Múltiples rostros de Lima Barreto

Whatsapp
Facebook
Twitter
Instagram
Telegram

por CARMEMO NEGRO*

En la obra del escritor se perciben las voces de silenciados por la historia cultural.

Afonso Henriques de Lima Barreto (1881-1922) es uno de los escritores brasileños más conocidos, aunque la recepción crítica de sus obras se caracteriza por la circulación de algunos discursos que tienen dos peculiaridades: (a) está marcada por el sesgo biográfico (la forma en que vivió, con quién y cómo se relacionó, actuando en la vida literaria) que restringe toda cualidad estética a “confesional” y/o “resentimiento”; (b) la reducción de la obra a un libelo y su valor se limita al contenido de la crítica social, en la irreverencia de actitudes y gestos.

Pero, ¿cómo lidiar con el movimiento recíproco y paradójico que sólo se resuelve en el momento de la creación, es decir, “la vida del escritor está a la sombra de la escritura, pero la escritura es una forma de vida” (Maingueneau, 2001, p. 47 ) considerando la obra del autor de Memorias del escribano Isaías Caminha? ¿Cómo leer sus obras acentuando la frescura actual que conllevan sin dejar de lado la riqueza estética de sus textos? Puede ser interesante conocer algunos de los múltiples rostros del escritor en sus obras.

El coleccionista y la creación literaria

Un lado menos conocido de Lima Barreto es el de un investigador y estudioso con un método peculiar: recolectar “retails”, o recortes de periódicos. Organiza cuadernos en los que pega recortes de periódicos con temas variados, desde hechos políticos y culturales hasta críticas a sus obras, que recorta y archiva, además de estudios y borradores de textos iniciales de cuentos y novelas. Están sustentados en papel, en cuadernos con portada y contraportada totalmente rellenas de recortes de periódico, acompañados del registro de la fecha y vehículo de publicación, sin observar una secuencia cronológica o temática clara. En los márgenes de estos recortes se hacen algunas notas manuscritas, en forma horizontal o vertical, según los espacios dejados en la hoja del cuaderno. Junto al recorte, a veces hay una observación o un pequeño texto escrito a mano.

Esta práctica no es exclusiva de Lima Barreto. Guimarães Rosa anotó en sus cuadernos historias contadas por sertanejos, escuchadas durante sus viajes. Usó estos registros como sugerencias para descripciones de espacios y también para temas en historias. El caso más emblemático es el de André Gide (1869-1951), quien expresó el deseo de escribir una novela basada en noticias recopilados por el autor durante muchos años. “Recogí algunos recortes de periódicos esta mañana sobre el caso de los cambistas falsificados. Lamento no haber conservado más de ellos. Son del periódico de Rouen, septiembre de 1906. Creo que hay que partir de ahí sin pretender construir a priori más” (Gide, 2009a, p. 26).

Testigos del proceso de génesis, los cuadernos repletos de apuntes que presagian la escritura, recortes de periódicos y apuntes de libros cuyas temáticas o recursos lingüísticos contenidos en ellos abren a la percepción de huellas o memoria descriptiva. Los cuadernos ofrecen, sobre todo, espacio para que el escritor reflexione sobre los discursos histórico-culturales y el marco de referencia que utiliza para pensar la escritura.

La novela debut: en la ventana de la realidad

En el prefacio de Memorias del escribano Isaías Caminha Lima Barreto dramatiza el proceso de autoría: la publicación del manuscrito por parte del “amigo Isaías”, insertándose como personaje. En primer lugar, observamos el relato de las etapas de publicación de la obra, es decir, el envío a Portugal en busca de un editor, la justificación de la inclusión del prefacio, que no aparece en la primera edición. A continuación, se presentan, en primera persona, datos sobre la recepción de la obra, con hechos relacionados con su vida literaria y otros ya conocidos por el lector.

Lo más interesante es la inclusión de la crítica de José Veríssimo, cuando apareció la novela, por capítulos, en la revista Floréal. En la segunda edición, Lima Barreto publica el prólogo del “autor Isaías Caminha”, que había sido eliminado de la primera edición, agregando datos sobre la recepción crítica y su trayectoria personal como escritor, ficcionalizando así todo el proceso de edición.[i] El prefacio presenta tres tiempos diferentes pero coherentes y similares.

La primera vez corresponde al presente de la publicación de la segunda edición, 1916, cuando el autor comenta la recepción crítica de los primeros capítulos aparecidos en la revista que dirigía. Informa también que han pasado diez años, tanto desde la primera publicación como desde la redacción de los manuscritos de Isaías Caminha, recurso que permite narrar la eventos en la vida del protagonista después del punto final de la novela.

El prefacio también contiene otro prefacio, el del presunto autor de la Recuerdos, transcrito por Lima Barreto. En él aparece la justificación para escribir las memorias, que data de 1905 y marca una segunda época. La tercera parte, aún en el prefacio, trata del pasado del escribano Isaías, resumido en imágenes resumidas, a base de reflexiones, de su trayectoria anterior a 1905.

Observamos espejeado del texto y relectura de sus sentidos, o sea, la editora y escritora Lima Barreto retoma apuntes contenidos en los cuadernos labor de retazos sobre la recepción crítica de su primera novela y ejemplos de su propia actividad, como editor, en la vida literaria. Explica el prólogo y los objetivos del escritor ficticio Isaías Caminha, y también relata la trayectoria final del protagonista de la novela. Un ejemplo de puesta en abismo que “constituye un enunciado que remite a otro enunciado”, y tiene fuertes raíces, por tanto, “en un proceso de intertextualidad, la llamada intertextualidad interna, entendida como la relación de un texto consigo mismo” (Dallenbach apud Natividade, 2009, pág. 53) .

Vemos en el prefacio de Memorias del escribano Isaías Caminha a un juego narrativo a través del efecto de puesta en abismo que tiene el efecto de pliegue especular de la narración. Es un reflejo del mismo tema y, en este caso, una dramatización del backstage de la creación para los lectores. Método que tuvo a André Gide como su practicante más famoso en los cambiamonedas falsos.

En el capítulo X, de la edición de 1917, el autor incluye cuatro párrafos después de los comentarios sobre el “a pedido”[ii] y cita dos breves estrofas de versos populares, sin conexión entre sí, atribuidas a un poeta loco, y luego cierra la inclusión con un comentario sobre figuras conocidas de la vida urbana de Río como “Mal das Vinhas” y “Principe Ubá ”. La inclusión mezcla el contexto cultural de las calles y las historietas registradas en los cuadernos labor de retazos acompañado de la nota manuscrita: “Escrito en una ventana del Hospital de Locos de Río”. Lima Barreto estuvo internado en el asilo del 18 de agosto de 1914 al 13 de octubre de 10, cinco años antes de la segunda edición de Memorias del escribano Isaías Caminha. Sin embargo, en el paso del cuaderno a la novela, la cuarteta se atenúa para aparecer en la obra. en los cuadernos labor de retazos la segunda línea aparece así: “30 por un anillo / 40 por una barra / 60 por una mierda / 70 por una mierda”.

El ejemplo nos muestra el espacio entre lo vivido y los cuadernos, un espacio formado por tensiones y vestigios que la escritura arreglará, pero exponiendo las fisuras del proceso. Por tanto, el texto nunca es lo que se vive: “Es producto de un movimiento del espíritu (pensamiento, pulsión, reacción), que toma forma, y ​​saca a la luz la obra de la pluma” (Hay, 2007, p. 13). Mosaicos, fragmentos sacados de la ventana de la realidad y convertidos en ficción.

los cuadernos y Triste final de Policarpo Quaresma

Entre los cuadernos de la colección labor de retazos, archivada en la Sección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional, existe una tira periodística con el título “Floriano Peixoto. El momento político y financiero en el 93”, sin informar el lugar de publicación, el recorte trae al margen la observación del escritor: “Con motivo de la muerte de Sáenz Peña”.[iii] El artículo relata episodios curiosos sobre el desempeño de Floriano en la presidencia de Brasil. La violencia utilizada por el gobierno de Floriano Peixoto deja una huella imborrable en la memoria cultural de la época.

Lima Barreto también pegó una noticia publicada en Boletín de noticias de 1913 con el titular “Los tiros de la Fortaleza de Santa Cruz, en Santa Catarina. Un pedido de las familias de las víctimas al Mariscal Hermes”. En él se destaca el terror instalado en la isla de Desterro, hoy Florianópolis, con la llegada del coronel Moreira César en abril de 1894. El juicio, fue la sanguinaria respuesta del gobierno de Floriano a los participantes de la Revolución Federalista (1893-1894) y la Revuelta de la Armada (1891 y 1893). La noticia también se refirió a la solicitud presentada al entonces presidente, Marechal Hermes da Fonseca (1910-1914), solicitando permiso para retirar los huesos de las víctimas que se encontraron en Fortaleza Santa Cruz, con motivo de obras de renovación e instalación de nuevos unos cañones.

Lima Barreto en Triste final de Policarpo Quaresma después de mucho investigar, como atestiguan sus cuadernos, elaboró ​​un largo dibujo del Marechal, cuyos rasgos llamativos son: “la tibieza de corazón”, el ejercicio de la “tiranía doméstica”, la “pereza enfermiza”, el “hombre-quizás” que, paradójicamente, obtuvo seguidores fanáticos.

Lima Barreto crea una de las páginas más desgarradoras de la literatura brasileña cuando describe, desde la perspectiva de su personaje, la masacre de prisioneros en las revueltas contra el gobierno de Floriano. Nombrado carcelero de jóvenes inocentes, Policarpo Quaresma está indignado con el destino prometido a los reclutas: hechos prisioneros, serían asesinados y sus cuerpos arrojados al mar. Consignó en una carta toda su indignación al Presidente de la República y fue acusado de traidor, hecho prisionero y pronto también condenado a muerte. Los recortes de prensa, en este caso, se convierten en documentos de génesis externa. Permiten seguir cómo el escritor importa, deforma, transforma, integra los fragmentos discursivos de los diarios.

El resultado está en la novela, que es una obra ineludible en el conjunto de obras de Lima Barreto y merece lectura y relectura hoy. La obra llama la atención sobre la forma en que se constituye y presenta el nacionalismo: a través de narrativas y estrategias discursivas (y esto se aplica tanto a la Primera República como a la época contemporánea). A principios del siglo XX, muchos intelectuales idealizaron proyectos nacionales, con la ciencia como fuerte aliada en la defensa del saneamiento, la eugenesia y el blanqueamiento como soluciones para el país.

Pocos como Lima Barreto y Manoel Bonfim explicaron los problemas por razones sociales y no por causas biológicas. Toda una generación con perfil cientificista buscó argumentar a la sociedad que la experiencia republicana representó el momento histórico de la “fundación” o “refundación” del país, junto con la regeneración del pueblo. En un tenso diálogo con el pasado histórico, los intelectuales propusieron “nuevas técnicas”, “nuevos conocimientos”, “nueva sociedad” así como “nuevos gobiernos”.

Entonces, en el colmo de esta euforia nacionalista, con tintas científicas, Lima Barreto presenta a su “dulce, bueno y modesto Policarpo”, quien pagó con su vida concluir que “la patria era un mito” y el personaje expone al lector dónde asimiló estos relatos de nación: en la literatura, en los libros de historia, en los relatos de viajes, en las canciones y leyendas, etc. Todos son dispositivos discursivos que plantaron “palmeras y zorzales”, símbolos de una naturaleza “exuberante” en nuestro imaginario. Discursos que niegan la cuestión estructural que atraviesa la cultura brasileña y resquebraja la imagen homogénea de la brasilidad: la esclavitud (indígena y negra), matriz de violencia, autoritarismo en el control de cuerpos y sujetos excluidos, estigmatizados, recogidos obligatoriamente o expulsados ​​de la patria amada.

La técnica impresionista y la militancia

Lima Barreto trae a la literatura brasileña de las primeras décadas del siglo XX los personajes de baja extracción social, pero no para mostrarlos sólo como parte de un proyecto de denuncia de la marcada desigualdad en el país. El escritor se interesa y está atento a “los musgos de los moldes del alma”, como también había afirmado Flaubert (1993) sobre la elaboración de sus personajes. Los textos de Lima Barreto realizan un movimiento sofisticado: profundizan en el desarrollo del personaje en el tiempo, reemplazando la acción por el análisis psicológico.

Con ello, permiten una mirada crítica a los impasses, dilemas y fracasos de figuras que, para la sociedad, no tienen voz. Así, dan densidad psicológica a personajes comúnmente invisibles. Una de las estrategias utilizadas para ello es el impresionismo literario, técnica significativa para representar los impasses de la conciencia y los actos de percepción, presentando simultáneamente procesos espaciales y temporales, como en Clara dos Anjos.

La novela es muy rica, con varias tramas en paralelo, y fue extensamente trabajada por Lima Barreto en numerosas versiones, habiendo sido publicada póstumamente (inacabada) en folletín de la revista sousa cruz, Río de Janeiro, entre 1923 y 1924.

Creado en un ambiente cuyos rasgos generales incitaban a la fantasía, música dolorosa con versos repetitivos, todo un universo de exacerbaciones de los sentidos con “sonidos mágicos” de guitarras, el personaje de la protagonista, Clara, está siendo moldeado por la idealización mezclada con vagos sueños de amor La realidad se convierte gradualmente en un pálido reflejo de la imaginación cuyo contenido te interesa más que el mundo que te rodea. Sin embargo, la joven de “inteligencia débil” y “falta de experiencia”, según el narrador, atraviesa un relevante proceso de autoconocimiento y profundo reconocimiento de las tensiones de raza, clase y género. Este proceso será anticipado a través de la imagen “mancha de carbón”, muy utilizada a lo largo de la novela y con distintas posibilidades de significado.

Poco a poco, como si fuera una cámara, el foco del narrador se estrecha. Primero vemos a la clásica coqueta en la ventana y luego, paulatinamente, el espacio exterior (el cielo, las estrellas, los árboles, la luz de la luna, la oscuridad de la noche) y el “pensamiento errante” (y angustiado) del personaje.

“Clara contempló el cielo negro, tachonado de estrellas palpitantes. La oscuridad no era total, por el polvo luminoso que se cernía desde las alturas. [..] Corrió con sus pensamientos errantes a lo largo de toda la parte del cielo que podía ver. Regresó al Cruzeiro, en cuyas inmediaciones, por primera vez, notó que había una mancha negra, el negro profundo y homogéneo del carbón. Se preguntó a sí mismo:

- Entonces, en el cielo, ¿también hay manchas? (Barreto, 1956, p. 175).

Tras estas imágenes, la narradora aclara: “Combinaba este descubrimiento con el trance por el que había pasado. No le tomó mucho tiempo ver lágrimas; y suspirando, pensó entre sí: ¿Qué será de mí, Dios mío? (ídem, pág. 175). Vemos al escritor usando luz/oscuridad para revelar el dolor íntimo de los personajes. El color “carbón”, que no refleja la luz, está sutilmente invadido por “un polvo luminoso”. La oscuridad de la angustia de Clara es consistente con la “mancha negra, un negro profundo” para representar la primera etapa del proceso de toma de conciencia del personaje. La “mancha” es “negra” como la represalia moral que sufrirá por estar embarazada y soltera. Por primera vez, Clara dos Anjos se dio cuenta de que la culpa, el juicio, la impotencia la seguirían, como una “mancha”. Clara, dulce, ingenua y angelical, toma conciencia de la opresión de género de la sociedad patriarcal, montañas que, como “gigantes negros”, vigilan, indiferentes a su dolor.

Es muy interesante la estrategia que utiliza el impresionismo literario para dotar de humanidad y grandeza a sus personajes. En caso de que los lectores no hayan entendido el lenguaje de luces y sombras que exterioriza el contenido de las emociones del personaje, el narrador proporciona la información a través del estilo indirecto. En un monólogo, Clara se habla a sí misma, revelando al lector el contenido de su angustia. “¿Qué sería de ella ahora, deshonrada, vejada delante de todos, con esa mancha imborrable en su vida?” (Barreto, 1956, p. 187).

Notar la “mancha de carbón indeleble” transforma el personaje. La mirada desdeñosa de Doña Salustiana (madre de Cassi Jones, padre del hijo que espera Clara dos Anjos) fue fulminante y decisiva para la nueva etapa de maduración de la protagonista. “La niña empezó a notar esto y se llenó de ira, de rencor por la humillación que estaba pasando, además de todo lo que sufría y sufriría” (Barreto, 1956, p. 193). Ante la humillación, responde fuera de sí sobre el motivo de su visita: “Quiero que te cases conmigo”. La reacción siguió. “Doña Salustiana estaba lívida; la intervención de la “mulatinha” la exasperó. Él la miró lleno de malicia e indignación, demorándose deliberadamente. Finalmente, expectoró: "¿Qué dices, negra?". (Barreto, 1956, p. 194).

Sutilmente, Lima Barreto nos muestra que el poder está dentro y fuera de las personas, es decir, la fuerza de fuera moldea, fija, intimida, provoca, envilece, controla. Un tema explorado por Franz Fanon en Piel negra, máscaras blancas: “[…] el otro, a través de gestos, actitudes, miradas, me fijaba como se fija una solución con un estabilizador. Me enfurecí, exigí explicaciones… No sirvió de nada. exploté. Aquí están las migajas recogidas por otro yo” (Fanon, 2008, p. 103).

Como “otro yo” que emerge juntando las piezas, Clara ve sus características étnicas y su racismo estructural, su vulnerabilidad económica y, como explica el narrador, “ahora era que tenía la noción exacta de su condición social” (Barreto, 1956 , pág. 196). De hecho, el personaje aprende a devolver la mirada como una actitud de resistencia, aunque todavía frágil. Al reunir todas estas estrategias que alternan entre sutilezas y explicaciones, se comprende por qué la novela termina con la afirmación de Clara dos Anjos a su madre, pronunciada con “un gran acento de desesperación: — No somos nada en esta vida” (Barreto, 1956, pág. 196).

El uso prominente del color en Clara dos Anjos, permite adentrarse en la conciencia del personaje y la percepción de cómo está profundamente afectado por las presiones sociales, provenientes de la educación que recibió, el color de su piel, el ser mujer y pobre. Las técnicas impresionistas permiten explorar el doloroso proceso de maduración de la subjetividad para cultivar una conciencia crítica: Clara dos Anjos aprende a mirar y ver. En una especie de drama con imágenes, se revelan las tensiones y dilemas de las subjetividades silenciadas e invisibles. Ahí radica la fuerza de su literatura: inverosímil, crítica, atenta y, en última instancia, militante.

El intelectual en la tribuna de prensa

El escritor carioca demostró, en las crónicas publicadas en los diarios, suficiente erudición y conocimiento de las principales corrientes del pensamiento crítico. Acompañó y participó de los debates con decoro y pertinente argumentación, construida a partir de las lecturas realizadas.

Astuto intelectual, Lima Barreto envió una carta al sociólogo francés Célestin Bouglé (1870-1940), discípulo de Durkheim y profesor de Sociología en la Sorbona, para cuestionar “los falsos juicios con los que el mundo civilizado rodea a los hombres de color”. Dice el escritor: “mientras leía su hermoso libro, noté que está al tanto de las cosas en la India y sabe poco sobre los mulatos de Brasil. En la literatura brasileña, ya floreciente, los mulatos ocupaban un lugar destacado. El más grande poeta nacional, Gonçalves Dias, era mulato; el más erudito de nuestros músicos, una especie de Palestrina, José Maurício, era mulato; los grandes nombres actuales de nuestra literatura –Olavo Bilac, Machado de Assis y Coelho Neto– son mulatos” (Barreto, Correspondencia, 1956, tomo I, pág. 158). El escritor también demuestra conocimiento de la obra de Booker Taliaferro Washington (1856-1915), líder afroamericano,[iv] quien, después de la guerra civil, defendió la educación técnica como una educación centrada exclusivamente en el trabajo para la población negra abandonada y sin perspectivas.

La preocupación del intelectual por la importante cuestión de la cultura brasileña es fuerte, especialmente en el período en que las teorías del blanqueamiento, entre otras, ganan fuerte apoyo y defensa, concomitante con la represión violenta de las manifestaciones culturales de origen africano, que son oprimidas, segregadas o invisibilizados, en nombre del saneamiento y la higiene en pos del progreso.

En una crónica del 16 de agosto de 1919 para el diario A B C, Lima Barreto hace una larga exposición sobre los argumentos adoptados por intelectuales para justificar la matanza de grupos negros en Estados Unidos e, indirectamente, naturalizar el mismo procedimiento en Brasil y otros países en nombre de la ciencia. La crónica comienza con una cita del libro El préjugé des races (1906) del sociólogo francés Jean Finot (1856-1922), uno de los pocos teóricos franceses opuestos a la teoría de las razas en el período. Vale la pena seguir algunos momentos del debate.

“Con mi ignorancia reconocida, en nombre de alguien más competente, quise decir con estas líneas ligeras que la Ciencia (con C mayúscula) no autoriza, en su estado actual, ninguna matanza de seres humanos, porque sean de esta o esa carrera Las autoriza tanto como los Evangelios autorizaban las hogueras de Sevilla, en tiempos de Torquemada o de San Bertolomé” (Barreto, 1956, p. Ferias y Mafuás, PAG. 188-193).

También destaca en el conjunto de su obra en los diarios el cuestionamiento de las formas de control y violencia dirigidas a los más pobres, particularmente en la capital de la República, en nombre del saneamiento y el progreso.

Como intelectual, Lima Barreto media entre diversas ideologías y las necesidades de los ciudadanos comunes. Está, en la crítica, la mirada a quienes en la ciudad habitan la zona de invisibilidad sin acceso a las condiciones urbanas anunciadas por los discursos de orden, progreso, civilización. Y atención a la violencia cometida contra los trabajadores empobrecidos por la inflación y los altos precios provocados por la gran especulación financiera; contra los inmigrantes y ex esclavos que deambulan por la ciudad; contra mujeres y trabajadores precarios llamados vagabundos por la represión policial.

Un gran contingente de brasileños, en su mayoría negros, que, en el apogeo del cientificismo, fueron colocados en una categoría racial y biológicamente inferior. En consecuencia, sufrieron prácticas discriminatorias en el mercado laboral, el acceso a la educación y todo el patrimonio cultural que portan se lee como una manifestación de desempleados, incivilizados, bárbaros.

La población pobre es vista como la parte enferma del cuerpo social que necesita ser sanada, disciplinada, con su diversidad –y su voz– silenciada, reprimida con violencia. El creador de Policarpo Quaresma sospecha de la mirada pedagógica de los mensajeros del progreso y cuestiona el aparato científico de control sobre los sujetos y la cultura. Después de todo, en la Primera República, “pobreza pasó a significar suciedad, que significó enfermedad, que significó degradación, que significó inmoralidad, que significó subversión” (Patto, 1999, p. 184).

En la agenda, en el escenario de la Primera República, también estuvo el debate sobre la educación como palanca de progreso, tema importante para Lima Barreto. Sin embargo, el escritor siempre ha sido crítico con lo que se preconiza como “instrucción pública”, aquella que propone enseñar a leer, escribir y aritmética, sin ninguna premisa de conciencia. Aún así, inaccesible para la mayoría de la población. “El municipio ya no da libros, lápices, ni cuadernos, ¡no da nada! ¿Cómo pueden los padres pobres pobres, que ganan apenas lo suficiente para comer y vivir, poder afrontar los pequeños gastos de mantener a sus hijos en la escuela primaria?” (Barret, nota marginal, 1956, pág. 112). Entonces podemos entender por qué la cartilla de salud pública, que exige adhesión inmediata y sin restricciones por parte de la población, no pudo ser comprendida. En lugar de orientación y educación, vienen duras medidas punitivas (y represivas), que intimidan y no garantizan una formación social crítica.

Esta crítica del escritor es muy significativa, ya que trae a colación cuestiones estructurales de la cultura brasileña, aún hoy presentes y abiertas de par en par en el difícil momento de la pandemia de la COVID-19 y sus consecuencias. Los gobiernos mantienen acciones erroneas, abandono de áreas urbanas pobres que sufren la ausencia de condiciones básicas de higiene y viviendas inadecuadas en lugares densamente poblados. Además, los habitantes de estas zonas siguen estando a merced de la represión policial que, como en las primeras décadas del siglo XX, aún invade los hogares y practica la violencia en nombre de la seguridad y el bienestar de la ciudad. En este sentido, hemos mejorado poco en Brasil.

En sus múltiples vertientes, la obra de Lima Barreto nos trae las voces de los silenciados por la historia cultural, con un lenguaje que supo incorporar las nuevas tecnologías, la riqueza de la experiencia urbana, el tenso diálogo con la tradición literaria.

Que este 13 de mayo sea posible que nuevos lectores conozcan la obra de Lima Barreto.

*Carmen Negreiros Es profesor del Instituto de Letras de la UERJ. Autor de Lima Barreto en cuatro tiempos (Relicario).

Referencias


BARRETO, Afonso Henriques de Lima. Memorias del escribano Isaías Caminha. Sao Paulo: Ática, 1990.

BARRETO, Afonso Henriques de Lima. Triste final de Policarpo Quaresma. Río de Janeiro: Brasiliense, 1956. v. dos.

BARRETO, Afonso Henriques de Lima. Clara dos Anjos. Río de Janeiro: Brasiliense, 1956. v.5.

BARRETO, Afonso Henriques de. Correspondencia. Tomo 1. Río de Janeiro: Brasiliense, 1956.

BARRETO, Afonso Henriques de. Ferias y Mafuás. Río de Janeiro: Brasiliense, 1956. v.10.

BARRETO, Afonso Henriques de. nota marginal. Río de Janeiro: Brasiliense, 1956. v.12.

FANÓN, Frantz. Piel negra, máscaras blancas. Traducción: Renato da Silveira. Salvador: EDUFBA, 2008.

FLAUBERT, Gustavo. cartas ejemplares. Organización, prefacio, traducción y notas de Duda Machado. Río de Janeiro: Imago, 1993.

GIDE, Andrés. diario de cambiamonedas falsas. Traducción de Mario Laranjeira. São Paulo: Estación Liberdade, 2009a.

GIDE, Andrés. los cambiamonedas falsos. Traducido por Mario Laranjeira. São Paulo: Estación Libertad, 2009b.

HAY, Luis. La literatura de los escritores. Cuestiones de crítica genética. Traducción de Cleonice Paes Barreto Mourão. Belo Horizonte: Editora UFMG, 2007.

MAINGUENEAU, Dominique. El contexto de la obra literaria. Enunciación, escritor, sociedad. Traducido por Marina Appenzeller. São Paulo: Martins Fontes, 2001.

PATTO, María Helena Souza. Estado, ciencia y política en la Primera República: la descalificación de los pobres. estudios Avanzados, São Paulo, vol. 13, noo. 35, pág. 167-198, enero/abril de 1999. Disponible en: https://bit.ly/3eCpr5y.

Notas


[i] Vale la pena recordar aquí que la revista Floreal — publicación bimensual de crítica y literatura, fundada en 1907 por Lima Barreto y amigos como Antonio Noronha dos Santos, entre otros, duró apenas cuatro números, siendo publicado el cuarto y último número el 31 de diciembre de 1907. En él el autor publicó el primeros capítulos de la novela, acompañada de un prefacio del autor ficticio Isaías Caminha.

[ii] Anteriormente presente en los periódicos, la sección representaba el espacio para que los lectores publicaran opiniones sobre personalidades, eventos culturales y políticos y situaciones cotidianas; establecer polémicas a partir de delitos y acusaciones; para declaraciones de amor, epigramas, exposición de extractos de poemas populares, con el lenguaje cercano a la obscenidad, lo vulgar o lo absurdo.

[iii] Se puede deducir que el año de publicación del artículo es 1907. Año de la muerte de Luis Sáenz Peña (1822-1907), quien gobernó Argentina entre 1892-1895. Su hijo, Roque Sáenz Peña (1851-1919), también gobernó el país entre 1910 y 1914. Hay una plaza importante en el barrio de Tijuca de Río de Janeiro llamada Sáenz Peña.

[iv] A pesar del exitoso proyecto de crear escuelas técnicas para negros en gran parte del territorio estadounidense, Booker Taliaferro Washington también fue duramente criticado por pensadores como William Edward Burghardt, conocido como WEB Du Bois (1868-1963), autor del clásico Las almas de los negros (1903) y considerado el fundador de la sociología americana, cuyas obras también conocía Lima Barreto. Entre las críticas, estuvo la acusación de no alentar a esta población a ir a la universidad, la propuesta de sometimiento a la política segregacionista y por no actuar de manera incisiva frente a los frecuentes linchamientos comunes en la época.

Ver todos los artículos de

10 LO MÁS LEÍDO EN LOS ÚLTIMOS 7 DÍAS

Ver todos los artículos de

BUSQUEDA

Buscar

Temas

NUEVAS PUBLICACIONES

Suscríbete a nuestro boletín de noticias!
Recibe un resumen de artículos

directo a tu correo electrónico!