Por Júlia Lemos Vieira*
Comentario a la nueva edición revisada y ampliada del primer libro de Michael Löwy publicado en Brasil
El fascismo se basa en la lógica mentirosa de una supuesta posibilidad de informes puros versus informes impuros. Por eso la lectura de la obra marxismo contra el positivismo de Michael Löwy, reeditado en Brasil por Editora Cortez en 2018, es lectura obligatoria en el momento confuso que vivimos. Löwy nos recuerda que la influencia del positivismo en Brasil recae no sólo en las fuerzas armadas y la élite burguesa brasileña, sino que alcanza también a las ciencias sociales aquí institucionalizadas. La corriente positivista, fundada por Auguste Comte y Émile Durkheim, desciende de la escisión cartesiana sujeto/objeto que arraigó la creencia en la posibilidad de construir informes puros a partir de una matriz neutra permanente libre de prejuicios y presupuestos y cree que, como en las ciencias naturales , en los estudios científicos sobre la sociedad es posible un sujeto neutro, portador de la verdad absoluta sobre los hechos humanos. La separación entre juicios de hecho y juicios de valor en la comprensión de los hechos sociales surge de la concepción de que las leyes que rigen la sociedad no dependen de la voluntad y la acción humanas, y es posible descubrirlas a partir de una observación objetiva, “neutral”. opiniones y valores personales.
Löwy demuestra que la mentira del discurso de la neutralidad se revela fácilmente en la justificación misma del uso del término “positivo” tomando partido a favor de una determinada doctrina política y refiriéndose al campo político contrario como “negativo”. Según sus principales representantes, Comte y Durkheim, “positivas” serían las doctrinas conservadoras, opuestas a una transformación estructural de la sociedad, tendientes a consolidar el orden público hasta ahora establecido: “[El positivismo] tiende profundamente, por su naturaleza, a consolidar la orden desarrollando una sabia resignación” ” (COMTE apud LÖWY, 2018, p. 13); “nuestro método, por lo tanto, no tiene nada de revolucionario, es incluso, en cierto sentido, esencialmente conservador” (DURKHEIM apud LÖWY, 2018, p. 15). Ahora bien, contrariamente a lo que ruegan, pues, no hay un absoluto social, no hay un único modelo posible de sociedad y, por tanto, es imposible que el sociólogo se distancie de sus pre-nociones, en la medida en que éstas no pueden ser un accesorio aparte de los seres sociales. La ironía es que, al dejar escapar la conciencia de que sus teorías sociales tienen un claro partidismo - el reaccionario - los representantes de este lugar supuestamente neutral y portador de la verdad absoluta, sólo confirman la honestidad y superioridad lógica de Karl Marx al asumir que su propia Ciencia Social no era neutral sino proletario.
Löwy demuestra que, al no pretender ser portador de un discurso absoluto sino representante del punto de vista proletario, Marx fue el único que logró dar una solución coherente al problema de la diferencia metodológica entre las ciencias naturales y las ciencias naturales. Ciencias Sociales. Contrariamente a las acusaciones de autores como Karl Mannheim, que insistía en la posibilidad de una verdad basada en una síntesis de perspectivas, señalando la fragilidad de un Marx que pretendía ser portador de una ciencia neutral, éste admitía que su crítica a la economía política representaba el punto de vista del proletariado: “así como los economistas son los representantes científicos de la clase burguesa, así los socialistas y los comunistas son los teóricos de la clase proletaria”; “en la medida en que esta crítica representa una clase, solo puede representar la clase cuya misión histórica es la subversión del modo de producción capitalista y la abolición final de las clases: el proletariado” (MARX apud LÖWY, 2018, p. 23) . Para Löwy, la novedad y la contribución relevante de la solución marxista al problema del carácter propio de las ciencias sociales rara vez fue absorbida en toda su grandeza por la mayoría de sus sucesores, ya fueran de izquierda o de derecha.
En el campo de la izquierda, si por un lado autores como Lenin, Rosa Luxemburgo, Lukács, Korsch y Gramsci profundizaron y realizaron importantes aportes al cuestionamiento de la neutralidad de la ciencia inaugurado por Marx, el revisionismo y la ortodoxia de la Segunda Internacional – Bernstein y Kautsky – así como el estalinismo, promovieron malentendidos y reducciones de la tesis marxista original.
Bernstein y Kautsky simplemente rechazaron el carácter de clase del materialismo histórico, insistiendo en la perspectiva de la neutralidad y señalándolo como una ciencia que “no está absolutamente vinculada al proletariado” (KAUTSKY apud LÖWY, 2018 p. 24). Y mientras Lenin señalaba que “en una sociedad basada en la lucha de clases no podía haber una ciencia social imparcial” (LÊNIN apud LÖWY, 2018, p. 24) – dilucidando la posibilidad de superar la determinación de clase de la ciencia – y Lukács indicaba que el punto de vista del proletariado no se refiere a la conciencia empírica de la clase obrera, sino al punto de vista que corresponde racionalmente a sus intereses históricos objetivos – esclareciendo que no se trata de privilegiar científicamente la práctica proletaria directa – El estalinismo había promovido una burda sociologización de las ciencias biológicas, extinguiendo la distinción una vez admitida por Marx entre las metodologías de las ciencias naturales y las ciencias sociales.
De hecho, no es sencillo aprehender la complejidad y originalidad marxista y por eso tantas veces se ha tergiversado o pasado por alto la novedad que trajo al campo de la polémica en la definición del carácter de la ciencia social. Löwy demuestra que, además de Karl Mannheim, otros autores relevantes, como Max Weber, Althusser y Adam Shaff, buscaron resolver esta controversia sobre cómo encontrar la verdad objetiva en las ciencias sociales sin haber comprendido efectivamente la posición de Marx al respecto.
En el sentido de una comprensión más compleja de las ciencias sociales en Marx, Löwy reivindica sobre todo los aportes de Lenin y Lukács, pero va más allá, elaborando también una importante colaboración adicional. Respecto a Lukács, reitera reiteradamente la importancia de la famosa “conciencia de clase atribuida” para disipar la confusión de que el marxismo se habría afirmado como producto de práctica proletaria e no desde el punto de vista de la clase proletaria. Sobre Lenin, recuerda la acertada afirmación de que “el materialismo dialéctico de Marx y Engels ciertamente contiene relativismo, es decir, reconoce la relatividad de todo nuestro conocimiento no en el sentido de negar la verdad objetiva, sino en el sentido de que limita la aproximación”. de nuestro conocimiento a la realidad están condicionados históricamente”. (LÊNIN apud LÖWY, 2018, p. 32)
Löwy admite que es evidente el problema que plantea la tesis marxista según la cual toda ciencia social es “partidista”, “sesgada” por estar ligada al punto de vista de una clase social: partiendo del supuesto de que hay varias verdades, la de el proletariado y la del proletariado de la burguesía nos lleva al riesgo de caer en “la famosa noche relativista donde todos los gatos son grises” y de negar la posibilidad del conocimiento objetivo. Y que, obviamente, esa no es la posición de Marx. Para el marxismo sí existe una historia verdadera y objetiva de la Revolución Francesa y sería absurdo concebir validez a la visión contrarrevolucionaria de la historia.
Löwy se enfrenta al reto de deshacer este quid pro quo afirmando, contra el riesgo de caer en el relativismo, que es necesario reconocer que algunas perspectivas “algunos puntos de vista son relativamente más ciertos que otros”, “que el punto de vista del clase revolucionaria es, en cada período histórico, superior a la de las clases conservadoras” y que, en lo que se refiere al período histórico capitalista, es sólo desde el punto de vista del proletariado, como clase revolucionaria, que la verdad de sus leyes económicas puede ser alcanzada. La visión privilegiada de la clase revolucionaria vendría de su capacidad de ver la fugacidad del o de los sistemas sociales. La visión privilegiada de la clase revolucionaria proletario – en relación con las demás clases revolucionarias de otros momentos históricos, como lo fue la clase burguesa, por ejemplo – vendría de la especificidad de su objetivo siendo necesariamente un obstáculo para las prácticas mentirosas y el ocultamiento de la verdad social. Löwy explica que (a) la clase proletaria no solo no tiene necesidad de ocultar hipócritamente que sus intereses son intereses de clase, es decir, no tiene necesidad de llevar a cabo una revolución en nombre de los derechos naturales universales como lo hizo la burguesía, sino que, al mismo tiempo, por el contrario, sólo puede ser necesariamente revolucionario afirmando la defensa de los intereses de los proletarios contra los intereses de la burguesía. Además, (b) a diferencia de lo que sucedió con la clase revolucionaria burguesa, la clase revolucionaria proletaria necesita una conciencia clara de los acontecimientos sociales para su victoria. Mientras que la burguesía podía dejarse llevar por la astucia de la razón, el proletariado, por el contrario, sólo podía tomar el poder y transformar la realidad mediante un acto deliberado y consciente. El conocimiento objetivo de la realidad (...) corresponde por tanto a su interés de clase” (LÖWY, 2018, p. 40).
Hay una supuesta debilidad en el argumento de Löwy: después de todo, ¿parece absurdo en un principio decir que puede ser legítimo decir que una clase tiene una visión privilegiada de la verdad social en relación con otra clase? Pero esta fragilidad es evidentemente revertida por la evidencia lógica presentada. Es innegable que a la clase proletaria no le beneficia el ocultamiento y la mentira sobre el funcionamiento del sistema social que la oprime, así como es innegable que es la clase más interesada en desentrañar tales ocultamientos y mentiras para revertir la opresión. El proceso de toma de conciencia de los procesos efectivos del sistema que lo oprime es inevitable en su lucha emancipadora.
Otro punto que fortalece el argumento de Löwy es su recordatorio de que el principio epistemológico del punto de vista del proletariado como que ofrece la mejor posibilidad objetiva de conocimiento de la verdad no debe confundirse con el punto de vista dogmático y reduccionista de que el punto de vista punto de vista del proletariado es suficiente para el conocimiento absoluto de la verdad. La fuerza de la ciencia del proletariado reside también precisamente en su reconocimiento de la relativa autonomía de las ciencias sociales, reconocimiento que le permite incorporar, de manera dialéctica, verdades parciales producidas por las ciencias “burguesas”, en lugar de proclamar la investigación fundamental como absoluta. equivocado en otro punto de vista.
A partir de esta aclaración nodal y de su peculiar aporte a la metodología marxista para las ciencias sociales, Löwy teje junto con los demás artículos de la colección una serie de argumentos que corroboran y profundizan esta perspectiva. De la reanudación de la obra del joven Marx ligada a la propuesta de una relectura de La capital, desde la gran lógica de Hegel hasta un análisis complejo del bolchevismo, desde la crítica de Weberian Marx hasta las directrices de un marxismo antipositivista de Gramsci y Lukács, Löwy ahonda más extensamente en los elementos anunciados desde el primer artículo de la serie en torno a los malentendidos o aportes importantes en la peculiar innovación de Marx contra el positivismo ya favor de la ciencia.
De esta selección de artículos para nuestros días, la fuerza del argumento de Löwy surge del cuestionamiento de a quién y a qué intereses sirve la mentira y en la demostración de que, ciertamente, no es el proletariado: “porque la verdad es para el proletariado un medio”. de lucha, arma indispensable para la revolución. Las clases dominantes (…) necesitan mentiras para mantener su poder. El proletariado necesita la verdad…” (LÖWY, 2018, p. 42).
*Julia Lemos Vieira Es investigador posdoctoral en filosofía en la UFG. Autor, entre otros libros, de Caminos de libertad en el joven Marx (Anita Garibaldi, 2017).
Referencia bibliográfica
LOWY, Michael. marxismo contra positivismo. Traducción de Reginaldo di Piero, São Paulo: Cortez, 2018 (https://amzn.to/3QJjj1s).