por VINÍCIO CARRILHO MARTÍNEZ & VINÍCIUS SCHERCH*
La Meta representa el medio, la técnica, el vehículo, la base material y, con ello, el objetivo de profundizar la expansión y vocalización del fascismo digital en las redes sociales.
Bajo el título Metafascismo queremos señalar dos situaciones convergentes: se trata de la empresa Meta y del objetivo proyectado; así, la empresa representa el medio, la técnica, el vehículo, la base material y, con ello, el objetivo de profundizar la expansión y vocalización del fascismo digital en las redes sociales.
En un diagnóstico anterior, identificamos que los avances tecnológicos tendrían el potencial de fomentar la práctica degenerativa de la política, es decir, la apelación al fascismo en una nueva modulación: “El creciente afecto popular por el autoritarismo y el fascismo no será irrazonable, ni incomprensible , a ya que la base tecnológica que da forma a la modernidad tardía también da forma a la estratificación política, con un impacto en el formato legal predominante. Somos monocráticos, monotemáticos en la era de la información” (Martínez; Scherch; 2020).
Por lo tanto, con el metafascismo simbolizamos la superposición de método y objetivo, respecto del fascismo recalcitrante de hoy. Este metafascismo, esencialmente, es muy tecnológico, es decir, constituye una metáfora más desde sus orígenes en la década de 1920, en la Italia de Mussolini, así como el necrofascismo es una metáfora (Martínez, 2022).
Con la decisión de Meta de reemplazar su programa de verificación de datos con un “sistema” de notas comunitarias, sigue siendo señalable un acercamiento a la política de superposición de la libertad de expresión. Esto significa que, ante el negacionismo y el escaso acceso a la educación y al conocimiento efectivo, las “masas” definirán lo que es real, científico, ético (o no).
En este sentido, analizando la normalización de la excepción –porque en este Metafascismo habrá una excepción a la verdad– encontramos un punto de convergencia para la lectura de la etapa de exclusión que será posible con las “notas comunitarias”: “ Si la comunicación es una regla para la humanidad (desde el grito primordial), las redes sociales nos dirigen hacia lo contrario; Los algoritmos nos dirigen intencionadamente hacia similitudes, hacia un mismo discurso, como si reforzáramos continuamente nuestros propios pensamientos. Desde este punto de vista, las redes sociales, en particular Facebook, construyen una interactividad basada en la igualdad, aniquilan lo contradictorio, son brusca y constantemente, Ab origen, antidemocrático.” (Martínez; Scherch, 2020)
El “sistema” será similar al “colectivo” que, aunque pulverizado en esencia, puede volverse problemático en la práctica. Es posible que tengamos el decreto de “gobernanza de los peores” alimentado por algoritmos voraces; el llamado “fenómeno Marçal” en las elecciones municipales de la capital de São Paulo (con sillas en respuesta) puede ser sólo un presagio. Los jóvenes influencers que creen en rechazar información siguen vinculados a este efecto; Su lema es: “estudia y sigue siendo pobre”.[i] Así pues, son estos “contenidos” los que definen la dirección del proceso de civilización.
Esta medida aparentemente expansiva –además de negar la democracia, porque atacar el conocimiento es un producto fascista– aún esconde comportamientos alineados con la desinformación, entendiendo el ciberespacio como cibercultura. Según Pierre Lévy, la cibercultura sustentada en la interconexión, la creación de comunidades y la inteligencia colectiva, proporciona un punto de partida para comprender el comportamiento de la sociedad en el entorno digital (Lévy, 2010). Actualmente, el entorno cibernético no ha alcanzado el nivel de autorregulación (madurez civilizatoria) suficiente para que la comunidad pueda verificar los hechos sin una acción profesional. Tener “notas comunitarias” como solución universal ignora las diferencias culturales, los niveles de alfabetización mediática y el impacto desproporcionado que las noticias falsas pueden tener en contextos sociopolíticos frágiles, empeorando las relaciones en el ciberespacio.
La inteligencia colectiva, como la expresa Pierre Lévy, “implica la valorización técnica, económica, jurídica y humana de una inteligencia distribuida por todas partes, con el fin de desencadenar una dinámica positiva de reconocimiento y movilización de habilidades” (Lévy, 2010). Sin embargo, en las redes prevalece una inteligencia colectiva regresiva, creada a partir de una mente colmena que hace que los individuos moldeen su comportamiento según la intención de los organizadores, de actuar en contra del objetivo. Este target puede estar formado por personas o grupos que no sean compatibles con la burbuja dominante o “grupo hegemónico del ciberpoder”.
Basta recordar que la verificación de datos se implementó como respuesta a la proliferación de información errónea durante eventos de impacto global, como elecciones y pandemias. Al implementar el nuevo “sistema”, Meta abandona una herramienta que, a pesar de sus fallas, tenía criterios estructurados basados en la experiencia. Al acreditar las “notas comunitarias” como criterio de verificación, la información sería validada en función de la capacidad de los usuarios para ofrecer análisis equilibrados, ignorando totalmente el riesgo de polarización y sesgos ideológicos que ya dominan el ciberespacio. La popularización, más que hoy, traerá un verdadero conflicto entre información y desinformación.
El cambio, para Meta, sería resultado de un esfuerzo por mitigar acusaciones de censura y promover una supuesta libertad de expresión. Pero no se consideró la línea entre promover el debate y abrir las puertas a la desinformación rampante, lo que demuestra una predisposición de las plataformas a los intereses de Donald Trump.
Según Andrew Korybko, “Facebook es el portal para reunir y hacer propaganda del movimiento de la revolución de color. Recluta partidarios y permite la creación de grupos cerrados en los que los activistas antigubernamentales pueden reunirse y discutir sus estrategias virtualmente” (Korybko, 2018).
Es innegable que las grandes tecnologías desempeñan un papel crucial en la configuración de la opinión pública mundial. Y, al renunciar a un sistema estructurado de verificación de la información, con criterios objetivos y análisis profesional, no sólo se corre el riesgo de desacreditar las plataformas, sino, principalmente, comprometer la calidad de la información consumida por miles de millones de personas.
Según Mark Zuckerberg, la verificación de datos estaba sesgada políticamente, pero el “sistema” propuesto no garantiza la imparcialidad y veracidad de las fuentes de información. Por el contrario, pone el poder de verificar la información en manos de un público muy diverso, pero también susceptible a influencias ideológicas e intereses económicos y personales, que pueden corroborar un coqueteo con el totalitarismo digital. Esto se debe a que el “sistema” se alinea con la postura y las críticas de Elon Musk a las instituciones judiciales, lo que refuerza la percepción de que la decisión tiene motivaciones políticas.
La organización de las plataformas –basadas en interacciones sociales– permite una diversidad de pensamientos, pero estas diversidades están atrapadas en burbujas creadas por algoritmos: cada consumidor de contenidos o simplemente tonterías crea su propia burbuja, una “autoburbuja”. De esta manera, las “redes sociales” (en la práctica, antisociales), que potencialmente se han expandido en la última década, si bien conllevan accesibilidad al conocimiento y la información, también transportan los equivalentes reales de los grupos hegemónicos, lo que lleva a una regresión a la masa. estado" .[ii] (Martínez; Scherch, 2020).
El mecanismo del tráfico de información acaba siendo dirigido y agrupa a individuos con características similares, provocando una falsa sensación de que son dominantes en el espacio, haciendo más presentes los discursos maniobrables y, ante la falta de visibilidad de lo diferente dentro del grupo, el entorno. se vuelve fértil para composiciones fascistas, racistas e intolerantes. De esta manera, la “sabiduría colectiva” que informa las “notas comunitarias” se ve perjudicada por el ejercicio del ciberpoder y la manipulación algorítmica.
En lugar de privilegiar la libertad de expresión y la democracia, el “sistema” es degenerativo de la mejora del ciberespacio, ya que “el control de la agenda política en la era posdigital puede tener su base en la información –o desinformación– que constituye una de las bases del propio ciberespacio, ya que todo está datificado y, en cierta medida, tiene relación con tecnologías de control de datos, algoritmos e inteligencia artificial” (Scherch, 2024).
*Vinicio Carrilho Martínez Es profesor del Departamento de Educación de la UFSCar. Autor, entre otros libros, de Bolsonarismo. Algunos aspectos político-jurídicos y psicosociales (APGIQ). [https://amzn.to/4aBmwH6]
*Vinicius Scherch Tiene un doctorado en Ciencia, Tecnología y Sociedad en la UFSCar..
Referencias
DUNKER, Christian Ingo Lenz. Psicología digital de masas y análisis del sujeto democrático. En: ABRANCHES, Sérgio et al.¿La democracia en riesgo? 22 ensayos sobre el Brasil actual. São Paulo: Companhia das Letras, 2019.
KORYBKO, Andrés. Guerras híbridas: de revoluciones de color a golpes de estado. Trans. Thyago Antunes. 1 ed. São Paulo: Expresión Popular, 2018.
LEVY, Pierre. cibercultura. Trans. Carlos Irineu da Costa. 3 ed. São Paulo: Ed. 34, 2010.
MARTÍNEZ, Vinicius Carrilho. Necrofascismo: nacionalfascismo, necropolítica, licantropía política, genocidio político. Curitiba: Editorial Brasil, 2022.
MARTINEZ, Vinício Carrilho; SCHERCH, Vinícius Alves. La normalización del estado de excepción en la pandemia del coronavirus. Revista Electrónica del Curso de Derecho de la UFSM, Santa María, RS, v. 15, núm. 3, e48127, septiembre/diciembre. 2020. ISSN 1981-3694. DOI: http://dx.doi.org/10.5902/1981369448127🇧🇷 Disponible aquí.
SCHERCH, Vinícius Alves. Impactos del capital en el control de la agenda política en la era posdigital. Tesis (Doctorado en Ciencia, Tecnología y Sociedad) – Universidad Federal de São Carlos, São Carlos, 2024. Disponible en aquí.
Notas
[ii] “El fenómeno más típico de esta regresión al Estado de masas es la imposibilidad de hacer oír argumentos o hechos, además de la relativa irrelevancia de las fuentes. Dentro de una batalla discursiva, el uso de noticias falsas, intencionada o ingenuamente, se facilita enormemente. Los interlocutores repiten los monólogos con creciente agresividad. La regresión al funcionamiento de masas, con sus estereotipos y certezas dogmáticas, produjo un amplio sentimiento de división social, ruptura de vínculos y relaciones disociadas”. (Dunker, 2019)
la tierra es redonda hay gracias a nuestros lectores y seguidores.
Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
CONTRIBUIR