por LUIZ RENATO MARTÍN*
Epílogo del libro de Neil Davidson, Desarrollo Desigual y Combinado: Modernidad, Modernismo y Revolución Permanente.
Preguntas y respuestas
¿Puede un país empobrecido, dependiente y fracturado repensar su propia condición? ¿Cómo revertir en una perspectiva crítica la acumulación material, mental y reflexiva tropiezo y truncado, es decir, la desventaja histórica del atraso? ¿Cómo sacar algo de fuerza de la situación de inferioridad para revertir la endémica subordinación? ¿Pueden tales preguntas plantearse solo desde un punto de vista interno o, porque implican correlaciones internacionales, requieren síntesis que abarquen una perspectiva externa y una totalización sistémica?
Se sabe que las preguntas, respuestas y variantes de este palo ya pertenecen a la tradición brasileña. Pero, ¿puede renovarlos la teoría crítica del desarrollo desigual y combinado? ¿Cuál es la contribución de Desarrollo Desigual y Combinado: Modernidad, Modernismo y Revolución Permanente (São Paulo, Editora Unifesp/ Ideias Baratas, 2020) de Neil Davidson (1957-2020) al respecto? Esto es lo que intentará discutir este epílogo, principalmente en relación con el apéndice final del libro de Davidson, que vincula el modernismo con el desarrollo desigual y combinado.
descolonizar
Rápido, para recordar: tras los cambios que trajo la revolución de 1930[i], Gilberto Freyre, Caio Prado e Sérgio Buarque de Holanda se lançaram ao exame das sequelas da colonização, incluindo o trato social extraído da propriedade escravista-fundiária – fio condutor, na trama interna do despotismo local, da incivilidade que é a marca das classes proprietárias brasileñas. A continuación, de diferentes maneras, la investigación y el debate de la formación fueron realizadas en diferentes ámbitos y por varias generaciones de pensadores y artistas, con el contenido de un programa de estudios sobre descolonización. El debate posterior especificó rasgos y peculiaridades de la historia brasileña, que diferían de los patrones y parámetros mentales emulados en los países avanzados.
La directriz de articular críticamente la peculiaridad de los problemas brasileños a la dinámica internacional ya estaba implícita en el examen de las consecuencias de la colonización. Sin embargo, ganó un nuevo énfasis en la expansión capitalista de la posguerra, con la elaboración de la categoría de en desarrollo por el equipo de investigadores de la CEPAL, con decisiva participación brasileña[ii]. Siguieron nuevos debates en torno a la noción de dependencia, ambientada tras el golpe cívico-militar de 1964 en una dramática escalada de enfrentamientos políticos e ideológicos[iii]. Para los lectores que tienen en mente tal hoja de ruta de ideas y discusiones, el libro de Davidson hablará de cerca e inmediatamente. Pero no solo esos.
conexiones
De hecho, entre los méritos del libro –cuya fluidez evoca la situación de quienes discuten y narran didáctica y políticamente, para aclarar– está el de adoptar términos actuales y fuentes accesibles. Por lo tanto, para quienes se inician en la “jungla oscura” de la investigación sistematizada, el libro también tiene mucho que decir y enseñar puntualmente. La presentación histórica de Davidson de la ley del desarrollo desigual y combinado, así como su reciente debate, ofrece una vía pedagógica para que el principiante reflexione organizada, histórica y dialécticamente sobre los intentos –sucesivos y fallidos– de modernizar no sólo Brasil, sino también desde otros países
De hecho, al intercambiar retazos y discutir comparativamente procesos de modernización tardía y acelerada en diferentes países –sin olvidar el carácter primordial y, por tanto, excepcional de la modernización inglesa, con su ritmo pionero y singular–, Davidson establece una plataforma concreta. A partir de ahí, el joven lector podrá recomponer – en perspectiva histórica – las líneas maestras y los problemas que permearon los diferentes ciclos de los debates sobre la modernización, cruzando y comparando las características del fracaso brasileño con las de otras modernizaciones. Por cierto, dado el enfoque del libro sobre el presente, el núcleo más reciente del debate abierto por el formación – la crítica del “desmantelamiento”[iv] o el colapso de la modernización y dependencia entronizados (Collor, FHC y años siguientes) – también pueden ser incluidos en la serie histórica de temas en revisión, para su posterior investigación por parte del interesado.
Pero ¿cómo –algún lector que acaba de terminar de leer los capítulos de Davidson y se encuentra con este epílogo en la mano– estallará sorprendido y con algo de razón –, si el libro sólo menciona al manguebeat de pasada– y mirará ahí? Cierto, pero quien, como este colaborador editorial, de repente entra en contacto con los comentarios de Trotsky que datan de 1912, citados por Davidson -habiendo ya leído y discutido muchas veces en clase los prefacios de la primera (1957) y la segunda edición (1962)) en Formación de la Literatura Brasileñapor Antonio Cándido[V] –, no se puede dejar de reconocer en los comentarios de Cándido la similitud de preocupaciones y la apariencia de una respuesta directa a las observaciones de Trotsky. ¿De verdad?
Enlaces perdidos, enlaces encontrados
¿Cómo establecer la razón de tal convergencia? El hecho es que las piezas encajan, la convergencia se cierne y nos invita a pensar. Se requiere una prueba: estamos ante dos juicios históricos, separados cronológica y geográficamente, pero posiblemente provocados por estructuras similares o parecidas. Después de todo, ¿qué vieron coincidentemente Trotsky y Antonio Candido?
En 1912, como corresponsal de guerra, Trotsky cubrió la Guerra de los Balcanes para el periódico ucraniano Kíevskaya Mysl. Además de la raíz empírica y las circunstancias de las notas, esboza luego un diagnóstico de la dependencia crónica de las culturas periféricas. Es de calcular que tal comentario deriva probablemente del curso inconformista e impetuoso de las reflexiones del autor – desatado tras la derrota de la revolución de 1905.
De hecho, Trotsky trazó en el ensayo Resultados y Perspectivas (1906)[VI], escrito en prisión, el primer esbozo de la noción de “desarrollo desigual y combinado” como modo sistémico. En él, también esbozó la noción relacionada de “revolución permanente”, como una teoría política crítica sobre la modernización de las economías periféricas. En su análisis del caso ruso (como ejemplo de valor comprensivo), Trotsky contrarrestó la debilidad crónica del subordinado, o más bien, periférico y dependiente, como decimos –siempre desprovista, señala, de un proyecto político propio–, la agilidad de conciencia de la clase obrera provocada por la dinámica de modernización acelerada, es decir, por el proceso de desarrollo desigual y combinado. Esto, en los países periféricos y dependiente, quema o salta etapas del desarrollo lineal de la cadena productiva combinándolas, a su vez, con modos anteriores y relaciones que subsisten. El choque de tiempos y modos en la mente trabajadora, según Trotsky, fomenta la crítica al capitalismo a un ritmo diferente al que se ve en las viejas clases trabajadoras (léase inglés).
Modo de recepción búlgaro: literatura prestada
En 1912, en los Balcanes, Trotsky, al describir un síntoma crucial de dependencia cultura – rasgo que interesa directamente al debate brasileño –, señaló: “Como todos los países atrasados, Bulgaria es incapaz de crear nuevas formas culturales y políticas a través del libre conflicto de sus propias fuerzas internas: está obligada a asimilar los productos culturales ya listo que la civilización europea se ha desarrollado a lo largo de su historia”. Continúa diciendo: “La literatura búlgara carece de tradición y no ha podido desarrollar su propia continuidad interna. Por lo tanto, tuvo que subordinar su contenido no desarrollado a formas modernas y contemporáneas creadas bajo un cenit cultural muy diferente”[Vii].
Le ahorraré al lector un par de citas comparativas, con las respectivas notas, pues las ideas de Cándido sintetizadas en los prefacios antes mencionados ya son bien conocidas por el lector empedernido. En cuanto al lector al que me dirijo especialmente, que no está familiarizado con las tesis del "clásico" de Cándido, sobre la formación del sistema literario brasileño, les dejo la sugerencia: vayan directamente al inmenso volumen del Formación de la Literatura Brasileña. Allí encontrará fácilmente, en los dos prefacios del autor y en el movimiento general del libro, el paralelismo -con un paréntesis de treinta a cuarenta años- de los diagnósticos de Trotsky y Cándido sobre dependencia desarrollo cultural, incluida la modernización bajo influencias externas.
A formación: una saga periférica
Un acuerdo tardío a la vista, la comparación no decepciona a la parte brasileña, aunque deja claro nuestro retraso en tomar conciencia del problema - seguramente debido a la ausencia en Brasil de un ciclo de modernización decimonónico y de una clase obrera comparable a la Ruso en términos de organización. Desde otro ángulo, la comparación no es ni remotamente desfavorable para la crítica brasileña en el campo alegado por Trotsky –la de la falta de continuidad interna de la literatura búlgara, como prueba del atraso.
Porque, de hecho, partiendo de un hallazgo similar sobre el discontinuidad Inherente a las literaturas periféricas como síntoma de dependencia, Cándido llega a la demostración concreta de una respuesta histórica en sentido contrario, y la examina en detalle. En el sumario escrito de 1945 a 1957 establece una saga periférica inédita: la de formación – no dada, sino progresivamente construida – de una literatura joven y arduamente armada bajo influjos externos, en un país periférico y dependiente.
En ese sentido, el esfuerzo efectivamente acumulado, generación tras generación, vino a levantar en Brasil una sistema literario de lo cual, según indicación de Cándido, la mayor prueba habrá sido la obra madura de Machado de Assis[Viii]. Cumplía la función de cierre de bóveda, sintetizando las obras de los antecesores para establecer propiamente la literatura como sistema o nexo entre obras que se implican recíprocamente, conformando, a lo largo de un proceso histórico, una colección de obras dotadas de una causalidad interna sistémico
Asalto al cielo
Volvamos al lado ruso del paralelo. Como cuenta Davidson, Trotsky volvió diez años después, en 1922, a la cuestión del contraste histórico-cultural entre “países avanzados” y “países atrasados”, como dijo entonces. Esta vez, sin embargo, desde otro ángulo de enfoque y con un pronóstico más favorable. Tanto el ángulo como el pronóstico se deben probablemente al curso más avanzado, aunque todavía en curso, de las reflexiones de Trotsky sobre el desarrollo desigual y combinado y, en 1922, por supuesto, también a las nuevas perspectivas abiertas por la Revolución de Octubre, a la primera vista se consolidó bajo forma estatal tras la victoria de 1921 en la guerra civil contra los blancos.
Por lo tanto, la comprensión de que era posible en ciertos casos que los “países atrasados” (léase Rusia) se saltaran pasos, llevó a Trotsky a una distinción crucial. La distinción, aún sin desarrollo ni prueba, aparece como uno de los argumentos iniciales del ensayo titulado “O Futurismo”, firmado el 8 de septiembre de 1922. Prueba de relevancia: el ensayo fue incluido y mencionado de manera destacada en las introducciones de Literatura y Revolución, tanto la de septiembre de 1923 como la segunda de julio de 1924.
Así, Trotsky afirmó, en el segundo pasaje alegado por Davidson en el Anexo Final: “[…] observamos un fenómeno repetido más de una vez en la historia; países rezagados, pero con cierto nivel de desarrollo cultural, reflejan más claridad y fuerza en sus ideologías las conquistas de los países avanzados. Así, el pensamiento alemán en los siglos XVIII y XIX reflejó los logros económicos de los ingleses y los logros políticos de los franceses. De esta forma, el futurismo alcanzó su expresión más clara no en Estados Unidos o Alemania, sino en Italia y Rusia.[Ex]
Se indica claramente un salto crítico-reflexivo de las culturas periféricas. Sin embargo, como lo había hecho antes con respecto a la determinación de la discontinuidad estructura cultural interna de los países “atrasados”, Trotsky tampoco desplegó la observación inicial, en este caso, de que la síntesis de formas avanzadas apropiadas a los “países avanzados” por los “países atrasados” tendía a traer reflexiones con “mayor claridad y fuerza” sobre los asuntos en cuestión que, según él, en el estado original.
Sin embargo, aunque abrupto –como una comparación hecha en un avión–, el paralelo propuesto y la afirmación del salto crítico periférico contienen aspectos de sumo interés: uno de ellos, sólo implícito pero crucial, se refiere a las razones, condiciones y modo en que la síntesis desarrollada en países “atrasados” logró resultados superiores. ¿Como y por qué? Si Trotsky debía, de hecho, un desarrollo efectivo de la penetración, sin embargo, una deducción por analogía (referida a la teoría de la “revolución permanente”) puede ser provisionalmente posible, al menos para no entorpecer otras comparaciones, como veremos más adelante.
Sin embargo, tratemos, en primer lugar, de lo dicho en todas las letras en la comparación propuesta por Trotsky. Y eso, una vez más, encaja directamente en el debate brasileño como un eslabón histórico perdido: el enfático juicio, en clave de verificación, sobre el poder clarificador superior de las síntesis periféricas frente a "logros de los paises avanzados”. ¿Cómo tiene esto que ver con nosotros y el orden cultural posterior?
sin lapidación
De hecho, la observación de 1922, como la de 1912, fue dejada por Trotsky en un estado crudo. Además, Davidson señala que Trotsky no llegó a “vincular explícitamente el modernismo como un movimiento general con desarrollo desigual y combinado”.[X]. Yendo un paso más allá, Davidson hizo de este punto el lema de su Anexo. Regresaremos a este hilo de discusión, pero por ahora detengámonos en el encaje del pronóstico de Trotsky con el debate brasileño: una vez más la conexión da que pensar.
El salto del gato periférico
En efecto, la observación de 1912 seguiría siendo una mera opinión o un pronóstico vago y disperso, si no fuera por el análisis que hace Roberto Schwarz de la obra de Machado de Assis. Por supuesto, se sabe que Schwarz sigue la sugerencia de Cándido sobre el logro sintético de Machado de una “continuidad interna” acumulativamente construida. ¿La observación de Trotsky de 1922 tuvo algo que ver con la dirección de la investigación brasileña? Dejo de lado el dilema genealógico y el arbitraje de influencias. Desde un punto de vista histórico más amplio y desde el examen de las formaciones sociales, es mejor establecer la similitud estructural de las cuestiones objetivas implicadas –así como centrarse en el porqué del curso paralelo de reflexiones en un caso y otro–, que situar el régimen de influencias de un autor sobre otro[Xi].
En muchos aspectos, lo que es notable e intrigante a la luz de la pregunta planteada por el libro de Davidson -como una síntesis panorámica histórica y global del proceso sistémico de desarrollo desigual y combinado- es que fue solo a través de un análisis intensivo de la forma estética tardía. la de la obra de Machado, por Schwarz, que tanto la observación de Trotsky de 1922 como la indicación de Cándido de 1957 ganaron confirmación y eficacia[Xii].
En resumen, los análisis de Schwarz detallan, en la cuestión estética y en las operaciones del novelista brasileño, formas paradigmáticas de abordar el influjo externo, es decir, de apropiación y desplazamiento de formas narrativas elaboradas en países “avanzados” y reutilizadas de forma innovadora –principalmente por la ironía de Machado. Así, las formas son cuidadosamente cortadas, diseccionadas, transferidas y ajustadas, como lo muestra el mapeo de Schwarz del proceso narrativo de Machado. Tales operaciones, en suma, apropiación y desplazamiento, sirven para develar factores y el modo de los desadaptados periféricos frente al orden productivo hegemónico –es decir, señalan contrastes en cuanto a la organización del trabajo y la acumulación– y los estándares y valores civilizatorios de los “países avanzados”. ”.
El resultado obtenido por las novelas de Machado tiene un efecto de esclarecimiento crítico a nivel sistémico, como demuestra Schwarz: revela desplazamientos e ingredientes subterráneos y complementarios del modo productivo vigente en los países centrales, constituyendo una visión de conjunto -que incluye la reproducción de la esclavitud-. y otros rasgos de la barbarie-, y da la vuelta a lo contrario visto a través de la óptica de los valores burgueses liberales. Sólo un ejemplo, entre muchos otros: la existencia emblemática en el Brasil del siglo XIX –inusual pero conjunto sistémicamente – de un Imperio liberal-esclavista, más, como lo señalaría la mirada clínica de Machado, del agravante del besar las manos a la Casa de los Habsburgo, algo muy diferente a lo que hicieron los mexicanos[Xiii].
Machado presenta, de manera inédita y concreta, el malestar histórico y la debilidad congénita de una clase dirigente subalterna incapaz –como analizaría Trotsky en el citado ensayo de 1906– de construir un proyecto político propio, por no hablar de una nación. En este sentido, el teatro ficticio del mando –un mero “hacer que manda”–, que resume la debilidad y el servilismo inherentes a las clases dominantes periféricas, es representado y al mismo tiempo despojado por la erosión de la credibilidad de la narrativa. voz, meticulosamente trabajada.falsa por Machado, según la cartografía analítica trazada por Schwarz.
En suma, en las novelas de Machado amparadas por la lectura de Schwarz, se revelaron precursoras, desde un ángulo generalmente negado – el de la especificidad de la perspectiva dependiente y periférico –, las relaciones interactivas de un modo de producción sistémico. La articulación narrativa instaurada por Machado en ese momento resultó en una síntesis superior en términos de fuerza y claridad, como Trotsky -sin referirse a Machado, sino a casos similares- habrá que señalarlo luego con dureza, aunque sea de pasada. A su vez, en el campo de la filosofía política y la historia, el análisis de Trotsky, desde 1906, de la debilidad congénita de la burguesía dependiente tenía la sutileza y la perspicacia de un escritor y bien podía beber mucho de Machado, los libros de este último habían aterrizado en Rusia como las novelas en francés e inglés que tanto apreciaba Trotsky[Xiv].
paralelos objetivos
Además del estudio de las coincidencias o tangencias originales con las notas de Trotsky, están, de alguna manera en paralelo a ellas, los estudios tardíos (si se ven desde el "ángulo ruso"), pero incomparablemente más animados y detallados, por Cándido y Schwarz sobre La cuestión brasileña (estética y socio-histórica) como cuestión dialéctica de dependencia e formación, incluyendo pendientes y impasses.
En este sentido, es posible deducir que los cuatro intérpretes considerados –a saber, Machado, Trotsky, Cándido y Schwarz– examinaron estructuras histórico-sociales de similar contenido objetivo. Es decir, indicativo del desajuste sistémico y del proceso dialéctico que implica operaciones de imposición y, desde otro ángulo, de apropiación y desplazamiento entre culturas periféricas y centrales[Xv].
Aquí, entonces, se compila y dilucida una colección objetiva de operaciones cognitivas y críticas, así como un conjunto de logros estéticos consolidados, que involucran procedimientos propios de una literatura periférica provisto, en este caso, de continuidad interna y su propio proyecto, a diferencia de la vil heteronomía de la burguesía con cola.
Cambiando en chavales, para concluir el tema, dado el carácter objetivo de los procesos y la tensión inmanente de las estructuras histórico-sociales que desafían a las conciencias a descifrarlos, es posible deducir y distinguir que los cuatro intérpretes, a pesar de estar separados cronológicamente y espacialmente, llegaron a resultados que muestran paralelismo o complementariedad. Es claro que tal deducción sólo es posible según una perspectiva dialéctica e histórico-materialista, dentro de la cual el intérprete no actúa absoluta y soberanamente en el foro de su Logos, sino que responde dialógicamente a desafíos críticos objetivos, surgidos de las formas histórico-sociales de la materia colectiva circundante.
Síntesis provisional y cambio de ángulo
En suma, la ley del desarrollo desigual y combinado precede y manifiesta efectos objetivos aun cuando no se la piense ni se la mencione. Esto sucede tanto a nivel de la realidad económica como a nivel ideológico o estrictamente discursivo, cuando la discusión de sus propios rasgos polariza o permea debates sobre la dependencia, sin que entre en la agenda el desarrollo desigual y combinado (Davidson, por cierto, insiste reiteradamente en este aspecto, citando incluso a autores tan conocidos como Fredric Jameson y Perry Anderson, para subrayar que los efectos del proceso generalmente se notan, aun cuando se desconoce la naturaleza del proceso y la ley que los rige).
Como es sabido, la formulación original de la ley por parte de Trotsky sólo se desarrolló explícitamente en el campo de la filosofía política, a través de la doctrina o teoría de la “revolución permanente”.[Xvi]. Esto, recordemos, enfatiza el papel y el valor decisivo del protagonismo político de la clase obrera en los “países atrasados” para superar las petrificaciones seculares. Esto explicaba el fenómeno de la Revolución de Octubre (en un “país atrasado”), rompiendo las linealidades atribuidas a Marx[Xvii].
Las observaciones que invitan a la reflexión sobre el dependencia la cultura, a la luz del proceso histórico ruso y en medio de reflexiones sobre el desarrollo desigual y combinado, permaneció simplemente en un estado crudo. En cualquier caso, el libro de Davidson se centra en ambos aspectos y ofrece al lector brasileño -si amplía su lectura por sí mismo en los términos aquí propuestos- una perspectiva para situar el alcance y el valor estratégico del debate brasileño sobre la formación, principalmente en los campos de la literatura y la reflexión estética.
Arqueología
Como hemos visto, la recopilación de tales “eslabones perdidos” aparentemente encaja perfectamente en el debate brasileño y forma un nuevo todo, ahora visible gracias a las puertas abiertas por Davidson. En ese sentido, avanzar en el camino de la articulación del debate brasileño sobre formación, con los diagnósticos de Trotsky sobre la dependencia cultural, dejemos atrás la cuestión del origen y desarrollo de la reflexión local sobre las peculiaridades de la brecha brasileña en relación con las llamadas economías y culturas avanzadas – para considerar, desde otro ángulo, el nuevo cuerpo crítico-reflexivo , admitido recientemente como un todo dialéctico.
Sin embargo, según una perspectiva global o sistémica, capaz de abarcar reflexivamente el sistema capitalista en su conjunto, las puntualizaciones de Trotsky sobre la dialéctica cultural entre periferia y centro –aunque con la fragilidad de embriones– inoculan tensiones en el conjunto de categorías y temas del debate brasileño. Desde el nuevo ángulo, provisto por la combinación de materiales rusos y brasileños, se nota que los datos aportados por el libro de Davidson, además de anticipar y encajar inmediatamente en ciertas formas del debate brasileño, traen consigo, después de todo, también la “teorema” del desarrollo desigual y combinado, cuyas consecuencias críticas se destacan, desafiando al lector.
En suma, a la luz de este cruce, la cuestión del destino de formación El derecho brasileño en nuevos términos, a saber: una vez aceptada la razonabilidad dialéctica e histórica de la ley del desarrollo desigual y combinado – hoy de moda en los debates del mundo anglosajón (posiblemente por el desafío chino) –, ¿cómo negar su ¿Corolario político? Según él, recuerda que no habrá reforma o “revolución burguesa” en los países periféricos –o, por el contrario, modernización efectiva en todas sus formas– sin el protagonismo político de la clase obrera al frente del proceso, ya que la burguesía subordinada y dependiente, atávicamente subordinada a los capitales y poderes externos, no tiene ni tendrá nunca un programa democrático ni un proyecto propio.
"¿Y ahora José?"
Finalmente, tal acoplamiento somete el léxico de ideas en circulación en Brasil a lapsos y tensiones que son, si no nuevos, olvidados hace mucho tiempo. Se requieren pruebas. El contraste interno entre los materiales actuales en Brasil visto a la luz del desarrollo desigual y combinado requiere revisión urgente del debate brasileño relegado o archivado. En otras palabras, animados por la lectura del libro de Davidson, los jóvenes lectores tendrán su primer contacto con el debate brasileño sobre formación, así como el lector empedernido volverá a él, pero ambos lo harán con nuevos ojos, debido a la comparación con los materiales rusos.
Pero, como pregunta la conocida poesía de 1942 – “¿y ahora…?” Los lectores, incluso los versados en poesía, deberían tener la amabilidad de releer el poema en cuestión de Carlos Drummond de Andrade, que parece listo ipsis literas hasta nuestros días, desde la post-debacle de la “transición” y la ciencia-ficcion-politica de la llamada democracia local[Xviii].
crujidos y susurros
Como hemos visto, en el contexto de la crítica de dependencia cultural y de la reflexión sobre la forma estética, los materiales brasileños emergen con frescura y orgullo del ensayo que plantean los materiales rusos recientemente incorporados, retomados por Davidson. En efecto, son los estudios de Cándido y Schwarz los que avalan la perspicacia, la longevidad y la fecundidad de las intuiciones de Trotsky, rescatadas por Davidson, que, de meros pronósticos pasajeros, vienen a tomar el aire en un ambiente brasileño de proposiciones de estudio en germen, aunque dejado al azar frente a otras urgencias conocidas (que no vienen al caso).
Inversamente, en términos de formas histórico-sociales elaboradas como constructos críticos para el examen de las peculiaridades brasileñas, a su vez, los controles realizados desde una perspectiva internacional muestran resultados adversos para los consensos brasileños actuales: fallas, grietas, crujidos y puntos ciegos de varios órdenes. – de hecho, algunos de los cuales son fenómenos señalados, en Brasil, por la literatura crítica reciente sobre el debate. En efecto, sobre todo desde la consolidación del ajuste neoliberal de la economía brasileña, son innumerables los textos del último ciclo – por ejemplo, de Francisco de Oliveira, Roberto Schwarz, José Luiz Fiori, Otília y Paulo Arantes, por citar sólo los más emblemáticos – que diseccionan críticamente el final del ciclo de formación y el derrumbe del proyecto, varias veces revisado, de modernización brasileña. En resumen, el formación cedido desmantelar, como es visible. Por lo tanto, la revisión crítica de los términos originales y posteriores de este debate plantea un desafío ineludible para el debate brasileño, de lo contrario se convertirá en avestruz.
Esfinge y avestruz: habitat y hábitos
En efecto, los exámenes a la luz de la crítica del desarrollo desigual y combinado -siempre muy atentos a la dinámica de cada clase- pronto distinguen ausencias, afasias y obsesiones mudas del avestruz. De hecho, la intelectualidad de la “clase media” radicalizada (aguda observación de Antonio Candido) priorizó notoriamente como objetos críticos, en términos de ciencias económicas y sociales, el análisis de los unilateralismos del comercio internacional y los flujos financieros; barreras internacionales a la industrialización y acumulación de capital local[Xix]; las inconsistencias de las instituciones nacionales recién formadas; etcétera. Por otra parte, en el contexto de la economía, la sociología, la historiografía, entre otros campos, los debates sobre la formación,el en desarrollo, dependencia etc. trajeron un menor grado de consideraciones sobre la alteridad obrero-campesina (salvo en el caso de la corriente marxista crítica que actuó en el exilio, Marini y otros) y la opacidad de la miseria; del mismo modo, poco se ha escuchado de las voces del trabajo manual, de carácter distintivo básicamente afro y femenino. Estos se manifestaron de manera marcada en MPB, pero rara vez en los debates en las ciencias humanas.
En definitiva, en el ámbito de la economía, de las ciencias sociales y políticas y, en suma, de los parámetros de la interpretación histórica y crítica, se abordó preferentemente lo concerniente a la leitmotiv de propietarios, entre medianos y grandes. Por otro lado, se prestó una atención rara o intermitente a las formas de extorsión de la mano de obra en Brasil, sin mencionar el descuido de la persistencia de las huellas de la esclavitud, ahora actualizada en la “legalización” por el Congreso de las empresas “esclavas” en Brasil. el mercado de trabajo, tercerizado y en el trabajo informal – cuyos escenarios son inquietantemente cercanos a los de Debret sobre la esclavitud en el Brasil posterior a la Independencia[Xx]. Una excepción -no aislada, pero sí emblemática en la materia- fue el estudio de Jacob Gorender que dejó claro, de entrada, el esfuerzo por ir contra corriente[xxi].
Repensando el Modernismo con Trotsky y Davidson
Dejando atrás el tema de los impasses nacionales – injertado como posible vínculo con el debate brasileño –, volvamos al punto de partida de la tesis del Anexo Final de Davidson, es decir: al comentario de Trotsky de 1922. Historia viva a partir de la cual elaboró la tesis de la correlación entre el modernismo y el desarrollo desigual y combinado.
Uno encuentra en la materia viva del comentario de Trotsky un punto oscuro, pero de interés latente: la necesidad histórica o fuerza -porque eso es lo que implica Trotsky- lo que conduce a síntesis periféricas que resultan, como él dice, “con mayor claridad y fuerza”, frente a las formas originales apropiadas a los “países avanzados”[xxii]. Puesto como dato o cuadro inicial del tema, hay un desajuste entre países “avanzados” y “atrasados”. Pero más allá de eso, también subyace, como ingrediente a primera vista incógnito, la intuición muda del autor (planteada aquí como un enigma para el lector), que implica la cuestión de la forma de apropiación y desplazamiento, como puede deducirse, de las formas “avanzadas”.
Si, evocando indirectamente la necesidad histórica o fuerza manifestado en la formación de síntesis periféricas, que serían potencialmente más fuertes, Trotsky no explicó lo que tenía en mente, sin embargo, con el permiso del lector, ahora podemos suministrar la explicación a través de un desarrollo paralelo del comentario a través del ejemplo de un vector historia parecida. Esto, de hecho, fue estudiado por Trotsky, aunque en otro contexto. Salvo un lapsus, sigo los pasos de Davidson, quien completó a Trotsky con la tesis del Anexo.
De entrada, se trata de avanzar o de concebir una hipótesis operativa de trabajo, para revelar un nervio decisivo en el comentario de Trotsky sobre el curso histórico de las relaciones entre dependencia cultural.
Así, al esbozar el comentario sobre el desajuste cultural y su reelaboración a un nivel superior a través de la apropiación de formas avanzadas, probablemente Trotsky tenía en mente la tesis histórico-política que ya había esbozado desde el ensayo de 1906, sobre el desarrollo desigual pero sistémico. y mundo del capitalismo, con peculiares impactos en las modernizaciones tardías de la periferia.
Davidson vuelve a esta tesis repetidamente a lo largo del libro. Recordemos brevemente: en las economías periféricas la contracción del tiempo histórico – dictado por la combinación de formas sociales arcaicas y tecnología avanzada traída del exterior para modernizar la producción – posibilita que las clases trabajadoras tomen conciencia y se organicen de manera más rápida y escala más aguda que la verificada entre las fracciones más antiguas de la clase trabajadora, propias de las economías centrales. (No es necesario detallar, por cierto, los vínculos históricamente orgánicos del sindicalismo inglés con el gradualismo de la doctrina fabianista desde el embrión del aparato político del siglo XIX). Partido del Trabajo).
Traduciendo y abreviando, como hipótesis de trabajo, el esquema intuido por Trotsky, posiblemente a partir de sus reflexiones sobre la revolución permanente, podría ser el siguiente: una vanguardia cultural periférica a imagen de la vanguardia política obrera podría operar síntesis o transformaciones en el formas propias de las culturas avanzadas, que revertirían en un susto las relaciones históricas de dependencia. Que lo digan Hegel y Marx, viniendo ellos mismos de tal proceso, como puede deducirse de la observación de Trotsky en el ensayo de 1922 sobre el futurismo.
necesidad histórica
Dos ingredientes integrados en el esquema y aún no mencionados son decisivos para comprender el uso que hace Davidson de la intuición que subyace al comentario de Trotsky. El primero de ellos se refiere al contenido del proceso de reversión de dependencia reflexivo, obtenido transformando la periferia de formas propias de “culturas avanzadas”.
Tal movimiento tendría, para Trotsky, el contenido de una necesidad histórica o fuerza. Esto es lo que puede esclarecerse con una comparación del comentario de Trotsky con otras afirmaciones y maniobras, apuntando en cierto modo a un objetivo análogo, a saber, la inversión de las relaciones de dependencia cultural; sin embargo, en este caso, según procedimientos excepcionales o limitados a actos autorales.
descolonización de excepción
En el ensayo “El escritor argentino y la tradición” (1953), Jorge Luis Borges afirmó: “Yo creo que los argentinos, los sudamericanos en general, estamos en una situación análoga [a la de los judíos y los irlandeses]: podemos manejar todos los temas Europeos, trátenlos sin superstición, con una irreverencia que puede tener, y ya tiene, afortunadas consecuencias”.[xxiii] Un breve comentario sobre los mismos artículos lo hizo el crítico de cine Paulo Emilio Sales Gomes, cuando se refirió a “nuestra incapacidad creativa para copiar”.[xxiv].
La comparación del comentario de Trotsky con los dos juicios ingeniosos de Borges y Paulo Emilio muestra que estos últimos buscan explicar o minar la "ventaja comparativa" cultural sudamericana con la mirada puesta en la esfera individual del artista y a través del curso de hechos accidentales, consustanciados, en la caso de Borges, en una licencia por irreverencia y, en el caso de Paulo Emilio, en felices descubrimientos en el curso de imitaciones deficientes, etc. Así, para este último, sería la posición marginal del artista sudamericano frente al empuje principal de la tradición europea, otorgándole libertad y, de un modo u otro, originalidad frente a la tradición mayor. .
En resumen, en este orden de consideración, los predicados, los atributos y las cualidades distintivas del arte periférico, o, en suma, su poder inventivo, se constituyen como un accidente en el camino y un fenómeno cultural excepcional. Ciertamente, la inferencia puede sonar sumaria frente al pensamiento de Paulo Emilio, quien presentó declaraciones políticas mucho más amplias y articuladas, por ejemplo, en “Cine: trayectoria en el subdesarrollo”[xxv]. Sin embargo, la posición de la crítica brasileña, aunque más amplia y compleja, no descarta, para bien o para mal, recurrir a un dejo de primitivismo y minoridad que subyace a la boutade citado. (Ya en el mejor de los casos, ciertamente comprende la generosidad contagiosa que saben sus alumnos, y la empatía con el vigor de la anarquía que le dio la condición de intérprete, por excelencia, del cine libertario de Jean Vigo[xxvi].)
¿Accidente o tendencia?
En resumen, frente a las dos posiciones -referidas o bien al ámbito de acción autoral, bien a los incidentes del camino-, el comentario de Trotsky revela otro contenido y fundamento: es explícitamente político y deriva orgánicamente de un proceso histórico y colectivo. Dotado del alcance de un juicio histórico, subsumir episodios ya verificados de inversión de dependencia (a saber, el pensamiento alemán de los siglos XVIII y XIX, y el futurismo italiano y ruso) en un proceso más amplio, con el mencionado contenido de fuerza histórica o necesidad.
Insisto, para precisar: para Trotsky, las síntesis elaboradas en los países periféricos, en tanto se basen en una cierta acumulación económica y cultural y según una perspectiva sistémica y crítica, posiblemente de vanguardia, tender – no por casualidad, pero en general – superación de las formas originales de las culturas “avanzadas”, constituyendo ganancias en claridad y fuerza.
Pero ¿cómo y por qué? Siguiendo con la analogía propuesta con la formación de la conciencia obrera, según Trotsky, la fuerza superior de las síntesis culturales periféricas se explicaría como inherente a la experiencia crítica del proceso de desarrollo desigual y combinado, dado, según la analogía, por tensiones, choques y desafíos cognitivos; finalmente, por la contracción del tiempo histórico, elaborado autónoma o independientemente de esquemas mentales y objetivos importados y reproducidos como tales por convención o subordinación.
En conclusión, en este caso, según los términos incluso elípticamente propuestos por Trotsky, no se trata de una “ventaja comparativa” autoral o de una licencia poética eventualmente accesible a quienes se encuentran en situación de minoría, sino de una fuerza histórica expresadas colectivamente y necesariamente vinculadas a la experiencia crítica del desarrollo desigual y combinado. De ahí el barco y, junto con él, el lema de Davidson.
Si tal deducción es correcta o incorrecta, el lector debe notar que este fue precisamente el camino de nuestro libro, sin adiciones. Fue la materia viva de la intuición de Trotsky que Davidson reunió para dar su paso adelante y explicitar lo que Trotsky sólo insinuó, pero no llegó a afirmar con todas las letras: que el modernismo, léase “arte moderno” (como decimos, en francés), tiene correlación intrínseca (como se indica en el Anexo final) con desarrollo desigual y combinado.
El otro lado de la intuición de Trotsky
Sin más preámbulos, quiero llamar la atención del lector sobre otro ángulo del tema. Esta vez, con respecto a un ingrediente más intuitivo, premisa o farol, como se quiera, que actúa sobre el eje de la afirmación de Trotsky y sin el cual no se sustentaría. Fue precisamente la tensión o esfuerzo de este aspecto de la cuestión, como un rayo o una letra oculta (a primera vista oculta, pero ahora no tanto), que Davidson midió, anotó y utilizó para dar su paso, estableciendo lo que quiero llamar “formación histórica” del modernismo.
Basándose en el mismo apoyo que el comentario de Trotsky, la propuesta de Davidson da un salto adelante en términos de las concepciones actuales del modernismo en los países centrales. Por ahora, la pregunta a superar es: ¿cuál es la funcionalidad de la premisa muda o, si el lector lo quiere, de la baza de Trotsky? O, por el contrario, ¿cuál es el ingrediente incorporado en el comentario de Trotsky, junto al llamado necesidad o fuerza histórica, finalmente, el valor nominal de la letra, falsa o no, para fundar su argumento que predijo la fuerza única de las síntesis periféricas?
Nada menos, nada más que el comodín que le permitía la transición o pasaje -ni inmediato ni evidente- entre universos heterogéneos, a saber, en este caso, un conexión sintética entre formas estéticas y formas histórico-sociales. Así, por esa interacción –ya fuera exvoto, mestizaje o negociación–, que se dio en el caso en cuestión en medio de las tensiones internas o cognitivas inherentes al desarrollo desigual y combinado, florecieron las síntesis nacidas en la periferia (en un contexto crítico sistémico). perspectiva y desde una vanguardia, en consonancia con el paralelismo evocado anteriormente con la vanguardia obrera); síntesis que Trotsky juzgó comparativamente superiores, en términos de claridad y fuerza, a las formas mentales y estéticas originarias de los países “avanzados”.
Anverso y reverso de la intuición
Así, una vez destilado el contenido de tal intuición, queda al descubierto el núcleo de la cuestión decisiva para la tesis del Anexo final. En otras palabras, ¿fue tal comodín o vale – a saber, los medios o la manera de conexión sintética entre formas estéticas e histórico-sociales, susceptible de condensarse como material crítico estético y cognitivo (hipótesis sobre el lado oculto de la intuición que integra y viabiliza el comentario de Trotsky) – lo que también llevó a Davidson a deducir la conexión, sujeta a subsunción en la anterior, entre modernismo y desigual desarrollo y combinación[xxvii].
En resumen, como dos caras de una misma moneda, la tesis de Davidson trae un anverso y un reverso inseparables, al igual que la observación de Trotsky en 1922 de la que se derivó, es decir: el vínculo entre el modernismo y el desarrollo desigual y combinado de Un lado; y por otro, el comodín de conexión sintética entre formas estéticas e histórico-sociales. Es esta dudosa clave o carta, si el lector escéptico así lo desea, la que conviene examinar y discutir por su valor decisivo en el debate brasileño, como se verá.
Modernismo y desarrollo desigual y combinado
Ya sea que las deducciones anteriores sean correctas o no, así como el hallazgo sobre el nexo entre el modernismo y el desarrollo desigual y combinado, el paso de Davidson tiene dos implicaciones.
Primero: al fin y al cabo, además de completar el recorrido inacabado de Trotsky en estas materias, la tesis de Davidson implica una totalización crítica y reflexiva que involucra dominios heterogéneos, a saber, los elementos estéticos y no estético, como se argumenta. Esto en sí mismo constituye una cosa rara, que hoy llama la atención, la entronización de perspectivas parciales y fragmentadas en las que lo mismo busca lo mismo.
Segundo: la tesis de Davidson –según la cual el modernismo, como forma específica de arte y pensamiento, responde dialécticamente a las tensiones del desarrollo desigual y combinado– instala la discusión sobre el arte en un nuevo plano histórico, aún más evidente si se contrasta con el uno que ha estado vigente durante los últimos cuarenta años, desde el surgimiento del llamado “pensamiento único”, resumido en la fórmula: “no hay alternativa”. En concreto, deja atrás la dualidad, siempre presente en el seno de la historia y la crítica del arte, que oponía universalismos y cosmopolitismos. y no Localismos y particularismos.
Corrió mucha tinta –tinta suficiente para teñir un río embravecido–, en el hilo de las discusiones que aparentemente separaban a los partidarios de una y otra perspectiva en dos bandos opuestos. La polarización en cuestión moldeó, recordemos, no sólo el debate entre posmodernistas y modernistas, sino, mucho antes, entre Herder y Winckelmann, en el idealismo alemán.
Ambas corrientes partían de un terreno común, según el cual la forma estética sería materia exclusiva de la deliberación del artista, encajonado, como se pensaba, en la disputa de su hipotética autonomía.
La tesis de Davidson, en oposición a la idea de forma pura – supuesta como un fenómeno puramente mental y libre tal como cogito – instala la discusión del arte en otro campo, concretamente engrosado por la materialidad del proceso histórico-social. En esto, se da y se observa - más allá de la cogito y el cuerpo del autor o, en suma, la instancia autoral – la correspondencia dialéctica entre formas estéticas y formas histórico-sociales. La premisa es válida en los términos propuestos por Davidson para el arte modernista, pero no se restringe a éste en el marco de un desarrollo desigual y combinado, abriendo así el camino a la consideración del llamado “arte contemporáneo” en términos análogos.
tarjeta llave
Aquí se destaca la importancia decisiva del verso o segunda cara de la intuición de Trotsky. Es decir, sin presuponer el comodín de la conexión entre formas estéticas e histórico-sociales, no habría forma de sugerir una elaboración sobre otras bases, es decir, la transformación de formas propias de los países “avanzados”, ni habría forma de que Davidson argumentara el vínculo entre el modernismo y el proceso de desarrollo desigual y combinado.
Resta que, si Trotsky no hizo explícita tal conexión, Davidson tampoco lo hace. Similar al legado de la intuición de Trotsky, el enigma reside, por tanto, en la tesis de que el modernismo aparecía ligado al desarrollo desigual y combinado, a través de las tensiones mentales derivadas de él. Sin embargo, ¿cómo y cómo sucedió esto? El presente libro, de hecho, no trae la respuesta. Sin embargo, cabe señalar, el enigma puntual no desvaloriza el objetivo y contenido instigador del estudio de Davidson. Por el contrario, equipa y anima al interesado a avanzar por su cuenta. Eso es lo que el lector brasileño puede y tiene, de hecho, hacer, y para eso están destinadas las siguientes páginas, empeñadas en averiguar: ¿fue o no un farol estratégico de Trotsky? ¿Tenía, de hecho, una tarjeta válida en la mano? ¿Qué mostró el curso histórico posterior?
Línea punteada: escenas y huellas de continuidad
Para recapitular y resumir el recorrido realizado hasta aquí, conviene recurrir a una imagen-síntesis: la de una línea de puntos. Vislumbrada sin duda por la perspectiva que abre el libro de Davidson, una línea punteada imaginaria une la intuición de Trotsky en el comentario de 1922 (que contiene, como hemos visto, la premisa muda de un vínculo entre formas estéticas y no estético) a un desconocido oculto. Lo desconocido ahora se manifiesta como tal, una vez que toca la conciencia del lector quien, más tarde, puede, gracias a su posición y perspectiva actual, desentrañar la condición de posibilidad de la afirmación de Trotsky. Es una hipótesis afirmativa sobre la posibilidad de tal conexión –entre formas estéticas y social –, posible gracias a un medio de conexión. Pero, ¿cómo se produciría tal conexión? ¿Cuál es el supuesto valor nominal de los medios que inducen el vínculo? ¿Cuál es su tenor o naturaleza de todos modos?
Dicho de otro modo, en aras de la precisión y para fijar el proceso de emergencia de la intuición en la representación consciente: la intuición, premisa muda o comodín, en todo caso, resumida en su conjunto en la tesis de Davidson, de hecho, resulta en una pregunta o pregunta duda ahora abierta. Esto nos vino de la intuición de Trotsky en un estado crudo e intrascendente hasta nuevo aviso, pero ahora reaparece animado por la tesis de Davidson en el Anexo: la del vínculo entre el modernismo y el desarrollo desigual y combinado.
Así, la premisa silenciosa de Trotsky, previamente meramente latente en el comentario de 1922, cuando se objetiva, ahora se transmuta en una pregunta planteada por el lector de Trotsky, a través de Davidson. La pregunta que resulta del camino recorrido y que es posible escudriñar y pretender escudriñar es: ¿cómo sucede tal cosa? conexión sintética, uniendo los dominios heterogéneos de las formas estéticas y no estéticas?
Contrato social
Tan importante como el libro de Davidson –para vislumbrar la línea punteada y traducir el legado mudo en una pregunta explícita, poniendo sobre la mesa la carta oculta de la intuición de Trotsky–, en el recorrido realizado hasta aquí, fue la noción de “forma objetiva” ( nombrar al buey), desarrollado en el debate brasileño. La noción de “forma objetiva” responde, despliega y completa lo que la observación de Trotsky intuía sin decir. Ofrece así el punto de vista retrospectivo desde el cual se distingue explícitamente el gesto de Trotsky, ya sea un farol o una jugada estratégica, en todo caso, una jugada que intuyó sin decirlo en ese momento: 1922.
La línea punteada, por tanto, al ir más allá del punto de la cuestión referida, trae -en una línea recta intermitente, pero con un sentido inequívocamente progresivo y ahora visible-, con un salto más, la observación de 1922 a la noción de “objetivo”. forma”, construida en la periferia. Este se configuró como concepto de manera tan acabada, demostrada y relevante que puede funcionar como un parteaguas en el debate estético global, para quienes tomen conciencia de él, en vista del horizonte general que ahora permite distinguir el Anexo de Davidson. En este marco, y alineado según una perspectiva histórica entre otras propuestas estéticas planteadas, digamos, desde 1968 hasta ahora (para tomar un hito histórico), la manera objetiva aparece, en resumen, con la función y valor de referencia de un contrato social la forma estética.
Forma objetiva: definición y preliminares.
De hecho, Schwarz colocó el manera objetiva como una forma dotada de una “sustancia histórico-práctica” (1991)[xxviii]; o incluso como “el nervio social de la forma artística” (1997)[xxix]. Más recientemente, en 2003, en el curso de un movimiento retrospectivo para descubrir las bases de su construcción referida a la "noción materialista de forma literaria" de Antonio Candido, de la cual deriva explícitamente la "forma objetiva", Schwarz presentó así la noción de Candido:
“En lugar de oponer la invención formal a la aprehensión histórica, segregando estas facultades y sus respectivos dominios, [Cándido] buscó su articulación. La forma -que no es evidente y corresponde a la crítica identificarla y estudiarla- sería un principio ordenador individual, que regula a la vez un universo imaginario y un aspecto de la realidad externa. En proporciones variables, combina la fabricación artística y la intuición de ritmos sociales preexistentes. Desde otro ángulo, se trataba de explicar cómo las configuraciones externas, propias de la vida extraartística, podían pasar a la fantasía, donde se convertían en fuerzas estructurantes y mostraban algo de sí mismas que no había estado a la vista. Se trataba también de explicar cómo la crítica podía recorrer a su vez este camino y llegar a una esfera a través de la otra, adquiriendo conocimiento en relación con ambas. La lanzadera exige una descripción estructurada de los dos campos, tanto el laboral como el de la realidad social, cuyas conexiones son motivo de reflexión.[xxx].
Dejo la tarea de ampliar los detalles al lector interesado. Más bien, el propósito de recordar aquí la noción de “forma objetiva”, así como sus antecedentes ligados a una “noción materialista de forma” –correspondientes ambos, por omisión o no (poco importa), a la intuición de Trotsky en 1922–, apunta a la manifestación que se esbozó en Brasil, a mediados de la década de 1960 y especialmente en respuesta al golpe cívico-militar de 1964, un vector reflexivo y de ensayismo crítico, digamos, un sistema critico estético-cultural dotado de continuidad interna y en relación con la expansión y radicalización de la democracia a través de las luchas sociales.
La configuración objetivada de tal vector basta para indicar que la problemática brasileña es de una tipología diferente de la observada por Trotsky en los Balcanes en 1912, cuando señaló el emblemático préstamo de las formas literarias, sin otra perspectiva que la deuda y el vacío. . Así, en los Balcanes, Trotsky vio, como señaló en 1912, recuerden, signos sintomáticos de dependencia.
Ciertamente hay señales de dependencia crónica en las relaciones brasileñas con las economías y culturas hegemónicas. Pero este cuadro coexiste con episodios de otro orden, como los referidos en otra clave por Trotsky en su comentario de 1922 sobre los movimientos futuristas, cuando señala la ocurrencia y la posibilidad abierta de síntesis periféricas cuya claridad y fuerza fueron y pueden ser superiores a las de las formas originarias de las culturas hegemónicas.
malestar histórico
Se define, por tanto, un cuadro distinto, el de la dependencia con cierta acumulación interna, que eventualmente llegó a entender la formación de un sistema cultural[xxxi], capaz incluso de enunciar su propia crisis o ciclo terminal, según el núcleo de debates sobre la desmantelar, mencionado anteriormente.
El sistema en cuestión descansa, como se supone, en su continuidad interna, no exclusivamente en deudas contraídas según convenciones aceptadas, sino –dada su propia dinámica, aunque entremezclada e intermitente– en algún tipo diferente de recurso a las formas de culturas “avanzadas” – como ocurrió en el caso de Machado en la transición del siglo XIX al XX, como lo demuestra Schwarz.
Constituyen diferencias ante la situación búlgara, en todo caso llamativas, en cuanto a la dinámica histórica y al modo de relación con las culturas hegemónicas, diferencias que es necesario establecer y cuyo significado es necesario precisar, ya que la etiología del malestar histórico en Brasil es diverso. De ahí la prioridad, aquí, para la distinción diacrónica del vector crítico formado y desarrollado en el debate brasileño.
Escenas de un proceso crítico
Schwarz es claro y preciso al señalar la “noción materialista de la forma” de Cándido como origen y raíz de su propio constructo. En este sentido, la "forma objetiva" de Schwarz deriva específicamente de un ensayo de Candido publicado en 1970: "Dialéctica de Malandragem" (1970)[xxxii]. En él, el autor intenta establecer la forma estética como reducción estructural y condensación formal de los ritmos sociales, observados analíticamente en el proceso de desarrollo interno de la forma artística. Sin embargo, ¿de dónde provino el hallazgo de Cándido?
Ciertamente, su construcción no tuvo una epifanía repentina o una raíz extraterrestre, alegada por el “chasquido de Vieira”. Muy al contrario, para un pensador dialéctico atento a la historia como Cándido, las ideas responden a debates y son material y socialmente inducidas, según términos colectivos y acumulativos. En este caso, el ensayo de Cándido se oponía directamente a la moda resultante de la convergencia entre los llamados "giro lingüístico”, hegemónico en ese momento en campos angloamericanos, y sus similares de universidades francesas: estructuralismo y ciencias del lenguaje asociadas a él (semiología, semiótica y derivados).
La gran afluencia externa que arrebató a los partidarios de muchas facultades de Letras y Ciencias Humanas de los países periféricos difundió el axioma del momento en las culturas hegemónicas: el del divorcio y la segregación que separa las formas estéticas, manejadas en el laboratorio como si fueran puro, los de extracción no estético, de espuria procedencia –a saber económica y socio-histórica– arrojada al mar del olvido por la manía generalizada de negar la fuerza misma de la realidad.
El turno
Pero, frente a oponentes de tal tamaño, ¿en qué bases materiales se basó la esgrima de Cándido? Si, según Schwarz, “como siempre, hay preparación para las revelaciones”[xxxiii], ¿qué era ella, en este caso? O, en otras palabras, cómo preparado, en ese contexto de descrédito de las encíclicas lukacsianas, la estrategia de resistencia y la contraofensiva a favor de la “noción materialista de la forma”?
¿Qué proceso histórico-social indujo a Cándido y Schwarz a no retroceder a la ya tradicional posición de la forma heterónoma –a proponer el establecimiento de la complejidad de la forma en la propia inmanencia de la obra- permeada, sin embargo, por el proceso histórico-social? ¿Cuál es el régimen de tal permeabilidad? ¿Qué orden de reciprocidad podría establecerse entre la forma estética y la configuración del proceso histórico-social? Y este último, a su vez, ¿en qué se diferenciaba del esquema lineal-escenario (para el cual aparecía como efecto de causas históricas genéricas)? En ese sentido, ¿en qué términos podría aparecer el proceso histórico-social como un problema abierto, a diferencia de las letanías infames de la Tercera Internacional (que los mayores deberían recordar)? ¿Cómo podrían las formulaciones de Cándido y Schwarz escapar a tal letanía, según la cual la forma heterónoma, sujeta a generalidades abstractas y normas de clase, debería transmitir, y ¡ay de ella si no lo hiciera! – ¿la lógica de una supuesta linealidad histórica universal?
Pero volvamos al punto decisivo a desentrañar en la maraña de ideas que precedieron a la formulación de un contrato social de forma estetica: qué tipo de acumulación crítica y reflexiva precedió y constituyó la tendencia de la que la reflexión de Cándido sobre la transición posterior a 1968 fue, en ese momento, el buque insignia, abogando por la condensación estética de los ritmos sociales?
Vamos por partes. Por un lado, parte de la respuesta muy probablemente se encuentra en un ensayo de Schwarz de 1970 (ver más abajo), que no hace referencia al ensayo de Cándido, pero cuya elaboración, en paralelo y simultáneamente, devela -sin mencionar directamente las conexiones- la contexto histórico en medio del cual la contraofensiva de Cándido contra la Santa Alianza de forma pura.
Cándido, en cambio, en efecto, no fue un francotirador, sino un pensador siempre atento a las tendencias histórico-sociales y fundador de una escuela, preocupado por actuar históricamente, organizar las ideas y las representaciones colectivas, incluso. Tomemos, primero, el papel de Cándido en la acumulación crítica. Así, informa Schwarz, en la década de 1970 Cándido “impulsó un seminario de posgrado en el que se revisaron las teorías críticas modernas”[xxxiv]. Por providencia programática, la discusión se proyectó naturalmente varios pasos por delante del dilema de Borges y Paulo Emilio. De esta forma, evitaba la dualidad pendular entre ser o no ser para, en cambio, conducir a la preparación desde una perspectiva crítica colectiva, independiente de los esquemas teóricos dominantes.
Fue entremezclado con estos debates de seminario que cristalizó la reflexión paradigmática de Cándido sobre la dialéctica histórica entre forma literaria y subdesarrollo económico y, en particular, sobre la “noción materialista de forma” (cuyo esbozo había comenzado después del golpe de Estado de 1964). ). ). Esta nueva plataforma judicial, experimentada en los ensayos de Cándido, esbozaba un esquema crítico básico a partir del cual los parámetros de la tradición occidental, con los que se medía hasta entonces la materia periférica, se convertían precisamente en medido de acuerdo con este último. El cambio de perspectiva así logrado fue un logro crítico notable, trazado e historizado por Schwarz[xxxv]. En efecto, a través del ejemplar guión crítico esbozado en los ensayos de Cándido, era necesario no sólo obtener la distinción de lo que no éramos, sino confrontar -desde la propia experiencia periférica- con términos, conceptos y formas de las tradiciones hegemónicas y, desplegando la crítica de dependencia, establecer las peculiares vicisitudes de descolonización como una tarea permanente o abierta[xxxvi]. Combinar el método de ver las formas dominantes al revés y combinar hallazgos estéticos y sociales, siguiendo la estela de Cándido, es lo que harán a partir de ahora otros estudios, empezando por los de Schwarz.
Sin embargo, por grande que haya sido el salto crítico de Cándido, el tamaño, la potencia y el contenido de un proceso de un solo autor o de un resultado intelectual contingente no pueden medirse desde un punto de vista histórico mayor. De hecho, si fuera solo para uno, ¿cómo explicar y posibilitar otros resultados? En suma, de nada valdría el trasfondo de verdad histórica crítica colectiva -es decir, en el caso que nos ocupa, extracción, modo y razón de ser, en el largo plazo, de confrontación con el dependencia. Además de las contingencias, primero es necesario establecer de dónde nació o de dónde vino, de hecho, ¿en qué suelo y ambiente echó raíces? – el prolongado esfuerzo crítico colectivo, del que Cándido fue la causa, pero también sólo una de las voces.
Consideremos entonces el otro lado. De hecho, es erróneo en términos históricos tomar un hecho por sí mismo o aislado. En torno a la elaboración de la obra, a la vez colectiva y autoral, que derivó en la noción de manera materialista, hubo en efecto un vigoroso movimiento de ideas cuyos ecos ciertamente lo alcanzaron y lo impulsaron. Tanto como el estudio de Schwarz, "Cultura y Política, 1964-69"[xxxvii], no hace mención al texto de Cándido, éste tampoco -centrado en una novela del siglo XIX- menciona el caldo hirviendo, mayoritariamente de origen no académico, que rodeó la redacción de su ensayo sobre una obra de Manuel Antonio de Almeida, Memorias de un sargento de milicia (1852).
La discreción y el silencio, en este caso, tuvieron un pie en las circunstancias. Sin embargo, al mirar retrospectivamente los dos ensayos de 1970, se destacan los vínculos de correlación y complementariedad, así como la conexión entre ambos con los debates en torno y en años anteriores, en los que se centra el ensayo de Schwarz. De esta forma, este último destaca la organicidad y amplio espectro de un movimiento cultural en respuesta al golpe cívico-militar de 1964, que abarcó, en un mismo derrotero de vigor crítico sistemáticamente desarrollado, obras de música, cine, teatro, arquitectura, artes visuales, periodismo, ciencias sociales y humanas, sin olvidar las manifestaciones callejeras contra la dictadura.
Si está interesado, vaya al texto original de Schwarz. Allí, también será necesario encontrar las razones por las cuales las artes y la reflexión estética brasileñas en las décadas de 1960 y 1970 dieron un giro y un salto adelante, superando producciones similares realizadas en ese momento en los países centrales. ¿Como y por qué?
El esquema básico de respuesta, como tesis y demostración, se presenta en los ensayos de Cándido, formulados sin fanfarria.[xxxviii] y refiriéndose a la vivienda y vida de los “de abajo” a mediados del siglo XIX, en una capital territorial que acababa de salir de la condición colonial por una operación que sin duda siguió el rumbo general de desmantelamiento del viejo orden colonial (pero un rumbo eso también incluyó, en el caso específico de Brasil, un poco de deformación en los círculos monárquicos, haciendo del imperio esclavista brasileño una excepción y una mancha distinta en el nuevo mapa de las naciones de las tres Américas).
regresión hacia adelante
El salto hacia adelante en la producción artística y ensayística, no sólo en Brasil, sino también en varias áreas periféricas en las décadas de 1960 y 1970, tuvo un impacto en las culturas centrales. Ello porque, con todo el progreso verificado en ese momento en cuanto a la elaboración analítica de las formas en las culturas hegemónicas, su voluminosa producción teórica y artística aparecía relativamente relegada frente a la periférica, debido a la aceptación a priori de su encierro crítico-reflexivo en un ámbito restringido y sectorial. Sólo en raros y excepcionales casos el arte analíticamente avanzado de los países hegemónicos estuvo dispuesto a pensar en el todo. (No me refiero aquí al caso del entonces pujante y pluralista cine europeo que escapó y resistió de diversas formas, por razones que no conviene discutir aquí, como diktat mirada de forma pura, triunfante en las artes plásticas y las letras.)
Por otro lado, las obras de arte periféricas de las décadas de 1960 y 70, a contrapelo de la tendencia analítica dominante en las culturas hegemónicas, pero sin dejar de lado los procedimientos analíticos desarrollados en los países centrales, reflexivamente sintetizaron y totalizaron prácticas analíticas formales, adecuadas a la estética experiencias de los países centrales, combinándolas con la reflexión sobre el proceso histórico-social en curso en la periferia. En ese período histórico, como sabemos, al desequilibrio crónico de las economías periféricas se sumó la expansión de las dictaduras cívico-militares en América Latina. En consecuencia, el arte latinoamericano, además de aspirar a ser reflexivamente totalizador y, en consecuencia, a operar en paralelo con el ensayo y la investigación en ciencias humanas, se convirtió entonces, en la clandestinidad o en el exilio, en[xxxix], abierta y explícitamente combativa[SG].
“Arte negativo” y “proyectos abiertos”
En suma, el vínculo intrínseco entre forma estética y formas histórico-sociales, tal como lo muestra el ensayo de Schwarz sobre el período 1964-69, tuvo una historia preliminar en las artes brasileñas, lo que atestiguaba una tendencia, entonces en curso, hacia la reconstrucción del realismo. . Este vector precedió y preparó, aunque sea de manera transversal, la acumulación cuyo balance crítico dio lugar a los ataques reflexivos de Cándido y Schwarz.
A primera vista, se trataba más que nada de una corriente artística, más que de un ensayo, en cuanto al número y características de las ocurrencias. Sin embargo, tal primacía de lo artístico no la privó de un modo reflexivo, ya que en la época muchos artistas, además de operar en sus campos de expresión, frecuentemente conceptualizaban y escribían, desarrollando y debatiendo regularmente sus propias ideas.
Un punto sorprendente en la trayectoria de dicho vector lo dio la noción de proyecto abierto (proyecto abierto), desarrollado por Hélio Oiticica y Antonio Dias, en un texto escrito a 4 manos en agosto de 1969 en Londres, donde Oiticica se había instalado[xli]. Así, Project-book – 10 Planes para proyectos abiertos (Libro de Proyectos - 10 Planes para Proyectos Abiertos)[xlii] estableció un programa que, a lo largo de 10 proposiciones para la realización de obras según estructuras abiertas, especificadas y nombradas, asumía el principio de una porosidad constante de la obra de arte a la realidad circundante – pero no solo, ya que estructuras históricas menos tangibles en el El espacio de la intervención artística se designaba mediante subtítulos o títulos, la mayoría de las veces irónicos.
En este sentido, su proyecto contemplaba la posibilidad de una conexión directa entre formas artísticas e histórico-sociales, en línea con las nociones de Oiticica de “arte ambiental” y arte “suprasensorial”, a partir de la idea de una forma estética abierta a la entorno. , comenzando o terminando con la intervención pública. Si bien la conceptualización o denominación verbal como tal provino expresamente de Oiticica, en realidad respondió a un impulso ya un proceso de pensamiento y debate colectivo en las artes. De esta forma, los términos e ideas de Oiticica fueron adoptados tal como fueron, incluso por una reflexión crítica con el filo de la ejercida por Mário Pedrosa[xliii].
Así también, a su vez, la libro de proyecto y, antes que él, el ensayo “Esquema general de la nueva objetividad” (1967)[xliv], escrito por Oiticica – que explícitamente presenta una plataforma para la reconstrucción del realismo en las artes visuales brasileñas en términos historiográficos y críticos – ambos llevan la marca visual decisiva de la obra de Dias. Como actos orgánicos de un desarrollo en curso, todo ello desde la perspectiva de la reconstrucción del realismo, presente en la obra de Dias y Oiticica desde la exposición opinión 65 (MAM-Rio, 1965), cuando surge la tendencia a superar el abstraccionismo geométrico anterior a 1964[xlv].
En el caso de Dias, principalmente, la apuesta por la reconstrucción de un discurso realista en la pintura iba de la mano con la estrategia de mover la confrontación directa y tajante con los discursos artísticos en boga en los países centrales. La estrategia de Dias fue abiertamente agonista, sin miedo ni timidez insinuando las corrientes opuestas célebres y críticamente exitosas.[xlvi]. Así, en una nota posiblemente fechada en 1967, al comienzo de su Notebook 1967:69 - XNUMX:XNUMX, Dias formuló las nociones de “arte negativo” y “pintura como crítica de arte”[xlvii]. Ambas nociones aparecían en los trabajos de Dias desde un principio como funcionales, ya que se aplicaban directamente a las operaciones de apropiación e desplazamiento a través de la ironía de las formas capturadas de los discursos pictóricos globalmente dominantes en la época: “arte conceptual” y “arte minimalista”, ambos en clave de “giro lingüístico.
Operaciones de esta naturaleza constituyeron una constante en la obra de Dias, quien saltó a la palestra a los 21 años en la muestra inaugural del movimiento Nueva Figuración (opinión 65, MAM-RJ), apropiándose de clichés típicos del Pop-Art no sólo para denunciar la política imperialista y belicista estadounidense y el gobierno dictatorial brasileño apoyado por los Estados Unidos, sino para superar la afasia de las tendencias (arte concreto y neoconcreto) provenientes de la geometría abstracción ante la nueva coyuntura nacional planteada por el golpe cívico-militar de 1964[xlviii].
Tales maniobras, de hecho, no tenían ningún rastro directo de deuda visible con el comentario de Trotsky de 1922. Sin embargo, sin duda, debían mucho – probablemente diría Davidson, si tuviera las obras de Nova Figuração y Nova Objetividade Brasileira bajo su mando. ojos – a las tensiones inherentes al desarrollo desigual y combinado.
A la vuelta de la esquina
Nótese al lector, en conclusión, que el libro de Davidson da la impresión de estar hecho a la medida del debate brasileño. Sin embargo, se hizo en Escocia, en Glasgow. Davidson, por su parte, al enviar estos textos en octubre de 2018 para ser publicados en Brasil, nunca había estado en Sudamérica.[xlix].
La razón de este aparente prodigio no es otra que el alcance reflexivo de la ley del desarrollo desigual y combinado. Prepara y aproxima una perspectiva crítica elaborada en Escocia – y contraria a cualquier discusión brasileña – de términos y líneas engendrados en el debate brasileño, como espero haber logrado mostrar. En suma, para la reflexión, el poder de proponer la ley del desarrollo desigual y combinado engloba y sintetiza, más allá de particularidades y localismos, la unidad -en la desigualdad- de los aspectos del proceso de desarrollo capitalista periférico. Así, aspectos vividos en Escocia permiten que la reflexión, que comprende la unidad dialéctica de los desiguales dentro de un mismo arco, realice una síntesis con diferentes aspectos verificados en Brasil.
Como resultado, a través de tal síntesis, el lector brasileño adquiere la posibilidad de revisar la historia de los sucesivos ciclos de modernización que tuvieron lugar aquí como momentos de la historia mundial. Esta historia, que antes de ser de Brasil y de otros países, es en realidad la historia de las clases, como prisma planteado por la ley del desarrollo desigual y combinado, especifica claramente lo que es propio y característico de la dinámica de cada una de las clases fundamentales. Análogamente, permite integrar segmentos específicos en el curso histórico de cada uno de ellos, en diferentes regiones del mundo – incluyendo los ciclos de debates y del arte brasileño aquí recordados –, a la historia mundial de la producción sistémica de bienes, colocado como la historia de las clases que traen intereses opuestos.
En otras palabras, se tiene la oportunidad, en gran parte gracias a la amplitud y actualidad de los datos, así como a la claridad del análisis histórico y de las contradicciones recientes, recogidas en la obra de Davidson, de distinguir en acto y ejercicio de qué se trató XIV.a de tesis Sobre el concepto de historia, de Walter Benjamin, cuando aludía al tigre en cuyo lomo y “bajo el cielo libre de historia” se podía experimentar el salto dialéctico “hacia el pasado”. Un salto que, al “explotar el continuum de la historia”, conduce al corazón del presente como “tiempo-ahora”[l].
Para concluir, el libro de Davidson sugiere que esta especie de tigre (no asiático, sino dialéctico), contrariamente a la creencia popular, no está al borde de la extinción. Otra cosa o algo más, diverso y ulterior, es la mutación o el paso –sin línea de puntos–, del salto del gato periférico al salto del tigre en cuestión.[li].
* Luis Renato Martín es profesor-asesor del PPG en Historia Económica (FFLCH-USP) y Artes Visuales (ECA-USP); autor, entre otros libros, de Las largas raíces del formalismo en Brasil (Chicago, Haymarket/HMBS, 2019)
referencia
neil davidson, Desarrollo Desigual y Combinado: Modernidad, Modernismo y Revolución Permanente. Organización y revisión crítica: Luiz Renato Martins. Presentación: Steve Edwards. Prólogo: Ricardo Antunes. Traducción: Pedro Rocha de Oliveira. São Paulo, Editora Unifesp/ Ideas baratas, 2020.
Notas
[i] Véase Antonio Cándido, “El significado de Raíces de Brasil” [1967], en Sérgio Buarque de Holanda, raíces brasilsil [1936], São Paulo, Companhia das Letras, 1995, pp. 9-24; Ver también ídem, “La revolución de 1930 y la cultura”, en Educación de noche y otros ensayos, São Paulo, Ática, 1987, págs. 181-198.
[ii] Véase Francisco de Oliveira, Navegación Venturosa: Ensayos sobre Celso Furtado, São Paulo, Boitempo, 2003.
[iii] Para documentos de la confrontación directa en torno al tema de dependencia, ver Fernando Henrique Cardoso & José Serra, “Las Desventuras de la Dialéctica de la Dependencia”, Revista Mexicana de Sociologia, v. 40, número extraordinario, Ciudad de México, Unam, 1978, pp. 9-55. Para la respuesta de Ruy Mauro Marini, ver RM Marini, “Las Razones del Neodesarrollismo (Respuesta a FH Cardoso y J. Serra)”, Revista Mexicana de Sociologia, v. 40, número extraordinario, Ciudad de México, Unam, 1978, pp. 57-106, disponible en: . Para un resumen actual del tema, ver Claudio Katz, La teoría de la dependencia, cinco años después, Buenos Aires, Batalla de Ideas, 2018.
[iv] Véase, por ejemplo, Roberto Schwarz [1994], “Fim de Século”, en Secuencias Brasileñas: Ensayos, São Paulo, Companhia das Letras, 1999, pp. 155-62; Francisco de Oliveira [2003], “La política en una era de indeterminación: opacidad y reencantamiento”, en La era de la indeterminación, São Paulo, Boitempo, 2007, págs. 17-45.
[V] Véase Antonio Candido [1957/1962], “Prefacio a la 1ª Edición” y “Prefacio a la 2ª Edición”, en Formación de la literatura brasileña: momentos decisivos 1750-1880, Río de Janeiro, Ouro sobre Azul, 2009, respectivamente, pp. 11-15; 17-20; véase también la nota 6 a continuación.
[VI] Véase León Trotsky [1906], Resultados y Perspectivas, en La revolución permanente y resultados y perspectivas, intr. por Michael Löwy, Londres, Socialist Resistance/IMG Publications, 2007, pp. 15-100.
[Vii] Cf. Leon Trotsky [1912], “En un país atrasado”, en George Weissman & Duncan Williams (eds.), Las guerras de los Balcanes, 1912-13: la correspondencia de guerra de León Trotsky, trad. Brian Pearce, Nueva York, Monad Press, 1980, pág. 49. Énfasis mío.
[Viii] Sobre el papel histórico de Machado en este sentido, ver Candido, Formación de la Literatura Brasileña, págs. 436-7; sobre la noción de sistema literario y la articulación básica de las obras entre sí, véase “Introducción”, en ibídem, Pp 25-39.
[Ex] Cf. León Trotsky [1922], “El Futurismo”, en Literatura y revolución, nota preliminar, selección de textos, traducción y notas de Alejandro Ariel González, introducción de Rosana López Rodríguez y Eduardo Sartelli, Buenos Aires, Ediciones Razón y Revolución, 2015, p. 285. La cita hecha por Davidson en el Apéndice se refiere en la nota 10, p. 269. Para acortar el pasaje, el autor reemplaza parte del texto de Trotsky con una paráfrasis. Sin embargo, aquí, debido al interés estratégico del pasaje, lo he citado en su totalidad basado en la edición más reciente, que es también la más completa.
[X] Cf. Neil Davidson, “Anexo”, en Desarrollo Desigual y Combinado, op. cit., p. 268.
[Xi] Sin embargo, sobre la trayectoria de Candido y su apreciación de Trotsky, se puede consultar a Roberto Schwarz, “Antonio Candido (1918-2017)”, en De todos modos: entrevistas, retratos, documentos, São Paulo, Librería Duas Cidades/Editora 34, 2019, pp. 410, 414.
[Xii] Véase Robert Schwarz, Al Ganador las Papas [1977], São Paulo, Duas Cidades/Editora 34, 2000; ídem, “Complejo, Moderno, Nacional y Negativo” [1981], en ¿Qué hora es?, São Paulo, Companhia das Letras, 1989, págs. 115-125; ídem, Un maestro en la periferia del capitalismo, São Paulo, Dos Ciudades, 1990; ídem, “La poesía envenenada de Dom Casmurro”, en dos niñas, São Paulo, Companhia das Letras, 1997, págs. 7-41; ídem, “Lecturas en Competencia” [2006] y “A Viravolta Machadiana” [2003], en Martinha versus Lucrécia: ensayos y entrevistas, São Paulo, Companhia das Letras, 2012, respectivamente pp. 9-43, 247-79.
[Xiii] Sobre la serie de crónicas de Machado que causó malestar en los círculos monárquicos brasileños en el momento de la ejecución del príncipe austríaco Maximiliano por el ejército republicano mexicano, véase Luiz Renato Martins, “Los retornos del regicidio”, en La conspiración del arte moderno, ed. Steve Edwards, trad. Renato Rezende, Chicago, Haymarket, 2018, pág. 104. Quisiera agradecer a Iná Camargo Costa por recomendarme las crónicas de Machado.
[Xiv] Para precisar mejor la función histórica atribuida a la literatura en la materia en cuestión, conceda al lector que sigue el hilo de estas páginas un momento de atención a la conmovedora declaración de amor a la literatura y a las artes plásticas, escrita por Trotsky en medio de la agitación de 1939: “Es bueno que en el mundo no sólo haya política, sino también arte. Es bueno que el arte sea inagotable en sus posibilidades, como la vida misma. En cierto sentido, el arte es más rico que la vida, ya que puede crecer y encogerse, aplicar colores vivos o, por el contrario, limitarse a un lápiz gris, puede presentar un mismo objeto desde diferentes ángulos e iluminarlo con distintas luces. Napoleón sólo había uno. Pero sus representaciones artísticas son innumerables./ La Fortaleza de Pedro y Pablo y otras prisiones zaristas me pusieron en un contacto tan íntimo con los clásicos franceses que desde hace más de tres décadas sigo más o menos regularmente las novedades destacadas de la literatura francesa. Incluso en los años de la guerra civil solía llevar alguna novela francesa reciente en el vagón de mi tren militar”. Cf. León Trotsky, “Un nuevo gran escritor/Jean Malaquais, Les Javanais, Novela, Éditions Denoel, París, 1939”, en Literatura y revolución, P. 852.
[Xv] Para un recorrido histórico y un detalle analítico de procesos estructuralmente similares verificados en el período colonial de la América portuguesa, aunque menos agudos desde el punto de vista del dominio del autor y las cualidades literarias de las obras involucradas, llevados a cabo en el contexto colonial, léase, por ejemplo, de Antonio Cándido, “Literatura y subdesarrollo” [1970], en educación nocturna, pp 140-162.
[Xvi] Véase León Trotsky, La Teoría de la Revolución Permanente / Compilación, apres. Gabriela Liszt y Marcelo Scoppa, trad. Mario Larrea et al., Buenos Aires, Ceip León Trotsky, 2005; véase también Michael Löwy, La política del desarrollo combinado y desigual: la teoría de la revolución permanente [1981], Chicago, Haymarket, 2010 (ed. bras. La política del desarrollo desigual y combinado: la teoría de la revolución permanente, trad. Luiz Gustavo Soares, São Paulo, Sundermann, 2015).
[Xvii] Véase León Trotsky, “Apéndice 1-2-3”, en Historia de la revolucion rusa [1930], trad. Max Eastman, Nueva York, Pathfinder, 2012, págs. 1401-1504.
[Xviii] Para detalles sobre la debacle de la transición, ver Luiz Renato Martins, “El Colapso Político del PT y la Guerra Civil Declarada”, herramienta web, No. 26 de agosto 2019, disponible en: . Publicado en portugués como “La Guerra Civil Declarada” y “La Guerra Continúa”, La tierra es redonda, 21 y 26 de mayo de 2020, respectivamente, disponibles en: y .
[Xix] Véase Roberto Schwarz, “Un seminario de Marx”, en secuencias brasileñas, Pp 86-105.
[Xx] Véase Rodrigo Naves, “Debret, Neoclasicismo y Esclavitud”, en La forma difícil: ensayos sobre el arte brasileño, São Paulo, Ática, 1996, págs. 40-129.
[xxi] Véase Jacob Gorender, esclavitud colonial, São Paulo, Editora Ática, 1988.
[xxii] Véase la nota 9 anterior.
[xxiii] Cf. Jorge Luis Borges, “El escritor argentino y la tradición”, en Obras Completas, Tomo I: 1923-1949, trad. Josely Vianna Baptista, São Paulo, Globo, 1998, p. 295. Segunda nota en la p. 288, “el texto constituye la versión abreviada de una conferencia dictada en el Colegio Libre de Estudios Superiores (1953)”.
[xxiv] Utilizo aquí la secuencia propuesta por Roberto Schwarz, al citar este pasaje de Borges y, poco después, las palabras de Paulo Emilio. Véase Schwarz, “Antonio Candido (1918-2017)”, págs. 409-10.
[xxv] Véase Paulo Emilio Sales Gomes, “Cine: trayectoria en el subdesarrollo”, Argumento – Revista Mensual de Cultura, No. 1, Río de Janeiro, 1973, págs. 54-67.
[xxvi] Ver ídem, Jean Vigo y Vigo, alias Almereyda, São Paulo, Cosac Naify/Sesc, 2009.
[xxvii] De entrada, para los escépticos y sedientos de casos concretos, vale la pena consultar la noción de “modernismo alternativo”, propuesta por el historiador norteamericano David Craven sobre bases similares: la ley del desarrollo desigual y combinado y obras elaboradas a partir de experiencias periféricas. Véase David Craven, “Los orígenes latinoamericanos del modernismo alternativo”, Crítica marxista, No. 37, Campinas, Cemarx-IFCH/ Unicamp, 2013, págs. 137-54; véase también la nota introductoria: Luiz Renato Martins, “A Dialectical Criticism in the Visual Arts”, ibídem, págs. 133-35; y, con más detalle, ídem, “Notas sobre la modernización, desde la periferia: sobre el modernismo alternativo de David Craven”, en Las largas raíces del formalismo en Brasil, ed. Juan Grigera, intr. Alex Potts, trad. Renato Rezende, Chicago, Haymarket, 2019, págs. 221-31.
[xxviii] Cf. Roberto Schwarz [1991/1992/1999], “Adecuación nacional y originalidad crítica”, en secuencias brasileñas, PAG. 31. Para datos de las dos publicaciones iniciales, en 1991 y 1992, que precedieron a la publicación del libro en 1999, véase ídem, P. 247.
[xxix] Ver Negro, dos niñas, P. 62.
[xxx] Cf. Schwarz, “Acerca de Adorno (Entrevista)”, en martina contra lucrecia, P. 48.
[xxxi] Véase Schwarz, “Seven Breaths of a Book”, en secuencias brasileñas, Pp 46-58.
[xxxii] Véase Antonio Candido, “Dialéctica de Malandragem” [1970], en El discurso y la ciudad, Río de Janeiro, Ouro sobre Azul, 2004, pp. 17-46. Ver también, para desarrollos de ideas del propio autor [1973/1991], “From Cortiço to Cortiço”, ibídem, págs. 105-29. Sobre las versiones extraídas de este ensayo, que originalmente data de 1973 (por lo tanto, en continuidad directa con las preocupaciones del ensayo anterior, de 1970), pero que solo se publicó en su forma original completa en 1991, ver Candido, “Nota sobre os Ensaios (Ítem 4)”, ibídem, P. 282.
[xxxiii] Cf. Schwarz, “Acerca de Adorno (Entrevista)”, pág. 48.
[xxxiv] “Los seminarios discutieron, entre otros, textos del formalismo ruso, de los estructuralistas, de Adorno, de los Literatura y Revolución, de Trotsky”, narra Schwarz. Para detalles y la inversión de la perspectiva crítica estimulada programática y colectivamente por Cándido, ver Schwarz, “Antonio Candido (1918-2017)”, pp. 408-13.
[xxxv] “Nótese aquí la inversión contrahegemónica […]. Ahora bien, la tradición occidental mide a la vez la materia brasileña y es medida por ella, a la que responde, que es nueva”. Cf. ibídem, P. 412.
[xxxvi] Véase, por ejemplo, el enfrentamiento especialmente ilustrativo que se establece en Roberto Schwarz, “Brazo de hierro sobre Lukács”, en Sea como sea, Pp 117-54.
[xxxvii] Debido a la dictadura, el ensayo fue publicado originalmente en la edición de julio de 1970 de Los tiempos modernos. Véase Roberto Schwarz, “Remarques sur la culture et la politique au Brésil, 1964-1969”, Los tiempos modernos, No. 288, París, Presses d'Aujourd'hui, julio. 1970, págs. 37-73. Reeditado como “Cultura y política: 1964-1969: algunos esquemas”, en El padre de familia y otros estudios, São Paulo, Paz e Terra, 1992, págs. 61-92. Por cierto, el lector ya puede tener acceso a un documento de oficio, desde los sótanos del Estado dictatorial, ahora publicado bajo el irónico título de “Os Behind the Scenes”, por iniciativa del propio Schwarz. Este es el registro de la prueba de Los tiempos modernos, realizada en 1972 por un colaborador de la policía política. Ver Schwarz, Sea como sea, Pp 11-14.
[xxxviii] Véase la nota 32 anterior.
[xxxix] Para no restringir el debate al caso brasileño, ejemplo llamativo, tanto en el ámbito de las conquistas formales como en el de la totalización reflexiva, del consorcio con investigaciones en las ciencias sociales y políticas y, finalmente, del compromiso combativo, fue el documental argentino La hora de los cuernos (1968), de Fernando E. Solanas y Octavio Getino, realizada bajo tierra y premiada en el IV Festival del Nuovo Cinema, Pesaro, 1968.
[SG] Otro ejemplo argentino, contemporáneo y complementario, proveniente de la experiencia de las artes visuales y que incluso interactuó con La hora de los cuernos, fue la serie colectiva y multimedia de intervenciones titulada Tucumán arde – realizada de agosto a noviembre de 1968 por un grupo de una veintena de artistas asociados a sociólogos del Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales ya una disidencia sindical combativa (CGT de los Argentinos). El proceso culminó con dos exposiciones realizadas en la sede sindical de Rosario (3 al 17 de noviembre de 1968) y Buenos Aires (clausurada abruptamente por el régimen poco después de la inauguración, el 25 de noviembre de 1968). Para obtener una descripción general, detalles y documentación sobre el proyecto Tucumán arde, véase Ana Longoni y Mariano Mestman, Del Di Tella a “Tucumán Arde”, Buenos Aires, Eudeba, 2010, págs. 178-236; véase también Ana Longoni, Vanguardia y Revolución / Arte e Izquierdas en la Argentina de los años sesenta, Buenos Aires, Ariel, 2014 [GM]. Quisiera agradecer a Gustavo Motta por su sugerencia y muy oportuna incorporación de esta referencia al trabajo.
[xli] Sobre detalles del proyecto a cuatro manos, véase Gustavo Motta, Al filo de la navaja - Diagramas del arte brasileño: de 'Programa Ambiental' a la Economía Modelo, tesis de maestría, São Paulo, Programa de Posgrado en Artes Visuales, Facultad de Comunicación y Artes (ECA), Universidad de São Paulo (USP), 2011, pp. 169-81, disponible en: .
[xlii] Ver Hélio Oiticica, “Special for Antonio Dias' Project-Book” (6-12 agosto 1969 – Londres) y A. Dias, “Project-Book – 10 Planes for Open Projects”, notas para el álbum Trama (por Antonio Dias), en Antonio Dias, Antonio Días, textos de Achille Bonito Oliva y Paulo Sergio Duarte, São Paulo, Cosac Naify/APC, 2015, pp. 94-7.
[xliii] Lea, en esta clave, el texto de Pedrosa, de 1966, “Arte ambiental, arte posmoderno, Hélio Oiticica”. Sin duda inspirado por el ingenio épico y el radicalismo experimental con que se trabajaba el arte brasileño de la época, Pedrosa afirmó: “Hoy, cuando llegamos al final de lo que se llamó 'arte moderno' (inaugurado por el señoritas d'Avignon […]), los criterios de juicio para la valoración ya no son los mismos […]. Ahora estamos en otro ciclo […]. A este nuevo ciclo de vocación anti-arte [...] (Por cierto, digamos aquí que esta vez Brasil participa de él no como un modesto seguidor, sino como un precursor. […])”. Cf. Mário Pedrosa, “Arte Ambiental, Arte Posmoderno, Hélio Oiticica”, Correio da Manhã, Río de Janeiro, 26 de junio. 1966, republicado en Aracy Amaral (org.), De los Murales de Portinari a los Espacios de Brasilia, São Paulo, Perspectiva, 1981, pág. 205; y en Otília Arantes (org.), Académicos y modernos: textos seleccionados, vol. III, São Paulo, Edusp, 1995, pág. 355. Véase también Otilia Arantes, Mário Pedrosa: Itinerario crítico, Sao Paulo, Cosac Naify, 2004.
[xliv] Véase Hélio Oiticica, “Esquema general de la nueva objetividad”, Nueva objetividad brasileña, Río de Janeiro, Museu de Arte Moderna, 6-30 de abril de 1967, prefacio de Mario Barata, Río de Janeiro, Gráfica A. Cruz, 1967, psn Para la reedición de este texto, así como sobre los escritos de Oiticica relacionados con la nociones de “arte ambiental” y arte “supersensorial”, ver ídem, Hélio Oiticica/ Museo es el Mundo, org. César Oiticica, catálogo, Río de Janeiro, Beco do Azougue, 2011.
[xlv] Véase Luiz Renato Martins, “La nueva figuración como negación”, Ars, São Paulo, vol. 4, núm. 8, 2006, págs. 62-71, disponible en: .
[xlvi] Para detalles sobre las ofensivas de Dias, una vez instaladas en Europa, ver Luiz Renato Martins, “Art Against the Grain”, en Las largas raíces del formalismo en Brasil, Pp 73-113.
[xlvii] Véase Antonio Días, Caderno [Cuaderno], 1967-69. Para la reproducción facsímil de las páginas del cuaderno, con las notas sobre “arte negativo” y “pintura como crítica de arte”, véase Paulo Miyada (ed.), AI-5 50 años: aún no está terminado, catálogo de la exposición homónima, São Paulo, Instituto Tomie Ohtake, 2019, pp. 24-7.
[xlviii] Sobre el movimiento de construcción de un nuevo realismo, en respuesta al golpe de 1964, véase Luiz Renato Martins, “Trees of Brazil”, en Las largas raíces del formalismo en Brasil, Pp 73-113.
[xlix] En diciembre de 2018, Davidson vino a São Paulo para dictar un curso breve en el congreso de estudiantes del Programa de Posgrado en Historia Económica de la Universidad de São Paulo (USP), en el que resumió los capítulos de este libro en tres conferencias.
[l] Véase Walter Benjamin, Tesis XIV de “Sobre el concepto de historia”, en Michael Löwy, Walter Benjamin: Advertencia de incendio, trad. Wanda NC Brandt, trad. de las tesis Jeanne Marie Gagnebin y Marcos Lutz Müller, São Paulo, Boitempo, 2005, p. 119.
[li] Muchas gracias por la aguda reseña de Gustavo Motta.