Maniqueísmo y financiarización: matrimonio abusivo

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por FERNANDO NOGUEIRA DE COSTA*

El seguimiento de tendencias es una estrategia de inversión que intenta capturar ganancias siguiendo la dirección actual de los precios.

No hay nada más capaz de destruir la autoestima que una relación abusiva en el matrimonio por parte de la pareja. La lamentable financiarización no se queja de abusos físicos, sino de esa agresión invisible y difícil de identificar.

El abuso verbal no es la única forma que sufre la pobre (sic) financiarización frente a su acérrimo crítico: el maniqueo. Inicialmente, para ganársela, apeló a depender de ella para su supervivencia como autor. Posteriormente, empezó a adoptar algunos patrones repetitivos en todas las relaciones abusivas.

El abuso emocional de quienes sólo muestran odio hacia los pobres se revela en varios signos: frecuentes humillaciones y vergüenza ante otros epifenómenos como la globalización, la desindustrialización y el neoliberalismo; amenaza de castigo contra su pareja por acciones que considera incorrectas; Nunca renuncie al control, tanto de sus acciones como de importantes decisiones económicas. Él la acusa y la culpa de cosas de las que ella no tiene la culpa, como la globalización, la desindustrialización, el Covid, etc. El maniqueo no pierde la oportunidad de mostrar su desaprobación por todas sus innovaciones institucionales.

La metáfora del “aprendiz de brujo” para describir cómo el desarrollo financiero se convirtió involuntariamente en una financiarización maligna e incontrolable es acertada. Esta transformación se habría producido debido a una combinación de factores, entre ellos la falta de comprensión completa de los mecanismos financieros, la búsqueda de ganancias a corto plazo y la insuficiencia de las regulaciones.

Muchos críticos de la financiarización demuestran una falta de comprensión completa de la complejidad de los productos financieros. Hay derivados modernos que son difíciles de entender y ni siquiera los profesionales de los mercados financieros comprenden plenamente los riesgos que conllevan en el futuro.

La interconexión de los mercados financieros globales amplifica los pequeños problemas locales hasta convertirlos en crisis financieras de gran escala, algo difícil de anticipar para los maniqueos controladores. Convierte la financiarización en un “chivo expiatorio” por el hecho de que los ejecutivos y gerentes financieros están bajo presión para presentar resultados en el corto plazo. Llevaría a “los pobres” a asumir riesgos excesivos y descuidar prácticas financieras responsables.

Acusa la seducción de la “financiarización” de provocar una especulación excesiva y la búsqueda de ganancias rápidas. Abusarse de él desviaría recursos de inversiones productivas, contribuyendo a burbujas financieras y crisis posteriores. ¡Tus celos son visibles!

El partidario de la economía planificada siempre, incluso en una economía de mercado, critica la insuficiencia de las regulaciones, llenas de lagunas contra el libre mercado utilizadas por la financiarización. Las reglas no van a la par de su continua innovación financiera, creando lagunas que explota para “saltar la valla” y aumentar los riesgos sistémicos que no pueden evitarse mediante la diversificación.

¡Peor aún, se le acusa de ejercer una influencia excesiva sobre los organismos reguladores! Obtiene regulaciones favorables a sus intereses financieros en detrimento de los intereses de los “buenos” empresarios por ser empleadores…

Su excesivo enfoque en el sistema financiero, cautivando a todos los agentes económicos como clientes, conduciría a una concentración de la riqueza y aumentaría la desigualdad. La financiarización aumentaría la volatilidad de los mercados financieros y la frecuencia de las crisis financieras, "dándonos un tiro en el pie" y afectando negativamente a la economía real y a la sociedad en general, acusa el maniqueo.

Para evitar que el desarrollo financiero se transforme, de acuerdo con la evolución sistémica, en una financiarización descontrolada, su prédica es que el Estado adopte un enfoque holístico y sistémico. Pero la financiarización en sí misma estaría a favor de la Educación Financiera para sus descendientes, los profesionales y el público en general, para mejorar su comprensión de sus mecanismos financieros…

El maniqueo cree que una regulación proactiva capaz de restringir toda innovación financiera y mitigar los riesgos sistémicos es políticamente viable. Los formuladores de políticas crearían fácilmente estructuras de incentivos para promover prácticas financieras sostenibles en el largo plazo.

Es partidario de fortalecer instituciones como el BCB, la CVM y la SUSEP, para monitorear y supervisar la financiarización, detectando signos de comportamientos excesivamente seductores. Paradójicamente, al adoptar medidas de represión financiera, los maniqueos sólo alentarían un desarrollo financiero saludable apoyando la economía real y evitando los peligros de una financiarización descabellada.

Contradictoriamente, reconoce que la distribución de dividendos es la más relevante para los accionistas mayoritarios porque estimulan la apreciación de las acciones y las plusvalías. Aún así, la financiarización afirma haber desalentado al sector productivo bajo el dominio de empresas no financieras de capital público…

Los accionistas mayoritarios prefieren estrategias capaces de aumentar el valor de las acciones. Se culpa a las recompras de acciones (recompras) de aumentar los precios de las acciones al reducir el número de acciones en circulación. Las ganancias de capital derivadas de la venta de acciones son más ventajosas desde el punto de vista fiscal porque se gravan a tipos más bajos en comparación con los dividendos.

Los ejecutivos y accionistas controladores tienen una remuneración ligada al desempeño de las acciones, lo que fomenta estrategias para incrementar su precio en el corto plazo. De ahí que el maniqueo acuse al socio de malversación de recursos, cortoplacismo, especulación, provocación de desigualdad e inestabilidad, etc. No dice nada sobre las ganancias obtenidas en su amado mercado de bienes y servicios.

La generación de beneficios de la actividad productiva y la consiguiente distribución de dividendos son ciertamente factores fundamentales en la valoración y apreciación de las acciones de una empresa. El desempeño de una empresa, registrado en su balance, es un factor clave en la evaluación de sus acciones.

Los dividendos proporcionan ingresos directos a los accionistas y se consideran un signo de estabilidad y confianza en la salud financiera de la empresa. Las empresas que cotizan en bolsa, cuando distribuyen dividendos de manera consistente, tienden a ser más atractivas para los inversores que buscan ingresos estables.

Desde este punto de vista, el crítico acérrimo de la financiarización debería hacer la distinción entre “seguir tendencias” (Siguiendo la tendencia) e “invertir en valor” (inversión de valor). Se trata de estrategias que pueden asociarse, respectivamente, a los conceptos de financiarización y desarrollo financiero.

El seguimiento de tendencias es una estrategia de inversión que intenta capturar ganancias siguiendo la dirección actual del precio. Los operadores siguen las tendencias cuando compran activos en alza y venden activos en caída, basando sus decisiones en el precio del mercado y los patrones de volumen.

Esta estrategia implica operaciones a corto plazo, respondiendo rápidamente a los cambios de precios. Utiliza análisis técnicos (gráficos) y algoritmos para identificar y seguir tendencias. Se centra en el comportamiento del mercado y el movimiento de precios en lugar de observar los fundamentos económicos de los activos subyacentes.

El seguimiento de tendencias se considera un aspecto de la financiarización porque el énfasis está en las ganancias financieras a corto plazo a través del comercio de activos. Este enfoque desviaría la atención del desarrollo económico fundamental y del análisis del valor intrínseco, dando prioridad a las ganancias rápidas y especulativas.

La inversión en valor, a su vez, es una estrategia de inversión en la que se compran activos infravalorados basándose en un análisis detallado de sus fundamentos microeconómicos, sectoriales y macroeconómicos. Estos inversores de valor compran acciones que cotizan a precios inferiores a su valor intrínseco.

Esta estrategia estaría más alineada con el desarrollo financiero en el largo plazo, ya que implica la asignación de capital en activos productivos con base en un análisis fundamental, en lugar de simplemente buscar ganancias especulativas. Por lo tanto, el maniqueo considera “seguir tendencias” como “malo” porque es una expresión de financiarización, mientras que “invertir en valor” representaría un enfoque “bueno” basado en promover el desarrollo financiero.

Lo malo de la financiarización afirma, en su defensa, que el arbitraje y la especulación desempeñan papeles cruciales en la formación de precios informativos. Los árbitros eliminan las discrepancias de precios y aumentan la eficiencia del mercado, mientras que los especuladores ayudan con el descubrimiento de precios y proporcionan liquidez en operaciones de cobertura (cobertura). Ambos procesos benefician a los inversores de valor con inversiones basadas en sólidos fundamentos de empresas productivas. El maniqueo no la escucha... snif, snif...

*Fernando Nogueira da Costa Es profesor titular del Instituto de Economía de la Unicamp. Autor, entre otros libros, de Brasil de los bancos (EDUSP). Elhttps://amzn.to/4dvKtBb]


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