En la era de la “dromocracia”

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por GEORGHIO TOMELIN*

En la era de la política posfactual, es un hecho que todos estamos inmersos en la posverdad. Si las mentiras previas se apoderan del escenario político, los votantes no tendrán forma de defenderse

La “única verdad” sobre las narrativas no existe. Las “mentiras sobre los hechos” existen y son muy comunes. Las dos afirmaciones anteriores pueden parecer contradictorias, especialmente para quienes entienden que la verdad sería lo inmediatamente opuesto a la mentira. Las verdades y las mentiras deben analizarse en el contexto político, en la era de la posverdad.

Hoy estamos inmersos en un sistema regido por la velocidad: un proceso “dromocrático” transversal, mediante el cual la velocidad digital traspasa todos los sectores de la comprensión humana. El Observatorio de la Democracia de la Fiscalía General de la Nación, especialmente a través de su Comisión de Jurimetría, pretende analizar datos e impactos de las noticias falsas en los resultados electorales.

En el sistema electoral brasileño, las revelaciones incorrectas sobre hechos políticos no pueden ser refutadas a tiempo y terminan interfiriendo en la elección del elector. Las noticias falsas navegan por la inseguridad de los votantes. Cuando se trata de política, los votantes frustrados terminan atraídos por contenido malicioso. El sistema electoral debe garantizar que los votantes no sean engañados, justo cuando deciden por quién votar.

Un ejemplo sencillo puede ayudar a comprender: si el elector es “informado incorrectamente”, en vísperas de la elección, de que “su candidato sería un criminal o que ya no puede ser elegido por algún factor”, este elector tenderá revertir su voto a favor de otro político. Después de las elecciones, será demasiado tarde para revertir los efectos del engaño.

Las noticias falsas durante el proceso pueden distorsionar el resultado de las elecciones, ya que afectan la libre formación de la voluntad popular. La velocidad con la que las redes sociales difunden versiones descabelladas afecta la libertad de expresión. Nos rige la velocidad, de ahí que hoy hablemos de “dromocracia” (“dromos”, en griego, corresponde a calle, camino, carrera, ruta e incluso camino de agilidad).

La “dromología” es el estudio de este camino o atajo más rápido. “Dromocracia” analiza así los mecanismos para una gestión atenta de los medios digitales en tiempos de democracia en rápida evolución. Quien decide rápidamente puede acabar tomando una mala decisión, ya que una toma de decisiones consciente requeriría tranquilidad a la hora de seleccionar las premisas.

Es innegable que el noticias falsas puede afectar directamente los resultados de una elección. Esto se debe a que socavan la libertad de expresión, que es el precepto básico de una buena información en un Estado democrático de derecho. Las noticias falsas rodean y asfixian el debate real de ideas políticas: quien piense diferente no tendrá el espacio imprescindible para expresarse.

La “ciudadanía activa” sólo se implementa discutiendo problemas sociales concretos, y no factoides o fantasmas electorales. Las relaciones políticas francas implican, por tanto, seleccionar libremente los problemas y proyectos públicos más relevantes. Para ello, el proceso electoral debe ser libre y transparente. La libertad de expresión no puede acabar mermada por la difusión de noticias falsas.

En las elecciones, los ciudadanos votan por el candidato que más se asemeja a su visión del mundo. La cabina de votación inaccesible debe garantizar la extracción aséptica de la voluntad popular. Empañar a los candidatos con inexactitudes fácticas puede alterar las posibilidades reales de elección. Sólo una información completa, positiva o negativa, puede formar un electorado educado para elegir libremente a sus gobernantes. La propaganda tiene como objetivo difundir ideas, con el objetivo de influir en las personas y obtener el apoyo de los votantes. Es un proceso válido y debe restringirse a los límites de “juego limpio electoral".

Es a través de la propaganda que los votantes pueden formarse su opinión sobre los candidatos a cargos electos. La política es la acumulación de fuerzas y no el arte de la buena voluntad. Sin embargo, la elección individual puede estar respaldada por preferencias y afinidades personales, y eso no tiene nada de malo. Sin embargo, la libertad del elector de agradar o desagradar a alguien no legitima las prácticas de difamación o calumnia contra sus oponentes. El hecho de que no exista una verdad única sobre la disputa de narrativas en política no autoriza a nadie a falsificar hechos sobre la situación personal de quienes se postulan para cargos políticos.

Las redes sociales son un entorno propicio para que las “mentiras sobre los hechos” se difundan rápidamente y se amplifiquen. Durante las campañas electorales, no se pueden utilizar acusaciones ficticias para debilitar a algunos candidatos y fabricar el éxito artificial de otros. La expansión del acceso tecnológico se convierte en una amenaza para el proceso electoral.

As noticias falsas son la base de la desinformación electoral en una sociedad con una educación política reducida. Controlar su propagación no puede ser una tarea exclusiva del Poder Judicial. Es necesario poner en práctica mecanismos de control y verificación social. La ley electoral tiene disposiciones que combaten la información falsa: mecanismos reforzados por el derecho de respuesta, la prohibición del anonimato y la garantía constitucional de la libertad de expresión.[i]

En las elecciones deben prevalecer debates políticos amplios, críticas serias y una pluralidad de ideas. Pervertir los hechos, sin tiempo político para contradecirlos, es desinformación deliberada que socava nuestra democracia. El tema es relevante y el Observatorio de la Democracia de la AGU pretende acercarlo a la reflexión de todos, para que se puedan mejorar los mecanismos de control jurídico y social. En la era de la política posfactual, es un hecho que todos estamos inmersos en la posverdad. Si las mentiras previas se apoderan de la escena política, nuestros votantes no tendrán forma de defenderse.

*Georghio A. Tomelín, Abogado, doctor en Derecho Estatal por la USP y doctor en Filosofía por la PUC-SP. Asesor del Observatorio de la Democracia de la AGU.

Nota


[i] Para profundizar en el tema, recomendamos el texto “La libertad de expresión y la difusión de noticias destinadas a perturbar las elecciones electorales” (publicado por Georghio Tomelin, Kahio Fernando García Alves y Marcelo Andrade en REDESP 14/2024, v. 8 n. 1 – Revista TRESP EJEP).


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