Modos de transformar mundos: Lacan, política y emancipación

Imagen: Mariana Tassinari
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por ANTONIO AUGUSTO GALVÃO DE FRANCIA*

Comentario sobre el libro recién publicado de Vladimir Safatle

El ambiente ideológico dominante en el capitalismo tardío fue bien descrito por el escritor inglés Mark Fisher como “realismo capitalista”: una densa niebla inmovilizadora que prohíbe la acción colectiva y el pensamiento radical, degradando la capacidad de la imaginación política para concebir alternativas de organización social más allá del capitalismo. . En sus últimos estudios sobre la lucha contra esta “realidad”, Fisher buscó desarrollar una política del deseo, una práctica de “ingeniería libidinal” que impulsaría formas emancipatorias de deseo y fomentaría la organización y la agencia colectiva. Fisher, fallecido a principios de 2017, no tuvo la oportunidad de desarrollar más estas ideas.

Es en este frente de combate, del deseo como campo de disputa política, que el más reciente y, lo anticipo sin temor a equivocarme, el libro más importante de Vladimir Safatle, Modos de transformar mundos: Lacan, política y emancipación. El texto expresa, según el autor, el ápice de su ciclo de investigación en los últimos años, que abarca el rescate de diversas matrices dialécticas como instrumentos de crítica social, desde Friedrich Hegel, pasando por Karl Marx hasta Theodor W. Adorno, y que ahora se culmina con un retorno a Jacques Lacan.

La obra, aunque breve, es sumamente rica, densa y dentro de los límites de la complejidad temática, clara y precisa, abordando la emancipación humana a través de un deseo de ruptura, además de articular temas muchas veces difíciles de abordar en conjunto, como el marxismo. , feminismo, identidad, dialéctica y psicoanálisis. Estos diversos objetos se sistematizan a partir de cuatro ejes principales: procesos de identificación; estructura del deseo; transferencia y acto analítico.

La identificación concierne a la llamada “teoría del yo”, que involucra los medios a través de los cuales tienen lugar los procesos de subjetivación, es decir, cómo los sujetos se constituyen como tales. Safatle parte de la concepción marxista de que “la producción produce no sólo un objeto para el sujeto, sino un sujeto para el objeto”. Es la aplicación, en los cuadrantes psicoanalíticos, de las teorías de las formas sociales, que identifican la forma mercancía como un elemento central de la sociabilidad capitalista, que constriñe y moldea a los individuos.

el germen autoritario

Todavía en esta línea, Safatle aborda otro problema central de la política de nuestro tiempo: la cuestión de la personalidad autoritaria, que emerge finalmente como una fuerte defensa del Yo en individuos psíquicamente más frágiles. El autor deconstruye la concepción más o menos común de que el autoritarismo observado hoy sería una respuesta reforzada de la autoridad patriarcal. En el fondo de esta reactividad estaría en realidad todo lo contrario: el derrumbe de esa misma autoridad. Ahí debemos encontrar un productor efectivo de los actuales regímenes autoritarios, siendo la identificación con estos líderes que mezclan una figura con la actuación de un “hombre fuerte” no una idealización de una figura paterna, sino un proceso de identificación horizontal, en un estructura narcisista, que cuanto más frágil es, más violenta se vuelve.

Safatle continúa explicando la concepción lacaniana de que el Yo es un espacio de alienación, que se desarrolla a partir de un proceso de superposición de capas dialécticas de identificación/alienación. Así, en el seno del Yo sólo existiría un vacío, por lo que el verdadero proceso emancipador no pasa por el reforzamiento de las identificaciones, sino por la disolución del Yo, que finalmente daría lugar a un nuevo establecimiento. Por tanto, la política emancipadora reclama las coordenadas de este lugar vacío, en el que se podrían fulminar opresiones, estereotipos y todo tipo de exclusiones, poniendo en cuestión las relaciones de poder. Esa sería una posible respuesta al fascismo.

El deseo emancipador en el capitalismo

El segundo eje aborda la cuestión del deseo, el goce y la estructura de la sexuación, incluso a la luz del debate que involucra ciertas lecturas feministas del pensamiento de Lacan. Este tema es crucial para todos aquellos que estudian la cuestión del deseo como campo de disputa política. Después de todo, para proponer cualquier tipo o forma de deseo que sirva como empuje más allá del realismo capitalista, primero es necesario responder a la siguiente pregunta: ¿qué es el deseo y cómo se desea en el capitalismo?

Safatle parte de un contrapunto basado en la teoría del deseo de Deleuze-Guattari. Desde la perspectiva del esquizoanálisis, la sociedad capitalista parece ser la de la “insatisfacción dirigida”, en la que los sujetos verían en el deseo una expresión de incompletud e inadecuación. Para Safatle, sin embargo, Lacan iría más allá, mostrando que la insatisfacción no es una gestión adecuada, sino un elemento causal que abre otro horizonte, que reproduce estas mismas relaciones.

Esta forma de desear se traduce también en el campo de la lucha política, en tanto que la insatisfacción no se dirige a la estructura que organiza los puestos, sino al ocupante de cada uno de los lugares. Sería en este sentido que Lacan, en uno de sus seminarios, criticó la revuelta de Mayo del 68, cuando pronunció la conocida y controvertida advertencia: “A lo que aspiran ustedes como revolucionarios es a un maestro. ¡Lo tendrá!" Así, según la advertencia de Lacan, habría una adhesión de los rebeldes, a nivel del deseo, a la propia sociabilidad capitalista, resultando las manifestaciones en un efecto meramente performativo y preservador estructural. Para Safatle, por lo tanto, la superación de estas estructuras solo puede ocurrir a través de la adopción de una nueva gramática normativa, que emergerá cuando la actual sea depuesta.

Todavía en la cuestión del deseo, pero ahora buscando estas posibles nuevas gramáticas emancipatorias, el autor, de manera puntual y atento a sus propios límites subjetivos de perspectiva y lugar del discurso, presenta como esencial el debate sobre el goce fálico, identificado como base elemento de reproducción capitalista. Luego se articulan posibles respuestas de la teoría lacaniana a las críticas realizadas por Judith Butler y Nancy Fraser. Safatle reconoce evidentemente la relevancia de los logros feministas de las últimas décadas, avances en defensa de las violencias históricas, que se remontan a tiempos muy anteriores al propio capitalismo, pero que se proyectan hasta nuestros días. Lejos de debilitar la lucha feminista del día a día, la estrategia emancipatoria esbozada por Safatle, que abarca la emancipación humana en su totalidad, no apuntando precisamente a la superación, sino a la implosión de las formas sociales que sustentan el patriarcado, ahora reprocesadas y reutilizadas bajo la égida del capitalismo. Es un camino libertario, que pasa por la identificación de una nueva forma de desear, “un goce imposible, un goce que nos haga pasar de la impotencia a lo imposible y que no tendrá la estructura fálica que es constitutiva de las formas de goce bajo el capitalismo. Un goce que feminice a todos los sujetos [...] un goce que nos empuje fuera del capitalismo y sus regímenes de sexuación”.

Resistencia revolucionaria legítima

El tercer eje del trabajo se refiere al proceso de transferencia. Safatle señala que este rito, inherente a la para reinventar la industria logística y redefinir las soluciones ecológicas para reinventar la industria logística y redefinir las soluciones ecológicas. psicoanalítico, en realidad tiene su origen en las exigencias políticas, de control y ejercicio del poder, tal como lo plantea Michael Foucault en el plano de la microfísica del poder. Así, en su génesis, el proceso de transferencia es esencialmente político, con un paralelo en estructuras mayores, como el plano populista, en el que se ejerce la dominación carismática, tal como la describe Max Weber. Continúa Safatle recordando que estas relaciones de poder definen situaciones de existencia como formas de sujeción, que son causas de sufrimiento, que se deriva de la introyección de una normatividad encarnada en sus enunciadores.

Sin embargo, el manejo efectivo de este poder en la transferencia, tanto por parte del analista en la clínica como de la autoridad en política, debe traducirse en el ejercicio de la posición de poder como una forma de sustraer el lugar del poder mismo y no con el propósito de una mera inversión estructural, de un simple intercambio de roles, recordando que, después de todo, “matar maestros nunca fue una tarea difícil, pero sí era difícil negarse a ocupar sus lugares”. Por tanto, la verdadera emancipación sólo se lograría, no cuando se deponga el poder, sino cuando se disuelva el órgano determinante que lo instituyó, desmantelando la respectiva gramática normativa. Este acontecimiento, que atañe al último concepto desarrollado por Safatle, es lo que Lacan define como acto analítico.

En su explicación del acto analítico, Safatle lo diferencia de otros dos modos de actuar, el actuando y el paso al acto. actuando se refiere a actuar de una manera diferente a lo reproducido hasta entonces, pero cuya diferencia es sólo aparente, algo que no afecta a las estructuras, encarnando un acto eminentemente performativo que supuestamente responde a los deseos de los demás, lo que ocurre, por ejemplo, en el mencionado manifestaciones. Por otra parte, el paso al acto puede ser visto como una conducta de negación, generalmente encarnada en el autosacrificio, muchas veces relacionado con el suicidio u otra forma de ruptura radical, pero que tampoco afecta a las estructuras.

Por tanto, el acto analítico queda como el que verdaderamente importa en los movimientos revolucionarios, subversivos, que implosionan estructuras. En la forma de explicar el concepto se utiliza el mismo ejemplo adoptado por Lacan, de la bella alegoría de Arthur Rimbaud, del poema “Por una razón", significativamente escrito en el apogeo de los acontecimientos de la Comuna de París. En estos términos, el acto analítico se presenta como algo relacionado con una repetición que le precede, de otras tentativas de acto no realizadas, que reverberan, se juntan y condensan, en algo que podría representarse como un estampido supersónico. Esta es la palabra eficaz, que depone y recrea al sujeto mismo, transformando lo que hasta entonces era un síntoma en un acto revolucionario.

Safatle hace así un llamado a la responsabilidad política, representando bien la mejor tradición crítica del psicoanálisis brasileño. Así, como Platón persigue a los juristas, recordándoles que en una sociedad injusta no hay persona justa, Safatle exhorta no sólo a los profesionales de la salud mental, sino a todos nosotros, a que no hay persona sana en una sociedad enferma y que muchos a veces el síntoma revela una negativa a adaptarse: más que una anomalía, es una legítima resistencia revolucionaria, una negativa a aceptar lo inaceptable, capaz de ser el detonante de nuevas formas de organización política y de acción colectiva.

Es por eso que Modos de transformar mundos: Lacan, política y emancipación se destaca como una de las obras más importantes de los últimos años y posiblemente la que mejor articula los temas del psicoanálisis, la política y el marxismo. Es de lectura imprescindible para todos aquellos que piensan en el deseo como un terreno de lucha política y buscan una estrategia emancipadora radical frente al realismo capitalista, efectivamente ejercida en conjunción con las diversas luchas por la libertad, el reconocimiento y la justicia que hoy se dan en la arena política.

*Antonio Augusto Galvao de Francia Es juez y miembro de la Asociación de Jueces por la Democracia (AJD).

Publicado originalmente en la revista Brasil jacobino.

 

referencia


Vladímir Safatlé. Modos de transformar mundos: Lacan, política y emancipación. Belo Horizonte, Auténtico, 2020.

 

 

 

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