por HENRY BURNETT*
Comentarios sobre la fuerza de lo femenino en la cantante de Río de Janeiro y la polémica en torno a la canción ¨Con azúcar, con cariño”
Los extremos nunca parecen ser el mejor camino a seguir, pero están cada vez más a la orden del día, por lo que no debemos acobardarnos. No sé si es un caso extremo este último debate sobre la canción “Com Azúcar, Con Cariño”, compuesta por Chico Buarque a pedido de Nara Leão en 1966. El propio Chico minimizó la repercusión de su discurso en una entrevista con el portal Brasil 247:: “Pensé que era una reacción absurda. No había razón. No pensé que levantaría ninguna controversia, ninguna controversia. Dije que ya no cantaba “con Sugar, con cariño”, que de hecho hace muchos, muchos años que no canto. Y un artista deja de cantar una canción, no me parece una novedad”.
Todo comenzó con una frase dicha por Chico en el documental Canción libre de Nara Leão (Globoplay): “Siempre estaré de acuerdo con las feministas, pero tienen que entender que en ese momento no existía, no se nos pasó por la cabeza que esto era una opresión, que a las mujeres no hay que tratarlas así. Ellos están en lo correcto. Ya no cantaré 'Con azúcar, con cariño'”.
Como siempre, los periódicos son un termómetro, para bien y para mal. En mi área, la filosofía, la prisa es el mayor enemigo de la reflexión, no es casualidad que haya al menos dos formas de hacer filosofía hoy, al menos la mediática y la académica; sus resultados son muy diferentes, pero muchas veces, como hago ahora, es necesario afrontar el debate público aun a riesgo.
No haré aquí lo que valora el buen periodismo, es decir, recuperar todos los textos que trataron el tema, ni sabría igualar las opiniones que nuestra lectura del periódico mantiene atenta, pero debo reconocer que, al haberlas leído todo, decidí escribir después de leer el texto del humorista portugués Ricardo Araújo Pereira. Que fuera por la ironía que despertó mi coraje tiene que ver con mi falta de voluntad para poner un huevo extra en la tortilla del debate. Pero la música, y la ironía, me llamaron.
Dijo el humorista: “Esas notas musicales estaban impidiendo el progreso – y el poema, entonces, ni siquiera se menciona. 'Con azúcar, con cariño' generó desigualdad, y probablemente también diabetes tipo XNUMX. Desafortunadamente, Chico no nombró a las feministas que tienen razón, lo cual es una pena. No sabemos si se refiere a la de Germane Greer o a la de Catharine MacKinnon, a la de Nancy Fraser o a la de Judith Butler, a la de Nadine Strossen o a la de Andrea Dworkin” (Folha de S. Pablo, el 5 de febrero de 2022).
Dejo a su cuenta la erudición para el conocimiento de tantas variantes del pensamiento feminista. De los mencionados, conozco a Butler y Fraser, el primero por ser uno de los más refinados lectores de Nietzsche que he leído últimamente –sí, Nietzsche, ese filósofo misógino del siglo XIX (sin ironía). El segundo, por su nombre. Los otros que necesito saber, la lista de carritos de Amazon ha aumentado. Fui allí siguiendo el debate periodístico, donde pululaban pros y contras bien construidos.
Hace unas semanas había visto el citado documental sobre Nara Leão. Me encontré frente a una mujer que no conocía. Comprendí que saber sobre la “fase bossa nova” o la “fase comprometida” no era nada. Me atropelló una feminista vigorosa, consciente hasta la médula de su posición entre hombres poderosos, machistas, opresores, que la menospreciaba constantemente: “hasta hoy no entendía cómo era que yo era una musa y todos se burlaban de ella”. a mí [...]. No me dieron muchas cucharas de té. Me maltrataron mucho. Pensaban que cantaba mal, que desafinaba ('cállate'), ¿sabes? Todos me maltrataron. Yo estaba un poco perdido [...]. Pensaron que yo era una mezcla” (transcripción de la declaración de Nara al MIS, recuperada en la serie).
En un momento, Nara tiró el hacha de la bossa nova. Nelson Motta, vacilante, y Menescal informan que abandonó la bossa nova tras ser traicionada por Ronaldo Bôscoli con Maysa. Es impresionante que, a pesar de todo lo que enfrentó –el machismo feroz descrito a Sérgio Cabral (padre) en el testimonio al MIS y todas sus consecuencias–, la cloaca parece prevalecer como la razón de su cambio radical. Discretamente menciona la traición en su declaración, cuando recuerda haber descubierto la obra de Zé Keti, Nelson Cavaquinho, y el encuentro con el director Augusto Boal y el Grupo Opinião: “todo ese movimiento me impresionó mucho, ¿sabes? Tomar conciencia de una realidad social que desconocía, en absoluto, nunca había oído hablar […]. Y, de repente, cuando descubrí estas cosas, dije, vaya, creo que tal vez pueda ser útil, tal vez pueda hacer que mi vida sea útil, ¿sabes? Y hacer algo por los demás y, al fin y al cabo, estoy en un pozo hondo, pero mi problema es muy pequeño porque hay gente ahí con problemas reales y entonces le di un giro a mi parte”.
La traición era parte del paquete. Pero el machismo en esa época (sic), como recuerda Chico, era normal, entonces ella no dejó a la bossa porque la menospreciaran como artista, como cantante, como mujer, etc., sino porque la traicionaran los macho alfa. De alguna manera, ella confirma esta impresión, en un momento delicado del testimonio; pero su posición política, vista a través del lente de la serie hoy, es mucho más incisiva y decisiva para entender quién fue ella que este hecho particular de su vida personal. El futuro mostraría por qué se debe recordar a Nara Leão.
La serie juega un papel fundamental para arrojar luz sobre una personalidad poco conocida, principalmente porque, a pesar de los diversos testimonios de hombres y mujeres, es ella quien tiene la última palabra. En fin, Nara habla mucho de sí misma y de ese mundo donde se impuso a la fuerza. Volvamos a la canción que motiva este texto, “con azúcar, con cariño”. Chico ya no la cantará y, sin que Nara pueda hablar, nos asegura: “Si Nara estuviera aquí, seguro que no cantaría”. Su discurso me hizo sentir extraño. En pocas palabras: no podía hablar por Nara. Decir que ya no cantaría la canción va en contra de su legítima deferencia hacia las feministas. De hecho, nadie podría decir eso, ni siquiera las feministas, solo la propia Nara Leão, y ella no puede. Los textos que exaltan la decisión de Chico ignoran solemnemente (?) otro dato: fue ella quien pidió la canción.
Dato: una de las mujeres más libertarias de su época hizo un pedido expreso a un compositor. Escribió el clásico, como era de esperar, al borde de la perfección. ¿Por qué una mujer que rompió con todos los lazos conservadores de su época querría cantar algo que fuera lo contrario a sus actitudes y posiciones?
Cuando Nara pidió la canción, recuerda Chico, quería una samba que recordara las sambas del pasado. Habría dicho: “Quiero una canción de mujer que sufre”, y puso ejemplos de canciones de Assis Valente, de Ary Barroso, esas sambas de antaño, donde los maridos salían de fiesta y las mujeres se quedaban en casa. sufriendo, como Amélia, esa cosa, ordenó y lo hice. Disfruté haciéndolo”. De esto deducimos que Chico no escribió la canción para tomar ningún tipo de posición personal, sino para responder a una petición expresa de su amigo.
A partir de su declaración, Nara expresó total certeza sobre el tema de la canción, quería una samba a la antigua. Parece que Nara quería revivir estéticamente un lema literario, quería hacer un personaje que no era ella, que no quería ser nadie, que ya no debería existir, es decir, una posición de pasividad femenina frente a que pasó su vida luchando.
La intención de la anacrónica canción no era sexista, iba contra el sexismo de la época, contra el sexismo de “otros tiempos” – ahí está el nudo, diseccionado por Maria Rita Kehl a través de la ironía. Me aventuro a que tal vez hoy Nara cante “con azúcar, con cariño”, porque al contrario de lo que dice Chico, aunque él y los hombres de la época no pensaron en eso, que era normal ser machista, pensó ella y, A diferencia de sus amigos hombres, actuó contra ese sexismo toda su vida.
Cantaría hoy porque, a pesar del legítimo mea culpa de Chico, el machismo está en su apogeo. En su versión actual, no oprime a las mujeres que piden sangre fría para la vida bohemia –dudo que la mayoría acepte quedarse en casa estos días, como Penélope. Hoy muchos hombres, ahora abandonados, en el límite, cometen femicidios, matan brutalmente cuando ven amenazado su poder por la fuerza de lo femenino, fuerza que Nara incorporó como pocas en su tiempo.
*Henry Burnett es músico y profesor de filosofía en la Unifesp. Autor, entre otros libros, de Espejo musical del mundo (editor Phi).