Mario Benedetti y la llave de oro

Kazimir Malevich, Deportistas, 1930-31, óleo sobre lienzo, 142 × 164 cm.
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por DANIEL BRASIL*

El uruguayo, uno de los gigantes de la literatura latinoamericana, más conocido en Brasil como poeta y novelista, es un maestro absoluto de la narración breve.

“Llave de oro” es una expresión consagrada, en literatura, para designar el último verso de un soneto, el que sintetiza o concluye perfectamente la idea desarrollada en el poema. Por extensión, también se aplica a todo aquello que finaliza con éxito, de forma magistral, ya sea un cuento, una novela o un poema extenso.

Cabe recordar que las buenas fábulas también se cierran de manera ejemplar, desde los tiempos de Esopo. La moraleja, a veces sorprendente, siempre se guarda para el final. Incluso en las formas de ficción más prosaicas y vulgares, como los chistes de taberna o de bar, cuanto más elaborada esté la llave dorada, más aplausos —o risas— provocará en el público.

Los cuentos y las novelas policiacas hacen un gran uso de esta fórmula, ya que el misterio sólo debe desvelarse al final. Probablemente muchos escritores, fabulistas, poetas y bromistas captan primero la potencialidad de una frase o imagen, y construyen una trama que tiene su corolario en esa clave.

En el siglo XX, con la fragmentación y deconstrucción de géneros y estilos, se puso en jaque la llave de oro. Modelo superado, para algunos, principalmente aquellos que cultivan un lenguaje más formalista, experimental, para quienes la plena fruición debe impregnar todo el proyecto literario, a través del lenguaje. Hay algo de parnasiano en esta visión, de considerar el texto como una especie de escultura que hay que apreciar desde todos los ángulos, pero es innegable que hay obras maestras contemporáneas que no necesitan de esa llave de oro, ya sea en verso o en prosa.

Quedémonos con esto último, con algunos ejemplos. En sus cuentos, Machado de Assis talló su llave de oro con la pluma juguetona y la tinta de la melancolía, como él mismo lo reveló. Guimarães Rosa, sin descartarlo, apuesta por el encanto del lenguaje, por la construcción desafiante y melódica del lenguaje.

¿Por qué melódico? Porque, a diferencia de la literatura, la música no necesita llave de oro. Nos maravillamos con la arquitectura sonora de una sinfonía o de un concierto, tenga o no ese cierre dorado. No es el último acorde el que nos conmueve o nos sorprende,[ 1 ] sino el discurso estético, la forma en que se desarrolla. En la música popular, las letras utilizan a veces el recurso ingenioso, la herencia literaria, pero no es imprescindible para que se convierta en un éxito estimado.

Esta pequeña reflexión se me ocurre al final de una relectura de montevideanos, colecciones de cuentos de Mario Benedetti. El uruguayo, uno de los gigantes de la literatura latinoamericana, más conocido en Brasil como poeta y novelista, es un maestro absoluto de la narración breve. montevideanos, publicado en 1959, se centra en la pequeña clase media de su país, que iguala a la de todos los países. La mezquindad, el odio disimulado, la rivalidad, la ambición, la ausencia de solidaridad, todo ello es puesto bajo la lupa de Mario Benedetti, quien analiza y describe a sus compatriotas con feroz humor y aguda visión.

Astuto investigador de la grandeza y pequeñez del ser humano, el escritor utiliza esa llave de oro con tal maestría que nos deja atónitos. Uno de los fundadores de la modernidad literaria del continente, cultivador de un lenguaje fluido, claro, sin florituras innecesarias, describe una situación en pocas páginas y la resuelve de manera ejemplar.

Obviamente, no voy a reproducir aquí algunas de esas frases finales, generalmente aderezadas con humor y sarcasmo. El riesgo de revelar el secreto que guía la narración es inmenso. El humanista de izquierda, exiliado por la dictadura, vivió en varios países, y pudo escribir versos como “Si te quiero es porque eres / Mi amor, mi pareja y todo / Y en la calle, codo a codo / Somos mucho más que dos(versos de la canción Te quiero, grabado por varios artistas) unidos como pocos razón y sentimiento, rebeldía y compasión. Escritor prolífico, pero nunca repetitivo, supo poner en valor la herencia de quienes le precedieron, suavizando los excesos y ofreciéndonos un destilado de la más refinada extracción. Pero sin perder nunca la ironía.

* Daniel Brasil es escritor, autor de la novela traje de reyes (Penalux), guionista y realizador de televisión, crítico musical y literario.

referencia


Mario Benedetti. montevideanos. Traducción: Ercilio Tranjan. São Paulo, Mundaréu, 2016, 168 páginas.
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Nota


[1] El Bolero de Ravel es, en este sentido, una asombrosa excepción.


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