¡Poca memoria, máxima arrogancia!

Imagen: Ciro Saurio
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por GÉNERO TARSO*

“Carta” al nuevo alcalde de Porto Alegre

Para escribir este artículo me inspiré en el título de la película de Ettore Scola “Nosotros que tanto nos amamos”, que sonaba como una réplica al artículo de Marcelo Rech, con su audaz consejo al alcalde Melo. Recordé que nosotros, que no somos imbéciles al punto de creer que íbamos a comer “carne de perro”, si ganaban Manuela y Rosseto, debíamos decir algo. Y llegó el artículo: recordé que en Italia, incluso en el fascismo, los alcaldes se llamaban “sindacos”, no conserjes.

La noche del 27 de octubre de 1922, víspera de la “Marcha sobre Roma”, Mussolini está en Milán presenciando el segundo acto de “El cisne” de Ferenc Molnár, cuando Luigi Freddi, redactor jefe de “Il Popolo d 'Italia', para transmitir una noticia urgente a su jefe. En un artículo publicado en “Il Fascio” escribió –en una retórica fascista siempre repetida con pistolas y puñales– “el puñetazo es la síntesis de la teoría”.

La noche anterior, dos “capos” fascistas –Aldo Finzi y Cesare Rossi– habían cumplido la orden de circular por las redacciones de los periódicos con su secuaz Amerigo Dùmini, cuya tarea era mostrar a los periodistas a qué situación se enfrentarían pronto, impidiéndoles de cualquier manera suave, qué margen de libertad tendrían en el orden fascista en gestación: “Placer”, dijo: “Amerigo Dúmini, nueve homicidios”. Es posible hacer una analogía, pero sólo una analogía, de estos hechos históricos con nuestro presente, recordando la “rebelión de los anunciantes” de RBS, ocurrida recientemente: las amenazas son diferentes pero los métodos son los mismos.

Hoy me encuentro con un tuit en el Blog do Noblat, un respetado periodista de la prensa tradicional, acérrimo opositor del PT y de Lula – partidario de la salida de la presidenta Dilma – que publicó la siguiente fórmula, extraída de un artículo publicado en la UOL, por Mariliz Pereira Jorge: “Que nadie más tenga dudas de que Bolsonaro es un maldito Genocidio”. Es posible que el comportamiento de los personajes mencionados en el párrafo anterior –relatados por Scuratti en su ya clásico “O Filho do Século”– no fuera exactamente como fueron descritos, pero de alguna manera –con mayor o menor dramatismo– ocurrieron exactamente como lo hicieron. sentido. Es posible que el Genocidio de Bolsonaro no sea reconocido como tal por los órganos políticos y jurídicos del Estado brasileño, pero que ya ha manchado de fascismo, homofobia, racismo y ultraliberalismo suicida a toda la nación brasileña, ya no cabe ninguna duda. .

Todos los hechos políticos, el comportamiento de las instituciones de la sociedad civil, las posiciones de los partidos, las posturas de las personalidades, las posiciones de los periodistas -de la gran prensa y de las redes- deben ser apreciados, racionalmente, en este nuevo contexto que atraviesa la sociedad brasileña, a partir de lo cual vemos y vive. Debemos hacerlo, para que podamos hablar de los miedos, las villanías, la valentía y los límites de cada uno de nosotros, cuando el Presidente, rebasando todo límite de la decencia, la responsabilidad, la conmiseración humana, se burla y se burla de los enfermos, de los muertos, familias sacudidas por el dolor. Ahora, en el vídeo en el que habla con su mirada enfermiza, prosigue su hazaña recordando a un alcalde que, para luchar contra el coronavirus, sugería la aplicación de ozono en el recto de las personas contagiadas.

Es con este espíritu crítico, basado en la postura que siempre he asumido de diálogo directo con los opositores políticos racionales -en la prensa y en otros lugares- que quiero escribir una “carta” al nuevo alcalde, paralela a la escrita por el periodista Marcelo Rech en ZH 05\6 \12, dirigido al alcalde Melo, impugnándolo en sus principales términos.

Lo hago porque es imposible desvincular la trayectoria de este competente periodista (a su manera y con sus valores) de todo lo que se produjo en la política de Estado y que nos llevó al callejón sin salida actual: división de opuestos radicales dentro de la democracia y legitimación formal -consciente o inconscientemente- de un Jefe de Estado, ya tratado por la propia prensa tradicional como un “maldito genocidio”.

En su artículo, Marcelo Rech felicita en primer lugar al candidato vencedor por su “legítima victoria”, lo que revela -de inmediato- su complicidad subjetiva y su “respeto” por las formas en que la obtuvo. Fue una victoria materialmente ilegítima, con fake news y simples mentiras sobre Manuela circulando en las redes por millones; camiones que pasaban -impunemente en las calles- anunciando que se instauraría el comunismo y que los capitalinos serían obligados a comer carne de perro; miles de calumnias y difamaciones sobre la vida personal y familiar del candidato, distribuidas por millones.

Le sugiero al alcalde sobre esta parte de la carta: su elección tiene solo legitimidad formal. Dentro de un proceso electoral deformado, pero no tiene legitimidad material -la real- y tendrás que obtenerla después de asumir el cargo, pues tu elección fue montada por genética fascista, que vino de un Golpe de Estado, donde el futuro Presidente celebró la tortura. y la muerte y se burlaron de la Constitución y de la República. Comience por encaminar las políticas de salud para combatir la Pandemia, porque si el Sr. de no hacerlo será permanentemente un gobernante ilegítimo, un negacionista criminal, como ya vio el Presidente que el Sr. de forma oportunista, recurrió al apoyo.

Acto seguido Marcelo Rech hace dos referencias ejemplares a alcaldes de otros tiempos y de otras ciudades –Loureiro da Silva y Jaime Lerner quienes, si pueden sostenerse como “ejemplares” en sus respectivos períodos– al gusto más o menos “progresista” de aquellos quienes examinan sus acciones –medidas que nada tienen que ver con los cambios que ha sufrido el país y las ciudades en los últimos años: brutal concentración de ingresos, concentración de recursos en manos de la Unión, intensidad del crecimiento demográfico en la formación de regiones metropolitanas, cambios profundos en la relación campo-ciudad y -tras el golpe mediático parlamentario- concentración del poder en una estructura política marginal de extrema derecha, apoyada por políticos conservadores y sus partidos tradicionales.

Rech hace estas dos referencias, señor alcalde, por no hablar de los gobiernos locales de Porto Alegre que colocaron a la ciudad en el mundo: con el Presupuesto Participativo en una Alcaldía ya renovada, con el proyecto Mercocidades, con el mayor Encuentro Mundial de Alcaldes jamás realizada en Brasil, con el Foro Social Mundial, con Porto Alegre en el escenario, con la captación de grandes cantidades de recursos de organismos nacionales internacionales para construir, por ejemplo, el Tercer Perímetro y promover inversiones masivas en Saneamiento, Pavimentación, Renovación y Construcción de Escuelas Públicas, construcción del Proyecto “Usina do Gasômetro” y del Mercado Público, así como la calificación de Transporte Público (Carris siendo premiada como la mejor empresa de Transporte Público del país), con Programas de Apoyo y Rescate para familias sin ingresos y la calle de la ciudad de población. Después de este período, las políticas sociales quedaron relegadas -procedimentalmente- y luego se triplicó la gente que vivía en la calle y los niños volvieron a las esquinas por la limosna.

El método adoptado por Rech, para darle consejos, es conocido en la historia: hablar del pasado remoto para no tener que hablar del presente cercano, cuando este contradice sus convicciones ideológicas. En el caso específico de Rech, para ser honesto con la información, tendría que reconocer que las fuerzas políticas que no le gustaban, tanto en el Estado -incluso con Collares- como en su capital, incluida ésta, gobernaban con honestidad, participación y éxito local y global, respetaron a sus oponentes y demostraron responsabilidad pública y ética política.

Alcalde: Sugiero que el Sr. tome como referencia -seleccionando aquellos programas y proyectos que le gusten- a los Alcaldes que han gobernado Porto Alegre en los últimos tiempos, porque cada uno tiene -en su medida- algo bueno que ofrecerle, en este momento de muerte y negación, auspiciado por un Presidente que te agrada, pero nunca te ayudará.

Un ejemplo crucial, Mayor – de viralidad metodológica – es la sugerencia crucial (!), dada por el periodista Marcelo Rech, advirtiendo que el Sr. imagine Porto Alegre como el “Boston brasileño”. La sugerencia fue respaldada por el profundo conocimiento de la gestión pública de otro “experto” en ciudades exitosas, el periodista David Coimbra, un bolsonarista extremo, que quizás se encuentre hoy en una fase de recuperación.

Vea Alcalde: Porto Alegre tiene un PIB que alcanzó aproximadamente 73,9 mil millones de reales, cuyo PIB “per cápita” es de 46 mil reales. Boston tiene un PIB aproximado de 2 billones de reales (+ or- 363 mil millones de dólares), lo que da lugar a un PIB per “capita” de 450 mil reales! Dígale a Marcelo Rech, Alcalde, que no es que el Sr. no quiero, pero en realidad el Sr. ¡Boston no puede inspirarte! Sería una locura inspirarse en una ciudad que no tiene ninguna relación histórica, económica o financiera con la situación de nuestra Porto Alegre azoriana, en un país donde el Presidente que ustedes mismos ayudaron a elegir daría -como indicio de inspiración en la gestión pública - el genial administrador Monseñor Crivella.

Pero ahora viene la mayor lección de gestión pública de Rech, que un estudioso de la antropología urbana, la economía política global-local y la sociología del desarrollo podría dar a un alcalde despojado de toda vocación pública: “el esfuerzo por conferir tal marca a la ciudad está por encima todo desde la iniciativa privada, y así debe ser, pero es necesario que el poder público no estorbe, que quite obstáculos en el camino y que lidere – con entusiasmo e inspiración – la articulación para posicionar a Porto Alegre como un referente mundial en ciudad inteligente y calidad de vida. Ser un buen cuidador del Capitolio es tu primer deber”. Quizás sería posible si fuera viable una ciudad inteligente con un alcalde tonto.

Sorprendentemente: el Alcalde asciende a la condición de “Carrera” de una ciudad en la que debería ser Síndico y quien, en su ausencia, ve trasladada esa condición a la “iniciativa privada”, esta abstracción identificada por media docena de grandes empresarios que incluso pueden corregir RBS, a través de una insurrección de anunciantes.

Sinceramente, cualquier Alcalde no mediocre se sentiría ofendido por estos Consejos dignos de la escuela de niños del Movimiento Brasil Libre.

Recordemos, finalmente, que la última y modesta sugerencia de Marcelo Rech, al Sr. -querido alcalde- es “Think Big”, el eslogan del PMDB de Cezar Schirmer, en las elecciones en las que disputamos lealmente la Alcaldía de Porto Alegre. El consejo es totalmente coherente con los festejos que hizo la empresa de Marcelo Rech, cuando anunció que el acuerdo Brito-Malan había, por fin, saneado al Estado: ¡memoria corta, prepotencia máxima!

*tarso-en-ley fue Gobernador del Estado de Rio Grande do Sul, Alcalde de Porto Alegre, Ministro de Justicia, Ministro de Educación y Ministro de Relaciones Institucionales de Brasil.

 

 

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