por FRANCISCO DE OLIVEIRA BARROS JUNIOR*
“Winter Light”, película de Ingmar Bergman, contempla el suicidio
A finales de septiembre, en compañía de las lentes de Ingmar Bergman, nos centramos en “Winter Light”. En el diálogo cinematográfico, nos vemos obligados a hojear El mito de Sísifo, ensayo sobre el absurdo, de Albert Camus: “Sólo hay un problema filosófico realmente grave: el suicidio. Juzgar si vale la pena vivir o no es responder a la pregunta fundamental de la filosofía”.
En contextos absurdos, los humanos producen significados sobre su existencia. Captarlos es tarea de una sociología integral. Jonas Persson, en su desesperación, pregunta: “¿Por qué tenemos que seguir viviendo?” Angustiado y perturbado, el personaje de Ingmar Bergman se siente inquieto por cómo se utilizarán las bombas atómicas chinas. A principios de los años 1960, la sombra de un enfrentamiento militar entre las grandes potencias mundiales de ese momento histórico generó aprensiones individuales y colectivas.
Las decepciones políticas como uno de los factores impulsores de la ideación suicida. Estos no son exclusivos de las especializaciones médicas. Émile Durkheim abre perspectivas sociológicas sobre los suicidios egoístas, altruistas y anómicos. “El elemento social del suicidio”, desde una perspectiva durkheimiana, analiza “cómo varía la tasa de suicidio en función de diferentes concomitantes sociales”. En una situación histórica de incertidumbre, Jonas experimenta un desamparo existencial. Sin respuestas a sus inquietudes, no encuentra anclas que lo integren en una sociedad de conflictos y turbulencias.
Ni siquiera la religión, en la “crisis de fe” de su pastor, responde a su angustia y perturbación. En el “silencio de Dios”, subjetivado por el vicario Tomas Ericsson, Jonas Persson explica la sensación de distancia divina: “Dios parece tan lejano”. Evocando la prueba bíblica de Cristo, el reverendo Tomás explica la agonía de su atormentado interlocutor: “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” La voz del pastor Tomás: “si dios no existe, ¿realmente haría alguna diferencia?”
“¿Tienes algún problema con el dinero?” “¿Ya has hablado con un médico? Quiero decir, ¿estás sano? “¿Te llevas bien con tu esposa?” Estas preguntas las formula el vicario Tomas Ericsson al angustiado Jonas Persson, atormentado por la idea de acabar con su propia vida.
Estamos ante una dramática escena de luz de invierno (1962), película dirigida por un pensador cinematográfico: Ingmar Bergman. Somos multidimensionales. Nuestras necesidades no se limitan a las demandas materiales. Nuestras sed y hambre son variadas. Nos falta pan y poesía. Las necesidades económicas son parte de un conjunto de otras demandas humanas. Además de buscar comida, nuestras cacerías son múltiples. Desde trabajos hasta afectos, seguimos intentando satisfacer nuestros deseos.
Las preguntas formuladas previamente por el reverendo Ericsson revelan la complejidad del tema del suicidio, expuesto en el texto cinematográfico de Ingmar Bergman. Una lectura densa para ampliar nuestra perspectiva sobre los significados de las acciones suicidas. Estos provocan los más diversos discursos. En luz de invierno, el cineasta dialoga con las ciencias humanas y sociales, especialmente la filosofía y la sociología.
El discurso psiquiátrico es una, entre otras prácticas discursivas, que se emite sobre quienes renuncian a la vida. Desde las obras cinematográficas hasta las observaciones cotidianas, nos animan a pensar en los suicidios como consecuencias de una combinación de factores. Por tanto, los discursos filosóficos y sociológicos, además de los médicos, contribuyen a ampliar nuestra comprensión.
“El silencio de Dios ante las bestialidades del hombre”. Una pregunta para Ingmar Bergman, “un inquieto investigador” del alma humana, “el material con el que teje sus historias”. Para ver luz de invierno es penetrar en la “cosmovisión” y la “postura intelectual y artística” de un cineasta complejo, denso y profundo. En su “originalidad como creador”, Ingmar Bergman presenta su “marca de autor”, con una “estética personal e inconfundible”. Viendo sus películas, atendiendo a sus bases estéticas y a las fases de su recorrido cinematográfico, sentimos el placer de contemplar las creaciones artísticas de un talento de estilo y sentido estético en su singular forma de hacer cine (TEIXEIRA, 2018).
En sus ejercicios cinefilosóficos, Julio Cabrera reflexiona sobre “la existencia y la libertad”. “El cine piensa” y el filósofo, a través del cine, promueve un diálogo entre Jean-Paul Sartre e Ingmar Bergman. De una obra sartreana a una película de Bergman, visto como un “filósofo extraordinario”, el reflejo del discurso teatral de un personaje: “el infierno son los demás”. A través de la cinematografía, “una introducción a la filosofía” (CABRERA, 2006).
*Francisco de Oliveira Barros Júnior Es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Federal de Piauí (UFPI).
Referencias
CABRERA, Julio. El cine piensa: una introducción a la filosofía a través del cine. Río de Janeiro: Rocco, 2006. https://amzn.to/3tiAFc8
DURKHEIM, Emilio. Suicidio: estudio de sociología. São Paulo: Martins Fontes, 2000. https://amzn.to/45cN66j
TEIXEIRA, Aliso. Ingmar Bergman: estrategias narrativas. Fortaleza: Premio Gráfica e Editora, 2018.
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