Movimiento LGBTI+

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por Renán Quinalha*

Introducción del autor al libro recién publicado

Este libro sistematiza años de estudio y elaboraciones en torno al tema de la diversidad sexual y de género. Llevaba mucho tiempo pensando en compartir reflexiones y referencias académicas en un lenguaje más accesible, sin sacrificar la profundidad de las discusiones, con el objetivo de llegar a un público más amplio interesado en el universo y la historia LGBTI+.[i] Este trabajo, por tanto, está dirigido tanto a personas que ya tienen algún conocimiento sobre el tema y desean profundizar como a aquellas que están dando sus primeros pasos en el universo de los estudios de género y sexualidad.

El libro está dividido en tres partes principales, que se desarrollan en cinco capítulos. En la primera parte, que consta de un solo capítulo, desarrollo una introducción a las principales cuestiones conceptuales en el campo del género y la sexualidad. Obviamente, sin ánimo de agotar temas complejísimos como las matrices esencialistas y construccionistas o incluso el sistema sexo-género, busco presentar un panorama explicativo de los conceptos que luego servirán de punto de partida para interpretar las estrategias y agendas de movilizaciones LGBTI+ en el mundo y, particularmente, en nuestro país.

Luego, en la segunda parte, que contiene tres capítulos con un enfoque más historiográfico, analizo el surgimiento del movimiento LGBTI+. A pesar de todos los debates posibles en torno a las experiencias individuales y colectivas de resistencia que podrían tomarse como punto de partida de un activismo organizado, comienzo con un capítulo específico sobre Alemania como epicentro del protoactivismo a finales del siglo XIX en el contexto de la afirmación de una identidad homosexual.

En el tercer capítulo del libro examino el surgimiento del activismo en Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial, destacando el espíritu pionero de los grupos homófilos en la década de 1950 y, más especialmente, los colectivos que surgieron de la Rebelión de Stonewall el 28 de junio de 1969. Sin negar la importancia e influencia de este singular hecho histórico, cuestiono las interpretaciones que lo consideran como el “mito fundacional” del activismo LGBTI+, insertándolo en el marco más amplio de las condiciones culturales y políticas norteamericanas de la década de 1960.

Después de rastrear esta historia desde un enfoque internacional, con una perspectiva occidental, paso a la discusión del movimiento LGBTI+ brasileño en el cuarto capítulo. Tomando el concepto de “ciclos” en lugar de “olas”, busco historizar el desarrollo de las principales banderas, sujetos y organizaciones del activismo organizado en Brasil, con especial atención al eje Rio-São Paulo por el enfoque adoptado, siempre dejando una serie de referencias para quienes quieran profundizar en cada tema examinado.

Por fim, no quinto capítulo que compõe a terceira e última parte, mobilizo todas as referências conceituais, históricas e da memória LGBTI+ apresentadas no decorrer do livro para uma análise mais opinativa sobre os desafios postos às lutas por liberdade sexual e de gênero na atualidade em Nuestro país. En particular, creo que este es el bloque más interesante de la obra y que tiene una relativa autonomía con respecto al resto de los escritos, pues involucra más reflexiones autorales y una lectura de la coyuntura que, humildemente, pretenden contribuir a la formulación de estrategias y demandas del movimiento LGBTI+.

Este libro, en definitiva, pretende compartir reflexiones teóricas e historiográficas, pero, sobre todo, se presenta como una invitación a la acción política ya la lucha por la igualdad, la diversidad y la democracia. En tiempos de autoritarismo y conservadurismo moral, nada como la historia para enseñarnos e inspirarnos en la resistencia del presente. Quisiera agradecer a Ricardo Musse, profesor en mi graduación en Ciencias Sociales de la Universidad de São Paulo (USP) y, hoy, amigo, por invitarme a publicar en la Coleção Ensaios, así como por leer y por los comentarios que enriqueció el texto.

Cabe señalar que gran parte del contenido de este libro se basa en un curso sobre la historia del movimiento LGBTI+ que ha tenido numerosas ediciones presenciales y virtuales, con más de mil alumnos de todo el país (y incluso personas que viven en el exterior) desde 2017. El curso significó mucho más que un espacio de formación teórica. A través de estos encuentros se pudo presenciar el florecimiento de amistades, el nacimiento de relaciones, proyectos editoriales y militancias, en definitiva, la creación de una poderosa comunidad de reflexión, afectos y acción.

Por lo tanto, quiero agradecer a las instituciones que lo acogieron desde el principio: el Centro de Investigación y Capacitación (CPF) del SESC en la primera edición, Espaço Revista CULT en varias ediciones más y Márcio Costa, mi socio, que me ayudó a organizar otras ediciones. tantas ediciones virtuales. Dedico este libro a todas las personas que estuvieron conmigo en esos momentos de intercambio. Muchas de las elaboraciones aquí surgieron de provocaciones y preguntas planteadas por usted. Aprendí más de lo que enseñé, y este trabajo es prueba de ello.

 

¿Cuántas y cuáles historias LGBTI+?

Escribir una historia de las personas LGBTI+ es un desafío desde varias perspectivas. A pesar de la existencia de experiencias homoeróticas y cuestionamientos sobre los roles de género desde la antigüedad, existen muchas dificultades para este registro. Primero, por el desafío de agrupar eventos y personajes en categorías formuladas solo en tiempos modernos. Imponer una formulación a diferentes momentos y territorios siempre conlleva el riesgo de anacronismo y colonialismo en las formas de conocimiento.

En segundo lugar, porque está el desafío de elaborar un inventario de hechos significativos que, sepultados por el estigma y la violencia, terminaron siendo invisibilizados o borrados de las narrativas hegemónicas (Souto Maior; Quinalha, 2022; Pedro; Veras, 2014). Por ninguna otra razón, se ha dicho que la historia LGBTI+ es un “inventario negativo”[ii] compuesta de ausencias, lagunas y silenciamientos. En esta línea, la tarea de una arqueología se vuelve aún más necesaria para, en una contralectura del pasado, sacar a la luz rastros y fragmentos que fueron marginados (Sedgwick, 2016).

Además, no hay una única historia posible. Las historias LGBTI+ solo se pueden escribir en plural. Entre las diversas posibilidades de escritura, la primera opción es en qué momento y lugar comenzar esta historia. Siempre hay varios puntos de partida. Mi elección aquí no es tomar como punto de partida el conjunto de actos individuales de rebelión, desobediencia y agencia que no se reflejaron en una organización colectiva más perenne.

Es cierto que la resistencia LGBTI+ se materializa en existencias individuales antes del surgimiento del activismo organizado e incluso antes de las propias identidades que hoy componen esta sigla en permanente mutación. Desde los tiempos más remotos existen varios registros de personas que desafiaron las normas de comportamiento en los campos de género y sexualidad. Hombres y mujeres que no se conformaron con el binarismo y la heteronormatividad, transitando a través de fronteras y, por tanto, mostrando actos de transgresión.

A pesar de la constante violencia a la que fueron sometidos, estas personas lograron cumplir sus anhelos, construir territorios de sociabilidad, hacer circular pequeñas publicaciones, crear formas de vida más auténticas e incluso estructurar redes de protección y afecto entre iguales. Así, la existencia de personas enfrentadas a las reglas del orden sexual y social, más o menos conscientemente, ya encarnaba una rebelión no sólo desde el punto de vista subjetivo, sino también desde el punto de vista social y político. Estas resistencias íntimas, individuales, moleculares, siempre han enfrentado normas y expectativas.

Tampoco tomaré como punto de partida las diversas asociaciones que poblaron el imaginario LGBTI+ durante décadas e incluso siglos: pequeñas reuniones, muchas veces clandestinas, dentro de las casas; fiestas temáticas y bailes de carnaval; coquetear en territorios de cruising semipúblicos; clubes nocturnos escondidos en los guetos de las grandes ciudades. Aunque marcadas por características claramente gregarias, tales iniciativas, que fueron fundamentales para el surgimiento de identidades y subculturas LGBTI+, resultaron ser una condición necesaria, pero aún no suficiente, para la organización política que aquí nos interesa más de cerca. En otras palabras, por importante que fuera, la convivencia entre iguales no producía, por sí sola y sin articulación con otras dimensiones, una acción política organizada.

Así, en función de los criterios y cortes utilizados, se definen hitos y procesos más o menos significativos en un determinado relato histórico. Para este libro, el foco está en una historia, entre las muchas que se pueden escribir, de activismo organizado, priorizando la dimensión político-organizativa que convencionalmente se denomina movimiento LGBTI+. La opción es iniciar el análisis con el movimiento que, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, comenzó a adoptar un tipo específico de acción colectiva. Es a partir de la convergencia de una serie de factores que se produce el surgimiento de un movimiento social organizado.

Existen muchas teorías en el campo de la sociología política que buscan explicar el complejo tema de los movimientos sociales, cada una con una conceptualización diferente, pero destacamos aquí los puntos que nos parecen más importantes para demarcar la singularidad de la acción política de los homosexuales: el nacimiento de la categoría “homosexual” dentro del campo del discurso médico-científico; la comprensión de una identidad cada vez más fijada en el sujeto y con lastre colectivo; las diversas publicaciones que formaron una esfera pública de contacto y circulación de ideas y teorías; campañas contra la patologización y criminalización que posibilitaron cierta politización, con tránsitos institucionales, de la homosexualidad.[iii]

La noción de “comunidad imaginada”, basada en el trabajo de Benedict Anderson (2008) sobre el nacionalismo, parece ser una clave con potencial interesante para analizar este surgimiento. A pesar de las diferencias, se trata de un repertorio común que permitirá la denominación de experiencias. Incluso sin conocer personalmente a todos los demás individuos como tú en términos de orientación sexual o identidad de género, hay una serie de referencias compartidas que se descubren, aprenden y enseñan a través de generaciones, conectando a los individuos más allá de la contingencia de sus experiencias. Los lazos establecidos de una comunión de intereses (en este caso, el deseo y el estigma que lo atraviesa) permitirán una acción colectiva y transformadora.[iv]

Esta comunidad imaginada se hizo más densa y concreta, especialmente en los grandes centros urbanos. Sin otra razón, Berlín fue el epicentro de la primera ola de movilización LGBTI+ que analizaremos aquí. La circulación cruzada, el mundo expandido y los encuentros posibilitados en los territorios de las ciudades son de enorme relevancia para esta constitución comunitaria de la población LGBTI+. Didier Eribon llegó a utilizar “refugiados” para designar a LGBTI+ que veían como única salida existencial la “fuga a la ciudad”, es decir, la migración a los centros urbanos a los que acudían muchas personas para disfrutar del anonimato de las ciudades, lo que daba una mayor margen para una doble vida, y los espacios –aunque guetizados– para la sociabilidad y la realización de los deseos homoeróticos que podían y pueden ofrecer (Eribon, 2008 – especialmente el Capítulo 2).

Otra forma interesante de pensar la singularidad de este momento, también vinculado al desarrollo urbano, es la formación más consistente de una subcultura LGBTI+, es decir, de un universo particular de significados y valores que dan cohesión a un grupo. Pero además de crear un sentido de comunidad, la subcultura se forma no sólo aparte, sino también en oposición a la cultura hegemónica o dominante. Las personas LGBTI+ necesitan manifestarse en contra de las normas que regulan los campos de género y sexualidad, legitimando ambiguamente la existencia de esta norma. Es evidente que no se puede idealizar una desconexión total del sistema sexo-género, pero lo cierto es que, a raíz de las presiones de marginación, la subcultura LGBTI+ acaba erigiéndose en contrapunto a los referentes más tradicionales. de la cultura heterocissexista.

Esto se debe a que las personas LGBTI+ nacen en familias y viven durante mucho tiempo en la vida escolar y profesional en espacios no LGBTI+. En general, dicho sea de paso, los ámbitos primarios de socialización, dentro y fuera del hogar, son anti-LGBTI+. A diferencia de otros grupos vulnerables, en general, las personas LGBTI+ no encuentran aceptación en sus familias ante los prejuicios que enfrentan en la vida fuera de casa. El hogar, en lugar de refugio y seguridad, es el lugar de la violencia más intolerable, pues la irradian las personas con las que tenemos una mayor vinculación afectiva, al menos en esta etapa de la vida.

En esta línea, sobre el proceso de aculturación LGBTI+, David Halperin afirma que “los hombres homosexuales no pueden confiar en sus familias biológicas para que les enseñen su historia o cultura. Necesitan descubrir sus raíces a través del contacto con la sociedad y el resto del mundo” (Halperin, 2014, p. 7).[V] Ante la necesidad de afirmarse y constituirse frente a valores socialmente tan difundidos para conectarse a una tradición de cuerpos estigmatizados, el gran desafío de la comunidad LGBTI+ es construirse, en un contexto siempre adverso, desde fragmentos, pedazos, fragmentos que se van combinando y organizando para dar un sentido positivo a las existencias.

Hoy parece que la comunidad LGBTI+ es un hecho natural de la mera existencia de las personas LGBTI+, pero es el resultado de un largo y complejo proceso de construcción de una identidad subjetiva y colectivamente compartida en diferentes niveles. Es una fuerza potente que da sentido, autoestima y resiliencia ante las adversidades que seguro vendrán. Y el movimiento, que es el resultado de esta comunidad, tendrá también como bandera y principales efectos fortalecer estos lazos y estas identificaciones.

Desde cualquier perspectiva que se utilice para observar el tema, lo cierto es que parece existir una convergencia en el sentido de que la formación de una comunidad con una subcultura en un determinado territorio era una condición ineludible para colectivizar las experiencias homoeróticas y elevarlas al estatus de de una identidad estabilizada. Sin embargo, emprender una historia LGBTI+ sin mayores delimitaciones ciertamente no sería una tarea posible dentro de los límites de este libro. El foco, por tanto, es el de la organización política, lo que supone cierto grado de engrosamiento del activismo, continuidad en el tiempo, inserción relevante en el debate público, formulación de agendas de reivindicación y un repertorio de acciones con el objetivo de lograr cambios culturales y institucional.

A la luz de esta perspectiva, se opta por analizar diferentes activismos desde finales del siglo XIX hasta la actualidad, centrándose en tres momentos y territorios: la Alemania de finales del siglo XIX al XX, los Estados Unidos en el mediados del siglo XX y el Brasil desde 1970 hasta la actualidad. La elección es algo arbitraria y occidentalizada, pero está justificada por varias razones. Las experiencias de activismo alemanas y estadounidenses constituyeron hitos ineludibles para las luchas LGBTI+. Además, hay más fuentes y registros disponibles sobre estas dos tradiciones de movilización, también debido al peso geopolítico de estas naciones. Sin la perspectiva de trazar una línea de continuidad o reducir diferencias tan significativas entre cada caso, la idea es tener una visión general de estos activismos LGBTI+, con sus posibles similitudes y diferencias.

En las páginas que siguen, sin pretender agotar un tema tan amplio, adoptamos una mirada panorámica, en un lenguaje accesible a un público no especializado, trayendo una forma, entre muchas otras, de contar nuestra historia o, incluso, de hacer nuestra historias más definitivas.[VI] No tiene, por tanto, aquí el objetivo de realizar un trabajo historiográfico a partir de fuentes primarias. El trabajo tiene menos un carácter académico y más una intención de contribuir a la difusión de un conocimiento que aún circula poco en el debate público. Y el diálogo con la historia del activismo por la diversidad sexual y de género es un instrumento para, en el último capítulo, analizar los desafíos que se le plantean al movimiento LGBTI+ en el momento actual. Al fin y al cabo, como enseña Carole Paterman (2021. p. 13), “contar historias de todo tipo es la principal forma desarrollada por los seres humanos para atribuirse significado a sí mismos y a su vida social”.

* Renán Quinalha es profesor de derecho en la UNIFESP. Autor, entre otros libros, de    Justicia transicional, esquemas conceptuales (Otras expresiones).

 

referencia


Renán Quinalha. Movimiento LGBTI+: una breve historia desde el siglo XIX hasta nuestros días. Belo Horizonte, Auténtica, 2022, 198 páginas.

El lanzamiento virtual con la participación del autor y Guilherme Terreri (Rita Von Hunty) tendrá lugar el 10 de junio (viernes), a partir de las 20 h en los enlaces https://www.instagram.com/renan_quinalha/

https://www.instagram.com/rita_von_hunty/

 

Notas


[i] Existe un gran debate sobre cuál es la sigla más adecuada para designar la diversidad sexual y de género. Históricamente, muchas fueron las formas que asumió la “sopa de letras” para nombrar a la comunidad: MHB (movimiento homosexual brasileño), GLS (gays, lesbianas y simpatizantes), GLT (gays, lesbianas y travestis), GLBT (gays, lesbianas, bisexuales y travesti), LGBT (lesbiana, gay, bisexual y travesti), LGBTI+ (incluidas personas intersexuales), LGBTQIA+ (incluidas personas extraño y asexuales), etc. No existe una instancia oficial de validación de siglas, es una convención para usos específicos, según para qué ya quién se quiera comunicar. En el fondo, las siglas son el resultado de disputas y negociaciones en torno a regímenes de visibilidad y entendimientos sobre identidades que varían según el contexto histórico y cultural. Así, para los fines y objeto de este libro, opto por el uso de la sigla LGBTI+, que ha sido la formulación más consensuada en el ámbito del movimiento organizado en Brasil, incluyendo a las personas intersex y con un signo “+” que expresa el carácter indeterminado, abierto y en permanente construcción de esta comunidad que desafía las estructuras binarias y heterocisnormativas de nuestra sociedad.

[ii] “El proyecto de una colección de archivos de minorías sexuales está obsesionado por la ausencia. Este trabajo, por tanto, puede leerse como un inventario negativo: lo más importante no es lo que se recoge, sino lo que queda por recoger; lo que está dibuja lo que falta” (IDIER, 2018, p. 6). En el original: "Le projet d'une collection d'archives des minoritaires sexuels est hanté

[iii] “Una enorme cantidad de evidencia histórica confirma que lo que definimos hoy como comportamiento homosexual ha existido durante al menos miles de años y podemos suponer que el comportamiento homosexual ha ocurrido desde que los humanos caminaron sobre la Tierra. Pero fue solo la Revolución Industrial, a fines del siglo XIX, que creó las condiciones para que un gran número de personas vivieran fuera del núcleo familiar, permitiendo que nacieran las identidades gay, lesbiana y bisexual” (WOLF, 2021, p. . 37 ).

[iv] Muchas veces, la noción de comunidad LGBTI+ se produce discursivamente como uniforme, cohesionada y homogénea, al fin y al cabo, se atribuye poco reconocimiento y complejidad a lo que es “el otro” del sujeto supuestamente universal (hombre blanco, heterosexual y cisgénero).

[V] En el original: "A diferencia de los miembros de grupos minoritarios definidos por raza, etnia o religión, los hombres homosexuales no pueden depender de sus familias biológicas para que les enseñen sobre su historia o su cultura. Deben descubrir sus raíces a través del contacto con la sociedad en general y el mundo en general..

[VI] Aquí vale recordar una advertencia de Chimamanda Adichie: “[...] la capacidad no solo de contar la historia de otra persona, sino de convertirla en tu historia definitiva” (ADCHIE, 2019, p. 23).

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