Mario Pedrosa

Mario Pedrosa. Arte: Marcelo Guimarães Lima
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por EVERALDO DE OLIVEIRA ANDRADE*

Entrada del “Diccionario de marxismo en América”

Vida y praxis política

Mário Xavier de Andrade Pedrosa (1900-1981) nació en la Zona da Mata de Pernambuco. Desde su juventud fue un hijo descarriado. Su familia se originó de propietarios de plantaciones en el Nordeste, que luego se volcaron a la administración pública; su padre, Pedro da Cunha Pedrosa, fue senador y ministro del Tribunal de Cuentas. Mário Pedrosa fue enviado por su familia, en 1913, a estudiar en Europa, donde permaneció hasta 1916. Entre 1920 y 1923, en la Facultad Nacional de Derecho de Río de Janeiro, entró en contacto con las ideas socialistas y el marxismo, despertando a vida política e intelectual al servicio de la clase obrera, lucha de la que nunca se separaría; se graduó en 1923, pero su vida tomaría otros rumbos.

Formó parte de la primera generación de militantes comunistas en Brasil que se sumaron a la lucha revolucionaria después de la Revolución Rusa (1917). En 1925 se acercó al PCB a través del diario A clase trabajador. Al año siguiente, se incorporó al partido, y en marzo de 1927 pasó a trabajar en João Pessoa (PB) como agente fiscal, pero pronto abandonó la profesión. En São Paulo, asumió el trabajo de organización de Socorro Vermelho (que apoyaba a los presos políticos comunistas). Al mismo tiempo, comenzó a escribir regularmente para la revista teórica del partido, y trabajó como periodista para el diario hoja de la mañana.

A fines de 1927, fue recomendado por la dirección del PCB para asistir a la Escuela Leninista de Moscú, un curso de formación para militantes de la Tercera Internacional. En noviembre de 1927, ya en Berlín, se profundizan las crisis políticas dentro del PCUS, en la URSS. Permanecería en Europa hasta 1929, y allí se adhirió a las propuestas del Oposición de Izquierda Rusia (dirigida en ese momento por Trotsky, Kamenev y Zinoviev), que se opuso al poder de Stalin. Mário regresó al país en 1929, dispuesto a construir un núcleo de Oposición de Izquierda en el PCB, y encontró una controversia en el partido –sobre alianzas políticas–, que oponía a Rodolpho Coutinho a la mayoría de la dirección. Entonces comenzó la organización de la Grupo Comunista lenin (GCL), lanzada oficialmente en 1930, con la publicación del periódico Luchar de Clases. En 1933, junto con otros militantes, fundó la Editora Unitas, que publicaría textos y libros revolucionarios.

Con la formación, en 1931, de la Oposición Internacional de Izquierda, el grupo liderado por Pedrosa cambia su nombre a Liga Comunista de Brasil (LCB). Actúan con el objetivo de combatir, dentro de la Tercera Internacional (CI), el estalinismo, visto como una orientación que se alejaba de las banderas democráticas y revolucionarias. Durante este período, la Tercera Internacional se inclinó hacia una política antifascista, de colaboración de clases con sectores de la burguesía. Además, aumentó la presión contra los opositores al estalinismo, con muchas expulsiones por desacuerdos con la dirección, ocasión en la que incluso los ex bolcheviques, que habían sido compañeros de Lenin, sufrieron persecución.

En Brasil, Mário Pedrosa lideró la resistencia, en particular la defensa de la unidad de la clase obrera en la lucha contra el fascismo, que estaba en ascenso. En São Paulo, se forma el FUA (Frente Única Antifascista), que reúne a muchas organizaciones socialistas y anarquistas, que pasa a editar el periódico. Oh Homem Livre (en el que Pedrosa publicó varios textos). En 1934, la FUA decidió impedir que los fascistas integralistas desfilaran en São Paulo; se produjo un enfrentamiento armado en la Praça da Sé, y Pedrosa fue uno de los fusilados.

En los años siguientes, hay nuevos choques políticos. Los comunistas brasileños alineados con Moscú, guiados por la Internacional Comunista para buscar una alianza con la burguesía, crearon la ANL (Aliança Nacional Libertadora) – en un intento de un amplio frente democrático. Sin embargo, la aventura militar comunista de 1935 serviría de pretexto para la represión de todas las organizaciones obreras, facilitando el camino a la dictadura de Vargas. Pedrosa criticó a la ANL por haber nacido de un acuerdo entre dirigentes del Partido Comunista y algunos militares y políticos pequeñoburgueses. Su acción ganó prácticamente toda la sección paulista del PCB, encabezada por Hermínio Sachetta, en un momento de creciente persecución (dictadura del Estado Novo).

Mário Pedrosa se exilió en Francia en 1937, huyendo de la policía varguista, y pronto se incorporó a las tareas políticas del movimiento por la Cuarta Internacional, derivado de la Oposición Internacional de Izquierda. En 1938, en una conferencia celebrada en París, fue delegado, en representación de las secciones latinoamericanas; al final fue elegido representante de América Latina y miembro del I Comité Ejecutivo de la IV Internacional. Al año siguiente se trasladó a Nueva York con toda la dirección de la recién electa IV Internacional, y dos años más tarde abandonó la organización por no estar de acuerdo con la propuesta de defensa incondicional de la URSS.

Con el final de la guerra en 1945 y su regreso a Brasil, Pedrosa dirige la publicación del periódico Vanguardia Socialista en Río de Janeiro, reuniendo a antiguos simpatizantes. El grupo en torno al periódico se acercó a otros grupos socialistas opuestos al estalinismo, y daría origen a la llamada “Izquierda Democrática”, que tuvo aprobado su manifiesto fundacional en agosto de 1945; en agosto de 1947 adoptó el nombre de Partido Socialista Brasileiro (PSB), que duraría hasta 1965. En 1956, el colectivo liderado por Pedrosa y Raquel de Queiroz se alejó y formó el Acción Democrática.

Mientras ejercía activamente su militancia política, Mário Pedrosa desarrolló la actividad profesional de crítico de arte –siempre basando su análisis en el marxismo–, a través de la cual buscó liberar al arte brasileño de su aislamiento nacional y provincial. Defendió para el arte brasileño la necesidad de renovar la experiencia, un espíritu ventilado e internacionalista, valorando la identidad local. Era una posición política y libertaria en relación con la producción y creación artística, que chocaba por un lado con el nacionalismo conservador, pero también con el realismo socialista y panfletario de los artistas vinculados al PCB o en su ámbito de influencia.

Estuvo presente en los principales eventos artísticos desde la década de 1950 en adelante; produjo una densa obra teórica, con numerosos artículos; fue curador de la Bienal de Arte de 1961. Entendió que era necesario ver “el arte como el ejercicio experimental de la libertad”. En 1959, ayudó a organizar un congreso internacional de críticos de arte con el tema “Brasília, la ciudad nueva y la síntesis de las artes”, reuniendo a varias personalidades de todo el mundo para discutir la construcción de Brasilia. Durante todo este período mantuvo una intensa y constante militancia periodística sobre temas políticos y crítica de arte en los principales diarios del país.

El golpe militar de 1964 devolvió a Mário Pedrosa al frente de la militancia política directa. En 1966, se postuló para diputado por el MDB (Movimiento Democrático Brasileño), y publicó sus libros opción brasileña e Opción imperialista, puntos álgidos de su elaboración política y teórica marxista. Comenzó a desarrollar una actividad militante clandestina de registro y envío de denuncias a Amnistía Internacional de casos de tortura practicados por la dictadura brasileña.

En 1970, la policía descubrió su red; logró huir del país y se refugió en Chile, entonces bajo la presidencia del socialista Salvador Allende, quien le propuso la creación de un Museo de Arte Moderno, idea que abrazaría con entusiasmo. La nueva institución se denominó “Museo de la Solidaridad”, proyecto que terminó abruptamente el 11 de septiembre de 1973, con el golpe militar chileno. Después de una semana escondido, Pedrosa llegó a México y se instaló en París; en este nuevo exilio, produjo la obra La Crisis Mundial del Imperialismo y Rosa Luxemburg.

Mário Pedrosa vivió en París hasta octubre de 1977, cuando, enfermo, pudo regresar a Brasil, durante el período de apertura de la dictadura militar, que se produjo debido a las movilizaciones populares. El movimiento por la creación del Partido de los Trabajadores lo llenó de nuevas esperanzas; desempeñó un papel activo en la lucha política por la fundación del nuevo partido, surgida de las luchas concretas de los trabajadores y la juventud. Su famosa carta a Lula – o “Carta Abierta a un Dirigente Obrero” – llama a la construcción de un nuevo partido de los trabajadores y que se declare marxista. Sus diversos artículos en periódicos de la época dan testimonio de su compromiso político durante este período, que se desplegó en numerosos encuentros y actividades. En 1980 publicó su libro Sobre el PT; en el mismo año, fue honrado y se convirtió en miembro número 1 del PT, al frente de la firma del libro de actas, el domingo 10 de febrero – en el que se fundó el partido.

Tenía 79 años y pronunció un breve discurso afirmando la originalidad y la fuerza de un nuevo partido de masas que salió desde abajo, de las luchas obreras y de masas, para construir un nuevo y original camino de lucha. En noviembre de 1981, el periódico Sofista publicó su última entrevista, en la que afirmó: “Ser revolucionario es la profesión natural de un intelectual… la revolución es la actividad más profunda de todas… Siempre he soñado con una revolución para Brasil”. El 5 de noviembre de 1981 murió en Río de Janeiro; y su esperanza se convertiría en una necesidad cada vez más urgente para el pueblo brasileño.

Aportes al marxismo

Hay tres grandes momentos en la trayectoria de Mário Pedrosa que destacan fases fundamentales de su elaboración política marxista: la década de 1930 y la lucha contra el integralismo (fascismo brasileño en ese momento); el período inicial de la dictadura de 1964 y su análisis de la situación internacional y sus consecuencias en el país; y su fase final, cuando se destacan los textos destinados a la construcción del PT. Cabe añadir, además, que dedicó buena parte de su vida profesional a la crítica de arte y al periodismo, actividades que extendieron su intensa elaboración marxista al campo de la cultura en general, con repercusiones en los campos de la arquitectura, la museología, la sociología y el arte. psicoanálisis.

Mário Pedrosa realizó una rica y original producción marxista, basada en las experiencias de las luchas de su militancia en Brasil y su compromiso internacionalista. Ayudó a desarrollar una elaboración sobre la realidad brasileña, basada en el marxismo, incorporando orgánicamente las tesis centrales de Trotsky, Rosa Luxemburgo y varios otros teóricos comunistas. Su primera aportación teórica giró en torno a valoraciones sobre la insurrección de 1930; la dirección del PCB consideró que el evento fue producto de las contradicciones imperialistas entre Inglaterra y Estados Unidos; Mário Pedrosa no estuvo de acuerdo, afirmando que hubo una reorganización de las clases dominantes en Brasil, con una disputa entre fracciones de la burguesía por los privilegios económicos internos.

Estas posiciones fueron desarrolladas en colaboración con Lívio Xavier, en un texto titulado “Esbozo de un análisis de la situación económica y social de Brasil”, que destacaba la incapacidad de las burguesías para realizar la revolución democrática en los países atrasados. Así, la unidad nacional brasileña tendió a derrumbarse bajo el peso de la contradicción entre el desarrollo desigual del capitalismo en los estados regionales, resultado de estas contradicciones. La forma de la Federación Nacional Brasileña, bajo las condiciones creadas por la presión imperialista, resultó en la guerra civil conocida como la Revolución de 1930. El análisis entrelaza el marco combinado nacional e internacional del capitalismo con las insuficiencias políticas de la burguesía nativa en la construcción de su propio proyecto de nación.

El golpe de Estado Novo de 1937 acabó con las pretensiones más inmediatas de los fascistas brasileños en esa década. Pero llama la atención el énfasis que hace Pedrosa en varios textos de esa época sobre los atajos golpistas y las relaciones promiscuas entre bandas fascistas y sectores militares autoritarios. Si en 1937 este camino estaba cerrado, en 1964 se replanteó el problema, en el sentido de que el fascismo no sería un fenómeno aislado, sino parte integrante y excepcional del funcionamiento del régimen capitalista en general, que continuaría en las décadas siguientes.

En sus textos de 1937, Mário Pedrosa ya analizaba las relaciones entre fascismo y capitalismo, como elementos de un mismo componente social, luego silenciado y combatido por los liberales como si fueran de universos lejanos. Con el golpe militar de 1964, Mário Pedrosa decide emprender una evaluación y un análisis en profundidad de las perspectivas del imperialismo, su desarrollo en la economía y la lucha política brasileñas y las perspectivas de la revolución socialista en el país. En 1966 publicó Opción imperialista e opción brasileña, libros cuyo objetivo inmediato era el combate al golpe de Estado- que evidenciaron el entrecruzamiento entre la historia de la formación del capitalismo en el país y una combinación más reciente de fuerzas golpistas (entre las clases medias, con rasgos fascistas, las oligarquías rurales, y los influencias externas de los EE.UU.).

La derecha conservadora brasileña tenía rasgos y acciones de carácter fascista arraigados en su génesis social, que remitía a la década de 1930 – cuando el fenómeno tomó forma en el movimiento integralista, que no había desaparecido. El viejo fascismo de la década de 1930, al que llamó “fascismo colonial”, siguió siendo parte fundamental del arsenal de la burguesía brasileña, especialmente cuando se trataba de hacer inviable la frágil democracia. Lo que caracterizó a la dictadura militar de 1964 fue que no representó a ninguna de las clases sociales dominantes en particular en el poder, sino a un tipo peculiar de “bonapartismo militar”, algo que le era propio.

Esto sería producto de condiciones igualmente peculiares, como una combinación de tendencias y necesidades globales del capitalismo internacional con la realidad nacional de las clases dominantes locales, arrinconadas ante una situación revolucionaria producida por la movilización popular. Como “bonapartismo militar”, la acción de la dictadura aún ocuparía el lugar y el papel del fascismo como movimiento organizado de masas. Si en la década de 1930 ya había una tendencia hacia una mayor centralización del Estado brasileño, condición impuesta al mismo tiempo por el capitalismo en Brasil y por las debilidades de la burguesía nacional, tanto interna como internacionalmente, la dictadura que comenzó en 1964 se vio como la renuncia y derrota definitiva de los últimos vestigios de soberanía y autonomía de fracciones organizadas de la burguesía nacional. Y esto se expresó en el hecho de que la burguesía había perdido el control, como clase social, del régimen “bonapartista”, ahora en manos de la corporación militar.

El concepto de “bonapartismo” fue una herramienta central utilizada en los análisis que Mário Pedrosa realizó en los dos períodos críticos de la coyuntura en que actuó: los años 1930 y 1960 (los de las dos dictaduras brasileñas). Para él, el bonapartismo es el concepto marxista que mejor permite comprender la oscilación permanente del régimen político de un estado dependiente. De esta forma, el llamado “ciclo nacional populista desarrollista” posterior a la Segunda Guerra Mundial no es visto como una fase específica de ruptura en la historia política y económica brasileña, sino como una oscilación hacia la izquierda, bajo la presión de la masas, de un mismo régimen.Político bonapartista con características comunes. Con su método de análisis, Mário Pedrosa acompaña, de forma dialéctica, los desplazamientos del régimen político nacional y su lastre económico específico; las oscilaciones del régimen bonapartista se entienden bajo el impacto de las presiones del mercado mundial y su núcleo americano.

Mário Pedrosa también utiliza otro concepto fundamental, el de “desarrollo desigual y combinado”, como herramienta articuladora para el análisis de las oscilaciones internas del régimen bonapartista en la coyuntura política nacional, que articula las conexiones del capitalismo nacional e internacional. Sus primeros textos más densos, escritos en la década de 1930, ya tienen esta pauta interpretativa. Y podemos observar que sus principales artículos y libros, ya en el período de la dictadura de 1964 (como La opción brasileña e La opción imperialista), combinan dialécticamente estas herramientas, categorías y conceptos.

La expresión de este fenómeno es, para él, la propia historia política y económica, la lucha de clases y sus resultados en la dimensión de la lucha cotidiana del país. Entender lo que estaba pasando en Brasil desde el golpe de 1964, y cómo había llegado esa situación, implicaba entender los desplazamientos del régimen bonapartista desde la década de 1930, sus oscilaciones autoritarias y democrático-populares, pero también el capitalismo nacional con sus dinámicas internas y sus relaciones con el mercado mundial guiado por una dinámica desigual y combinada.

Mário Pedrosa también se convirtió en una referencia en el uso de la interpretación marxista del arte en Brasil, y desde una perspectiva libre y revolucionaria que se oponía al entonces estricto “realismo socialista”. En 1933, inauguró su futuro camino como crítico de arte, con una serie de conferencias analizando la obra de la artista alemana Käthe Kollwitz, que exhibía en São Paulo obras de temática social. Si, para Mário Pedrosa, el arte y la política caminaban juntos, los caminos para la superación del capitalismo y la libre creación artística convergían.

Había que superar la brutalidad del capitalismo y los medios de comunicación, porque el burdo materialismo de la sociedad burguesa ayudó a hacer de la cultura y las artes un privilegio de los ricos. El capitalismo reprodujo la miseria cultural mercantilizando todas las esferas de la sociedad.

La sociedad capitalista transformó al trabajador moderno en alguien incapaz de ver la riqueza artística del mundo, impidiéndole tener una imaginación libre e innovadora. Sería necesario brindar, a través de una nueva educación artística, la posibilidad de desarrollar la sensibilidad y la creatividad de los niños, el sentido de las emociones que dan al hombre el impulso natural y espontáneo para crear lo nuevo.

Su proximidad a los artistas franceses del movimiento surrealista encabezado por el escritor francés André Breton y su militancia trotskista le abrieron nuevos caminos. En 1938, Breton junto con Trotsky y el pintor Diego Rivera escribieron el “Manifiesto por un arte Revolucionario e Independiente”, defendiendo la libertad total para el arte y su esencia profundamente revolucionaria. Este documento fue una referencia para Pedrosa, como crítico de la cultura, concibiendo la dimensión política de la creación artística como más amplia, colectiva y profunda, como una posibilidad de liberar a la humanidad del yugo del capitalismo, como un “ejercicio experimental de libertad”.

Comentar la obra

Mário Pedrosa no se hacía ilusiones sobre las pretensiones democráticas de la burguesía brasileña, mucho menos sobre las intenciones supuestamente progresistas de Estados Unidos en relación con América Latina; señala que toda la estructuración del complejo económico-militar mundial estadounidense, su amplitud imperial de control y articulación de todos los aspectos de la economía, la política y la cultura habrían sido concebidas como “reformas contrarrevolucionarias” en la década de 1930.

Aquí estaría el punto de intersección de lo que él conceptualiza como los “totalitarismos” nazi y estadounidense, con repercusiones en la coyuntura brasileña. Habría una línea de continuidad, como destaca en Opción imperialista (Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 1966), que se prolongó sumergida en una supuesta guerra fría: “La lucha del Occidente democrático contra el Oriente comunista es una lucha de dragones legendarios para engañar al pueblo”. La retórica democrática y anticomunista sólo encubriría la permanencia del autoritarismo más profundo y sofisticado, el de los EE.UU. Por tanto, no se trata de un giro táctico, sino de la profundización de una anterior orientación estratégica del funcionamiento del sistema capitalista, cada vez más centralizado y concentrado en manos del Estado..

El objetivo principal del libro es evaluar las nuevas tendencias del imperialismo estadounidense, como continuación de las llamadas reformas contrarrevolucionarias inauguradas por el nazismo en la década de 1930. Los intereses por nuevos mercados provenientes de las gigantes corporaciones. Comparar y discutir con entusiasmo los avances en la economía planificada de la Unión Soviética; desde el punto de vista de reforzar el papel económico de la clase trabajadora, los ve como fundamentales para cualquier política emancipadora. El futuro socialista, como horizonte necesario, exigía no sólo la ruptura con las ilusiones defendidas por los planificadores desarrollistas y nacionalistas, hasta entonces hegemónicos (antes de la dictadura), sino también con los nuevos dispositivos neoliberales implantados, desde fuera, por la dictadura.

La perspectiva de una transición al socialismo debe estar en el horizonte y ser pensada como una solución concreta y viable para la rezagada economía brasileña. Este camino se analiza en el libro opción brasileña (Río de Janeiro: Civilización Brasileña, 1966). La dictadura implicó el fin de las ilusiones nacional-desarrollistas, o de un camino independiente y autónomo al capitalismo en Brasil – defendido por el PCB. Mário tuvo la audacia de reflexionar sobre un camino socialista a superar: ¿cómo romper con el atraso económico y no dejarse engañar por las falsificaciones e ilusiones de la burguesía brasileña?

El exceso de población agrícola sería el primer cuello de botella, y una reforma agraria permitiría la integración de una parte sustancial de esta población con la propiedad de la tierra. Habría que hacer inversiones intensivas y masivas en el sector de bienes de capital para responder en tiempo y cuantitativamente a las nuevas demandas. La población liberada de las servidumbres del campo se incorporaría al ejército de trabajadores industriales y de los servicios públicos. Así, entiende la planificación socialista como una alternativa concreta para Brasil a partir de la década de 1960.

Su elaboración teórica en el campo de las artes y la cultura es demasiado compleja para resumirla en unas pocas líneas, pero cabe decir que se entrelaza con su visión marxista y revolucionaria. tu libro Mundo, hombre, arte en crisis (São Paulo: Perspectiva, 1986), junto con los cuatro libros póstumos organizados por Otília Arantes – Política de las artes: textos seleccionados (São Paulo: Edusp, 1995), Académicos y modernos: textos seleccionados (São Paulo: Edusp, 1998), Forma y percepción estética: textos seleccionados (São Paulo: Edusp, 2000), Modernidad aquí y allá: textos seleccionados (São Paulo: Edusp, 2000) – reúnen la más rica colección de textos de Mário Pedrosa sobre crítica de arte, aunque distan mucho de agotar su producción sobre arte y cultura, aún dispersa en innumerables revistas y periódicos.

Para él, el artista capaz de acercarse a la naturaleza, a la sociedad, ayudaba en la formación de una conciencia de clase para los trabajadores. El arte surgió de la naturaleza y de la creciente capacidad del hombre para controlarla; la propia creación de materiales y técnicas se reflejó en la evolución de los estilos artísticos. El capitalismo, sin embargo, llevó al hombre a distanciarse de la naturaleza. Los artistas que adoraban lo moderno como un nuevo dios en realidad estaban alejando al hombre del rescate de la naturaleza, ayudando a encarcelarlo en el mercado capitalista, o bien apoyando un proceso de burocratización, como el que vio en la URSS.

Arte y política caminaron juntos, y confluyeron los caminos para la superación del capitalismo y la libre creación artística. Había que superar la brutalidad del capitalismo y los medios de comunicación, porque el burdo materialismo de la sociedad burguesa hacía de las artes un privilegio de los ricos, reproduciendo la miseria cultural al mercantilizar todas las esferas sociales; bajo tal régimen, se impedía al trabajador desarrollar su percepción artística, obstaculizando su creatividad. Defiende así una nueva educación que promueva la sensibilidad desde edades tempranas, el impulso natural del ser humano para crear lo nuevo.

Entre sus últimos libros que debaten la situación política se encuentra La Crisis Mundial del Imperialismo y Rosa Luxemburg (Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 1979, en el que rescata el legado de la revolucionaria polaca y su relevancia en relación con las movilizaciones obreras que se estaban produciendo en la época, retomando muchas de las reflexiones de 1966 y valorando que el capitalismo era vive una de sus crisis mundiales más profundas.

En su último libro (publicado en vida) – Sobre el PT (São Paulo: Ched Editorial, 1980) – retomó y reforzó su militancia política marxista. Defendió la necesidad de una Asamblea Constituyente libre y soberana, que sería una solución democrática y revolucionaria para reconstruir la nación desde abajo y romper efectivamente con las estructuras autoritarias de la dictadura militar. Insistió en la urgencia de un partido obrero y una central sindical. Sin embargo, aun depositando grandes esperanzas en la construcción del PT, no se dejó engañar ni dejó de señalar los desafíos y peligros de éste; era necesario emprender una lucha política contra los numerosos intentos que se lanzaron en la época para contener y atar al joven e independiente movimiento obrero brasileño.

Así, Pedrosa escribió en uno de sus últimos textos en enero de 1980 en Diario de la República: “El partido obrero debe actuar y destacarse con autonomía como clase… es necesario resaltar la diferencia histórica que existe entre las clases dominantes y la clase obrera… la misión del proletariado contemporáneo como clase consciente de sus propios intereses” . Su mensaje siempre fue explícito: para abrir camino al socialismo era necesario profundizar la lucha de clases contra la burguesía, garantizar su independencia.

Entre las muchas obras de Mário Pedrosa, también mencionamos: Socialistas y la Tercera Guerra Mundial (Río de Janeiro: Vanguardia Socialista, 1948); Arte, necesidad vital (Río de Janeiro: Casa del Estudiante de Brasil, 1949); Panorama de la pintura moderna (Río de Janeiro: Ministerio de Educación y Salud, 1952); dimensiones del arte (Brasília: MEC–Servicio de Documentación, 1964); Arte, forma y personalidades: 3 estudios (São Paulo: Kairós, 1979); De los murales de Portinari a los espacios de Brasilia [org. Aracy Amaral] (São Paulo: Perspectiva, 1981).

La mayoría de los textos políticos de Mário Pedrosa fueron publicados en periódicos y aún no están recopilados en libros.

*Everaldo de Oliveira Andrade es profesor de historia contemporánea en la Universidad de São Paulo (USP). Autor, entre otros libros, de Revoluciones en la América Latina Contemporánea: México, Bolivia y Cuba (granizo).

Publicado originalmente en el portal Núcleo de Praxis-USP.

Referencias


ABRAMO, Fúlvio and KAREPOVS, Dainis (eds.). Contra la corriente de la historia. São Paulo: Sundermann, 2015.

ANDRADE, Everaldo de Oliveira. Mário Pedrosa, el golpe de 1964 y la crítica al desarrollismo. San Pablo, perseo, Feb. 2016. Disponible en https://revistaperseu.fpabramo.org.br.

ARANTES, Otilia Beatriz Fiori. Mário Pedrosa, itinerario crítico. São Paulo: Cosac Naify, 2004.

D´ANGELO, Martha. Educación estética y crítica de arte en la obra de Mário Pedrosa. Río de Janeiro: Nau, 2011.

FIGUEIREDO, Carlos Eduardo de Senna. Mário Pedrosa, retratos del exilio. Río de Janeiro: Antares, 1982.

MARQUES NETO, José Castilho (org.). Mario Pedrosa y Brasil. São Paulo: Ed. Fondo. Perseo Abramo, 2001.

OITICICA HIJO, César. Mario Pedrosa (Colección Encuentros). Río de Janeiro: Azougue, 2013.


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