por WALNICE NOGUEIRA GALVÃO*
Testimonio sobre el historiador y activista político
Dos instantáneas dan idea de la grandeza de la persona, que abrió horizontes más que ningún otro. Extremadamente inteligente y muy culto, con modales de gran señor, su impecable cortesía confluía con la agilidad de su pensamiento.
El primero se refiere al editor de la Fundación Perseu Abramo.
Marco Aurélio creó para ella la colección História do Povo Brasileiro y presentó una lista inicial de una veintena de temas. La idea era celebrar, con estudios serios basados en investigaciones originales, las conquistas del pueblo brasileño. Me entregó la lista y me pidió mi cooperación.
Inmediatamente le dije que no era “del pueblo brasileño”: ¿dónde estaban tus tres grandes creaciones, que son el fútbol, la samba y el carnaval? Marco Aurélio no se inmutó, agregó los tres nuevos temas en ese mismo momento y hasta aprovechó la oportunidad para exigir la participación, lo que más tarde resultaría en la publicación de un libro mío, titulado Al Son de la Samba – Una Lectura del Carnaval Carioca. La colección también incluía los otros temas que faltaban: solo consulta el catálogo.
También adaptó otro tema, que juntó a Canudos y Contestado, separándolos, de modo que, unos años después, pude entregar El Imperio de Belo Monte – Vida, pasión y muerte de Canudos. Ambos formaban parte de la colección História do Povo Brasileiro, creada por Marco Aurélio para la editorial Fundación Perseu Abramo.
El segundo tiene que ver con su gestión en la Secretaría de Cultura de São Paulo, cuando Marta Suplicy era alcaldesa.
Habiendo fundado el Colégio de São Paulo en la línea de Collège de France, a quien conocía bien de sus años de exilio, me llamó para proponerme que me hiciera cargo de un curso que él titulaba “Formación de la Literatura Brasileña”, a realizarse en la Biblioteca Mário de Andrade, explicándome de qué se trataba. Consideré que había decenas, si no cientos, de cursos de literatura brasileña en todo Brasil, desde Oiapoque hasta Chuí, ya que eran obligatorios en los diplomas de Letras de las innumerables Facultades de Filosofía. Le hice una contrapropuesta: un curso de literatura universal, que, por cierto, no existía en el país. Él, como siempre, llegó a tiempo. Y ahí preparé un curso semestral, que terminó dividiéndose en otros, de manera que en total fueron como dos años de literatura universal.
Con su apoyo, pude llamar solo a especialistas a las conferencias. Había una clase sobre Homero, otra sobre Hesíodo, otra sobre Dante, finalmente sobre todos los grandes nombres de la tradición occidental hasta el día de hoy. Pero también embarcarse en otras tradiciones: clases en mahabharata, sobre las mil y una noches, o sobre la tragedia ática o sobre el teatro Noh. Marco Aurélio saludaba con la cabeza a todos ya todo, y no era barato, porque, además de la remuneración de los disertantes, en muchos casos también había que pagar un billete de avión y un hotel.
Gracias a él, el programa del curso, hasta entonces inexistente en el país, así como su concepción -una clase para cada punto alto de la literatura sin importar idioma, época o nacionalidad, impartida por un especialista-, pudo ganar un lugar al sol y pasó a ser copiado por instituciones públicas y privadas.
Para mí reservé, naturalmente, la conferencia sobre Proust. También pensé que debería dar la clase de presentación del proyecto inaugural, que sería panorámica y abarcaría toda la historia de la literatura desde los babilonios con Gilgamesh – que dejó marcas en Odisea y Biblia –, hasta los días de hoy. Marco Aurélio, como siempre muy ocupado, solo asistió a la primera clase, lo que ya fue un gran honor.
Los especialistas de São Paulo estaban más disponibles y acudían tan pronto como eran invitados. En algunos casos, venían de más lejos. Benedito Nunes vino de Pará para hablar de Rilke, así como Ivan Junqueira, traductor y organizador de la edición bilingüe de TS Eliot, vino de Río para hablar de su poeta.
Ambos episodios muestran la naturaleza democrática y flexible de Marco Aurelio, quien, en lugar de despedir a la impertinente concursante, encarnó su contribución. No es habitual que tanta tolerancia no quepa ni en el mundo intelectual ni en el mundo político...
En 1998, la Fundación Perseu Abramo decidió realizar un congreso para celebrar el trigésimo aniversario de 1968. Cuando Marco Aurélio se unió al proyecto, la directora Zilah Abramo inmediatamente nos advirtió: ahora su magnitud sería diferente, ya no tímida como antes, sino mucho mayor. de lo que estaba previsto, bien dentro de sus horizontes. El resultado fue un congreso monstruoso, realizado en São Paulo y duplicado en la Unicamp de Campinas, que contó con la participación de especialistas europeos y latinoamericanos, en respuesta a la convocatoria de Marco Aurélio.
Y se encargó de organizar un libro, publicando las actas del congreso con el excelente título de Rebeldes y manifestantes – 1968: Brasil, Francia y Alemania, también de alcance internacional, ya que fue él, con su inmenso prestigio, quien consiguió que obras escritas por su encargo fueran de autores. Dejando claro, una vez más, que no hizo nada a medias.
*Walnice Nogueira Galvão es profesor emérito de la FFLCH de la USP. Autor, entre otros libros, de leyendo y releyendo (Senac/Oro sobre azul).