por JAIR BARBOZA*
Presentación del libro recientemente publicado de Arthur Schopenhauer
Na Metafísica de la naturaleza., del Boddhishatva de Frankfurt, que ahora está disponible para el público de habla portuguesa y que forma parte del conjunto de sus conferencias pronunciadas en Berlín en 1820, es una cosmología, que precede a su estética o, como él prefiere, Metafísica de la belleza..[ 1 ]
Arthur Schopenhauer trabaja, en estas conferencias, con una motivación similar a la de los filósofos preplatónicos, es decir, el compromiso de captar los elementos constitutivos de la naturaleza, no a través de mitos, sino en el tejido de la naturaleza misma. Desde esta perspectiva, su metafísica de la naturaleza postula una actividad originaria e inmemorial, Actividad, que estableció e impregna el cosmos.
Quien investiga el cosmos puede, sin embargo, mediante una intelección especial en la subjetividad, reconocer que el yo más íntimo consiste en esta actividad, que en el cuerpo del investigador se manifiesta en diferentes sentimientos. El investigador, en este sentido, no es la cabeza de un ángel alado, geflügelter Engelskopf, pero tiene una individualidad, cuya actividad interior es la misma que la del cosmos y que Arthur Schopenhauer llama “voluntad de vida”. Wille zum Leben.
Según el autor, todo acto de la voluntad es al mismo tiempo una acción del cuerpo. Los dos son una y la misma cosa –sin relación causal entre ellos–, sólo que se dan de dos maneras diferentes: una, inmediatamente, el acto; otro, mediatamente, la acción intuida por el entendimiento. A su vez, cualquier acción sobre el cuerpo provoca una sacudida de la voluntad que, si es desagradable, se llama dolor y, si es placentera, placer.
De esta manera, se introduce en la metafísica de la naturaleza schopenhaueriana la noción nuclear de objetividad de la voluntad, Objeto de Willens, dicho de otro modo: el cuerpo es la concreción del querer. En otras palabras, el cuerpo es mi representación en el cerebro, pero también es mi voluntad. Es la llamada verdad filosófica por excelencia, es decir, “la referencia de un juicio a la relación que una representación intuitiva, el cuerpo, tiene con aquello que no es en absoluto una representación, sino algo”. toto genere diferente a esto, lo hará”.
La voluntad del investigador, que se descubre como el núcleo de su ser, puede entonces ser transpuesta analógicamente a toda la naturaleza mediante una especial introspección de la causalidad que actúa en su cuerpo. De hecho, continúa Arthur Schopenhauer, cada movimiento de nuestro cuerpo animal ocurre por una razón, Motivo; a su vez, cada movimiento de un ser inorgánico se produce debido a una causa en sentido estricto, Causar; y cada movimiento de una planta se produce mediante estimulación, Encanto.
Sin embargo, en todos estos casos existe el mismo principio de causalidad móvil, causalidad. Por tanto, si el investigador de la naturaleza, en su introspección, comprende la causalidad de su propio cuerpo, a través de sus acciones, comprende al mismo tiempo la naturaleza de la causalidad en general que mueve todos los cuerpos, orgánicos o inorgánicos, es decir, comprende el “imo” del mundo, su actividad esencial –precisamente la voluntad.
Así, esta metafísica de la naturaleza presenta su desciframiento del enigma del mundo no a través de deducciones de conceptos, sino a través de la sensibilidad y los sentimientos. Con esto, la noción de cuerpo emerge por primera vez en la filosofía occidental como un operador epistémico angular que abre horizontes filosóficos para, entre otros, el fisiologismo de Nietzsche, la teoría de los impulsos de Freud, la psicología del inconsciente de Jung, pensadores que se mueven en el horizonte de el inconsciente ciego y volitivo indicado por Arthur Schopenhauer, ya que la voluntad mencionada como esencia del cosmos es puro ímpetu ciego, Drang cegador, la raíz de todos los sentimientos y de todas las emociones, la profundidad abismal del ser humano (y de los demás seres), que ya no es dueño de su propia casa, porque, en lugar de actuar de manera psíquicamente autónoma a través de la facultad de la razón, en al contrario, es algo distinto, volitivo, desde dentro de ti, que tiene el poder de tus decisiones y movimientos.
Voluntad ciega e inconsciente que va adquiriendo visión clara al emerger de su inconsciencia, cosificándose en distintos reinos naturales, que se presentan como su reflejo en el espejo de la representación, es decir, como productos de su incesante e incansable actividad inmemorial. Seres cada vez más complejos muestran cómo la voluntad es el núcleo activo del cosmos, que en su actividad esencial, cuando llega a la Tierra, se eleva desde la masa planetaria inconsciente hasta la conciencia humana.
En esta cosmología, de hecho, tenemos un monismo que busca unir la doctrina de Kant sobre la cosa en sí y la doctrina de Platón sobre la Idea. Es decir, Arthur Schopenhauer interpreta las Ideas platónicas arquetípicas como actos originados en la cosa en sí, la Voluntad, instituida en grados ascendentes, entendida como especies de la naturaleza, que van desde el ámbito a-racional hasta la razón humana.
“Tomamos la palabra “Idea” en su significado auténtico y original, establecido por Platón. Entiendo, pues, por “idea” cada grado fijo y determinado de objetivación de la voluntad, en cuanto ésta es una cosa en sí, como tal ajena a la pluralidad. Estos grados de objetivación se refieren a cosas singulares, a individuos de todo tipo, ciertamente como sus formas eternas o sus prototipos”.
Tales Ideas son precisamente las que permiten reflejos en el espejo de la Voluntad que es la naturaleza ante nosotros, y permiten así que la cosmología de Arthur Schopenhauer opere en el polo intemporal de la representación. A su vez, las Ideas tienen una clara figuración en el arte, que se define como una exposición de Ideas. Las obras de arte reproducen adecuadamente la actividad cosmológica de la Voluntad, que es de vida. Cada Idea es una representación independiente del principio de razón, es decir, independiente del tiempo, espacio y causalidad; Es un modelo inmutable de lo que, en el espacio, es cambiante y transitorio, debido al tiempo. Cada Idea es una e indivisa como la Voluntad misma y este primer objetivo perfectamente, antes de entrar en escena en el imperfecto mundo efectivo en forma de individuos. Por tanto, el dominio de las Ideas configura, en los seres que las representan, una especie de “ontología de superficie”.
Resulta que en este camino de manifestación de la Voluntad como actividad en sí del cosmos, las Ideas, para ser efectivamente objetivadas como especies de la naturaleza, necesitan materia (materia), que es sinónimo de espacio. Éste, a través del choque causal de diferentes seres, pasa a ser ocupado por sus cuerpos, algo que necesariamente genera conflicto, pues cada ser quiere objetivar su especie y para ello necesita conquistar la materia. De esta manera, el mundo se convierte en un campo de batalla, en el que quien no devora es devorado, y quien no aniquila es aniquilado. Por tanto, infiere Arthur Schopenhauer, la Voluntad de vida se devora a sí misma y precisamente así, en una autofagia, aparece como el mundo; de ahí el sufrimiento universal de las criaturas, toda vida es sufrimiento, toda la vida es Leiden.
Sobre la traducción del término alemán Erscheinung por apariencia más que por fenómeno
Como acabo de explicar, en la metafísica de la naturaleza de Arthur Schopenhauer, la Voluntad, como actividad cósmica, se objetiva a través de actos originales y se convierte en mundo, es decir, “aparece” en individuos que representan sus respectivas Ideas arquetípicas o especies. En este sentido, las apariencias del mundo, apariciones, son como reflejos, imágenes temporales y fugaces de Ideas arquetípicas eternas.
En este teatro de vida y muerte de la existencia presentado por Arthur Schopenhauer, es una visión del mundo a través del velo de maya cognitivo que es el principio de la razón del entendimiento, y su forma arquetípica del tiempo, en el que nada subsiste. En este contexto de irrealidad de lo transitorio, elegí verter Apariencia precisamente por la apariencia, ya que, en portugués, este término, tanto en su uso culto como en el ordinario, asume el significado de lo contrario a la esencia de algo; por eso decimos que “las apariencias engañan”.
En este sentido, el término corresponde muy bien a lo que quiso decir Arthur Schopenhauer cuando postula que el mundo de los seres efectivos sometidos al principio de razón, sumergidos en la fugacidad del tiempo, es inesencial, siempre surge, pero nunca existe. Este mundo presenta una realidad que es sólo aparente, ya que lo que aparece, la Voluntad como cosa en sí, es completamente diferente a la representación. Lo que aparece es la apariencia de la esencia, no la esencia misma.
Hay aquí, entonces, un “profundo abismo entre lo ideal y lo real”, es decir, entre el mundo tal como lo aprehendemos por el intelecto y sus formas de espacio, tiempo y causalidad, y la actividad volitiva que manifiesta el mundo. En consecuencia, el mundo tal como aparece en mi cerebro es una combinación de simulacros. Un pasaje del autor ilustra bien su pensamiento: en el § 5 de El mundo como voluntad y como representación., volumen I, Schopenhauer cita a Píndaro: “El ser humano es el sueño de una sombra”. Luego cita a Sófocles: “Veo que nosotros, los vivos, no somos más que simulacros, sombras fugaces”.
El término fenómeno, muy utilizado en portugués (debido a la influencia de los primeros traductores de estirpe kantiana) para traducir el término alemán Apariencia, no funciona bien en el contexto de la filosofía de Schopenhauer (me atrevo a decir que ni siquiera en el contexto de la filosofía de Kant), precisamente porque el autor utiliza el término griego germanizado Phänomen al referirse a apariciones extraordinarias, es decir, momentos de irrupción de la identidad metafísica de la Voluntad en el mundo efectivo.
Además, el término fenómeno corresponde, la mayor parte de las veces, en Brasil, a este significado extraordinario, por ejemplo cuando decimos que un jugador de fútbol brillante es un fenómeno cuando se destaca entre los jugadores comunes; o cuando nos referimos a un acontecimiento natural de gran proporción y potencia, etc. Los ejemplos que proporciona el autor de Phänomen son pocos y raros, como es el caso de la “simpatía”, que incluye la compasión, el amor sexual y la magia, o el caso de la negación de la Voluntad, el suicidio, etc.,[ 2 ] todos estos fenómenos son entendidos como la irrupción de la Voluntad en el mundo de las apariencias, es decir, son instantes en los que inmediatamente traspasa el velo de las apariencias. maya del principio de razón y aparece, por así decirlo, desnudo. Esto hace que Arthur Schopenhauer sea muy económico en el uso del término. Phänomen.
A su vez, el término Apariencia abunda en sus textos. Indica el flujo comúnmente percibido de sucesos de efectividad que manifiestan imperfectamente la Voluntad. Es un término cuyo significado conceptual no es adecuado, creo, para ser traducido como “aparición”, lo que sería otra posibilidad de traducción, ya que aparición, entre nosotros, asume en diferentes contextos el significado de lo que Arthur Schopenhauer quería decir con el término fenómeno. De hecho, tanto en nuestro uso común como cultural de la lengua portuguesa, el término aparición se utiliza normalmente para indicar una aparición extraordinaria, como la aparición de un muerto, la aparición de un fantasma, la aparición de un espectro, la aparición de una inquietante aparición milagrosa de la Virgen María y de Jesucristo, etc.
Durante mucho tiempo traduje Apariencia por fenómeno; sin embargo, después de profundizar en el significado del término Phänomen en Arthur Schopenhauer, durante las diversas traducciones que hice de sus textos, hice la corrección con la que, estoy seguro, se capta mejor en sus letras el espíritu de la filosofía del Bodhishatva de Frankfurt.
*Jair Barboza Tiene un posdoctorado en filosofía de Universidad de Frankfurt. Autor, entre otros libros, de Schopenhauer: descifrando el enigma del mundo (Paulus).
referencia
Arturo Schopenhauer. Metafísica de la naturaleza.. Traducción: Jair Barboza. São Paulo, Editora Unesp, 2023, 240 páginas. [https://amzn.to/3uJi8X2]

Notas
[1] En realidad, existe un conjunto de cuatro conferencias del autor, a saber: (i) “Teoría de toda representación, pensamiento y cognición”; (ii) “Metafísica de la naturaleza”; (iii) “Metafísica de la belleza”; (iv) “Metafísica de las costumbres”, una cuatripartición que refleja temáticamente los cuatro libros de la obra maestra del filósofo, El mundo como voluntad y como representación. (São Paulo: Ed. Unesp, 2 volúmenes, trad. Jair Barboza).
[2] Cf., al respecto, Barboza, J. “Schopenhauer: die Erscheinung, das Phänomen”. En: Revista Voluntas: Estudios sobre Schopenhauer, v.5, n.1 – 1er semestre de 2014, p. 3-8.
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