por LISZT VIEIRA*
La amenaza de la crisis ecológica apunta a una verdadera crisis de civilización, a la necesidad de una nueva forma de vida y de producción
1.
Los ríos voladores del Amazonas se convierten en corredores de humo tóxico. El humo que quema la Amazonia y el Cerrado desde hace semanas ya ha llegado a amplias zonas del Sur y Sudeste. Está plagado de los peligros del carbono tóxico emitido por la quema de vegetación. Este material altamente absorbente provoca calentamiento atmosférico y provoca enfermedades respiratorias.
El Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) ya registró 5.454 incendios en Amazonas en los primeros 20 días de agosto. En el mismo periodo del año pasado se registraron 2.331 focos, lo que supone un crecimiento del 233% (amazonia real, 20/8/2024),
Brasil alcanza 1/3 de la vegetación nativa perdida desde la colonización. Según MapBiomas, Brasil ha alcanzado la marca del 33% de la vegetación nativa (281 millones de hectáreas) destruida en su territorio desde el inicio de la colonización europea en 1500. Las áreas han sido alteradas por actividades humanas, como la agricultura y la urbanización (UOL, 21/8/2024).
Tradicionalmente, la cuestión ambiental fue negada en Brasil, y en casi todo el mundo, considerada como inexistente. Los políticos, ya sean de derecha, de centro o de izquierda, siempre han rechazado el medio ambiente como una cuestión política que merece especial atención por parte de los gobiernos y las sociedades. Los políticos de izquierda dijeron que, en Brasil, el problema era social, el medio ambiente era una moda importada de Europa. Y llamaron a los ecologistas y ambientalistas “animales grillos”.
Los de derecha decían que el problema en Brasil era económico, el tema ambiental era una tontería, “cosas de maricones”. Y los medios en general llamaron “alfacinha” a los ambientalistas. Esto afectó a profesores universitarios y científicos que advirtieron, hace décadas, sobre la importancia de la protección del medio ambiente.
En los últimos años, especialmente desde principios de este siglo, la situación ha comenzado a cambiar. La percepción de que el tema ambiental era muy grave y podía tener consecuencias desastrosas comenzó a superar la ignorancia alimentada por intereses económicos.
Científicos de todas partes, especialmente los reunidos en el organismo de la ONU llamado Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, IPCC, publicaron sus investigaciones y advirtieron de la urgente necesidad de medidas de protección ambiental para combatir la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) provocada por el uso abusivo. de combustibles fósiles –petróleo, gas, carbón– y por la deforestación y destrucción de recursos naturales.
Los científicos ambientales y ecologistas, antes vistos como bufones de la corte, comenzaron a ser tomados en serio, pero los contaminadores continuaron destruyendo la naturaleza para su producción económica con fines de lucro.
En todo el mundo, el número de fenómenos climáticos extremos, como inundaciones, sequías, calor extremo, huracanes, incendios, etc., ha aumentado de manera alarmante. Vivimos en el período de mayor calentamiento en más de 2.000 años. La última década fue la más calurosa jamás registrada. el mes de Junio 2024 se convierte en el decimotercer mes consecutivo en superar el límite de 1,5°C del Acuerdo de París. Los cambios climáticos recientes no tienen precedentes en miles de años.
2.
La primera tabla a continuación muestra el aumento de la temperatura global en relación con el nivel preindustrial. Y luego, la segunda tabla muestra los países más grandes históricamente responsables del cambio climático. Es interesante observar que los dos mayores responsables, Estados Unidos y China, fueron los dos primeros en los Juegos Olímpicos de París 2024, así como en Juegos Olímpicos anteriores.


Como se puede ver, Brasil ocupa el cuarto lugar, después de Estados Unidos, China y Rusia. En Brasil, el gran villano es la deforestación causada por la agroindustria: agricultura, ganadería, minería, tala, mineros.
Cuando se deforesta, el bosque libera GEI que contribuirán al calentamiento global y al cambio climático, además de liberar virus previamente almacenados en el bosque. En julio/agosto de 2024, el incendio alcanzó santuarios de animales en el Pantanal. Las escenas de animales carbonizados repiten la tragedia de 2020, considerado el récord de destrucción del bioma. Las sequías en la Amazonía y los incendios en el Pantanal se vuelven repetitivos y apuntan a un futuro oscuro.
Según el científico Carlos Nobre, la Amazonia ha sufrido una intensa degradación en los últimos 50 años, con la tasa de deforestación más alta entre los bosques tropicales del mundo. Anualmente se talan 16.000 km² de bosque, lo que suma más de 1 millón de km² deforestados y otro millón en degradación. La Amazonía se acerca a su “punto crítico”, su punto de no retorno, a partir del cual el bosque se transformará en sabana. Para evitarlo, según el científico, es fundamental eliminar toda la deforestación y degradación forestal.

En la Amazonia se encuentran alrededor del 13% de todas las especies vegetales y animales conocidas en el planeta Tierra, con alrededor de 50 especies de plantas, 16 de árboles, 350 de primates, 800 de anfibios y reptiles, 1.330 de aves y otros 100 insectos, entre muchos otros que se descubren cada año. El bosque almacena entre 150 mil millones y 200 mil millones de toneladas de carbono en el suelo y la vegetación aérea, además de ser un importante exportador de vapor de agua fuera de la cuenca del Amazonas.
Estos “ríos voladores”, que liberan una cantidad casi idéntica al caudal del río Amazonas, alrededor de 200 mil metros cúbicos por segundo, alimentan los sistemas hidrológicos de las sabanas tropicales del sur del Amazonas e incluso del centro-este de América del Sur, un importante servicio ecosistémico para el planeta.
3.
El informe “Violencia contra los pueblos indígenas en Brasil”, publicado por el Consejo Indígena Misionero (Cimi) en julio de 2024, señala que 208 indígenas fueron asesinados en 2023, un aumento del 15,5% respecto a 2022, cuando se registraron 180 asesinatos. El número de suicidios aumentó un 56%. En total, los casos de “violencia contra la persona” –que abarca asesinatos, homicidios, abuso de poder, amenazas, lesiones corporales, racismo, intento de asesinato y violencia sexual contra los pueblos originarios– han disminuido, pero las cifras no reflejan las promesas de el gobierno actual.
Uno de los principales conflictos que enfrentan los pueblos indígenas en los últimos años es el marco temporal según el cual sólo las tierras que estuvieron ocupadas hasta el 5 de octubre de 1988 –fecha de promulgación de la Constitución Federal– pueden ser reclamadas por los pueblos indígenas. El Tribunal Supremo Federal había juzgado la tesis como inconstitucional en septiembre 2023, pero días después el Senado aprobó ley de plazos. El presidente Lula lo vetó, pero el veto fue revocado por el Congreso.
Las recientes tragedias climáticas en Brasil, como las grandes inundaciones que inundaron nuevamente Rio Grande do Sul en mayo de 2024, muestran que el país no está adoptando las políticas públicas necesarias para garantizar la protección ambiental. Estas políticas requieren una visión de largo plazo. Pero el mercado y los gobiernos generalmente tienen visiones de corto plazo: los primeros buscan ganancias, los segundos apuntan a elecciones.
Para evitar estas catástrofes climáticas que tienden a aumentar, es necesario eliminar la deforestación, la degradación forestal y los incendios de vegetación en todos los biomas. Y establecer una política de transición energética para superar el uso de combustibles fósiles en favor de las energías renovables. Olas de calor, inundaciones, sequías e incendios afectarán, a veces simultáneamente, a todos los continentes en 2024.
Efecto directo del calentamiento global provocado por el hombre, acentuado por el fenómeno El Niño, el ambiente arde, se asfixia, se seca o muere. Durante semanas, si no meses, los desastres climáticos se han producido uno tras otro, afectando a todos los países, a veces al mismo tiempo.
Hoy liberamos carbono a la atmósfera a un ritmo 100 veces más rápido que en cualquier otro momento antes del inicio de la industrialización. La mitad del carbono liberado a la atmósfera debido a la quema de combustibles fósiles se emitió sólo en las últimas tres décadas. Manteniendo el actual estándar de emisiones, alcanzaremos más de 4º C de calentamiento para el año 2100. Esto significa que muchas regiones del mundo se volverían inhabitables debido al calor directo, la desertificación y las inundaciones.
Según proyecciones de las Naciones Unidas, tendremos 200 millones de refugiados climáticos para 2050. Otras estimaciones son aún más pesimistas: mil millones de pobres vulnerables sin medios de supervivencia. Los desastres climáticos han provocado el desplazamiento de más de 1 millones de niños en seis años.
La era geológica actual se llama antropoceno, pues es la acción humana la que provoca una reducción drástica de la capacidad natural del planeta para absorber carbono y transformarlo en oxígeno, lo que implica mayores temperaturas, más incendios forestales, menos árboles, más carbono en la atmósfera, un planeta más caliente.
Está claro que los pobres son más vulnerables y sufrirán más que los ricos. Este es un problema de justicia ambiental o, en otras palabras, de segregación racial ambiental. Los países con el PIB más bajo serán los más calientes. Los desastres naturales y los fenómenos meteorológicos extremos constituyen hoy los mayores riesgos para la vida humana.
Los cinco principales riesgos a largo plazo son los siguientes: (i) falta de mitigación del cambio climático; (ii) falta de adaptación al cambio climático; (iii) desastres naturales y eventos climáticos extremos; (iv) pérdida de biodiversidad y destrucción del ecosistema; (v) crisis masivas de inmigración de refugiados.
4.
El mundo, en su estado actual, está siendo catapultado a una nueva fase ecológica, menos propicia para mantener la diversidad biológica y una civilización humana estable. Las condiciones de existencia de millones o quizás miles de millones de personas quedarán destruidas y la base misma de la vida tal como la conocemos hoy estará amenazada. poniendo en riesgo la vida de las poblaciones más vulnerables del planeta.
Debemos reconocer que es la lógica de nuestro modo de producción –el capitalismo– la que impide la creación de un mundo de desarrollo humano sostenible que trascienda el desastre que le espera a la humanidad. Para salvarnos, debemos crear una lógica socioeconómica diferente, que apunte a otro modelo de civilización basado en el proyecto de una revolución ecosocialista.
La civilización de los combustibles fósiles amenaza la supervivencia humana en el planeta. Produce calor letal, hambre por la reducción y aumento del coste de la producción agrícola, destrucción de bosques por incendios, agotamiento del agua potable, muerte de los océanos, tifones, inundaciones, aire irrespirable, plagas, sequías, colapso económico, clima. Conflictos, guerras, crisis de refugiados.
Las fuentes de energía renovables se han vuelto competitivas, pero las fuerzas económicas del mercado y los gobiernos que estos controlan sabotean la transformación de energía fósil contaminante en energía renovable, que, sin embargo, ha ido creciendo considerablemente. Pero Los fósiles dominarán la matriz energética en el año 204.0 al menos. Se espera que los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) sigan constituyendo tres cuartas partes de la matriz energética mundial en 2040.
Por otro lado, el concepto de crecimiento económico basado en la destrucción de los recursos naturales ha sido cuestionado en todas partes por los movimientos ecologistas, basándose en nuevos conceptos como, entre otros, el ecosocialismo y el decrecimiento. El hombre es el único animal que destruye su hábitat, lo que pone en duda su racionalidad de Homo sapiens.
Todo en función de la producción económica basada en la búsqueda del máximo beneficio. Esta es una crisis de civilización. El estilo de vida que heredamos de la sociedad industrial está amenazado. El futuro se basará en las energías renovables o no habrá futuro.
Pero el cambio hacia una economía global basada en la transición energética conducirá a conflictos, con implicaciones geopolíticas al afectar las fuentes de poder nacional, el proceso de globalización, las relaciones entre las grandes potencias y entre los países desarrollados y en desarrollo.
En cualquier caso, la transición energética por sí sola no será suficiente. La amenaza de la crisis ecológica, motivada por la destrucción de la biodiversidad y el calentamiento global provocado por el cambio climático, apunta a una verdadera crisis de civilización, a la necesidad de una nueva forma de vida y de producción, es decir, de una profunda transformación ecológica para garantizar la supervivencia de la humanidad en el planeta.
*Vieira de Liszt es profesor jubilado de sociología en la PUC-Rio. Fue diputado (PT-RJ) y coordinador del Foro Global de la Conferencia Rio 92. Autor, entre otros libros, de La democracia reaccionaGaramond). Elhttps://amzn.to/3sQ7Qn3]
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