, está lo que Veloso dijo, dice, pensó y produjo. Dos ejemplos de esto.

Es posible, con base en material histórico y estudios, por ejemplo, pensar que esta idea de un acercamiento entre la contracultura y el liberalismo, de hecho, es una racionalización. posteriormente hecho por Veloso – quien, al escribir verdad tropical, estaba decididamente cerca del liberalismo. Son conocidos sus pasajes del libro de 1997, cuando dice que reconoce en el “tropicalismo una reverencia por la libre competitividad y una desconfianza hacia el Estado centralizado”, además, en el nuevo prólogo de la edición de 2017, Veloso elogia el liberalismo de Eduardo Giannetti, como trataría de pensarlo desde la perspectiva de las condiciones brasileñas. Además, contextualmente hablando, la política de contracultura brasileña de la época es de un tipo de rebelión diferente, por ejemplo, del marxismo-leninismo y otros sectores comunistas, pero que tenía identificación con sectores organizados en guerrillas y tenía una fuerte desconfianza hacia el mercado y la forma de vida tradicional engendrada por la sociabilidad liberal[ 4 ]. Por supuesto, pensando con Schwarz (en su texto “Cultura y política, 1967-1969”), pudimos ver que en su vanguardismo, el tropicalismo perseguía lo nuevo a toda costa, ya sea contrariamente a lo statu quo mercado brasileño, ya sea relacionado con soluciones de marketing. Sin embargo, el movimiento debe ser visto en clave de una ambigüedad política y estética constitutiva y no de una conexión plena con el liberalismo. Además, más concretamente, es bastante difícil pensar en Oiticica, Veloso, Glauber Rocha y tantos otros tropicalistas pensando igual o parecido a Roberto Campos, los udenistas expatriados y hasta José Guilherme Merquior.

Otra pregunta para pensar. No son pocos los que retoman entrevistas y segmentos de verdad tropical para indicar el liberalismo de Veloso, puro y simple. Sin embargo, rara vez se retoman ensayos recogidos en otra obra de su autoría: el mundo no es aburrido. En este, solo leemos textos como “¿No te ves negro? Brasil entre dos mitos: Orfeo y la democracia racial” y “A diferencia de los norteamericanos”, para ver otra versión de todo esto. Allí es posible notar el afloramiento de un pensamiento, según le gustaba decir al mismo Veloso, sincrético organizado a partir de un sebastiánismo (ideado a partir de las influencias de Agostinho da Silva), según el cual Brasil, desde su originalidad civilizatoria basada en el mestizaje (de influencia decididamente freyriana) y de características que harían de Brasil un occidental cercano a Roma y Grecia (como valorando la idea y no la práctica), podría proporcionar nuevas salidas y caminos para el mundo, o más bien, caminos para que Occidente se reoccidentalice y supere la etapa nórdica del mundo y su bárbara acentuación de la técnica. Sin embargo, como aclara, nada de eso sería incompatible con el orden capitalista global, solo resaltaría la especificidad de Brasil en el concierto de las naciones. Es decir, pudimos ver aquí que, en una suerte de ejercicio poscolonial de afirmación identitaria de Brasil, al mismo tiempo, Veloso no dudaría en acomodar una forma más específica de participación de Brasil en el capitalismo, además de estructurar su pensamiento en términos muy similares al arielismo conservador que apuesta por la espiritualidad latina frente a los materialistas y bárbaros protestantes sajones.

¿Sería eso: un ideal irrazonable? ¿Tonterías, socialmente referenciadas, organizadas por el brascubiano y cínico desdibujamiento de las contradicciones, como sugieren los estudios de Schwarz? ¿Esfuerzo de alteridad libertario y antropófago?

Más que una respuesta rápida (y necesaria), tal vez sea más importante señalar que los estudios efectivos de posiciones, ideas, movimientos e iconografías, a pesar de ser y ser parte de disputas, no se prestan a acusaciones judiciales y cancelaciones sumarias (como como la que vimos), y que su inmundicia de contradicciones y especificidades las hacen más interesantes y relevantes.

*Rafael Marino es candidato a doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad de São Paulo.

 

Notas


[ 1 ] No olvidemos que esta retórica de la amenaza, como decía Alberto Hirschman, también la utilizó el mismo Veloso. El ejemplo más ilustre es cuando, respondiendo al ensayo de Schwarz, dijo que la izquierda de la USP no dijo nada sobre la falta de libertad de Corea del Norte. Y va más allá: ve incluso en Adorno, en sus análisis de la personalidad autoritaria, un desprecio por la libertad que existía en Estados Unidos, pero que no estaba presente en los estados fascistas y comunistas –según Veloso. Para ver: https://www1.folha.uol.com.br/fsp/ilustrissima/37126-caetano-veloso-e-os-elegantes-uspianos.shtml.

[ 2 ]https://brasil.elpais.com/cultura/2020-09-07/caetano-veloso-minhas-expectativas-sobre-o-brasil-nao-sao-tanto-a-esperanca-sao-mais-a-responsabilidade.html.

[ 3 ]https://www1.folha.uol.com.br/colunas/pablo-ortellado/2020/09/stalin-em-ipanema.shtml.

[ 4 ] Además de los estudios clásicos sobre el tema, como los de Heloísa Buarque de Hollanda, Marcos Golçalves y Marcelo Ridenti, el propio Veloso lo afirmó varias veces, como en la entrevista citada en la nota número dos.

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