por JOSÉ MICAELSON LACERDA MORAIS*
Comente la película, recientemente estrenada en Brasil, dirigida por Adam McKay
El cine nos bombardea constantemente con obras puramente maniqueas, en las que las relaciones sociales relevantes se reducen a la lucha del bien contra el mal. Las relaciones sociales reales, la apropiación privada del producto social que resulta de tales relaciones, o el tipo paradójico de sociabilidad y los males sociales que de ella se derivan, son a lo sumo motivos de documentales para un público especializado. En las obras del gran circuito, el mal es el mal, es decir, todo lo que es sufrimiento, miseria, destrucción, entre tantos otros males sociales, existe porque existe y, al final, sólo hay una forma de combatir: espera el bien en forma de ser iluminado, de superhéroe.
En muchas de estas obras, el mal está casi siempre asociado a algo externo al ser humano (una entidad paranormal, un ser alienígena, las fuerzas de la naturaleza, etc.). Cuando el mal proviene del ser humano, suele estar asociado a algún tipo de trauma en la infancia (violencia, abandono, etc.), lo que desencadena acciones de violencia indecible, que se nos exponen en pantalla como algo que incluso podría suceder. ( si…). Sin importar el tipo de maldad, al final, la humanidad siempre merece una segunda oportunidad, porque cuando todo parece perdido, un sentimiento de amor incondicional, como fundamento de la vida humana, resurge para rescatarnos de la fatalidad (algo así como donde hay vida , hay esperanza sin importar el tamaño del daño). De esta forma, rompe dos grandes ilusiones con un solo asteroide: la de la tecnología como salvavidas para la humanidad; y nuestro idílico comienzo en un nuevo planeta.
En general, esta es la representación del mundo que siempre se nos ha presentado, de cómo funciona. Sus implicaciones, cuando se observan desde la perspectiva del trabajo histórico capitalista en su conjunto, son social y psicológicamente devastadoras: impide la existencia de una lógica comunitaria (siempre se coloca al individuo por encima del colectivo); sitúa a la organización social como algo externo al ser humano; y convierte a este último en una especie de títere (obediente y servil como un ser en el mundo del capital), bajo pena de desatar las fuerzas del mal contra sí mismo.
Nada contra el entretenimiento, todo contra la alienación y sus implicaciones deshumanizantes. Estas manifestaciones alienadas de las relaciones sociales (estructura económica) son intrínsecas a la forma misma de reproducción del capitalismo como totalidad social. Esta alienación sólo puede ser superada, como nos advierte Marx en el ítem “Carácter fetichista de la mercancía y su secreto”, del Libro I de La capital, “[…] cuando las relaciones cotidianas de la vida práctica se presentan cotidianamente a los hombres como relaciones transparentes y racionales que establecen entre sí y con la naturaleza […]”.
Entonces, en general, el cine es una expresión de este proceso de alienación. Sin embargo, también hay pensamiento crítico en este campo y, de vez en cuando, encuentra formas inteligentes de revelarse incluso en el contexto de grandes producciones. Incluso mostrando lo difícil que es establecer la realidad y sus consecuencias en el contexto de una sociedad completamente alienada. Este es el caso de la película. no mires hacia arriba, del director y guionista Adam McKay, estrenada en diciembre de 2021.
Una interpretación cinematográfica que resume brillantemente los dilemas contemporáneos de la sociedad del capital, aunque todavía no desciende al suelo de las relaciones sociales de producción. El lema de la obra podría ser cualquier cosa, pero quizás para tener una amplia aceptación del público (o simplemente por diversión) eligió la colisión de un gran asteroide con la tierra. Ya, desde el principio, la ciencia se nos presenta de dos maneras. En el primero, la investigación científica como actividades que buscan comprender el universo y su funcionamiento por lo que realmente son.
En el segundo, la ciencia, especialmente las tecnologías de la información, como instrumento de incesante acumulación de capital y dominación social (la utilización de niños en la presentación de una mercancía y el trato que se les da lejos del ojo público es bastante simbólico). En el cine, como en nuestro mundo, los medios de comunicación sirven para todo menos para informar. La noticia de un desastre inminente contada por los propios científicos en los medios nacionales, cuando no fueron tomados en serio por el presidente de los Estados Unidos, cobra menos importancia que la del cese de un par de , o elecciones presidenciales.
Sin embargo, salvar la tierra luego se presenta como una excelente plataforma de campaña para la reelección del presidente. Finalmente, se pone en marcha un plan de la primera forma de ciencia para desviar el cometa. Sin embargo, el capital ve en el cometa una oportunidad de lucro, anula el plan anterior, anula al gobierno ya la sociedad e impone su solución tecnológica (la tecnología como redentora de todos nuestros males). Su plan es esperar a que el meteoro se acerque a la tierra, explotarlo en fragmentos más pequeños y recolectar sus preciados recursos con fines comerciales, sin importar la amenaza que esta medida representa para la humanidad.
Tenemos aquí, claramente, un ejemplo de dominación y manipulación del capital sobre las instituciones (gobierno, ciencia y sociedad), como el derretimiento de la democracia en el mundo real. Como siempre, el argumento del gran capital es que la sociedad se verá favorecida con la generación de empleos, a partir de la explotación económica del asteroide. Entonces, no mirar hacia arriba es una forma de cumplir con los deseos del capital. Más aún, hacer un llamado a toda la sociedad a despreciar a todo aquel que piense diferente, estableciendo así la irracionalidad del debate contemporáneo, expresada en la polaridad no mires arriba/mirar arriba, o en nuestra realidad, izquierda/derecha. Irracionalidad por un debate que se asienta sobre un polo alienado, negacionista, impregnado por las ensoñaciones del capital y dirigido por él. ¿Qué queda para la ciencia, la verdadera ciencia en este mundo? El final de la película no puede ser más revelador en este sentido.
Finalmente, el punto principal de la película, aunque sea una mera burla, es mostrar cómo el gran capital personificó instituciones de propiedad privada, incluido el Estado, estableciendo una sociedad paradójica a partir de fines del siglo XX, porque al mismo tiempo asocial, ahistórico y apolítico.
*José Micaelson Lacerda Morais es profesor del Departamento de Economía de la URCA. Autor, entre otros libros, de El capitalismo y la revolución del valor: apogeo y aniquilamiento.
referencia
no mires hacia arriba (No mires hacia arriba)
Estados Unidos, 2021, 145 minutos.
Dirigida por: Adam McKay
Guión: Adam McKay y David Sirota
Reparto: Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence, Meryl Streep, Cate Blanchett, Rob Morgan, Jonah Hill, Mark Rylance.