por EUGENIO BUCCI*
Una de las dificultades más dolorosas del periodismo profesional actual es intentar hablar con ambos polos al mismo tiempo.
El pasado sábado 2 de marzo, los tres principales diarios brasileños publicaron titulares casi idénticos. El Globo, en lo alto de la primera página, proclamaba: “Brasil crece el 2,9%, pero la caída de las inversiones es una advertencia”. oh Estado de São Paulo buscó una declaración más detallada: “El PIB aumenta un 2,9%, pero la inversión cae y podría obstaculizar un mayor desarrollo”. A Folha de S. Pablo Arriesgó una variación: “El PIB crece un 2,9% en 2023, pero se estanca en el segundo semestre”.
En el centro de los tres prevaleció la conjunción adversativa “pero”, en medio de dos afirmaciones contradictorias. En la primera afirmación, antes del “pero”, la noticia era el resultado positivo de la economía brasileña en 2003 (casi al mismo nivel que el año anterior, que alcanzó el 3%), que sorprendió positivamente a los llamados “pero”. mercados”. La segunda afirmación, después del “pero”, hablaba de los inconvenientes. oh Estado o Provincia e El Globo Advirtieron que, con los tipos de interés aún altos, el capital invertido en la producción está disminuyendo, lo que no anima a nadie. En Folha, lo más negativo fue la caída de la actividad económica a finales del año pasado, lo que presagia una tendencia a la baja para 2024.
Las primeras tres páginas, en lugar de pregonar un hecho, comunicaban una ambivalencia disonante y angustiada: las cosas no eran tan malas como algunos suponían, pero tampoco eran tan buenas como algunos esperaban. Ni allí ni aquí; no tanto al mar, no tanto al maremoto.
Tan pronto como las ediciones comenzaron a circular, recibieron virulentas reacciones en las redes sociales. Nada nuevo bajo el sol. Para la mitad de las ruidosas cibermultitudes, la prensa brasileña es comunista y ofrece constantemente concesiones indignas al Presidente de la República y a sus ministros. Esta mitad quiere despedir a todos los reporteros y reemplazarlos con , Bolsonaristas. En la otra mitad, que hace casi el mismo ruido, las redacciones profesionales se han desplazado completamente hacia la derecha. Para estos sectores, los titulares del sábado fueron una prueba más de que los grandes periódicos insisten en no resaltar los logros notables del gobierno federal; Cuando no pueden omitirlos, ponen un “pero” para neutralizarlos.
El argumento tiene ahí su lógica. Los titulares articulados en torno a un “mientras tanto” o un “sin embargo” no son comunes, y no lo son porque causan extrañeza. Los editores tienden a evitarlos, ya que pueden parecer confusos, como si quisieran negar lo que dicen. Un titular que se precie narra categóricamente un acontecimiento, estableciendo firmemente un juicio de hecho. Cuando tiene un “pero” en el medio no puede cumplir su función satisfactoriamente; Los lectores miran la primera página y se quedan sin aliento: después de todo, ¿el desempeño económico del año pasado fue bueno o malo?
Por estas razones, el argumento que tiene su lógica también tiene sus problemas. El público que se enfadó tiene su derecho, tiene su legitimidad. Aparte de eso, tu protesta no explica mucho. Las antipatías de clase suelen aparecer en los medios de comunicación, de las que no se habla. Las preferencias ideológicas se traicionan aquí y allá. Sin embargo, los titulares contradictorios no deben atribuirse exclusivamente a los editores nocturnos. Provienen de motivaciones menos inmediatas (y más determinantes).
Si queremos entender qué está pasando con la cobertura periodística, debemos fijarnos menos en las inclinaciones y valores morales de quienes cubren la portada y más en el estado de ánimo del público al que está destinada esa portada. Si analizamos un poco más de cerca el número de lectores de periódicos, veremos que el “pero” en letras grandes tiene más que ver con él que con el estilo textual de las redacciones.
Vivimos en una sociedad dividida. Esta división, que toma la forma de una fisura hostil, ayudó a redactar los tres titulares. Si lo dudas, vámonos.
En un libro reciente, Biografía del Abismo: cómo la polarización divide a las familias, desafía a las empresas y compromete el futuro de Brasil (Editora HarperCollins), Felipe Nunes y Thomas Traumann afirman: “Lulistas y bolsonaristas creen en un país tan diferente del que el otro defiende que es como si vivieran en sociedades opuestas”. La sentencia es exacta y los datos en los que se basa son indiscutibles. Cada uno de los polacos ve un país diferente, y esto no en términos de opiniones, sino en términos de hechos. Un lado no reconoce como verdadera la realidad descrita por el otro.
Porque una de las penurias más dolorosas del periodismo profesional actual es intentar hablar con ambos polos al mismo tiempo. Es un ejercicio discursivo ignominioso que, diariamente, desafía su propia imposibilidad. Desafía y pierde.
Para un centro en Brasil, el crecimiento del PIB del año pasado es una hazaña histórica contundente que debería celebrarse en plazas públicas con fiestas populares y fiestas nacionales. En el otro polo, las inversiones endebles nos llevarán al desastre total. Esperar una conjunción adversaria para forjar una unión pacífica entre un lado de Brasil y el otro es un suspiro de optimismo, un voto de confianza en la deteriorada esfera pública. Frente a multitudes irreconciliables, ¿qué puede hacer todavía la prensa?
*Eugenio Bucci Es profesor de la Facultad de Comunicación y Artes de la USP. Autor, entre otros libros, de Incertidumbre, un ensayo: cómo pensamos la idea que nos desorienta (y orienta el mundo digital) (auténtico). https://amzn.to/3SytDKl
Publicado originalmente en el diario El Estado de S. Pablo.
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