por François-Marie Arouet VOLTAIRE*
Artículo recogido en el libro recientemente publicado, organizado por Regina Schöpke & Mauro Baladi
Mujer – física y moral1
Generalmente es mucho más débil que el hombre, más pequeña y menos capaz de realizar tareas largas. Su sangre es más líquida, su carne menos compacta, su pelo más largo, sus miembros más tonificados, sus brazos menos musculosos, su boca más pequeña, sus nalgas más respingadas, sus caderas más separadas y su vientre más ancho. Estas características distinguen a las mujeres en toda la Tierra, en todas las razas, desde Laponia hasta la costa de Guinea, tanto en América como en China.
Plutarco, en el tercer libro de su Charlas de mesa, afirma que el vino no los embriaga tan fácilmente como a los hombres, y aquí está la razón que da para lo que no es cierto. Utilizo la traducción de Amyot:2 “El temperamento de las mujeres es muy húmedo, lo que hace que su carne sea suave, tersa y brillante, con sus purgas menstruales. Así pues, cuando el vino cae en una humedad tan grande, al verse vencido, pierde su color y fuerza, y se vuelve descolorido y acuoso; y sobre esto podemos deducir algo de las propias palabras de Aristóteles: pues dice que aquellos que beben a grandes tragos, sin recuperar el aliento -lo que los antiguos llamaban entretenerse – no se emborrachan tan fácilmente, porque el vino apenas permanece dentro de su cuerpo; Así presionado y empujado por la fuerza, pasa a través de todo. Ahora bien, lo más común es ver a mujeres bebiendo así, y si es probable que su cuerpo, a causa de la continua atracción de los humores en contraste con sus purgas menstruales, esté lleno de diversos conductos, y atravesado por diversos tubos y redes de canales, cuando el vino cae en ellos, sale rápida y fácilmente, sin poder pegarse a las partes nobles y principales - las cuales, al ser perturbadas, causan la embriaguez.
Esta física es totalmente digna de los antiguos.
Las mujeres viven un poco más que los hombres, lo que significa que en una generación hay más personas mayores que ancianos. Esto es lo que pudieron observar todos aquellos que en Europa realizaron censos precisos de nacimientos y muertes. Se cree que lo mismo ocurre en Asia y entre la gente negra, roja y gris, así como entre la gente blanca. La naturaleza siempre está ahí para ti..3
Hemos mencionado en otra parte un extracto de un periódico chino, que cuenta que en el año 1725, cuando la esposa del emperador Yontchin decidió dar regalos a las mujeres pobres de China que tuvieran más de setenta años,4 Sólo en la provincia de Cantón, entre quienes recibieron estos regalos, había 98.220 mujeres mayores de 70 años, 48.893 mayores de ochenta y 3.453 alrededor de cien años. Los que aprecian las causas finales dicen que la naturaleza les concede una vida más larga que la de los hombres para recompensarlos por el trabajo que tienen al llevar durante nueve meses a sus hijos, traerlos al mundo y alimentarlos. No es de creer que la naturaleza da recompensas. Sin embargo, es probable que, como la sangre de las mujeres es más blanda, sus fibras se endurezcan menos rápidamente.
Ningún anatomista, ningún médico ha podido jamás conocer el modo en que conciben. A pesar de Sánchez5 se han asegurado de que María y el Espíritu Santo emitieron semen en la cópula y expulsaron a Jesús del vientre.,6 Esta abominable impertinencia de Sánchez, por lo demás muy sabio, no es adoptada hoy por ningún naturalista.
Las mujeres son el único tipo de mujer que derrama sangre cada mes. Se quiso atribuir la misma evacuación a otras especies –y, sobre todo, a los monos–, pero el hecho no resultó ser cierto.
Estas periódicas emisiones de sangre, que debilitan siempre a las mujeres durante esta pérdida, las enfermedades derivadas de la retención de la sangre menstrual, los períodos de embarazo, la necesidad de amamantar y cuidar continuamente a sus hijos y la delicadeza de sus miembros, las hacen poco adecuadas a la fatiga de la guerra y al furor del combate. Es cierto, como ya hemos dicho, que hemos visto en todos los tiempos y en casi todos los países algunas mujeres a quienes la naturaleza ha dotado de un valor y una fuerza extraordinarios, que han luchado junto a los hombres y han soportado trabajos prodigiosos. Pero en última instancia, estos ejemplos son raros. Le remitimos al artículo “Amazonas”.
Lo físico siempre gobierna lo moral. Las mujeres son más débiles físicamente que nosotros; teniendo mayor destreza en sus dedos – mucho más flexibles que los nuestros – y siendo incapaces de trabajar en las arduas tareas de la construcción, la carpintería, la metalurgia y la agricultura; encargándose necesariamente de las tareas más pequeñas y livianas dentro de la casa, y sobre todo del cuidado de los niños; Al llevar una vida más sedentaria, deben tener más dulzura de carácter que la raza masculina; También deberían saber menos sobre los delitos mayores. Y esto es tan cierto que en todos los países civilizados siempre hay al menos cincuenta hombres ejecutados contra una sola mujer.
Montesquieu, en su espíritu de las leyes,7 Prometiendo hablar sobre la condición de las mujeres en varios gobiernos, afirma que “entre los griegos las mujeres no eran consideradas dignas de participar en el amor verdadero, y que el amor sólo tenía entre ellas una forma que no nos atrevemos a decir”.8 Cita a Plutarco como su garante.
Es un error que sólo se puede perdonar a un espíritu como el de Montesquieu, siempre llevado por la velocidad de sus ideas, a menudo incoherentes.
Plutarco, en su capítulo sobre El amor, presenta a varios interlocutores; y él mismo, bajo el nombre de Dafneo, refuta con la mayor vehemencia los discursos hechos por Protógenes en favor del libertinaje con los jóvenes.
Es en este mismo diálogo que llega a decir que hay algo divino en el amor de las mujeres; Compara este amor con el sol, que anima la naturaleza; sitúa la mayor felicidad en el amor conyugal y termina con el magnífico elogio de la virtud de Eponine. Esta memorable aventura tuvo lugar ante los propios ojos de Plutarco, que vivió durante algún tiempo en casa de Vespasiano. Esta heroína, al enterarse de que su marido Sabino, derrotado por las tropas del emperador, se había escondido en una cueva profunda entre el Franco Condado y la Champaña, entró sola con él, le sirvió, le alimentó durante varios años y tuvo con él algunos hijos.
Finalmente, siendo arrestada con su marido y presentada a Vespasiano, quien quedó asombrado por la grandeza de su valor, le dijo: «He vivido más feliz bajo tierra, en la oscuridad, que tú a la luz del Sol en el apogeo de tu poder». Plutarco afirma pues precisamente lo contrario de lo que le hace decir Montesquieu; e incluso se pronuncia a favor de las mujeres con un entusiasmo muy conmovedor.
No es de extrañar que en todos los países el hombre se haya convertido en amo de la mujer y que todo se base en la fuerza. Comúnmente tiene mucha superioridad en relación al cuerpo, e incluso al espíritu.
Hemos visto mujeres muy sabias, casi guerreras. Sin embargo, nunca se ha visto a ninguna inventora.
El espíritu de sociabilidad y gracia es comúnmente lo que los caracteriza. En términos generales, parece que se hicieron para suavizar las costumbres de los hombres.
En ninguna república han tenido jamás la más mínima participación en el gobierno; nunca reinaron en imperios puramente electivos; pero reinan en casi todos los reinos hereditarios de Europa, en España, en Nápoles, en Inglaterra, en varios Estados del Norte y en varios grandes feudos que se llaman femeninos.
La costumbre que se llama ley sálica9 los excluyó del reino de Francia; y no es, como dice Mezerai,10 porque eran incapaces de gobernar, ya que casi siempre se les concedía la regencia.
Se dice que el cardenal Mazarino reconoció que varias mujeres serían dignas de gobernar un reino, y que añadió que siempre existía el temor de que se dejaran subyugar por amantes incapaces de gobernar una docena de pollos. Sin embargo, Isabel en Castilla, Isabel en Inglaterra y María Teresa en Hungría desmintieron esta supuesta broma atribuida al cardenal Mazarino. Y hoy vemos a un legislador respetado en el Norte.11 en la misma medida que el soberano de Grecia,
de Asia Menor, Siria y Egipto es poco estimada.12
La ignorancia ha afirmado durante mucho tiempo que las mujeres son esclavas durante toda su vida entre los musulmanes y que después de su muerte no entran en el paraíso. Éstos son dos grandes errores, similares a los que siempre se han propagado sobre el mahometismo. Las esposas no son de ninguna manera esclavas. La sura o capítulo IV del Corán les entrega una dote. Una hija debe recibir el equivalente a la mitad de los bienes heredados por su hermano. Si sólo hay hijas, se dividen entre ellas dos tercios de la herencia, y el resto pertenece a los parientes del difunto –cada uno de los dos linajes recibirá una sexta parte–, y la madre del difunto también tiene derecho al legado. Las esposas son tan pequeñas esclavas que se les permite pedir el divorcio, que se les concede cuando sus quejas son consideradas legítimas.
No está permitido a los musulmanes casarse con su cuñada, su sobrina, su hermana adoptiva y su hijastra criadas bajo el cuidado de su esposa; No está permitido casar a dos hermanas. En esto son mucho más severos que los cristianos, que cada día compran en Roma el derecho a contraer matrimonios semejantes, que podrían hacer gratuitamente.
Poligamia
Mahoma redujo el número ilimitado de esposas a cuatro. Sin embargo, como es necesario ser extremadamente rico para mantener a cuatro mujeres según el estatus de cada uno, sólo los grandes señores pueden hacer uso de tal privilegio. Así pues, la pluralidad de mujeres no causa el daño a los Estados musulmanes que tan a menudo criticamos en ellos, ni los despobla, como se repite cada día en tantos libros escritos al azar.
Los judíos, por una antigua costumbre establecida, según sus libros, desde Lamec, siempre han tenido la libertad de tener varias esposas al mismo tiempo. David tuvo dieciocho, y desde entonces los rabinos limitaron la poligamia de los reyes a ese número, aunque se dice que Salomón tuvo hasta setecientos.
Hoy en día, los musulmanes no conceden públicamente a los judíos la pluralidad de mujeres; No creen que los judíos sean dignos de tal ventaja. Pero el dinero, siempre más fuerte que la ley, concede a veces, en Oriente o en África, a los judíos ricos, el permiso que la ley les niega.
Se dice con seriedad que Lelio Cinna, tribuno del pueblo, anunció, después de la muerte de César, que este dictador había querido promulgar una ley que otorgara a las mujeres el derecho a tener tantos maridos como quisieran. ¿Qué hombre sensato no ve que esto es un cuento popular ridículo, inventado para hacer odioso a César? Se parece a esta otra historia que un senador romano había propuesto, en pleno del Senado, darle permiso a César para acostarse con todas las mujeres que quisiera. Tales ineptitudes deshonran la historia y dañan el espíritu de quienes creen en ellas. Es triste que Montesquieu creyera esta fábula.
No ocurre lo mismo con el emperador Valentiniano I, quien, pretendiendo ser cristiano, se casó con Justina mientras aún vivía su primera esposa, Severa, madre del emperador Graciano.
En la primera dinastía de reyes francos, Gontran, Chereberto, Sigeberto y Chilperico tuvieron varias esposas al mismo tiempo. Gontran tenía en su palacio a Veneranda, Mercatrudes y Ostregila, reconocidas como esposas legítimas. Cherebert tuvo a Merosleda, Marcovesia y Theodogila. Es difícil concebir cómo el ex jesuita Nonotte13 podría, en su ignorancia, ser tan atrevido como para negar estos hechos, decir que los reyes de esta primera dinastía no hicieron uso de la poligamia y desfigurar, en un libelo de dos volúmenes,14 más de cien verdades históricas, con la seguridad de un maestro dando lecciones en una escuela. Libros de esta clase no dejan de venderse durante algún tiempo en las provincias donde los jesuitas aún tienen partidarios; Seducen a algunas personas sin educación.
Padre Daniel,15 Más sabio y más juicioso, admite sin dificultad la poligamia de los reyes francos; no niega las tres esposas de Dagoberto I; Dice expresamente que Teudeberto se casó con Deuteria, aunque tenía otra esposa llamada Visigalda, y aunque Deuteria tenía marido. Añade que en esto Dagoberto imitó a su tío Clotario, quien se casó con la viuda de su hermano Clodomero, aunque ya tenía tres esposas. Todos los historiadores admiten lo mismo.
¿Cómo, después de todos estos testimonios, podemos soportar la desfachatez de un ignorante que habla como maestro, y que se atreve a decir, difundiendo tan enormes disparates, que es en defensa de la religión? ¡Como si nuestra venerable y sagrada religión –que algunos despreciables calumniadores hacen servir a sus ineptas imposturas! – dependía de un punto de la historia.
De la poligamia permitida por algunos papas y por algunos reformadores
Abad Fleury,16 autor de Historia eclesiástica, hace más justicia a la verdad en todo lo que concierne a las leyes y costumbres de la Iglesia. Reconoce que Bonifacio, el apóstol de la Baja Alemania, habiendo consultado al Papa Gregorio II en el año 726 para saber en qué casos un marido podía tener dos esposas, Gregorio respondió el 22 de noviembre del mismo año con estas mismas palabras: «Si una mujer es atacada por una enfermedad que la hace inepta para el deber conyugal, el marido puede casarse con otra; pero debe prestar a la enferma la asistencia necesaria.” Esta decisión parece acorde con la razón y la política; Favorece el asentamiento, que es el fin del matrimonio.
Sin embargo, lo que no parece estar en conformidad con la razón, la política o la naturaleza es la ley que determina que la mujer separada en cuerpo y bienes de su marido no puede tener otro marido, ni el marido puede tomar otra mujer. Es evidente que este grupo de personas está perdido para el asentamiento, y que si este esposo y esta esposa separados tienen ambos un temperamento incontrolable, están necesariamente expuestos y forzados a pecados continuos por los cuales los legisladores deben rendir cuentas a Dios, si…
Los decretos de los Papas no siempre han tenido como objetivo lo que conviene al bien de los Estados y de los individuos. Este mismo decreto del Papa Gregorio II, que permite la bigamia en ciertos casos, priva para siempre de la sociedad conyugal a los niños y niñas que sus padres entregaron a la Iglesia en su más tierna infancia. Esta ley parece tan bárbara como injusta: está aniquilando a algunas familias al mismo tiempo; es forzar la voluntad de los hombres antes de que tengan voluntad; es hacer que los hijos sean esclavos para siempre de un voto que no hicieron en absoluto; es destruir la libertad natural; es ofender a Dios y a la humanidad.
La poligamia de Felipe, landgrave17 La adhesión de Hesse a la comunión luterana en 1539 es bastante pública. Conocí a un soberano del imperio alemán, cuyo padre, habiéndose casado con una luterana, recibió permiso del Papa para casarse con una católica, y conservó sus dos esposas.
Es de conocimiento público en Inglaterra, y lo negarían en vano, que el Canciller Cowper18 Se casó con dos mujeres que vivieron juntas en su casa en una armonía singular que honra a las tres. Varios curiosos aún conservan el pequeño libro que este canciller compuso en favor de la poligamia.
Hay que tener cuidado con los autores que dicen que en algunos países las leyes permiten a las mujeres tener varios maridos. Los hombres, que en todas partes hacen las leyes, nacen con demasiado amor propio, son demasiado celosos de su autoridad y, por lo común, tienen un temperamento demasiado fogoso, comparado con el de las mujeres, como para haber imaginado una jurisprudencia así. Lo que no está en conformidad con el modo común de actuar de la naturaleza rara vez es verdadero. Pero lo que es muy común, sobre todo entre los viejos viajeros, es haber confundido un abuso con una ley.
El autor de espíritu de las leyes dice19 que en la costa de Malabar, en la casta Nair, los hombres sólo pueden tener una esposa, y que una mujer, por el contrario, puede tener varios maridos; Cita algunos autores sospechosos, y sobre todo Pyrard.20 No se debe hablar de estas extrañas costumbres a menos que se haya sido testigo presencial de ellas durante mucho tiempo. Cuando los mencionamos, debe ser con duda sobre ellos. ¿Pero qué espíritu impulsivo sabe dudar?
“La lubricidad de las mujeres”, dice,21 – es tan grande en Patane que los hombres se ven obligados a utilizar ciertas protecciones para defenderse de sus ataques”.
El presidente Montesquieu nunca fue a Patane. Voluntad Linguet22 ¿No habéis observado con mucha prudencia que quienes imprimieron este relato eran viajeros que se equivocaron o que querían burlarse de sus lectores? Seamos justos, amemos lo que es verdadero, no nos dejemos seducir, juzguemos por las cosas y no por los nombres.
Continuación de las reflexiones sobre la poligamia
Parece que fue el poder, no la conveniencia, lo que creó todas las leyes, especialmente en Oriente. Fue allí donde se vieron los primeros esclavos, los primeros eunucos y el tesoro del príncipe, formado por lo arrebatado al pueblo.
Quien puede vestir, alimentar y entretener a varias mujeres, las tiene en su harén y las manda despóticamente.
Ben-Abul-Kiba, en su Espejo de los fieles, dice que uno de los visires del gran Solimán23 pronunció el siguiente discurso ante un representante del gran Carlos V: «Perro cristiano, por quien, por cierto, tengo una estima muy particular, ¿puedes culparme por tener cuatro esposas según nuestras sagradas leyes, mientras que tú vacías doce barriles al año y yo no bebo ni un vaso de vino? ¿Qué bien le haces al mundo al pasar más horas en la mesa que yo en la cama? Puedo dar cuatro hijos al año para el servicio de mi augusto señor; y difícilmente podrás proporcionar uno. ¿Y qué es el hijo de un borracho? Tu cerebro quedará nublado por los vapores del vino que ha bebido tu padre. Además, ¿qué quieres que haga cuando mis dos esposas estén en confinamiento? ¿No es necesario que yo atienda a otros dos, como me manda mi ley? ¿Y qué haces tú, qué papel desempeñas en los últimos meses del embarazo de tu única esposa, y durante su parto, y durante sus enfermedades? O bien debes permanecer en una vergonzosa ociosidad o buscar otra mujer. Estás necesariamente entre dos pecados mortales, que te harán caer directamente, después de tu muerte, desde el puente afilado.24 “al fondo del infierno”.
“Supongo que en nuestras guerras contra los perros cristianos perdemos cien mil soldados: aquí hay cien mil muchachas a las que hay que atender. ¿No es tarea de los ricos cuidar de ellos? ¡Ay de todo musulmán que sea tan apático como para no dar cobijo en su casa a cuatro hermosas muchachas como sus legítimas esposas, y no tratarlas conforme a sus méritos!”
“Como hacen, pues, en vuestro país, el heraldo del día, al que llamáis gallo; el carnero honesto, príncipe de los rebaños; el toro, ¿soberano de las vacas? ¿No tiene cada uno su propio serrallo? ¿Es realmente apropiado que me culpes por mis cuatro esposas, mientras que nuestro gran profeta tuvo dieciocho, David el judío el mismo número, y Salomón el judío setecientas, con trescientas concubinas? Ya ves lo modesto que soy. Dejen de criticar la glotonería de un hombre sabio que come comidas tan mediocres. Te permito beber, permíteme amar. Cambias de vino, toleras que cambie de mujer. Que cada uno deje a los demás vivir según las costumbres de su propia tierra. Tu sombrero no está hecho para dictarle leyes a mi turbante; Tu cuello de encaje y tu abrigo no deben dar órdenes a mi doliman. Termina de tomar tu café conmigo y ve a acariciar a tu alemana, ya que estás reducido solo a ella”.
Respuesta de German
“Perro musulmán, por el cual mantengo una profunda veneración, antes de terminar mi café quiero rebatir lo que has dicho. El que tiene cuatro esposas tiene cuatro arpías, siempre dispuestas a calumniarse unas a otras, a hacerse daño unas a otras, a pelearse unas con otras; la casa es la guarida de la discordia; Ninguno de ellos puede amarte. Cada uno tiene sólo una cuarta parte de tu persona, y como máximo sólo podría darte una cuarta parte de su corazón. Nadie puede hacer tu vida placentera; Son prisioneros que, al no haber visto nada, no tienen nada que contarte. Sólo a ti te conocen, por eso los odias. Eres su señor absoluto: por eso te odian. Estáis obligados a mantenerlos bajo la vigilancia de un eunuco, que los azota cuando hacen demasiado ruido. ¡Te atreves a compararte con un gallo! Sin embargo, un gallo no deja que un capón azote a sus gallinas. Tome como ejemplo a los animales; Parécete a ellos tanto como quieras. En cuanto a mí, quiero amar como un hombre; Quiero darles todo mi corazón y que ellos me den el suyo. Le contaré esta conversación a mi esposa esta noche y espero que esté contenta por ello. En cuanto al vino, que me reprochas, debes saber que si en Arabia es malo beberlo, en Alemania es una costumbre muy loable. Adiós".
*François-Marie Arouet Voltaire (1694-1778) Fue un historiador, filósofo y escritor. Autor, entre otros libros, de Cándido, o el optimismo (Penguin/Compañía de Letras). Elhttps://amzn.to/4i88pNz]
referencia

Regina Schöpke y Mauro Baladi (orgs.). Mujeres en las luces. Traducción: Regina Schöpke & Mauro Baladi. Nueva York, Nueva York, 2024, 402 páginas. [https://amzn.to/41KGzBg]
Notas de los traductores
1 “Mujer – Físico y moralidad”, Preguntas sobre la Enciclopedia por parte de aficionados (6ª parte) (SL: SE, 1771, p.29-46).
2 Jacques Amyot (1513-1593), erudito francés que se hizo famoso por su traducción de las obras de Plutarco.
3 “La naturaleza está siempre en armonía consigo misma.” Cita de Isaac Newton.
4 Carta muy instructiva del jesuita Constantino al Souciet jesuita, 19a recopilación.
5 Tomás Sánchez (1550-1610), teólogo jesuita español nacido en Córdoba.
6 “María y el Espíritu Santo expulsaron el semen durante la cópula, y de la mezcla de su semen nació Jesús.”
7 Libro VII, cap. IX. Véase el artículo “El amor”, en el que ya se ha señalado este error.
8 Montesquieu se refiere a la pederastia.
9 Recopilación de costumbres y reglas de derecho privado de los antiguos francos.
10 François Eudes de Mézerai (1610-1683), historiador francés.
11 Voltaire se refiere a Catalina la Grande, emperatriz de Rusia entre 1762 y 1796, quien fue una de sus principales protectoras.
12 Voltaire probablemente se refiere a Mustafá III, sultán del Imperio Otomano entre 1757 y 1774.
13 Claude-Adrien Nonnotte (1711-1793), jesuita francés nacido en Besançon. Se hizo famoso por su larga polémica con Voltaire.
14 Los errores de Voltaire [Los errores de Voltaire], publicada en 1762. En esta obra, Nonnotte defendió el punto de vista cristiano frente a los ataques de Voltaire y otros pensadores de la Ilustración.
15 Gabriel Daniel (1649-1728), sacerdote jesuita e historiador francés. Autor de una obra de gran prestigio Historia de Francia después del establecimiento de la monarquía El francés en las Galias (Historia de Francia, desde el establecimiento de la monarquía francesa en la Galia), publicada en 1713.
16 Claude Fleury (1640-1723), religioso francés nacido en París. Su monumentalidad Historia eclesiástica Tiene veinte volúmenes.
17 Título nobiliario en Alemania y Escandinavia.
18 William Cowper (1665?-1723), aristócrata y político inglés.
19 Libro XVI, cap. V.
20 François Pyrard de Laval (1578-1621), viajero y explorador francés.
21 Libro XVI, cap. INCÓGNITA.
22 Simon-Nicolas-Henri Linguet (1736-1794), jurista y polemista francés.
23 Suleiman I (1494?-1566), sultán del Imperio Otomano entre 1520 y 1566. Apodado “El Magnífico”. 24 Según una creencia musulmana, en el Día del Juicio los hombres tendrán que cruzar un puente inmensamente largo y estrecho como el filo de una espada. Los malvados no tendrán fuerzas para hacer esta travesía y caerán en el infierno.
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