por AFRANIO CATANÍ
Comentario al libro organizado por Rauer Ribeiro Rodrigues
Rauer Ribeiro Rodrigues, profesor de literatura brasileña en la Universidad Federal de Mato Grosso do Sul, organizó este Micros-Beagá reuniendo a 55 autor(es), con 275 cuentos y sus respectivas biografías. Según el organizador, “la mineiridad se devela y devela” en esta selección, y la literatura producida en el estado “muestra la fuerza, el vigor, la grandeza y la diversidad de sus carácter distintivo”(P. 5).
Hay un poco de todo en esta colección, desde renombrados escritores de cuentos hasta principiantes en el oficio, cada uno de los cuales publica cinco mini obras. Junto a verdaderas joyas, muy bien escritas y con un alto nivel de humor, hay algunas que necesitan ser pulidas. Intentaré resaltar gemas encontradas en esta producción que viene de Geraes y que, lamentablemente, aquí y allá, contiene varias siestas de edición.
Los microrrelatos se abren con Alciene Ribeiro Leite, nacida en Ituiutaba y radicada en Belo Horizonte: “Ella era Amélia con el síndrome de la tarde bonita” (“Testamento”, p. 11) y “Tu anhelo – de tener voz y hacerte oír”. ¿Cómo, si el anillo de bodas se aprieta alrededor del cuello? (“Divorcio”, pág. 15). Está “Antônimo”, de Ângela Leite de Souza, de Belo Horizonte (“Mi amigo era de los que estaban en contra, le gustaba poner todo en platos sucios”, p. 42) y Antonio Barreto, de Passos, con “La Materia Prima”: “Un buen hombre, que ya había pasado hambre, se acostumbró a reciclar todas las cosas inútiles que encontraba en las calles de la ciudad: papeles, periódicos, latas, cajas, botellas, tapas, vidrios , plástico, cobre, aluminio, cartón, madera, escombros. Hasta el día en que se topó con la puerta abierta del cementerio” (p. 51).
Cristina Agostinho, de Ituitaba, autora de casi dos docenas de libros, se le ocurre “Hipocondría” (“Deshizo los hilos de la memoria antes de que la esclerosis los rompiera. Rompió las notas azucaradas que eran malas para su diabetes. Feliz de evitar picos de presión .. Se miró al espejo, observó los estragos de los desvelos, y volvió la taquicardia. Tomó una decisión. Canceló las citas médicas y fue en busca de un nuevo amor", p. 79); Eltânia André, de Cataguases, con “Dólar Furado” (“La Tierra chocó con la Casa de la Moneda. No hubo sobrevivientes”, p. 107).
El cineasta João Batista de Andrade, que escribió al lanzar uno de sus libros que “la literatura es la locura que puede salvar al mundo”, tiene su “Morto, Mas Vivo”, tal vez inspirado en su película doramundo (1978), basada en la excelente novela de Geraldo Ferraz: “Me encantaba el cine. Daría cualquier cosa por participar, aparecer en pantalla. Y aceptó la extraña invitación. Sería un desconocido asesinado en la neblina de la ciudad de Paranapiacaba. Escena rápida. Insatisfecho, quería más. Aceptó ser colocado en el ataúd cerrado. No lo verían, pero él sabía que estaba allí, en el escenario” (p. 141).
El periodista, escritor y compositor Jorge Fernando dos Santos, con más de 40 libros publicados, viene con su “Fuga” (“Tan rápido se fue el sujeto que quedó atrás la sombra”, p. 152); la “Jaula” (“La mano que te acaricia, te ahoga. El cariño que te acaricia, aterra. ¿Para quién canto?”, p. 157) es de Larissa Valdier, de la región de Muriaé. Leo Cunha, de Bocaiúva, tiene a “Aliança” abriendo sus microrrelatos: “El matrimonio no es una cadena perpetua. Yo, por ejemplo, me fui antes, por mal comportamiento” (p. 161). De Lou Bertoni, destaco dos escritos cortantes: “Amor” (“Ella no quería llorar en la calle, Entonces la lluvia solucionó su pequeño drama cotidiano”, p. 176) y “Memoria” (“La verdad es que toda porcelana vieja tiene voluntad molida”, p. 177), mientras que la lavrense Lúcia Serra expone su “Dilema” (“El amor pide calma. Maria Eugênia lo sabía bien. Y se repetía a sí misma: Tengo un puñado de paz. Al lado él, todos los recursos y seguridades. Remanso. En el amor no se debe cometer la imprudencia de la pasión", p. 183) y el natural de Baependi, Luís Giffoni, hace aparecer una tímida sonrisa en las comisuras de sus labios con "Ovelha Negra" ( "La familia se tenía en mucha estima. Se dividían, con orgullo, entre cachaceiros y cerveceros. Como siempre, había una oveja negra. Le gustaba la absenta", p. 186) y con "Distraído" ("Estaba tan distraído que, el día de su muerte, dio vueltas como si nada”, p. 187).
Malluh Praxedes, de Pará de Minas, condimenta la cocina con “Quarenta e Cinco” (“Me gusta tener citas bajo el agua. Aprendí de ti. Y también me enseñaste a hacer el amor en la hamaca. . Incluso cuando llueve, nos son los dos a los que les gusta aprender. Yo te enseño a cocinar a fuego lento. Y rápido aprendiste lo que es comerme poco a poco”, p. 201). El nacido en Uber Marcelo Aparecido, con “Cadeia Alimentar”, habla de la pena de muerte: “Aquella cebra joven fue sentenciada a muerte, porque el juez, un león sudafricano, no había desayunado antes de ir al juzgado” (p. 207).
La napolitana Maria Pia Monda, residente en Belo Horizonte, apostó por la “Intuición”: “Me atraía mucho, al punto de estar casi enamorada, pero un día él le dijo: 'conmigo siempre serás feliz'. ' y ella no quería verlo más. Nunca le habían gustado los mentirosos” (p. 217). Está el escritor de Cataguases, Ronaldo Cagiano, quien describe la suerte de Heleno: “Fue un domingo de misa y familias inmersas en la monotonía y la falta de horizontes” que “gritó fuerte su mensaje: me voy de esta ciudad para no volverse más pequeño que ella” (“Fuga”, p. 267).
Pero también están “Sensações”, de Tilda Carvalho (“Sensaciones cotidianas y personales…/–¿Captadas cómo?/ – De la realidad./ –Sin abstracciones./ –Sin sentimentalismo./Poesía sin poesía. Escribir sobre la escritura es el futuro de escritura” (p. 311) y “Vampiro”, de Yueh de Amapá, “nacido en Minas Gerais”: “Él no era tan alto como yo, no era tan guapo como yo, pero tenía algo. , ojos negros como el carbón, dientes blancos y puntiagudos. En realidad, nunca me chupó la sangre, pero estaba en todas partes: debajo de mi cama, en las calles por las que caminaba, en la pantalla de mi teléfono celular. Tenía un Drácula, y él sorbía otras cosas de mí” (pág. 330).
Coincido con Rauer Ribeiro Rodrigues, cuando dice que la diversidad es el sello de este volumen de microrrelatos: “de los temas a las propuestas literarias, de la riqueza de las distintas generaciones a la variada realización estética, de la reflexión a la denuncia, de la intimidad a lo dialógico escena…” (p. 5). Lectura ligera, estimulante, dotada de buen humor.
*Afranio Catani, Profesor jubilado de la Facultad de Educación de la USP, actualmente es profesor titular de la misma institución. Profesor invitado en la UERJ, campus Duque de Caxias.
referencia
Rauer Ribeiro Rodrigues (Org.). Micros-Beagá. Uberlândia, Editora Pangeia, 2021, 336 páginas.
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