Medallismo y napoleonismo de la imaginación

El Lissitzky, Portada de Komitet po bor'be s bezrabotitsei (Comité de Lucha contra el Desempleo), 1919
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por AIRTON PASCHOA*

Consideraciones sobre la teoría y la práctica del arribismo en los cuentos de madurez de Machado

Para Flora Thomson-DeVeaux
(en homenaje a la traducción machadiana)

“Teoría del relicario — diálogo”, por papeles sueltos, es una teoría del arribismo.[ 1 ] Sin embargo, tal obviedad no puede ocultar las novedades que conlleva. La primera es que es una teoría del arribismo patrocinada por un padres de familias. Janjão alcanza la mayoría de edad, y el padre, después de la cena de celebración y antes de acostarse en la cama, descubre un horizonte sonriente para él, dotado como el hijo, desde el primer momento, de “unas pólizas” y un diploma (un licenciatura, presumiblemente).si).

En posesión de unos calzones tan básicos, el joven podía ser lo que quisiera, diputado, magistrado, periodista, agricultor, industrial, comerciante, escritor, artista, lo que fuera, siguiendo los pasos de Napoleón y su carrera abierta al talento, que, como sabemos, asciende de descalzo a emperador.

El padre cauteloso, sin embargo, consciente de que “la vida es una lotería”, como dice expresamente, o de que el hijo es una bestia, como insinúa abiertamente, recomienda una oficina de reserva, en caso de no desencadenar la(s) elección(es) ) : el oficio del medallón, con el objetivo de escapar de la “oscuridad común”.

He aquí la receta, en un breve extracto, que prescribe el maestro: moderación, gravedad (cuerpo), represión de las ideas, en el desdichado caso de tenerlas, (mediante un “régimen debilitante”, basado en la retórica, incluso parlamentaria). , juegos, como chanclas, dominó, whist, billar, pasmatorios para evitar la soledad, “taller de ideas”, de frecuentar las librerías sólo mundanamente) vocabulario escaso, frases hechas y similares, cientificidad ostensiva y superficial, autopromoción sistemática, vida pública por sí misma, con mezquindad pronunciamientos o, en otras palabras, preferencia, abstruso, "metafísico", sin imaginación, sin filosofía, ironía, ¡de ninguna manera! simplemente “nuestra buena broma amistosa, regordeta, redonda, franca”.

Este oficio impone a los pretendientes dos movimientos, el de la identidad (con todos) y, paradójicamente, a través de él, el de la distinción (de todos). Es decir, una vez lograda la identidad, a partir del “difícil arte de pensar lo que se piensa”, comienza el movimiento de distinguirse de los pares (sin diferenciarse, lo más importante) por medio de uno mismo, diminuto pero eficiente. , aereperennio, en el afán de huir del destino parece estar reservado a los seres periféricos.

Completo o incompleto, la identidad define los correspondientes tipos de medallonismo: el completo, con su seriedad de cuerpo y su indigencia intelectual, al estilo de Janjão, y el incompleto, más desagradecido, por exigir el esfuerzo inhumano, inmenso, para sufrir la ideas eventuales.

Con medalhonismo completo, nos encontramos con el primer nivel de crítica, de sátira social, y en ocasiones de sátira social vergonzosa, a través de la exploración descarada del ridículo, pero el más superficial de ellos: a contrapelo del siglo napoleónico, tenso por el “ tensión del arrivismo”,[ 2 ] la carrera hasta podría abrirse en Brasil, sí, pero por falta de talento, los jajões de la vida.

Curiosamente, al mismo tiempo, un clásico de la historiografía nacional, cuya primera edición data de 1884, en una radiografía clara y oscura de nuestro capitalismo esclavista, parece contradecir al amo de Janjão. En lugar de un país abierto, Joaquim Nabuco diagnostica un “país cerrado”, una sociedad “amurallada” a todos los talentos nacionales, y en prácticamente todos los campos que declina el maestro de Janjão.[ 3 ]

¿Error de Machado?

El segundo nivel de crítica, sin embargo, vuelve a colocar las cosas en su lugar, con la literatura y la historia confirmándose mutuamente, y Machado precediendo a su amigo abolicionista. Más profundo, reconoce que al talento nacional no le queda nada más que la carrera de medallón, que la carrera en verdad no tiene nada que sustituir, es la primera y única. Medallón completo, como Janjão, o medallón incompleto, como Machado, cuyo conocido hastío de la polémica puede no ser más que el arte medallón de sofocar ideas que insisten en estallar, no hay salida para quien quiera escapar de la fosa común del anonimato[ 4 ]

La mayor novedad de la teoría de la carrera profesional de Machado consiste en el tipo de ascenso social que prescribe el padre: un arribismo sui generis, singular, una carrera al estilo brasileño. Porque el arribismo que es arribismo, el arribismo que se (desprecia) a sí mismo, es decir, el arribismo burgués, habla abiertamente de dinero, de enriquecimiento, de ascenso de clase, en fin. Basta pensar en Stendhal, Balzac...

Y hablando del copioso novelista, sospecho que nuestro Machado se habrá inspirado, por perverso que fuera, en ciertas páginas del ilusiones perdidas, cuando Vautrin, disfrazado del canónigo español Carlos Herrera, y tropezando a la vera del camino con Lucien de Rubempré y suicidándose, tras su fracaso en París, de donde regresa a la provincia endeudado y desmoralizado, imparte a su joven alumno “cursos ” sobre cómo disparar en la vida a cualquier precio.[ 5 ]

Mi sospecha parte de algunas pistas: ¿la común disposición doctrinal a teorizar, cínicamente? ¿honestamente? en torno a la ambición y los medios para realizarla; de forma dialógica; de la relación paternal y filial que se crea entre ellos, con Vautrin dirigiéndose al joven ambicioso como “mi hijo”, por cierta palabra ambigua en francés —“padre” (padre/sacerdote), y cuya recurrencia también puede haber ayudado a despertar la perversidad de Machado, induciéndolo a jugar, en medio de un régimen patriarcal, una figura de un gobierno venerable, un consejero astuto y putón.

Somos conscientes de la dificultad en la comprobación de las fuentes, dificultad que se acentúa aún más cuando el escritor se denomina Machado de Assis, ya sea por la vasta cultura, implícita y explícitamente movilizada a lo largo de su obra, o por el estilo alusivo, capaz de desencadenar todo tipo de relaciones. Muchas de las fuentes de Machado son, por tanto, crípticas, de eso no hay duda. Al mismo tiempo, no cabe duda de que Machado también abordó ciertos temas literarios de moda, como lo hizo con el tema romántico de la prostituta regenerada en “Singular ocurrencia”,[ 6 ] das Historias sin fecha.

Otro tema, de Eça a Dostoyevsky, también parece haber despertado la perversidad de Machado. Según Ronai,[ 7 ] el tema de la muerte del mandarín chino habría sido lanzado por Balzac, más precisamente en un pasaje deel padre goriot, en un diálogo entre Rastignac, a punto de ceder ante el mefistofélico Vautrin, y su amigo de pensión Bianchon, abanderado de la virtud. En él Rastignac (el prototipo del advenedizo) recuerda una página de Rousseau en la que el filósofo pregunta al lector si tendría el coraje de enriquecerse, sin salir de París, matando a un viejo mandarín chino...

Emprendiendo largas investigaciones, siempre según la erudición de Balzac, y que sólo resumo brevemente, investigaciones en las que se consideraron diversas variantes, incluso sin la pintoresca figura del mandarín chino, se descubrió que el lema, por desliz o desvío de Balzac, no no pertenecen a Rousseau. La variante más cercana, que presentaba un chino, apareció en otro cristiano, Chateaubriand. El autor deEl genio del cristianismo, de hecho, usó la pregunta para probar la “realidad de la conciencia”.[ 8 ]

La “realidad de la conciencia”, sin embargo, como sabemos, le sopló algo más a Machado; le sugería que, para enriquecerse y estar en paz con ella, no necesitaba matar por el gusto de hacerlo, ya nadie desconocido, y en tierras tan lejanas; Le llamó la atención que uno pudiera ir cerca, a un pueblo del interior, como Procópio, el improvisado “enfermero”, matar perfectamente con las dos manos a un “mandarín” local, como Coronel Felisberto, y, una vez en posesión de la herencia, sofocando los cada vez más débiles gritos de la conciencia.

La verdad sea dicha en favor del genio perverso de Machado quien, rindiendo homenaje a cristianos sinceros como Rousseau, Chateaubriand, Balzac, al final del relato evocó, ligeramente actualizado, el “divino Sermón de la Montaña: — Bienaventurados los que poseen , porque ellos serán consolados!”[ 9 ]

Fuentes aparte, posibles, probables, reales o imaginarias, verosímiles o increíbles, lo que ofrecen los pasajes de Balzac es un ejemplo canónico, clásico, típico del advenedizo burgués. No hay zona de sombra, medias palabras, medias palabras, medias luces, medias tintas, verdades veladas, claroscuro de dudosa conciencia. Allí se habla sin rodeos, se habla con crudeza de ascenso de clase, de dinero, la palabra mágica que, como sabemos, pone todo el comedia humana.[ 10 ]

Ya nuestro arrivismo evita sintomáticamente la nefasta palabra; aparte de “algunas políticas”, especie de ahorro mínimo necesario para la carrera por las medallas, el tema ya no se toca, y por una sencilla razón: el objetivo de nuestro arribismo es acumular fama, escapando de la oscuridad periférica; lo que lo distingue, más que el auri famas, del “hambre de oro” burgués, es el famoso “asiento de nombre” de nuestro Brás Cubas.[ 11 ]

No por otra razón, la teoría del arrivismo de Machado hace una notoria atenuación de tono y tema, y ​​tan decisiva es frente a la teoría del arrivismo de Balzac, que podemos hablar de desatanización, tal es el paso de lo criminal a lo común, de lo monstruoso a lo doméstico, de lo fantástico a lo común, de lo chocante a lo ridículo. En una frase, tal es el paso de las “ilusiones perdidas” a las ilusiones realizadas.

En lugar de las tentaciones mefistofélicas, en lugar del diálogo entre un sacerdote diabólico y un poeta angelical, en lugar de una sociedad revolucionada por el capital, y en cuyo ojo del huracán reina la vertiginosa figura de Vautrin,[ 12 ] nuevos personajes roban el espectáculo. En nuestro escenario, o mejor dicho, en la sala, en los recovecos del hogar, encontramos una sociedad noble, en cuyo nicho la figura de un padre celoso invita a su hijo a escuchar una conferencia de una hora sobre la carrera más prometedora. en el país, la carrera de medallón, - lectura naturalmente en sintonía con el medio ambiente, sin ejemplo de golpes, de violencia, de homicidios, sin “cursos” sangrientos ni maestros que huelan a azufre.

Y si creemos en el poder sugerente de las imágenes, no hay alegorías más contrastantes y reveladoras de la vida social: en Balzac, la vida como “juego”, que supone reglas e igualdad entre los jugadores, presupone la revolución burguesa; y la vida como “lotería” en Machado anuncia la fatalidad de la fortuna en una sociedad de régimen esclavista y capitalista, regida por el liberal-clientelismo, de dependencia personal y capricho señorial, de “ideas fuera de lugar”, en fin.[ 13 ]

Por tanto, no es sostenible interpretar como un típico ejemplo de pugna burguesa, como quiere Faoro,[ 14 ] nuestro medallonismo, una ascensión, paradoja aparte, y que no es la nuestra, es del país, una ascensión horizontal, una especie de búsqueda señorial, una búsqueda que, en lugar de cambiar de clase, invierte en cambiar de estado, de calidad, de lo oscuro a lo claro. , un advenedizo que respeta la “desnuda realidad” de un reino aún esclavizante, contra el que “no hay planchero, ni maldición”.

El doble y paradójico movimiento del medallonismo, de la identidad y la distinción, no debe engañarnos, sigue una dirección única y cuestiona a la sociedad en su conjunto. Es el tercer nivel de la crítica estructural y radical de Machado.

Si no, a ver, ¿cómo es el individuo en la carrera al estilo brasileño, consciente de que ambos evocan el orden burgués?

El individuo dividido que somos, mitad burgués y mitad noble, señor burgués, se desinfla, desindividualiza al máximo, y al mismo tiempo sufre, simétrica y proporcionalmente, una notable hiperinflación, pero cuyo resultado dista, paradójicamente, de re-individualizándolo.

Medallón, no porque se individualice, sino precisamente porque se desindividualiza, porque se confunde con el ser social, el primer plano está ahora ocupado por el fondo, por el orden social, del cual el medallón mismo es un emblema luminoso, un pedido que no puede ser cuestionado bajo ningún concepto, ni de salida ni de llegada. El individuo no debe llorar ni maldecir la aparente injusticia (recordemos el imperativo del conformismo social disfrazado de fatalismo bíblico en la apertura del relato) ni debe cultivar la ironía, “propia de escépticos y abusadores” (recordemos, cerrando el teoría, el elogio del juego de palabras).

Frente a la oposición del individuo a la sociedad, propia del orden burgués clásico, su rebelión, su inconformismo social, nuestra teoría del arrivismo consagra la fusión placentera entre uno y otro. ¿Cómo concebir en nuestro marco histórico, imaginar, esa apoteosis final, glacial, que pinta Balzac, cuando Rastignac, desde lo alto del Père-Lachaise, tras enterrar a su padre Goriot y las ilusiones juveniles, interpela a la sociedad parisina?

Si este es el orden social y este es el oficio único, si el medallón brilla en medio de tan oscuro orden, pero si es este oscuro orden el que salta al primer plano, al hacer el emblema que es suyo, nuestro medallón, brillar, o, en otras palabras, si la distinción no significa desidentificación, por el contrario, si se trata de su expresión suprema, de su propia identidad elevada a medalla gloriosa, figura y fondo mezclándose, al fin, La crítica estructural, radical, de Machado, obviamente va mucho más allá del medalhonismo y sus seguidores, llegando a la misma sociedad que lo cultiva y venera.

¡Pero lejos de nosotros perder la esperanza en la modernización del país! Nuestro diabólico (¿dialéctico?) escritor poco después imprimió una crónica, ¡oh, ambrosía de ambrosías! en el que justifica el medallonismo desde un punto de vista moderno, avanzado, democrático! La mediocridad tiene sus derechos después de todo:[ 15 ] “Los vivos son lo que mi amigo Valentín designa con el nombre de medallones. En primer lugar, todavía hay un cierto número de espíritus buenos, fuertes e iluminados que no merecen tal designación. En segundo lugar, si los medallones son numerosos, pregunto a mi amigo: — ¿No son también hijos de Dios? Entonces, ¿por qué un hombre es mediocre, no puede tener ambiciones y debe ser condenado a pasar sus días en la oscuridad?

Me parece que la idea de mi amigo es de la misma familia que la de Platón, Renan y Schopenhauer, una forma de gobierno aristocrática, compuesta de hombres superiores, de espíritu culto y elevado, y de nosotros que íbamos a cavar la tierra. ¡No! ¡Mil veces no! La democracia no malgastó su sangre en la destrucción de otras aristocracias, para terminar en manos de una oligarquía feroz, más intolerable que todas, porque los nobles de nacimiento no sabían hacer epigramas, y los mediocres y medallones sufriríamos en el fondo. manos de Freitas y Alencares, por no hablar de los vivos”.

***

Marcado el carácter distintivo de nuestra teoría y su “sed de ser nominada”, la práctica del arribismo tiene el mismo carácter particular, propio de un “país cerrado”, o abierto sólo al medallonismo, la imaginación napoleónica.

"El programa"[ 16 ] narra las luchas de un pobre soltero por escapar de su oscura condición, inspirado en el viejo maestro de escuela Pinch, en cuyos sermones, regulares como el tabaco, advertía de la necesidad de entrar en la vida “con un programa en la mano”.

Después de intentar, siguiendo el dicho cuyo, las más diversas carreras, la literatura, la ciencia, la política, el matrimonio, la propia judicatura, acaba siendo un abogado rural, con mujer e hijos que mantener. A los 53 años, en uno de sus viajes a Río, Romualdo conoce a su antiguo oficinista Fernandes, el único, además de él, que cree en el programa, hasta que se da por vencido y prueba suerte en Paraná, — conoce al bueno y el crédulo Fernandes absolutamente transfigurado. El negocio había funcionado y él venía a la Corte a reclamar una mención.

Naturalmente, se comprende el asombro de Romualdo y sus reflexiones desalentados en su camino de regreso a los campos. El que entró en la vida con un programa... y Fernandes que acabó Comandante!

La deliciosa caracterización de Rangel, “el diplomático”,[ 17 ] en una historia del mismo nombre Varias historias, define la naturaleza de la práctica de nuestra persecución señorial: “Me imaginaba haciendo de todo, secuestrando mujeres y destruyendo ciudades. Más de una vez fue, consigo mismo, Ministro de Estado, y estaba harto de cortesías y decretos. Llegó al extremo de proclamarse emperador un día, 2 de diciembre,[ 18 ] en el camino de vuelta desde la parada de Largo do Paço; Para ello imaginó una revolución, en la que derramó un poco de sangre, y una dictadura benéfica, en la que sólo se vengó de las molestias de unos pequeños oficinistas. Afuera, sin embargo, todo era pacífico y discreto”.

La Noche de San Juan de 1854, en aquellos días buenos de la Conciliación,[ 19 ] de la gloria del Imperio, y dos fiestas fronterizas, o mejor dicho, una pequeña fiesta familiar, muy brasileña, nunca remediada, y una recepción de señora en una suntuosa mansión, compartiendo ambas, a la manera muy brasileña, la misma calle.

El diplomático dijo, gracias a sus modales corteses y presuntuosos, está enamorado de la hija del dueño de la modesta casa y, tras meses de vacilaciones, se promete entregar su declaración de amor en una carta, esa misma noche de junio, sin falla. .

Ni que decir tiene que estaba decretada su suerte, la suya y la nuestra, y sólo nos quedaba seguir su última campaña amorosa, y su segura derrota; verlo carta en mano, temeroso, perdiéndose ocasión tras ocasión, hasta que por desgracia vio a la Ocasión personificada, Queirós (del griego kairós, “momento oportuno”, “momento propicio”, “oportunidad”), el que no la perderá, y arrebatará a su amado, soltándolo como siempre, amontonando sueño tras sueño; viéndolo en su última oportunidad, casi pegado a Joaninha, todavía sin extender sus alas, jugando a la lotería, en esa intimidad natural y sensual que brota de las relaciones familiares, sintiendo su cuerpo escocer con la proximidad física, con ella “casi rozándole la oreja labios”, y la ocasión despidiéndose ineludiblemente y sucumbiendo ineludiblemente a su vocación, agarrándola por la cintura y lanzándose al “eterno vals de las quimeras”; verlo salir de la fiesta como quien sale de un funeral y llegar a casa con él y con él casi sepultarnos sollozando en la almohada —de la que, además, nuestro héroe napoleónico parece no haber decapitado nunca—.

Esforzarse, como Romualdo, o no esforzarse, como Rangel, es que en ambos prevalece la fantasía, y el “picor de grandeza” lleva fácilmente a los arrebatos de imaginación, de ahí nuestro típico napoleonismo, cuya expresión, como hemos dicho, visto, es prácticamente acuñada por Machado al caracterizar tanto lo diplomático como lo programático: “Napoleón hizo una corona con su espada, diez coronas. Él, Romualdo, no sólo sería el marido de una de esas bellas damas que había visto subir a los bailes, sino que también sería el dueño del coche que las llevaba. La literatura, la ciencia, la política, ninguna de estas ramas no tuvo una línea especial. Romualdo se sentía bastante apto para una multitud de funciones y aplicaciones, y le resultaba tacaño concentrarse en una cosa en particular. Era demasiado gobernar a los hombres o escribir Hamlet; pero ¿por qué no habría de reunir su alma ambas glorias, por qué no habría de ser un Pitt o un Shakespeare, obedecido y admirado? Romualdo tuvo la misma idea, en otras palabras. Con la mirada fija en el aire, y cierta arruga en la frente, anticipó todas estas victorias, desde la primera décima poética hasta el auto del Ministro de Estado. Era guapo, fuerte, joven, resuelto, en forma, ambicioso, y vino a decir al mundo con la energía moral de los fuertes: ¡lugar para mí! lugar para mí, y lo mejor!”

El sueño de grandeza, sin embargo, puede tomar diferentes formas. La historia "Ventas",[ 20 ] por ejemplo, presenta otra de las versiones del napoleonismo imaginativo, este emprendedor.

El personaje central, que da nombre a la historia, concibe plan tras plan, pero sin llevar a cabo ninguno de ellos. Su carrera napoleónica comenzó a los 19 años, en 1854, en aquella época fabulosa de la Conciliación, el apogeo del Imperio, y la juventud de Machado, la época de Machadinho, y cuando debió reconocer una infinidad de jóvenes Napoleón como él, incluido el nuestro. Sales, que pronto tuvo una idea visionaria, precoz de un siglo, de trasladar la capital de Brasil al interior.

En 1859, a la edad de 25 años, presentó un plan al dueño de un ingenio azucarero de Pernambuco, y un ingenio no muy llamativo, al parecer, asombrado de que se quedara con el proyecto, algo ligado a la producción de azúcar a través de una “muy mecanismo sencillo”. Conquistado o senhor de engenho e a filha, casa com ela e vem para a Corte, pretextando negócio urgente e parindo nova ideia mirabolante, uma empresa de pescado pra abastecer a cidade durante a Semana Santa, plano que afunda quando são indeferidos pelo governo os estatutos la empresa.

Poco después, con motivo de una frase ingeniosa dicha a su mujer, un “perdón de encaje”, que se había peleado con él por locura empresarial, inmediatamente piensa en una “industria de encaje”, idea que le lleva a pasar siete meses en Europa… en los estudios. Olvidando por qué había viajado, volvió con una más de sus “grandes y brillantes concepciones”, un “plan soberbio”, probablemente inspirado en la Haussmannización de París, “nada menos que demoler los edificios del Campo da Aclamação y sustituirlos por espacios públicos edificios de mármol”.

Empobrecido, habiendo consumido toda la dote de su mujer en tantas aventuras económicas, muere luego de una herida en el corazón, no sin antes concebir la idea última, nacida durante el sacramento de la extremaunción, la fundación de una iglesia, idea igualmente más de un siglo antes.

La pregunta es ineludible: ¿Se salvaría Sales si sus planes despegaran?

Si nos basamos en Nabuco y su “país cerrado” y en Jorge Caldeira, que se centró en la carrera napoleónica del Barón de Mauá, suerte de empresario fuera de lugar,[ 21 ] que había comenzado a construir su imperio alrededor de 1850 y veinte años después comenzó a verlo desmoronarse, paralelo al imperio de su enemigo, d. Pedro II, la respuesta no es ni simple ni automática, sino que tiende, creemos, a la negativa.

Varias son las formas de nuestra insignia de la práctica del arrivismo, incluido incluso el napoleonismo de la imaginación: alienígena.

Este nos parece el caso de “Um erradio”,[ 22 ] das Páginas recordadas, Elisiário, el “erradio”, cuya historia le cuenta a su mujer Tosta, amiga desde la juventud y admiradora sin límites, es el típico genio sin trabajo. El santuario de erradio estaba en una casa de estudiantes, mucho más joven, donde se le adoraba habitualmente y donde el narrador lo vio por primera vez. Antes de entrar, glosó el lema de uno de los oficiantes, cuya ironía capciosa se advierte a lo largo de la historia: “Podría envolver el mundo/ La opa de Elisiário”.

Tosta, uno de los encapuchados, se había convertido en una suerte de secretario y discípulo del profesor de Latín y Matemáticas, secretario sin trabajo y discípulo sin rumbo, pues el “gran hombre” iniciaba y nunca concluía ninguno de sus proyectos intelectuales, teatrales, poéticos. , etnología… Esta “cascada de ideas”, como la llama de pasada el admirador, se convierte un día de repente, después de un buen tiempo desaparecido, en casi un verdadero vertiente de lágrimas; llega a la casa del narrador llorando, diciendo que está casado, y desafortunadamente casado, en agradecimiento, con la hija de su protector.

Su mujer Cintinha, otra de las grandes si no la mayor de las envueltas, gozaba de una admiración desmedida por el protegido de su padre, una verdadera “pasión intelectual” desde que tenía 18 años, la misma edad en que lo conoció el narrador. Pensando en salvarlo de la vida desenfrenada, salvando su genio de la inevitable disolución, concibió el matrimonio.

Un año después, Tosta lo vuelve a ver y comienza a visitar su casa… ¿Dónde está el gran talento? Elisiário se cambia; perdido el uy, y el resto se adivina; pierde toda la elocuencia divina que cobijaba la “vasta levita gozosa”, y ello a pesar de las protestas, el aliento incansable del dúo fiel devoto.

El genio de lo errático es así, contradiciendo las expectativas de las mujeres, esterilizado por el orden —doméstico, es cierto, pero también ayudado por un orden social ajeno todavía al llamado trabajo libre, al esfuerzo regular, metódico, constante de la universo burgués, todavía un orden señorial, esclavista, en el que el trabajo era infame, en el que al noble sólo se le permitía, a lo sumo, la actividad digna de la ocupación.

En un “país tan cerrado”, abierto sólo a la carrera segura de los medallones, donde el trabajo no trae ni siquiera una compensación simbólica, las reacciones pueden lograr la indumentaria más estrambótica posible.

Les cuento que, impreso por primera y única vez en Boletín de noticias del 25/3/1886, dado por perdido prácticamente por Galante de Sousa,[ 23 ] reapareció milagrosamente en una edición de El Globo en 1991, y publicada en un libro cinco años después, está a la altura de aquellas maravillosas “obras del azar”, según titula la buena presentación de Davi Arrigucci Jr., — “Terpsichore” arrebata la palma de la mano a los más extravagantes nacionales El napoleonismo, el napoleonismo de la imaginación efímera.[ 24 ]

Auténtica obra maestra del ingenio de Machado, el cuento narra la historia de una pareja pobre, Porfírio y Glória, al borde de la miseria, con seis meses de alquiler adeudados, amenazados de desalojo por el casero, y sin a quién acudir, que el padrino del matrimonio se había cansado de jugar a la “pareja de locos”, siempre proclive a las extravagancias, especialmente él, el marido, que ya había dado, sin remedio, una fiesta nupcial alucinante, — la historia de una pareja, en Resumiendo, ¿quién, en una situación tan extrema, se lleva el premio gordo de un billete de lotería y acaba arruinándolo tontamente? otra fiesta de choque.

Con Porfírio sorprendido en la cama por su mujer, despierto, con los ojos fijos en la pared y en la deuda, la historia se divide en dos partes. En la primera, el narrador resume el sugerente encuentro de la pareja, cuando el marido, medusa por la musa de la danza, Terpsícore, encarnada en la mujer, “vio su polca […] y la fijó con ojos de sátiro, la acompañó en sus movimientos rápidos, gráciles, sensuales, mezcla de cisne y cabra”, el cortejo, la elección intempestiva de casa, la boda y el baile, las alegrías y excesos de las borracheras conyugales, y el acecho, acelerando el paso, de miseria, hasta llegar esa mañana a otra jornada de carpintería en el taller, a la que Porfírio parecía condenado, y lo encontramos despierto en la cama, con los ojos fijos en la pared y en la deuda.

La segunda parte expone los vanos intentos de escapar de la situación de penuria hasta el momento en que Porfírio toma el boleto ganador y, contrariamente al sentido común, como un buen espíritu contrario a la ética capitalista, consume todo el dinero en otra fiesta memorable.

Una vez ganado el premio, había que ganar a la mujer, que aconsejó, una vez saldadas las deudas, poner el resto del dinero en la Caixa, “para alguna necesidad”. La campaña de su marido, a la que ha ido cediendo terreno, del "vestido de seda" a la "pagoda" doméstica, fue a su manera napoleónica, grandiosa, jugando con el tiempo, atacando y retrocediendo y cargando una semana después, variando sabiamente de tono y argumento, de cariñoso a enérgico, de enérgico a médico, — ¡hasta es malo vivir así! del médico al piadoso, ¿qué pensaría Dios de semejante ingratitud? ¿No sería incluso un pecado dejar de celebrar una gracia recibida? desde los piadosos hasta los materialistas-metafísicos, ¿qué sacaron de la vida? y se lo dio al personal — que él seguía a la intemperie, caminando por las calles, pero ella, pobrecita, ¡solo trabajo y más trabajo!

Convencida la mujer, se dio el siguiente paso sin estridencias, tal vez bajo la influencia de los preparativos (el narrador aún le concede el beneficio de la duda), de la familiar "cena" a la "estridente fiesta", de la "fiebre" a la "fiesta". delirio”.

Y si la fiesta simbólicamente hace pensar en una hoguera, apagándose como ella, lentamente, para resistir sólo en las cenizas de la memoria, ligera e (in)borrable, en esa hoguera arde sobre todo el futuro de la pareja, un futuro, si no próspero, al menos nuestro mezquino cuadro histórico, al menos remediado: “Tardaron tres, cuatro, cinco horas. A las cinco estaba la tercera parte del pueblo, la vieja guardia imperial, que mandaba Porfírio, multiplicándose, atado a su lado, sudando mucho, arreglando unas flores aquí, arrebatando allí a un niño que se había dormido en un rincón y yendo a llevárselo. lejos, a la alcoba, tirado con otros. Y regresaba enseguida aplaudiendo, gritando que no pasaba frío, que un día no eran días, que en casa había tiempo para dormir. Entonces el oficlid retumbaba algo, mientras las últimas velas expiraban dentro de las mangas de vidrio y en los apliques.”

Lo que llama la atención en el cuento, el absoluto desprecio por el futuro, por la dimensión temporal burguesa, este napoleonismo casi al revés, tan efímero, tan fugaz, esta “sed del nombre” aunque sea por un día, una noche, pero hacer, asimilando “ese rayo de oro, como un espléndido hiato en la vieja noche del trabajo sin tregua”, noche tan ardua, tan vieja, que el narrador, contrariamente a sus costumbres, parece no insistir en ninguna marca temporal, —que Choques en “Terpsícore”, en esta danza inmemorial de la pobreza, es que buena parte de nuestros pobres parecen seguir compartiendo el mismo sentir.

Lo que choca aún hoy, y más aún, es que tal vez este “delirio” de pórfido sea el único “rayo de oro” —y con razón, en un mundo donde el trabajo, el “trabajo incansable” que los pobres conocen tan bien, no No paga realmente, ni simbólica ni materialmente.

***

Napoleones de nuestra imaginación, ya sea que estén hechos de “soñación, indolencia y afectación”, al estilo de lo “diplomático”, ya sea que estén hechos de ensoñación, impotencia y acción, al estilo de lo “programático”, ya sea que estén hechos sólo de la ensoñación y la indolencia, como el “erradio” y el empresario fuera de lugar, desconocían la singularidad de la vida material e ideológica brasileña, y sólo podían fracasar en un “país cerrado”, de capitalismo esclavista.

Siguiendo al pie de la letra la receta del padre de Janjão, no se convertirían en nadie, sino en Nadie, con mayúscula, como el destino ejemplar de nuestra carrera horizontal, señorial, la de Fulano, del cuento homónimo de Historias sem data, nació oscuro y murió glorioso.[ 25 ]

Fulano Beltrão, nombre y apellido de Janjão-Nadie, era un hombre callado y reservado, hosco y oscuro, que de una hora a otra cambia por completo. Ha muerto, tiene 60 años, y el narrador, un amigo íntimo, nos cuenta su historia, mientras espera la apertura del testamento. El vuelco de Fulano Beltrão, el narrador acredita la íntima noticia familiar, en un artículo de periódico impreso, anónimo pero elogiando el futuro medallón por el paso de sus 40 años, “buen padre, buen esposo, amigo puntual, ciudadano digno, alma levantada y puro".

La trayectoria de Fulano describirá el movimiento que distingue al medallón, ese movimiento de distinción en busca de un nominado, que supone, a su vez, el movimiento de la identidad, esa fusión orgásmica con el cuerpo social.

Deslumbrado por el descubrimiento de la prensa, especialmente con el uso señorial de un invento más de la civilización moderna, Fulano Beltrão comenzó a dar publicidad casi a diario a todas sus acciones —esa “señora rubia y señorial”, cualesquiera que fueran, como recomendaba el maestro de Janjão, desde mejoras a iglesias, ayuda a los que sufren cataclismos naturales o sociales, pasando por las causas públicas más nobles, bailes patrióticos, incluso las más íntimas, como la muerte de su esposa y su propia enfermedad.

Es así como, publicitándose por completo, Fulano Beltrão logra esa indistinción adorable y distinta que distingue al medallón, pontificando como “el adjetivo de estos encuentros opacos”, llegando en poco tiempo a ese supremo adjetivo sustantivo del que habla el padre de Janjão: “el odorífero…”, “Oh anulado", "O útil", "O noticias e jugoso... "

Cuando finalmente expiró, fue el retrato del medallón completo, solo le faltaba esto mismo: el medallón, literalmente, para coronar su brillante carrera. Según la lista de donaciones, providencialmente legó una buena cantidad, “para que sirviera de inicio de una suscripción pública destinada a erigir una estatua a Pedro Álvares Cabral. “Cabral, dice el testamento, no puede ser olvidado por los brasileños, fue el precursor de nuestro imperio”. Recomienda que la estatua sea de bronce, con cuatro medallones en el pedestal, a saber, el retrato del obispo Coutinho, presidente de la Asamblea Constituyente, el de Gonzaga, jefe de la conspiración minera, y el de dos ciudadanos de la presente generación. “notable por su patriotismo y liberalidad” a elección de la comisión, que él mismo nombró para llevar a cabo la tarea”.

Si se hace realidad, no lo sé; Nos falta la perseverancia del fundador del fondo. Dado, sin embargo, que la comisión cumple con su cometido, y que este sol americano todavía ve levantarse la estatua de Cabral, es nuestro honor que contemple en uno de los medallones el retrato de mi difunto amigo. ¿No lo crees?”

Es ridículo... ¿no crees? ¿Pero había otra salida?

A su manera, como Cabral, Fulano descubrió Brasil.

*Airton Paschoa es escritor, autor, entre otros libros, de Ver barcos (Nankín, 2007).

Aparte de una u otra conclusión más madura, el artículo reproduce, en líneas generales y en un punto menor, una disertación defendida hace 25 años: “Teoría y práctica del avance de carrera en los cuentos de madurez de Machado de Assis”, Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo (FFLCH/USP), 1996.

Referencias


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_____. Un maestro en la periferia del capitalismo: Machado de Asís. São Paulo: Dos Ciudades, 1990.

SOUSA, Galante de. Bibliografía de Machado de Assis. Río de Janeiro: Instituto Nacional del Libro, 1955.

Notas


[ 1 ]Ver Teoría y práctica de la promoción profesional en los cuentos de madurez de Machado de Assis, SP, e-galaxia, 2021. [Próximamente, en las mejores tiendas del rubro, a elección del cliente, en versión digital o impresa. Recomendamos comprar ambos... a modo de comparación.]

[ 2 ] Antonio Candido, “Una dimensión entre otras [de Stendhal]”, en Brigada ligera y otros escritos (São Paulo, Unesp, 1992, p. 190).

[ 3 ] “Significa que el país está cerrado en todas las direcciones; que muchas avenidas que podrían ofrecer un sustento a hombres de talento, pero sin cualidades mercantiles, como la literatura, la ciencia, la prensa, el magisterio, no son todavía más que callejones, y otros, en los que hombres prácticos, de tendencias industriales, podía prosperar, se deben a la falta de crédito, o a la estrechez del comercio, o a la rudimentaria estructura de nuestra vida económica, otras tantas puertas tapiadas” (“Social and Political Influences of Slavery”, Abolicionismo, Petrópolis, Vozes, 1988, 5ª ed., p. 131).

[ 4 ] Se remonta a 1863, su debut medallista, a los 24 años, cuando es invitado por el Ministerio del Imperio a ocupar un puesto que antes había pertenecido a José de Alencar, como censor teatral, y su fijación a los 28 años. , en 1867, cuando recibió el título de caballero de la Orden de la Rosa, podemos decir, en el marco de su teoría, que tal "madrugada" también da fe de su genialidad.

[ 5 ] “Curso de Historia para el Uso de los Ambiciosos de un Discípulo de Maquiavelo” y “Curso de Moral de un Discípulo de RP Escobar”, capítulos 32 y 33 de la última parte delas ilusiones perdidas (p. 743-754), en la edición de Balzac: La comedia humana 7, ya un clásico en el lenguaje, de Paulo Rónai. Y dicho de paso que el Reverendo Padre Escobar nombró Machado a un personaje del que todavía hoy se habla…

[ 6 ] João Roberto Faria, “Ocurrencia Teatral Singular” (Revista USP No. 10, junio/julio/agosto/1991, p. 161-166). La historia fue publicada en Boletín de noticias del 30/5/1883, y el libro en el año siguiente.

[ 7 ] Paulo Ronai, Balzac y la comedia humana, 4ª ed. (São Paulo, Globo, 2012, 1ª ed., 1947).

[ 8 ]  “¡Oh conciencia! ¿Eres sólo un fantasma de la imaginación o el miedo al castigo de los hombres? me interrogo a mí mismo; Me pregunto: si pudieras, por un solo deseo, matar a un hombre en China y heredar su fortuna en Europa, estando seguro de que nunca se sabría nada, ¿consentirías en llevar a cabo ese deseo? Y concluye: “Por mucho que exagere mi pobreza, por mucho que mitigue este homicidio, suponiendo que, por mi voto, el chino muera al instante y sin dolor, que no tenga herederos, que por su muerte natural sus bienes pasarían a el Estado. ; por mucho que le atribuya la vejez, más las torturas, las dolencias y los desamores; por mucho que me diga a mí mismo que así la muerte es una liberación que ella misma ruega y que no esperará mucho—a pesar de estos subterfugios, escucho en el fondo de mi corazón una voz que clama tan fuerte contra el mero pensamiento de tal deseo que no puedo dudar, ni por un instante, de la realidad de la conciencia'” (citado ronai, Balzac y la comedia humana, PAG. 66-67).

[ 9 ] "La enfermera" (Cuentos: una antología, v. 2, pág. 208) fue publicado el 13/7/1884 en Boletín de noticias bajo el título de “Cosas íntimas”, y existen variantes, además del nombre, en relación a lo que llegó a aparecer en el varias historias, 1896 (Galante de Sousa, op. cit., P. 553).

[ 10 ] “La Monarquía de Julio [1830-1848] es un período de gloriosa prosperidad, una época floreciente para todas las empresas industriales y comerciales. El dinero domina toda la vida pública y privada: todo se inclina ante él, todo le sirve, todo se prostituye, exactamente, o casi, como lo describió Balzac.Es cierto que el dominio del capital no comienza ahora, pero hasta ahora la posesión del dinero había sido sólo uno de los medios por los cuales un hombre podía hacerse un lugar en Francia, aunque no era el método más refinado ni incluso los mejores, más eficientes. Ahora, en cambio, todos los derechos, todo el poder, toda la capacidad, se expresaron de repente en términos de dinero. Para ser entendido, todo tenía que reducirse a este denominador común." (Arnold Hauser, Historia social del arte y la literatura.; parte VII, “Naturalismo e Impresionismo”; cap. 1 “La generación de 1830”, p. 734-735, énfasis añadido).

[ 11 ] La “sed nombrada” es una de las múltiples manifestaciones de la Volubilidad, la “forma ostensiva” del universo de Machado descubierta y explorada por Roberto Schwarz (Al ganador las papas: forma literaria y proceso social al inicio de la novela brasileña. 2ª ed. São Paulo: Dos Ciudades, 1981, y Un maestro en la periferia del capitalismo: Machado de Assis. São Paulo: Dos Ciudades, 1990). En la medida en que finalmente haya algún convencimiento, el artículo se debe al esquema interpretativo del gran crítico, que apartó definitivamente de las manos de la derecha a uno de los más grandes escritores del siglo XX en Occidente, si no el más grande.

[ 12 ] “Vautrin iniciador y corruptor, en verdad, Vautrin descubridor de los secretos del mundo y teórico de la carrera [...] La diferencia, sin embargo, entre los cínicos del siglo XVIII y los Vautrin es inmensa. La actitud general, el vocabulario mismo, puede ser similar, pero el contenido, la orientación, el significado, la perspectiva, son de otro universo. En primer lugar, porque Vautrin habla desde dentro de un universo posrevolucionario, tras el triunfo de la Ilustración, de la razón y la igualdad, tras el gran esfuerzo de racionalización y clarificación de las relaciones sociales que había propuesto la Revolución Francesa y que se había pensado que debía ser. (...) El discurso y la acción de Vautrin en el seno mismo del mundo liberal son otro signo romántico de lo que fue el mundo nacido de la Revolución. Es absolutamente imposible colocar en el mismo plano, desde el punto de vista de la historia de las mentalidades y de las reacciones subjetivas, la sociedad anterior a 1789 y la sociedad de 1819. Ni Vautrin, ni Rastignac, [ni Lucien de Rubempré, nuestro hombre tentado por Vautrin disfrazado de sacerdote] Tampoco nadie en 1819 puede pensar en la vida social en los mismos términos que antes de 1789. (...) Balzac historizó un tema moral sin raíces precisas. En primer lugar, explorándolo, realzándolo en un contexto histórico que necesariamente le otorga una nueva resonancia. Después lo hizo aún mejor: lo trató explícitamente en referencias históricas y precisas. Las referencias de Vautrin, en efecto, sus justificaciones son constantemente históricas, políticas, y su historia, su política, no son las de la retórica (Hannibal Caesar, los grandes hombres sobre los que sigue razonando Montaigne), sino las brutales, inmediatas, de los hombres. de una generación: Napoleón, Talleyrand, Villèle, Manuel, La Fayette (…). Vautrin no discute ni razona en un eterno que sólo concierne a los hombres de cultura. Razona y discute en el contexto de una experiencia reciente y en curso, vivida y entendida como histórica y política. No sólo el mundo, sino el mundo moderno, el único conocido por millones de hombres, fue hecho así. (...) Vautrin habla por todos y se dirige a todos, porque cuestiona los fundamentos mismos del nuevo mundo. // [...] Vautrin hablará desde dentro de un mundo abierto, febril, un mundo en expansión, que lo permite todo para todos. Vautrin es inconcebible aparte de la gran presión plebeya que siguió a la revolución capitalista que destrozó a los cuadros de la sociedad nobiliaria y parlamentaria. Un lugarteniente corso se convierte en emperador. (...) Pero sólo la Revolución y sus consecuencias,la explosión económica, social y cultural que desencadenó o posibilitó y que luego se consolidó con el retorno de la paz y el fin de las restricciones imperiales, fueron capaces de dar todo su significado a las teorías del arribismo y la ambición [...] Vautrin expresa una ley general, la de toda nueva sociedad[...] Vautrin está en el centro de la Comédie Humaine […] Es por esto que Vautrin, lejos de ser un 'asunto' […] adquiere grandeza y estatura. Vautrin es un momento de desarrollo histórico y social: llegando a la épica, es una de las máximas figuras de la novela del siglo XIX.(Pierre Barberis, el Padre Goriot de Balzac, PAG. 61-64; traducción y énfasis agregados).

[ 13 ] negro, op. cit., Al ganador las papas.

[ 14 ] Ver por Raymundo Faroo Machado de Assis: la pirámide y el trapecio, 1974 (Río de Janeiro, Globo, 1988, 3ª ed.).

[ 15 ] Ver crónica, fechada el 16/12/1883, de la serie “Balas de estala” de Boletín de noticiasen Trabajo Completo, 3 v., 1ª edición de 1959 (Rio de Janeiro, Nova Aguilar, 1986, 6ª tirada ilustrada, p. 425-6), o en R. Magalhães Júnior, Hacha de Asís: crónicas de Lélio (Rio de Janeiro: Ediouro, s/d, p. 37-8).

[ 16 ] Publicado enLa estación en 1882/1883, no fue recogida en un libro por Machado (ver “Outros contos” de Trabajo Completo, edición Nova Aguilar, v. 2, pág. 908).

[ 17 ] Publicado en Boletín de noticias del 29/10/1886, forma parte del varias historias, 1896 (Cuentos: una antología, v. 2, pág. 243).

[ 18 ] Día del nacimiento de D. Pedro II, anota John Gledson en la mejor antología que tenemos (op. cit., PAG. 245), entre cuyas muchas virtudes, emergen la pertinente anotación histórica y la observancia de la puntuación de Machado, clásica en su elegancia y expresividad, restituyéndola de la acción depredadora de escribir manuales y editores despistados, de vasta y nefasta influencia en el país de los analfabetos. tradición. [La verdad sea dicha, sin embargo, en reparación a los analfabetos funcionales: confiar en estas retinas tan cansadas que el horno pronto tostará, si Dios quiere, borrando para siempre ciertas opiniones que recibió el artículo rechazado, ni profesores de Letras de buenas universidades parecen conocer otra puntuación que no sea la de este manual, de hecho la sobrepuntuación, tan excesiva, cuadrada, recta, simétrica, neurótica, amortiguada, estéril, auténtico power condom, enemiga del lenguaje vivo... a menos que la atraviesemos a golpes, — signo borrado de nuestra puntuación, a propósito, reemplazada por un guión, o una raya, ¡ay! probablemente dado a luz para ganar un mísero milímetro. Y que ésta es la frescura de un poeta, que el guión o la raya bien pueden representar la raya ¡la coma! ¿Por qué no un pequeño cartel que represente a todos? Voto por el punto final.]

[ 19 ] Informe a los pacientes estudiosos de nuestro siglo XIX, ¡que lo diga Gledson! que la Conciliación entre liberales y conservadores, estabilizadora política del Imperio, se inició en 1846, alcanzó su apogeo en 1853, con el gabinete del Marqués de Paraná, y entró en decadencia en 1856.

[ 20 ] No recogida en un libro de Machado, salió en Boletín de noticias del 30/5/1887 (obra completa, v. 2, pág. 1.072).

[ 21 ]Mauá: empresario del Imperio (São Paulo, Cia. das Letras, 1995).

[ 22 ] Publicado originalmente n'La estación, del mismo año (Páginas recordadas, P. 27).

[ 23 ] Galante de Sousa, op. cit., P. 581.

[ 24 ]terpsícore: Machado de Assis (São Paulo: Boitempo, 1996).

[ 25 ] La historia fue publicada en Boletín de noticias en el mismo año que el libro, 1884 (Historias sem data, P. 115).

 

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